lunes, 13 de diciembre de 1993

¿Cuánto debe aumentarse el salario?

Cualquier aumento por encima del 15 por ciento se está dando a costa de la competitividad del sector exportador colombiano.

Los niños y los trabajadores esperan con ansiedad el mes de diciembre. Los primeros esperan la llegada del niño Dios con sus regalos navideños y gozan con la pólvora que acompaña las novenas de aguinaldos. Los segundos se ponen contentos pues saben que durante el mes de diciembre les llega no solo la tan esperada prima sino también la ilusión del aumento en sus salarios. Con sorprendente regularidad por esta época navideña, los trabajadores esperan lograr satisfacer los anhelos permanentemente pospuestos.

La discusión sobre el aumento del salario mínimo se torna por esta época en una de las noticias de mayor cubrimiento en los medios de comunicación masiva. La discusión en las negociaciones laborales se centra, muchas veces, en el ajuste por inflación. Para algunos el ajuste por inflación debe reflejar el aumento en el costo de vida del año pasado, mientras que para otros el ajuste por inflación debe reflejar el aumento de la inflación esperada para el año entrante. Los primeros piensan que las consideraciones de justicia con el trabajador deben conducir a que éste mantenga su nivel de vida pasado. Los segundos argumentan que la lógica económica señala que lo pasado, pasado y que las decisiones deben basarse en las expectativas de lo que puede pasar en el futuro.

Las discrepancias entre las dos maneras de pensar se hacen evidentes en períodos en los que las autoridades económicas están llevando a cabo un plan de estabilización exitosa, pues la inflación esperada es inferior a la observada en el año anterior. Adicionalmente, durante los períodos de estabilización se pone de  manifiesto la inercia inflacionaria que tiene un sistema de ajuste ligado al índice de costo de vida.

En épocas recientes se ha considerado importante incluir, además del aumento en el costo de vida, un incremento debido al aumento en la productividad del trabajo. La discusión se polariza, entonces en dos cifras. La primera corresponde a la inflación esperada incrementada por el aumento en la productividad y la inflación esperada incrementada en dos puntos porcentuales que representa el aumento de la productividad. En el caso colombiano la primera cifra podría estar alrededor de un 21 por ciento y la segunda alrededor del 24 por ciento. 

Las negociaciones sobre salario mínimo se han venido desarrollando entre estos dos límites y es probable que terminen más cerca del límite inferior. La principal razón de que esto ocurra se deriva del proceso de internacionalización de la economía colombiana. Como bien lo anota la Revista Dinero "la mano de obra colombiana se está encareciendo en dólares, lo cual reduce la capacidad para competir de los productores nacionales con sus contrapartes de otros países." Este encarecimiento en dólares que se inició en 1990 y es simplemente una de las manifestaciones del famoso mal holandés no puede continuar sin causar serios estragos en la actividad productiva.


Infortunadamente, el parar este encarecimiento, en dólares, de la mano de obra colombiana solo se puede lograr mediante un frenazo en el ritmo de crecimiento de los salarios en pesos. Por ejemplo, si quisiéramos mantener los salarios al mismo nivel de nuestras contrapartes en los Estados Unidos el aumento para el año entrante debería ser de apenas un 15 por ciento. Dicho de otra manera, cualquier aumento por encima del 15 por ciento se está dando a costa de la competitividad del sector exportador colombiano. 

lunes, 6 de diciembre de 1993

Reinventando el gobierno

Al revisar la experiencia que se está viviendo en los Estados Unidos, Osborne y Gaebler, han logrado identificar diez principios básicos que se deberían tener en cuenta para lograr un mejor modo de gobernar.

Al comenzar el último mes del 93 recibimos la mala nueva de que la inflación continúa en su marcha ascendente. Las cifras por debajo del 22 por ciento anual que se habían logrado a mediados del año, hoy ya son historia antigua. La triste conclusión que nos queda es que el control inflacionario ha sido una víctima más del deseo de ganar electores, a costa del presupuesto nacional.

El país debe darse cuenta de la importancia de mantener unas finanzas públicas sanas. El mantenimiento de la disciplina fiscal no solo requiere que el Presidente cumpla con su promesa de no sancionar las leyes aprobadas recientemente que incrementan de manera alarmante el nivel de gastos del gobierno, sino que el país continúe en su esfuerzo de transformación estructural hacia una sociedad más eficiente.

El desequilibrio fiscal es preocupante pues se ha dado en un período en el que el Gobierno ha patrocinado reformas fiscales importantes, cuyo efecto ha sido el aumentar el porcentaje que cada colombiano tiene que contribuir al funcionamiento del Estado. El querer lograr un equilibrio fiscal a través de un aumento de los impuestos, ha quedado como otra más de las grandes ilusiones de los colombianos. Los deseos de lograr de manera inmediata una sociedad más justa y eficiente a través del gobierno no se han cumplido. El gobierno como lo conocemos, no ha podido cumplir de manera satisfactoria los grandes propósitos nacionales.

La solución no parece, entonces, buscar mayores recursos para hacer más de lo mismo, sino que más bien puede estar por el lado de hacerlo de una manera totalmente distinta. La disposición de los colombianos a aumentar su contribución al fisco está llegando a sus límites máximos. La revuelta fiscal iniciada en los Estados Unidos el 6 de junio de 1978, cuando los votantes de California aprobaron la llamada Proposición 13, puede llegar finalmente a Colombia y dar origen a una verdadera revolución en el campo del gobierno. Los ciudadanos de Colombia algún día dejarán de creer que la solución de los problemas es subir y subir los impuestos al nivel de Nueva York para contar con los servicios de Somondoco. La realidad es que los niveles impositivos actuales ya son de por si insoportables, para la baja calidad de servicio que obtenemos.

