martes, 24 de noviembre de 1992

Feria presupuestal 1993

La determinación del presupuesto de las Empresas de Servicio Público mediante un proceso de regateo entre Concejales y funcionarios es la mejor manera para llevarlas a la bancarrota.

Esta es la época en la que los funcionarios Distritales tienen que estar permanentemente en el Concejo para la mal llamada discusión del presupuesto. En la realidad nunca hay un análisis serio de los problemas que afrontan las diversas entidades ni de las verdaderas prioridades en el gasto público.

La mayoría de las veces el Concejo termina aprobando todas las propuestas de la Administración después de agotadoras sesiones en las que los funcionarios tienen que oir discursos interminables de todos los miembros del Concejo. Esta confrontación anual entre Administración y Concejo nunca se puede hacer de una manera racional, pues el Concejo no cuenta con la asistencia técnica necesaria para poder estudiar el proyecto de presupuesto.

Si bien se supone que el presupuesto debe reflejar las prioridades de un plan de desarrollo previamente definido, en la práctica esto nunca ocurre. Tanto la Administración como el Concejo tienen una visión muy parcial. Cada uno de los funcionarios se preocupa únicamente por su propio presupuesto y se concentra en lograr que los ponentes lo aprueben. Los funcionarios más veteranos saben que en este proceso ayuda contar con algunas vacantes en donde se puedan nombrar los recomendados de los llamados veedores presupuestales.

Este forcejeo político tiene un impacto limitado en las llamadas entidades descentralizadas y en la administración central. Es natural que la fijación de prioridades y la determinación de los rubros presupuestales de estas entidades estén sometidas a la discusión política. Por el contrario, la determinación del presupuesto de las Empresas de Servicio Público mediante un proceso de regateo entre Concejales y funcionarios es la mejor manera para llevarlas a la bancarrota.

No es de extrañar que la situación financiera de la EAAB esté tan deteriorada cuando sus tarifas se fijan sin tener en cuenta los estudios técnicos. A los concejales no les tiembla el pulso al bajar el crecimiento de las tarifas del Acueducto de un 3.4% mensual a un 2.2%. El Gerente, como cualquier mercader, tiene que terminar contentándose con un modesto 2.5% partiendo la diferencia entre su propuesta inicial y la contrapropuesta del Concejal representante de la Sociedad Protectora de Usuarios de Servicios Públicos.

Es claro que la Administración de las Empresas no puede asumir la responsabilidad una vez que sus presupuestos han sido cambiados radicalmente por el Concejo. Más aún, si se tiene en cuenta que las Juntas Directivas de las Empresas también tienen representación del Concejo se puede comprender que la Gerencia de las Empresas carece de una verdadera autonomía.

Las Empresas para poder funcionar, no solo requieren de la eliminación de la participación del Concejo en las Juntas Directivas, sino muy probablemente de una eliminación total de dichas Juntas. Además de eliminar las Juntas Directivas de las Empresas de Servicio Público será necesario remover el proceso presupuestal del Concejo de Bogotá.

Las Empresas de Servicio Público son un valioso patrimonio de la ciudad y no pueden seguir siendo manejadas de manera tan alegre. Si no se da una verdadera autonomía a la Gerencia, debería pensarse más bien en privatizarlas.

miércoles, 18 de noviembre de 1992

A la tercera va la vencida

El gobierno, al mantener unas metas que nunca ha podido cumplir, está pensando entonces que la constancia vence lo que la dicha no alcanza.

En noviembre las revistas se llenan de colorido con las fotografías  de las candidatas al cetro de la belleza en Cartagena. En este mes de reinas, las páginas económicas comienzan a hablar de los pronósticos económicos para el año entrante. A diferencia de lo que ocurre en los Reinados de Belleza donde las candidatas no repiten, en los pronósticos económicos las cifras se repiten año a año. En efecto, la meta inflacionaria por tercer año consecutivo se ha colocado en el 22 por ciento. El equipo económico del gobierno vuelve otra vez con metas muy similares. La del crecimiento de la economía se sitúa de nuevo en el cuatro por ciento y la del crecimiento de los medios de pago en el 26 o 27 por ciento. El déficit fiscal como porcentaje del PIB vuelve a la cifra mágica del uno por ciento del producto. Este resultado es el mismo independientemente de si hay aumento de impuestos o no.

