lunes, 24 de febrero de 1992

El costo de las elecciones

No solo es importante considerar la posibilidad de privatizar los servicios, sino que también es necesario ponerle límites claros a lo que se puede negociar en las convenciones colectivas.

En Colombia, a medida que se acercan las elecciones se agudizan los problemas laborales. La agitación laboral está a punto de acabar con la poca paciencia de los sufridos usuarios de los servicios públicos. No solo deben sufrir el deterioro en los niveles de servicio, sino que después tienen que pagar los logros laborales de los sindicatos. En elecciones anteriores, era normal esperar huelgas en Teléfonos y la Registraduría, hoy en día, hay agitación laboral en la Energía de Bogotá y otras entidades del sector eléctrico al mismo tiempo que en varias instituciones financieras. Las magníficas condiciones de los trabajadores de Teléfonos y de la Registraduría han inspirado a otros líderes sindicales para negociar con las autoridades en vísperas electorales.

El mal servicio imperante en estas épocas de negociaciones colectivas, hace ganar a la privatización de las Empresas Públicas muchos adeptos. El mal servicio de la Empresa de Teléfonos que he podido apreciar por la falla de más de un mes en una de las líneas telefónicas de mi oficina, me ha hecho pensar en los argumentos que ha dado el Doctor Miguel Urrutia para la privatización de la Empresa de Comunicaciones de Bogotá. La buena voluntad y la capacidad técnicas de un gerente como el Doctor Carrizosa, se enfrentan a problemas de carácter estructural que claman por una solución diferente a la de montar un Canal Local.

No solo es importante considerar la posibilidad de privatizar los servicios, sino que también es necesario ponerle límites claros a lo que se puede negociar en las convenciones colectivas. Sin lugar a dudas, es muy importante realizar un cambio radical en el sistema  de seguridad social. Las directivas de las empresas, con un horizonte de planeación corto, tienden a conceder muy buenas condiciones para la jubilación de sus trabajadores.

Algunos gerentes caen en la tentación de transferir al futuro los problemas, concediendo unas condiciones generosas que terminan acabando las empresas. Colpuertos y los Ferrocarriles, son ejemplos claros de los problemas que se generan cuando por la presión del día se cede en materia de jubilaciones. Los altos costos laborales, no solo llevan a la ruina de unas empresas, sino que le ponen un punto de negociación a los demás sindicatos.  Esta espiral de salarios termina arruinando todas las empresas públicas.

Después de haber mirado, así sea por encima, la caótica situación pensional, es muy fácil concluir que es necesario llegar a unas condiciones idénticas para todos los trabajadores. El régimen de jubilación debería ser uniforme para todos los trabajadores. Las convenciones colectivas no podrían cambiar estas reglas y deberían centrarse en el nivel de salarios, en políticas de promoción y capacitación, y en las condiciones mismas del trabajo, dejando al sistema de seguridad social y a los fondos de pensión el problema de cómo pagar al trabajadores en su jubilación.

Afortunadamente, el sistema electoral va a entrar en un receso hasta mayo de 1994. Durante este período, las autoridades deberían hacer algunas reformas para romper la vinculación entre las elecciones y los pliegos laborales. Por ejemplo, los procedimientos de votación deberían sistematizarse para disminuir la amenaza constante de los funcionarios de la registraduría.

Las elecciones deberían realizarse en días laborales, sin tener que  paralizar todo el país. Si el censo de población se pudo realizar en un día ordinario, no hay ninguna razón para que no se pueda cumplir con el deber ciudadano de la votación en un martes cualquiera, como se hace en los Estados Unidos. 

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