Lo que se requiere es cambiar la manera como opera el gobierno. La solución está más por el lado de las ideas expuestas en el libro Reinventing Government de David Osborne y Ted Gaebler. Los autores al revisar la experiencia que se está viviendo en los Estados Unidos, han logrado identificar diez principios básicos que se deberían tener en cuenta para lograr un mejor modo de gobernar.

Para los autores mencionados, el mejor gobierno se logra cuando la mayoría de los gobiernos promueven la competencia entre los proveedores de servicios; cuando los gobiernos transfieren poder a los ciudadanos quitándoselo a las burocracias; cuando los gobiernos miden el desempeño de sus agencias, mirando los resultados antes que los insumos; cuando los gobiernos están movidos más por metas que por regulaciones; cuando tratan a sus usuarios como clientes, ofreciéndoles la posibilidad de elegir sus escuelas o sus programas de entrenamiento; cuando los gobiernos previenen los problemas antes de que sucedan en lugar de atenderlos después de que ocurran.; cuando dedican sus energías a conseguir dinero y no simplemente se dedican a gastar; cuando descentralizan la autoridad adoptando mecanismos de participación; cuando prefieren mecanismos de mercado antes que los burocráticos; y finalmente cuando enfocan sus esfuerzos no solo a proveer servicios sino que más bien sirven de catalizador para que los sectores, público, privado, produzcan las acciones encaminadas a resolver los problemas de su comunidad.

Los diez principios básicos de Osborne y Gaebler resumidos en el párrafo anterior son ilustrados profusamente con ejemplos tomados de los Estados Unidos que indudablemente pueden servir de base para que los candidatos que buscan el favor popular en las próximas elecciones ofrezcan una verdadera solución a sus electores.

lunes, 29 de noviembre de 1993

El Milagro Alemán

Volkswagen y otras compañías que reduzcan su jornada laboral, verán disminuir su participación en el mercado mundial ante rivales que trabajan más intensamente.

Según el Profesor Jeffrey Sachs, hay una gran diferencia entre los mercados de trabajo de Estados Unidos y Europa. Mientras que en los Estados Unidos los ajustes se dan mediante un cambio en los salarios, en los de Europa los ajustes se dan más por el lado de la cantidad trabajada. Como consecuencia de este comportamiento diferencial, los cambios ocasionados por los choques externos tienden a aumentar el desempleo en el viejo continente y a disminuir el nivel salarial en los Estados Unidos.

La incorporación de más de tres mil millones de personas a la economía mundial ha ocasionado un gran efecto negativo en el empleo europeo y ha dado lugar a un fuerte rechazo a los inmigrantes. El aumento del desempleo europeo ha venido acompañado de un incremento en las tendencias proteccionistas de la comunidad europea, lo cual ha dificultado la culminación exitosa de la Ronda Uruguay.

Para solucionar el problema del aumento del desempleo se han propuesto una serie de medidas que aparentemente pueden tener éxito, pero que en el largo plazo son contraproducentes. Entre las más discutidas está la de disminución de la jornada laboral. Con esta medida se pretende repartir el trabajo existente entre más personas, pensando que de esta manera se logrará el objetivo de aumentar el número de trabajadores empleados.

Hay varios problemas con este tipo de soluciones. En primer lugar, la disminución de la jornada laboral suele venir acompañada de un incremento en el salario por hora. Los que tienen trabajo no están dispuestos a cambiar una hora de trabajo por una hora de ocio si esto implica un gran sacrificio monetario. En segundo lugar, el realizar la misma cantidad de trabajo con un mayor número de trabajadores por lo general le implica a la empresa aumentar el entrenamiento. Es apenas lógico que si tenemos empleados de medio tiempo para desempeñar un oficio determinado, que usualmente es realizado por un solo empleado de tiempo completo, debemos realizar un doble entrenamiento.

Es claro, entonces, que cuando se divide el trabajo entre más trabajadores, el costo laboral por unidad de producción tiende a aumentar. Por tanto, las empresas como Volkswagen que se han comprometido a reducir la jornada laboral a cuatro días, van a ver incrementados sus costos laborales y por lo tanto, sufrirán una pérdida de competitividad frente a sus rivales. A menos que se introduzcan una serie de innovaciones tecnológicas que compensen en el largo plazo esta pérdida de competitividad, Volkswagen y otras compañías que reduzcan su jornada, verán disminuir su participación en el mercado mundial ante rivales que trabajan más intensamente.

En Colombia, en esta época preelectoral, debemos estar muy pendientes de este tipo de experimentos y debemos tener clara conciencia de los graves problemas que puede implicar para nuestro país, para no dejarnos convencer de aquellos que siempre tienen soluciones a la mano para todo tipo de problemas. En lugar de mirar hacia Alemania debemos más bien mirar hacia el Oriente, en donde el trabajo arduo y el esfuerzo continuado, han sido los instrumentos para lograr un aumento en el nivel de vida.



lunes, 22 de noviembre de 1993

La globalización del sistema económico

La incorporación de casi la mitad de la humanidad al mercado económico mundial es un evento que marca un cambio importante en las relaciones entre los países pobres y los ricos.

El viernes de la semana pasada tuve la oportunidad de asistir a una conferencia del Profesor Jeffrey Sachs en la que trató temas importantes relacionados con el comercio internacional. Con gran propiedad el Profesor Sachs tocó puntos de especial actualidad tales como los relacionados con el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá.