La repetición de las metas económicas nos recuerda al empedernido jugador de chance que siempre escoge su número favorito. El gobierno, al mantener unas metas que nunca ha podido cumplir, está pensando entonces que la constancia vence lo que la dicha no alcanza. Ante tan poco acierto más valdría pensar que lo que ha faltado es atacar verdaderamente los problemas básicos de la economía.

El jugar siempre a los dos paticos en el campo de la inflación ha hecho olvidar que lo importante en este campo es tener un conjunto de precios adecuados. El precio de la gasolina, del café y de la energía no han podido llegar a su nivel de equilibrio. La gasolina sigue aún por debajo del deseado nivel internacional. El dólar veinte por galón de gasolina que ha sido un objetivo durante estos tres años sigue siendo inalcanzable. El precio interno del café continúa siendo muy alto, lo que ha llevado a cosechas muy por encima de los niveles de exportación, ha descapitalizado el Fondo del Café y agravado el déficit fiscal.

El precio de la energía sigue muy bajo. El consumo del gas no se ha podido masificar porque el precio en Colombia es muy inferior al precio internacional. Los usuarios de bajos ingresos tienen precios de energía eléctrica demasiado bajos lo que magnifica el problema causado por el bendito racionamiento. Los precios de los usuarios industriales y comerciales siguen siendo demasiado altos con graves consecuencias en el aumento de las pérdidas negras.

Los beneficios en las rebajas en los aranceles todavía no han llegado al consumidor. El crecimiento menor del índice de precios al productor con relación al índice de precios ala consumidor ha mejorado la rentabilidad de los productores y les ha permitido compensar en parte el retraso cambiario.

El proceso de apertura sigue amenazado, por tercer año consecutivo, por un nivel de la tasa de cambio muy bajo. La meta fijada para la tasa de cambio real por la Junta Directiva del Banco de la República es totalmente inadecuada. El nivel de referencia escogido de una paridad igual a la de 1985 sería el correcto si no se hubiera hecho la apertura comercial. Al reducirse el arancel es necesario compensar mediante una mayor devaluación para mantener la competitividad de la economía.

El manejo cambiario es inadecuado no solo por el nivel escogido sino también por el tipo de instrumentos empleados. Por ejemplo, es conveniente eliminar de manera definitiva la tasa de cambio oficial. El mantener una tasa oficial artificialmente alta únicamente para la redención de los certificados de cambio es injusto y discriminatorio. El nivel de protección debe ser el mismo para la industria, independientemente de si exporta o compite con las importaciones.

Las tasas de interés se mantienen en niveles demasiado bajos, imposibles de sostener en el largo plazo. Las tasas de interés reales negativas no son compatibles con una reducción de la inflación. Tarde o temprano es necesario eliminar el control en las tasas de interés y reducir los encajes a niveles similares a los de otros países. Con una estructura de costos más favorable el sector financiero podrá competir mejor con el de otros países más avanzados.

El breve repaso de los graves problemas que está padeciendo la economía colombiana nos pone de presente que si esta vez queremos acertar, no sólo es necesario seguir jugando a nuestro número favorito sino que también se requiere tomar las medidas adecuadas.

martes, 10 de noviembre de 1992

Clintonomía

El seguimiento de la economía de los Estados Unidos no debe ser algo que se hace cada cuatro años sino que debe ser algo rutinario.

Todo el mundo se está preocupando en estos días por el impacto que pueda causar el cambio de Presidente de los Estados Unidos en la economía colombiana. Los especialistas en todo están dispuestos a satisfacer la curiosidad de los colombianos y para el efecto comienzan a improvisar sobre lo que se imaginan que pueda suceder.

