lunes, 10 de agosto de 1992

Presupuesto a la inglesa

El presupuesto de 1993 debe ser discutido con extremo cuidado y revisarse con lupa por parte de toda la ciudadanía con el fin de evitar que el producido de la reforma tributaria se dilapide.

Cada año por esta época comienza en Colombia la discusión presupuestal.  El ciudadano común se pierde en esta danza de cifras.  Los valores mencionados en los medios de comunicación son de tal magnitud  que prácticamente nadie puede comprender la verdadera dimensión del presupuesto del gobierno.

Los grandes fracasos de la gestión pública en Colombia como el del sector eléctrico, el Metro de Medellín y la quiebra de ciudades como Pasto nos están mostrando que el sistema presupuestal colombiano adolece de muchas fallas que tienen que ser corregidas si se quiere que el Estado colombiano sea más eficiente.

La falta de discusión de alternativas presupuestales es una de las grandes limitaciones en el presupuesto colombiano. El público nunca tiene una opción con la que pueda comparar la propuesta del gobierno.  Cuando se aprobó el Metro de Medellín, no se considero una tecnología de transporte de menor costo. Tampoco se consideró la posibilidad de realizar un programa de mejoramiento urbano que atacara problemas más apremiantes de los estratos más pobres del Valle de Aburrá.

El poco interés de la ciudadanía en el proceso presupuestal ha permitido que los gobernantes de turno nos embarquen en los famosos elefantes blancos.  Los Alcaides de Verdad buscan inmortalizarse en obras de concreto sin preocuparse de la manera en que se van a pagar dichas obras.  Este torrente de obras mal concebidas, no solo aumenta de manera alarmante los impuestos sino que muchas veces requiere de un endeudamiento creciente.

Cuando no hay controles efectivos en el proceso presupuestal, los grandes errores tienden a reproducirse.  Colombia es, sin lugar a dudas, el país del Mundo con más aeropuertos internacionales.  En este juego presupuestal los habitantes de Medellín, Barranquilla y Cali pueden apoyar la construcción de un aeropuerto internacional de Cúcuta porque saben que en el futuro podrán alegar que sus ciudades también merecen tener su propio aeropuerto.

Una idea muy interesante para mejorar el proceso presupuestal aparece en el último de la revista The Economist.  En lugar de tener discusiones separadas entre el ministro del Tesoro y cada uno de los ministros las discusiones presupuestales se van hacer de manera colegiada.  En este esquema ideado por el maquiavélico Norman Lamont, cada ministro tiene un incentivo en atacar los malos proyectos de sus colegas, por cuanto los ahorros que se hagan pueden ser incorporados en su propio presupuesto por quien logre demostrar que ese gasto es innecesario.  Si este procedimiento se adoptara en Colombia sin lugar a dudas impediría gastos tan innecesarios como los famosos aviones Kafir.  Los ministros de Salud, Educación, Justicia verían una oportunidad magnífica de aumentar sus presupuestos tratando de eliminar las malas inversiones en el Presupuesto de la Defensa.  El Ministro de la Defensa por su parte tendría que convencer no solo al Ministro de Hacienda y al Director de Planeación sino a todo el Gabinete en pleno.

El presupuesto de 1993 debe ser discutido con extremo cuidado y revisarse con lupa por parte de toda la ciudadanía con el fin de evitar que el producido de la reforma tributaria se dilapide.  La adición presupuestal de 1.6 billones de pesos para pagar burocracia al mes y medio de aprobada la reforma tributaria, debe abrirnos los ojos sobre lo que nos espera en el futuro si no hacemos reformas importantes en el proceso presupuestal colombiano.

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