Para poner de presente la importancia del TLC, el profesor Sachs hizo un breve repaso de algunos desarrollos recientes. Para el ilustre catedrático, el mundo está viviendo un momento especial pues en los últimos años más de la mitad de la humanidad ha entrado a formar parte de la economía mundial. A los cuatrocientos millones de latinoamericanos que, después de superar las enseñanzas de la CEPAL, han entrado a participar en el comercio mundial abriendo sus economías se deben sumar los ciento cincuenta millones de habitantes de Europa Oriental, los trescientos millones de rusos que están tratando de formar una economía de mercado, los mil doscientos millones de chinos que desde hace algunos años guiados por su líder abandonaron el dogmatismo de Mao y los novecientos millones de hindúes que han decidido integrarse a la economía mundial dejando atrás sus claras tendencias proteccionistas.

La incorporación de casi la mitad de la humanidad al mercado económico mundial es un evento que marca un cambio importante en las relaciones entre los países pobres y los ricos. El TLC es, entonces, el inicio de un nuevo trato entre el Norte y el Sur que puede llegar a ser el camino para un mejoramiento del nivel de vida de los países en desarrollo. Sin embargo, este ajuste no es ni inmediato ni fácil.

Las dificultades de ajuste explican, en parte la oposición que tuvo el Tratado en los Estados Unidos. Para el ilustre Profesor de Harvard, la oposición de los sindicatos surge del natural deterioro que pueden tener los salarios de los trabajadores menos calificados cuando se abren los mercados a un país que tiene una abundancia de trabajadores poco calificados. Es claro que las industrias del país avanzado que utilizan una mano de obra poco calificada van a tener que enfrentar directamente la competencia de las industrias de los países menos avanzados.

El posible efecto del TLC se puede prever por lo que ha pasado en varios países a raíz de la entrada de la China al mercado mundial. Estados Unidos y los países de la Comunidad Económica Europea han visto desaparecer la competitividad de industrias como el calzado y los textiles en las que se aprecia inmediatamente el impacto de trabajadores chinos motivados y laboriosos que ganan apenas 25 centavos de dólar la hora.


La manera como el mundo reaccione a los cambios en la distribución del ingreso que ocurren cuando las industrias intensivas en trabajo no calificado de los países avanzados son desplazadas por las de los países en desarrollo puede marcar el éxito o el fracaso del proceso de globalización. Si los países avanzados flexibilizan sus mercados de trabajo el impacto será de poca duración y la globalización vendrá acompañada de un aumento en el número de puestos de trabajo. Por el contrario, si no se acepta que los salarios de los trabajadores menos calificados se ajusten el resultado final será un aumento del desempleo y una tensión social que puede acabar con el proceso de globalización que esta viviendo el mundo.

martes, 16 de noviembre de 1993

Soluciones al Transporte en Bogotá

La idea de dar prioridad al transporte público sobre el transporte privado, en principio sana, cuando se aplica sin criterio puede conducirnos a graves problemas

La semana pasada se realizó un importante foro organizado por la Sociedad Colombiana de Arquitectos sobre los problemas y soluciones al transporte en Bogotá. El foro contó con la participación de expertos extranjeros y de algunos analistas locales. A pedido de los organizadores presenté una ponencia en la que hice mención a un tema que ha sido poco tratado pero que indudablemente es de indudable importancia.

Por regla general, los planificadores del transporte proponen darle prioridad al transporte público sobre el transporte privado y buscan como primera prioridad desincentivar el uso del automóvil particular. La razón para darle preferencia al transporte colectivo es que éste utiliza más eficientemente el espacio vial y que por lo tanto es aconsejable privilegiar el transporte público para obtener una mejor utilización del escaso espacio vial existente en la ciudad.

Esta idea, en principio sana, cuando se aplica sin criterio puede conducirnos a graves problemas. Por ejemplo, el pensar que el automóvil particular es el gran culpable de la congestión en una ciudad lleva a una situación de tolerancia con los operadores de buses que puede llevar fácilmente a un caos total en la ciudad. No solo hay congestión cuando hay un excesivo número de vehículos particulares, si no que también la hay cuando hay más buses de los necesarios.

Los bogotanos sabemos por experiencia que el eliminar el vehículo particular de algunas vías no ha sido suficiente. Como se recordará, por la carrera décima en una época no podían circular vehículos particulares. En esa época la condición de operación de dicha avenida no fue muy buena pues la congestión de buses convirtió a esta importante arteria en una paradero de 15 cuadras en las que el pobre usuario tenía que lanzarse a la mitad de la calle para poder abordar su bus.

La solución obvia para disminuir la congestión es reducir el número de vehículos que utilizan una vía. Los resultados de hacer esto pueden se estupendos. El retiro de las busetas de la Avenida Caracas, en mi opinión, ha sido la principal causa del aumento de velocidad experimentado en la troncal de la Caracas. Con el rediseño de las rutas realizado y las mejoras introducidas han permitido subir la velocidad de circulación de 10 kilómetros por hora a veinte kilómetros por hora.

El rediseño general de rutas aún cuando puede ser difícil de poner en práctica tiene un beneficio potencial considerable. Esta es una tarea que debiera ser prioritaria para las autoridades bogotanas. En lugar de dedicarse a tomar medidas improvisadas y arbitrarias como el contraflujo que beneficia a unos pocos en perjuicio de la inmensa mayoría o de cambiar las placas de los carros que solo beneficia al Fisco Distrital y a la cadena de intermediarios que explotan a los propietarios de los vehículos el Distrito debería tomar en serio su responsabilidad de manejar el problema del tráfico. El seguir echándole la culpa del problema del caótico tráfico bogotano a la indisciplina de los bogotanos o al hecho de que los propietarios matriculen sus carros por fuera del Distrito, tal como lo manifestó el Secretario de Tránsito y Transportes del Distrito es una actitud irresponsable que la ciudadanía no debería tolerar más.


lunes, 8 de noviembre de 1993

El transporte urbano del futuro

No debería extrañarnos que nuestros conocimientos sobre el transporte colectivo sea mejor que el de los países avanzados.