Obviamente, nuestros expertos de turno no tienen la más remota idea de lo que están diciendo y tienen un conocimiento muy escaso sobre lo que está sucediendo en los Estados Unidos. Algunos de ellos que tienen algo de respeto por su audiencia se pasan por Carulla para comprar el último número de Time y del Business Week para opinar con mayor autoridad. Otros han tenido la precaución de mirar los debates en TV Cable y de estar pendientes del canal noticias para poder apreciar lo que se opina en los programas económicos

Los más responsables que por lo general leen las páginas económicas en los periódicos colombianos se enteran que el famoso Rudiger Dornbusch, profesor del MIT y graduado en la Univerisda de Chicago es uno de los principales consejeros del Presidente electo de los Estados Unidos y muy pronto comienzan a buscar los escritos de este profesor para imaginarse las políticas que se van a seguir en los próximos cuatro años.

A pesar de su alta calidad, los libros de Dornbusch no son siempre de mucha utilidad. Su trabajo ”La macroeconomía de una economía abierta”es demasiado avanzado y está lleno de ecuaciones y derivadas que lo hacen relativamente inaccesible al común de los economistas. En contraste el libro “Economía”escrito con Fischer y Schlamensee es demasiado elementar y por lo tanto no tiene recomendaciones muy específicas.

El tercer libro “Macroeconomía”escrito con su colega Stanley Fischer, quien ha sido decano del departamento de economía del MIT y economista principal del Banco Mundial, no ilustra muy bien sobre el tipo de políticas que pueda seguir el presidente Clinton. Este importante libro de texto presenta un tratamiento interesante tanto de la política monetaria como de la política fiscal. Es notable el balance logrado entre las dos principales escuelas del pensamiento macroeconómico. Tanto el neokeynesianismo como el monetarismo encuentran cabida en el texto de Dornbusch y Fischer.

El texto de macroeconomía intermedia ha tenido un notable éxito tanto en el tratamiento equilibrado de las diferentes tendencias del pensamiento como el énfasis que tiene en los aspectos de la economía internacional. Los importantes aportes de Dornbusch en este campo aparecen en este texto presentados de una manera relativamente sencilla lo que facilitó notablemente su divulgación. Temas muy especializados estudiados únicamente en cursos a nivel de doctorado se hicieron accesibles de segundo año de carrera.

Este método de llegar a conocer las posibles sendas que pueda tomar el presidente Clinton en los próximos cuatro años es un poco largo sólo recomendable para un académico. El método más directo es consultar la revista The Economist del 24 al 30 de octubre que trae un escrito de Dornbusch sobre lo que representaría la presidencia de Clinton. Según Dornbusch, los Estados Unidos se enfrentan a tres retos. El primero de ellos es de una vigorosa recuperación económica que se ha dificultado por la falta de confianza del consumidor. El segundo problema es el deterioro de la capacidad productiva originada por una inversión pública inadecuada. El tercer reto es lo que el Doctor Carlos Lleras hubiera llamado el desencuadernamiento de la economía americana causado por el enriquecimiento de los ricos y el empobrecimiento de los pobres.

El programa de Clinton según el artículo de Dornbusch tendría cuatro aspectos básicos. Un programa de obras públicas parecido a lo que aquí se llamo el PIN. Una mejora en la educación con programas estilo Sena y Colfuturo. Reforma del sistema de asistencia pública que incentive el retorno de los beneficiarios al mercado de trabajo y una reforma del sistema de salud que al mismo tiempo que busque una universalización de su cubrimiento logre un control sobre las entidades encargadas de su provisión.

El seguimiento de la economía de los estados Unidos no debe ser algo que se hace cada cuatro años sino que debe ser algo rutinario. Es absurdo que nuestros centros de investigación hagan publicaciones sobre la coyuntura económica latinoamericana y en nuestras universidades se dicten cursos sobre la realidad económica latinoamericana al mismo tiempo que se ignora totalmente a nuestro principal socio económico que es a la vez la potencia económica número uno del mundo.

miércoles, 4 de noviembre de 1992

Credibilidad Nula

Las autoridades del sector energético piensan únicamente en si se debe racionar los lunes festivos o no.  La solución de utilizar el sistema de precios para igualar la oferta con la demanda no se les pasa por la cabeza.