Planeación Nacional y el Ministerio de Desarrollo organizaron la semana pasada un interesante seminario sobre las políticas e instituciones para el futuro desarrollo urbano de Colombia. En él se presentaron una serie de ponencias sobre diversos temas de interés en el campo urbano. Se contó con participación de conocidos especialistas colombianos y extranjeros.

El tema del transporte urbano fue tratado por Jorge Acevedo y por el profesor Ralph Gakenheimer del MIT. A diferencia de otros seminarios en donde la actuación de nuestros investigadores es muy inferior a la de los extranjeros, en este y en especial en el tema del transporte se me hizo que la parte colombiana mostró un mayor dominio del tema. Aunque a muchos pueda sorprenderles, el conocimiento sobre el campo del transporte urbano en Colombia es bastante bueno en comparación con el  de los países avanzados. 

No debería extrañarnos que nuestros conocimientos sobre el transporte colectivo sea mejor que el de los países avanzados. Para los países de Norteamérica el medio predominante es el automóvil mientras que en Colombia es el bus. el poco transporte que se realiza en bus es prestado por compañías del Estado que nunca han mostrado ser muy eficientes ni se han preocupado por prestar un servicio orientado al usuario.

La investigación y el desarrollo en el campo del transporte en los Estados Unidos por lo general está orientado hacia el transporte privado y por lo tanto en ese campo nos llevan una gran ventaja. Por el contrario, los pocos desarrollos que se han dado en el transporte colectivo por buses han ocurrido en países menos avanzados en donde el medio de transporte predominante es el bus. La interesante experiencia con las troncales originada en Brasil es adaptada en otros países como Colombia en donde existe urgente necesidad de mejorar el servicio de transporte mientras llega la tan anunciada solución definitiva.

El mejor conocimiento de los colombianos sobre los temas del transporte urbano se notó en el seminario organizado por el Gobierno. Mientras las soluciones planteadas por el experto colombiano resultaron convincentes, la del ilustre profesor del MIT dejaron serias dudas. Sus afirmaciones de que el principal problema del transporte es que los automovilistas somos muy tercos y que por nada del mundo dejamos de utilizar el automóvil, revela un simplismo llevado al extremo. Los automovilistas, al igual que todos los consumidores, siempre tienen en cuenta los costos y beneficios de sus acciones. Es claro que el automóvil se usa cuando el beneficio es mayor que el costo. Si el costo se incrementa, ya sea por aumento del costo de los insumos o por cobros mayores por el parqueo, la decisión de utilizar el vehículo particular puede cambiar. El descartar de plano la utilización de instrumentos fiscales para obtener una mejoría en la asignación de recursos es, sin duda, una grave falla muy común en Norteamérica. Como bien lo anotaba John Kain, esta imposición prematura de limitaciones es la mayor falla que ha tenido la planeación del transporte urbano en los Estados Unidos.

El profesor del MIT tampoco nos convenció cuando nos presentó tres prerrequisitos que debe cumplir una ciudad que quiera pensar en un Metro. Si una ciudad ha logrado racionalizar el sistema de rutas, ha mostrado que puede controlar el uso de la tierra y puede aumentar la densidad en determinadas zona y además, puede mostrar que la gente puede pagar mayores tarifas del servicio público a cambio de un mejor servicio, indudablemente es un caso excepcional. Cumplir con uno solo de estos prerrequisitos sería propósito de varias generaciones. Por ejemplo, desde 1969 se ha hablado de racionalizar el sistema de rutas en Colombia sin que hasta el momento se haya logrado. Controlar el uso de la tierra mediante planes reguladores es un ejercicio en que los planificadores urbanos han gastado muchas horas y muchos lápices de colores sin ningún resultado. Pero aún si existe esa mítica ciudad que cumple con los tres prerrequisitos, para mi no es obvio que esté interesada en construir un Metro, pues para esa época ya habría tenido resuelto su problema de transporte de otra forma más económica.

Al escribir esta columna me vino a la memoria el glorioso cinco cero del 5 de septiembre. Los colombianos no sólo les hemos podido ganar a los que nos enseñaron a jugar fútbol, sino que también le podemos ganar a los profesores del MIT que nos enseñaron a planear el transporte.


martes, 2 de noviembre de 1993

El desempleo baja mientras la inflación sube

La razón de la disminución en el desempleo y la aceleración se encuentran por los lados del gasto público.

Los profesores de macroeconomía enseñan a sus alumnos que, en condiciones normales, para poder bajar la inflación es necesario pagar un costo en términos de aumento de desempleo. Esto quiere decir que por regla general los avances en uno de los dos campos vienen acompañados de retrocesos en el otro. Esta relación inversa entre el descenso de la inflación y el aumento en la inflación es ni más ni menos la versión modificada de la famosa Curva de Phillips.

La evolución reciente de la economía colombiana muestra que esta relación inversa entre el desempleo y la inflación no solo se da en los libros de texto sino que también se da en la práctica. En efecto, el desempleo está mostrando una disminución mientras que la inflación ha vuelto a acelerarse.

De lo anterior se puede concluir que no debemos buscar explicaciones como algunos lo han hecho en la deficiencia de la entidad encargada de llevar las estadísticas sino que más bien debemos investigar cuáles son las causas del descenso y evaluar si las políticas que se han seguido han sido las correctas.

La razón de la disminución en el desempleo y la aceleración se encuentran por los lados del gasto público. Como lo han manifestado las Directivas de nuestro Banco Emisor y algunos analistas este gobierno está terminando su mandato con un desorden importante en el campo fiscal. El querer cumplir con todas las promesas hechas en las elecciones en el último año de gobierno puede contribuir a que el partido de gobierno se mantenga por otro período pero es la causa del desorden cuando los recursos fiscales no alcanzan para cumplir este loable empeño de mejorar la condición de los más desfavorecidos.

El crecimiento desmedido del gasto público es algo que no puede mantenerse como un instrumento para reactivar la economía. Como bien se sabe en una economía abierta al crecer el gasto público se genera una revaluación real de la moneda que tiene como consecuencia la disminución de las exportaciones y el incremento de las importaciones. La experiencia ha mostrado que el desbalance externo en muy poco tiempo se transforma en una crisis de balanza de pagos que lleva a tomar el tipo de medidas que forman parte del recetario del Fondo Monetario Internacional.

Dicho en otras palabras, el efecto del estímulo fiscal es por su propia naturaleza de corta duración, la disminución del desempleo no puede durar y el ajuste fiscal necesario para corregir el exceso de demanda va a causar importantes traumatismos en la economía. El negocio de inflar la economía a base de aumento en el gasto público nunca es bueno pues los beneficios no solo son de corta duración sino que siempre resultan inferiores a los costos que se deben pagar posteriormente en términos de recesión.


El gobierno actual, que ha tenido logros importantes en el campo económico, no debería dañar su nota por intentar cumplir, a última hora, con unas promesas hechas hace casi cuatro años. La mejor herencia que podría dejar el gobierno sería entregar una economía sana sin los desequilibrios existentes actualmente.

lunes, 25 de octubre de 1993

El triste espectáculo del presupuesto 1994

La falta de discusión de las prioridades del gasto público es la manera más sencilla para caer en un caos fiscal.

La atención del público estuvo puesta la semana pasada en la aprobación del presupuesto. El debate se centro en el tema de unas partidas presupuestales por cien mil millones de pesos y sobre su legalidad y moralidad. El monto total del presupuesto, su distribución por tipo de gasto, el efecto del gasto tanto en la asignación de recursos como en la estabilidad macroeconómica pasaron a segunda línea a pesar de su importancia.

El triste espectáculo de la resurrección de los auxilios no puede ocultar el hecho de que la discusión del gasto público en Colombia es inexistente y consecuentemente, y que esto puede llevar a situaciones graves. La falta de discusión de las prioridades del gasto público es la manera más sencilla para caer en un caos fiscal.

El proceso presupuestal anual debería ser la oportunidad para discutir cuales son las principales necesidades del país y como se van a satisfacer. Deberíamos discutir si lo que necesitamos es cañones o mantequilla. Si debemos reforzar los presupuestos de la defensa, si debemos construir más carreteras o si por el contrario lo que se requiere es mejorar las condiciones de la población colombiana mediante la inversión en capital humano reforzando los gastos en salud, educación y seguridad social.

La discusión del presupuesto debería además servir para fijar compromisos entre el gobierno y el congreso. La entidad que fija el presupuesto para aprobar una partida debe conocer muy bien cuál es el objetivo que se va a cumplir con esa plata y debe además pedir cuentas de lo que se hizo en el pasado con los recursos asignados. No se puede seguir asignando partidas sin establecer unas metas físicas que puedan servir para evaluar posteriormente si se cumplió o no  con el objetivo propuesto. Cuando uno fija una partida para educación tiene que saber cuántos niños de primaria se van a educar, cuál va a ser la calidad de la educación que se va a impartir para poder evaluar si lo que se prometió obtener a cambio del dinero asignado efectivamente se logró. No podemos continuar asignado el gasto sin exigir al gobierno unos compromisos cuantificables y sin evaluar el impacto del gasto público.

Las entidades del gobierno que reciben dinero deben ser responsables de cumplir con los compromisos adquiridos. Si su incumplimiento se vuelve crónico el país debe pensar en remedios drásticos para que funcionen bien o si no mejoran debe contemplarse su desaparición. La idea de un presupuesto base cero en el que las entidades deben justificar cada año su existencia es sin lugar a dudas un instrumento importante para mejorar le eficiencia del gasto público.

La discusión del presupuesto es el momento propicio para evaluar si los recursos contemplados son suficientes y si realmente constituyen la mejor manera de obtener los recursos. Es el momento de pensar si se debe seguir dependiendo de impuestos indirectos o si se debe apelar más a los impuestos directos. También debe discutirse sobre la equidad de los tributos y por lo tanto es necesario pensar hasta que punto los impuestos que estamos usando son los más aconsejables desde el punto de vista de su efecto sobre la distribución de ingreso.

Igualmente, la discusión del presupuesto debe contemplar el efecto que tiene sobre el entorno macroeconómico. No podemos ignorar que en las circunstancias actuales, cuando se ha abierto la economía,la política fiscal es el instrumento de política económica con mayor impacto. La tasa real de cambio, la tasa de inflación son determinados en muy buena parte por la política fiscal. Es inconcebible que estos temas no se mencionen cuando se discute el presupuesto ni que se ponga de presente el efecto pernicioso que pueda tener un desbordamiento del gasto público.


Si el mico de los auxilios logra despertar la conciencia ciudadana sobre la importancia del presupuesto nacional habría prestado un buen servicio. Los candidatos a las corporaciones públicas y a la presidencia de la república deberían presentarnos propuestas creativas para mejorar la calidad de este proceso.

martes, 19 de octubre de 1993

El año de los cliometristas

La academia sueca ha reconocido la monumental labor de dos historiadores económicos norteamericanos.

La Academia sueca distinguió con el Premio Nobel a dos destacados economistas americanos. Douglass North y William Fogel ganaron el codiciado galardón por sus importantes trabajos en el campo de la historia económica. Los trabajos de los dos profesores americanos se ha distinguido por la utilización de los métodos matemáticos y estadísticos en el estudio de la historia.