Hace poco más de un año se comenzó a gestar el problema eléctrico.  En los meses de septiembre y octubre de 1991 se presentó un descenso en el nivel de los embalses.  En lugar de crecer como era lo habitual en estos meses, que tradicionalmente eran de invierno, los embalses comenzaron a disminuir.  En esa época las autoridades energéticas se dejaron sorprender y no tomaron ninguna medida que hubiera podido disminuir la severidad de los racionamientos.  Por no haber adaptado las medidas a tiempo el racionamiento ha tenido que prolongarse más y ha sido mucho más severo.

La actuación de los dirigentes del sector energético en estos últimos trece meses ha sido fatal.  La falta de liderazgo ha sido enorme.  El gran esfuerzo se ha dedicado a buscar chivos expiatorios.  La cacería de brujas emprendida ha causado víctimas inocentes y acabado con la honra de muchos funcionarios que tuvieron la poca fortuna de servir a el sector eléctrico en los últimos diez años.

El manejo de la crisis ha sido poco imaginativo.  El racionamiento de la energía eléctrica ha sido el arma preferida de las autoridades.  Infortunadamente, esta manera de afrontar el problema ha sido inconveniente e injusta.  Las principales dependencias del Estado no han sufrido ni un solo momento la falta del preciosos “fluido”eléctrico.  La gran industria también ha estado de buenas porque sus instalaciones siempre han contado con energía.  El sufrido ciudadano y el pequeño empresario han tenido que soportar todos los rigores del racionamiento. 

El sector eléctrico no ha logrado aumentar su oferta en manera apreciable.  La prometida interconexión con Venezuela y las tan esperadas barcazas quedaron nada más como palabras, tan sólo palabras.  Los ricos, los banqueros, algunos estilistas han resuelto su problema mediante la compra de equipos que han contribuido a aumentar los niveles de contaminación sonora y ambiental de nuestras ciudades.

La desidia del sector público ha sido monumental.  En lugar de encargar del problema al gerente de ISA, para que éste se convierta en el gerente de la Emergencia Eléctrica, se contrata a un destacado cerebro repatriado para que por la módica suma de 45 millones de pesos informe si el cronograma del plan de emergencia se está cumpliendo.  El sistema de seguimiento de la Emergencia Eléctrica nos recuerda el que usó el Departamento de Defensa de Estados Unidos en la Guerra del Vietnam.  Este sistema informaba detalladamente sobre el número de bombas que se lanzaban y sobre las bajas del enemigo pero nunca informó que la guerra se estaba perdiendo.

Las autoridades no han tomado conciencia de la importancia de enfrentar el problema de la falta de energía.  Recientemente pasé por la séptima con 70 y me sorprendió ver que una pequeña peluquería y una salsamentaría tenían luz mientras que el semáforo de la esquina estaba totalmente apagado.  El sector privado se había enfrentado al problema y había tratado de atender a sus clientes mientras que el funcionario público toleraba que se creara un caos en el tráfico porque un semáforo no tenía energía.

La falta de imaginación de nuestras autoridades energéticas es monumental.  Piensan únicamente en si se debe racionar los lunes festivos o no.  La solución de utilizar el sistema de precios para igualar la oferta con la demanda no se les pasa por la cabeza.  En un año los cambios se hubieran dado. La sustitución de energéticos se hubiera facilitado.  El cambio de la manera que se otorgan los subsidios hubiera ya reducido el sobre consumo de las familias que no se enfrentan al verdadero costo de la energía.  Si a  los consumidores de bajos ingresos se les cobra el verdadero costo del servicio pero a la vez se les otorga una ayuda global sin que dependa del consumo, su comportamiento hubiera cambiado sin tener que sufrir por ello una baja en los ingresos.

El mito de que la gente no responde a la variación de los precios no tiene mucha validez en el largo plazo.  Más aún, en la medida en que los anuncios del gobierno tengan credibilidad, la reacción del consumidor es más fuerte.  La mayoría de los que no han resuelto su propio problema ha sido porque le han creído al gobierno que él se iba a arreglar rápidamente y que los apagones iban a ser temporales.  De saber que la incapacidad del gobierno iba a ser tan grande, ya hubiéramos arreglado nuestro propio problema.  La solución del problema debe iniciarse con un programa creíble por parte del gobierno.  No podemos seguir confiando en la posibilidad de lluvia.