La nueva historia económica cuyos representantes más importantes son los ilustres ganadores del Nobel 1993 ha sido objeto de notables controversias. Aunque muchos historiadores económicos se han mostrado bastante escépticos sobre la utilidad de los métodos matemáticos en la historia, hoy en día la importancia de estas técnicas ha sido reconocida universalmente.

El debate sobre la relevancia de utilizar las técnicas matemáticas y estadísticas también se dió en nuestro país. En efecto, los historiadores económicos tradicionales tuvieron un fuerte debate a finales de los setenta con William McGrevey, tal vez el más caracterizado exponente de la utilización de las técnicas cuantitativas al caso colombiano.

Los debates entre los partidarios y opositores de la nueva historia económica, fuera de tener importantes aspectos metodológicos muchas veces tuvieron también una clara connotación ideológica. Para muchos los hallazgos de los cliometristas resultaron bastante reaccionarios en parte porque aportaban nuevos elementos de juicio sobre problemas que se habían decidido más con el corazón que con el cerebro.

El trabajo del Profesor Fogel, Tiempo en la Cruz o el análisis económico de la esclavitud negra de los Estados Unidos, escrito con Stanley L. Engerman, es un ejemplo de lo anterior. Hasta antes de Fogel, se suponía que la institución de la esclavitud había desaparecido porque ya no era eficiente y no cumplía con su función económica. Los descubrimientos de Fogel fueron sorprendentes. En su libro el Profesor Fogel muestra diez de las principales correcciones sobre la caracterización de la economía esclava de los Estados Unidos.

Para ilustración de nuestros lectores y como una muestra de los temas tratados reproduciremos las primeras cinco. La primera corrección mencionada en el libro de Fogel y Engerman no que no debería sorprender a ningún economista es que la esclavitud no era un sistema sostenido irracionalmente por los dueños de las plantaciones que dejaban de percibir a sus mejores intereses económicos. La segunda corrección señalaba que el sistema esclavista no se encontraba moribundo al comenzar la guerra civil americana. En tercer lugar se mostraba que los dueños de los esclavos no estaban preocupados por el futuro de su sistema en la década que precedió a la guerra civil. La cuarta corrección que se destaca en el libro es que la agricultura esclavista no era menos eficiente que la agricultura que utilizaba trabajadores no esclavos. En quinto lugar se muestra que el esclavo típico no era perezoso, inepto ni improductivo. En promedio era más camellador y eficiente que su contraparte de color blanco.


Al revisar nuevamente el libro de Fogel y Engerman no puede uno menos de maravillarse ante el trabajo monumental de los nuevos historiadores económicos. Ojalá esta distinción inspire a los economistas colombianos a escudriñar nuestro pasado. 

Pronósticos para el Nobel de economía

El ganador del Premio Nobel puede ser un econometrista.

A mediados de Octubre la Academia sueca hace una nueva elección del Premio Nobel de Economía. En el 89 y en el 90 por esta fecha, en columnas de LA PRENSA presenté mis pronósticos sobre los posibles ganadores de la más codiciada distinción entre los economistas profesionales. El ganador del Premio Nobel en 1989 el econometrista noruego Trygve Haavelmo fue una gran sorpresa que obviamente no estaba entre mis favoritos. La elección de Gary Becker el año pasado no sorprendió a casi nadie y se puede decir que la lógica volvió a imperar. El nombre del destacado economista de Chicago se encontraba en la lista de favoritos de la mayoría de los economistas. Su orden de aparición podía diferir en muchas listas pero todos podrían apostar que en su debida oportunidad sería merecedor de la distinción concedida por la Academia sueca.

Como lo mencioné en mi columna de hace un año en la que comenté el resultado del año pasado, la mayoría de las veces los elegidos se han destacado en los medios académicos y han sido distinguidos por sus colegas. Paul Samuelson, Milton Friedman, James Tobin, Kenneth Arrow, Lawrence Klein, Robert Solow y Gary Becker el ganador del Premio Nobel del año pasado, han sido premiados con la medalla John Bates Clark antes de haber ganado el Premio Nobel. Maurice Allais, Friedrich Hayek, John R. Hicks, James Meade, Richard Stone, Jan Tinbergen y el mismo Haavelmo, han sido nombrados miembros honorarios extranjeros de la Asociación Económica Americana (AEA) con anterioridad al Premio Nobel. Arthur Lewis, Herbert Simon, Gerard Debreu y James Buchanan, fueron reconocidos como Miembros Destacados de la AEA. James Tobin, W. Arthur Lewis, Robert Solow, Simon Kuznets, George Stigler, han sido encargados de dictar la Conferencia Richard T. Ely.

De lo anterior uno podría concluir que entre los economistas también existe la famosa fila india que imperaba en las elecciones presidenciales colombianas. Si en el caso colombiano se debía mirar a los antiguos embajadores en Washington, en el caso de los economistas parece que para poder saber cuál va a ganar es conveniente mirar entre los que han sido destacados con la medalla John Bates Clark. Por tanto, podríamos pensar que Hendrik Houthaker, Zvi Griliches, Marc Nerlove y Dale Jorgenson quienes ganaron la medalla entre el 63 y el 71 tienen una alta probabilidad de ser galardonados con el Nobel de economia.

Curiosamente, todos estos se han destacado en el campo econométrico y han tenido importantes contribuciones en la aplicación de las técnicas econométricas a problemas empíricos. Houthaker de 69 años, se graduó de la universidad de Amsterdam, obtuvo la medalla en 1963 y ha realizado importantes contribuciones al análisis de la demanda. Sus campos actuales de investigación se encuentran en la demanda del consumidor, los mercados financieros y la distribución del Ingreso. Griliches de 63 años, se graduó en la universidad de Chicago, obtuvo la medalla en 1965 y tiene intereses en la econometría en la productividad y en el cambio tecnológico. Nerlove de 60 años, graduado de la Universidad de Johns Hopkins, que obtuvo la medalla en 1969 y tiene interés en la los métodos econométricos y en la economía agraria. Por último, pero no por ello menos importante, se debe mencionar al Profesor Jorgenson de 60 años, graduado de la Universidad de Harvard, quien tiene interés en la econometría del comportamiento del consumidor y del productor.

De estos cuatro econometristas tres son profesores de la Universidad de Harvard. Tuve el honor de ser alumno de Houthaker, Griliches y Jorgenson. Guardo un especial aprecio por ellos pues pude apreciar su calidad humana y su pasión por la investigación. Como exalumno de la universidad de Harvard pienso que los tres profesores son magníficos candidatos al premio Nobel y espero que su trabajo sea reconocido. Como el éxito de una buena predicción es cuidarse de dar tanto una cifra como una fecha, a último momento cambie el título de mi columna borrando de ella el año 93. Pienso que de esta manera mi pronóstico tiene una mayor probabilidad de que se cumpla. Más aún, si no se cumplen este año me queda la posibilidad de reciclar esta columna en octubre de 1994.

lunes, 4 de octubre de 1993

Conteo regresivo

La sabia recomendación de hacer el censo en un día entre semana no se ha seguido. Las consecuencias de esta falla son fáciles de prever

El próximo 24 de octubre se llevará a cabo un nuevo censo de población y vivienda. Dada la importancia que tiene la información censal para poder hacer una buena planeación todos los colombianos están esperando que el Departamento Nacional de Estadística logre realizar con éxito esta compleja operación. Infortunadamente, Colombia no se ha destacado por la calidad de sus últimos censos. En efecto, tanto el Censo del 73 como el del 85 han sido seriamente cuestionados por sus principales usuarios.

En lugar de avanzar en la calidad de los censos en muchos casos hemos retrocedido. Para algunos que recuerdan con nostalgia el Censo del 38, que fue dirigido por el ilustre Ex-presidente Lleras Restrepo cuando era Contralor General de la República, todo tiempo pasado fue mejor. A juzgar por lo visto hasta el momento, el próximo censo no va a cambiar esta tendencia negativa.

Es triste ver como los avances metodológicos adoptados en el Censo anterior han sido descartados. La utilización de un concepto de jure por el de facto, la recolección por personal profesional y el hacer el Censo, como en los países civilizados, sin tener que inmovilizar la población se han descartado en aras de un menor costo y un menor riesgo.

El retroceso tecnológico podría tener alguna justificación si los procedimientos antiguos garantizaran una mejor calidad de la información y se apreciera un buen nivel de preparación. La situación parece ser muy diferente. Aunque parezca increíble, a menos de 20 días de iniciarse la operación no se ha expedido la Ley que autoriza su realización. Como se recalca en los seminarios sobre planificación censal, una de las primeras actividades que se deben incluir en el Cronograma Censal es la de la expedición de la Ley Censal. Contar con una base legal firme es una condición importante para asegurar los recursos suficientes y para lograr la aceptación de la ciudadanía.

No solo es grave carecer de un soporte legal firme. Es necesario contar con personal capacitado que permita asegurar una buena calidad de la información recolectada. No dudo de la capacidad de nuestros jóvenes bachilleres. Creo que tienen la capacidad de aprender a recolectar la información. Sin embargo, el proceso de capacitación toma su tiempo. Los conceptos estadísticos en muchos casos se prestan a ciertas confusiones. El distinguir entre lo que es un hogar y lo que es una vivienda no es fácil. Los encuestadores profesionales requieren de entrenamiento para poder captar estas diferencias sutiles entre conceptos que en la vida práctica son equivalentes.

Para poder contar con información confiable sobre las características mismas de la vivienda presupone que todos los encuestadores tengan el mismo criterio. Esto no se logra en un día y menos para una encuesta de carácter nacional en la que el mismo concepto se conoce con diferentes nombres en los diferentes sitios.

Otra falla grande de la operación es el haber escogido un domingo para llevarla a cabo. La tradición de hacer los censos los días miércoles se ha olvidado probablemente con la idea de no perjudicar a la economía. La sabia recomendación de hacer el censo en un día entre semana no se ha seguido. Las consecuencias de esta falla son fáciles de prever. No debemos perder de vista que el censo pretende determinar el sitio habitual de residencia. Cuando el censo se realiza en un domingo y además se aplica una inmovilización general es muy probable que buena parte de las familias decidan aprovechar la oportunidad para darse un merecido descanso. Por tanto los sitios de veraneo van a aparecer con una población mucho mayor. Las familias que aprovechan para viajar a la finca del amigo van a ser registradas como familias sin vivienda y el hacinamiento que se tolera en un paseo va a quedar registrado como un serio problema que requiere una pronta solución.

El gobierno actual que será recordado por mucho tiempo por el apagón y el mal manejo que le dió al sector eléctrico puede estar ad-portas de otro gran fracaso. Para bien del país esperemos que en el último momento se nos aparezca Freddy Rincón y ayude a meterle un gol a la improvisación. 

lunes, 27 de septiembre de 1993

Salarios y productividad

El principio de ligar los aumentos de productividad y del costo de vida a los aumentos salariales es supremamente lógico.

Hace 31 años, los consejeros del Presidente Kennedy buscando evitar una aceleración de la inflación causada por el ejercicio del poder de los monopolios se inventaron la idea de ligar los incrementos salariales a los aumentos de productividad y los incrementos de precios a las variaciones en los costos unitarios. Estas guías definidas durante la Administración Kennedy dejaron de ser útiles a partir de 1966, cuando se comenzó a acelerar la inflación. En consecuencia, el consejo de asesores económicos del presidente Johnson cambió esas guías incorporando en ellas las expectativas un ajuste por el costo de vida.

Aunque existen dudas en cuanto a la efectividad de las políticas de ingresos y salarios seguidas en los años sesentas en los Estados Unidos, diversos gobiernos acuden a estas políticas de ingresos o salarios para evitar que las luchas con la inflación afecten negativamente a los trabajadores. Es así como el Gobierno mejicano, con el fin de conseguir su aprobación para el NAFTA, ha establecido, recientemente, una política de aumentos salariales ligados al crecimiento de la productividad.

Si bien en Colombia, periódicamente se ha hablado de políticas de concertación para la fijación de precios y salarios, solo hasta la semana pasada se ha comenzado a hablar de una política en la que el aumento salarial esté ligado al crecimiento de la productividad.   El principio de ligar los aumentos de productividad y del costo de vida a los aumentos salariales es supremamente lógico. La teoría económica nos muestra que el crecimiento del precio de los productos menos el crecimiento del precio de los insumos tiene que ser matemáticamente igual al crecimiento de la productividad total de los factores.

En teoría el cálculo del crecimiento de la productividad total de los factores es relativamente sencillo de hacer, en la práctica no lo es. En teoría, simplemente, basta restar de la tasa de crecimiento del producto la tasa de crecimiento de los factores para obtener la tasa de crecimiento de la productividad total de los factores. Sin embargo, en la práctica este cálculo es bastante complejo.

El cálculo del crecimiento del insumo laboral no se puede hacer con precisión. En lugar de tener información sobre el número de horas-persona trabajadas para cada uno de los diferentes calidades de trabajo, apenas se  cuenta con información muy inexacta sobre el total de los trabajadores. La ausencia de información detallada sobre el insumo laboral impide medir con precisión la productividad laboral. La experiencia ha mostrado que en general, el utilizar el empleo como una aproximación de insumo laboral tiende a sobre estimar el crecimiento total de los factores y puede perpetuar las presiones inflacionarias o alternativamente a aumentar el desempleo.

La medición del insumo capital es mucho más compleja que la del trabajo. En efecto, dada la ausencia de información sobre el stock de capital es necesario desarrollar procedimientos indirectos para poder calcular un verdadero valor para el acervo de capital. El analista tiene que reconstruir la historia de la inversión para poder establecer el acervo de capital de la economía. No solo debe reconstruir la historia sino que además debe calcular la eficiencia relativa de todas los equipos y estructuras para poder llegar a un estimativo de la contribución del capital a la producción.


Como lo han demostrado los trabajos de destacados investigadores de los Estados Unidos y Europa, las dificultades prácticas del cálculo del crecimiento de la productividad total de los factores se pueden superar. La propuesta del Ministro de Trabajo Luis Fernando Ramírez puede servir para que en Colombia se comiencen a hacer trabajos profundos sobre el tema de la medición de la productividad. Para ello se requiere aumentar la cantidad y calidad de las estadísticas e incentivar el estudio de tan importante tema. 

lunes, 20 de septiembre de 1993

¿Gana o pierde el trabajador colombiano con la apertura?

La teoría económica muestra que un efecto positivo en el largo plazo viene acompañado de efectos negativos en el corto plazo.

La gran mayoría de los columnistas ha encontrado favorable el efecto de la política de apertura económica en el consumidor. Las festividades navideñas del año pasado nos permitieron disfrutar de variados manjares y licores a precios más accesibles. Los árboles de navidad se vieron engalanados por los últimos juguetes, los más sofisticados aparatos electrónicos. El sueño de poseer un carro Japonés de la calidad de los Hondas y Toyotas se ha podido hacer realidad para muchos colombianos.

Por el contrario, el efecto de la apertura económica sobre la actividad productiva ha sido objeto de grandes controversias. Para algunos productores la entrada de materias primas a menores precios y con trámites expeditos ha representado la oportunidad de mejorar su rentabilidad y ampliar su producción. Las ensambladoras colombianas, a pesar de pronósticos adversos, han obtenido resultados excelentes en el último año. Otras ramas industriales y algunos productores agrícolas, por el contrario se ven enfrentados a serios problemas causados por la competencia externa.

El impacto en el trabajador colombiano no ha sido muy estudiado. La evidencia existente muestra que el desempleo se ha mantenido en niveles parecidos a los imperantes antes de iniciar el proceso de apertura y que los salarios reales no han cambiado sustancialmente.

Dada la importancia del tema y la escasa información existente sobre la coyuntura laboral es necesario complementar la información cuantitativa con un análisis teórico del posible impacto que pueda tener la apertura en los trabajadores colombianos. Para ello es necesario distinguir el efecto que pueda haber en el largo plazo del que ocurra en el corto plazo.

La teoría económica nos enseña que en el largo plazo el efecto tiene que ser positivo. Uno de los hallazgos teóricos más importantes en el campo del comercio internacional es el llamado teorema de Samuelson o de igualdad de los retornos a los factores de producción. Este teorema nos dice, que bajo ciertas condiciones, el salario de los socios comerciales tiende a equilibrarse en la medida en que haya libertad de comercio. La movilidad de los bienes y servicios es, entonces, una alternativa a la movilidad de los factores en el proceso de lograr un equilibrio al retorno del capital y el trabajo.

En la medida en que se cumplan las condiciones del teorema mencionado, los salarios de los países más avanzados tenderán a desacelerarse y los salarios de los países menos avanzados tenderán a crecer más rápido. Los eventos recientes en el frente laboral a nivel mundial no podían estar más de acuerdo con el teorema enunciado. Los trabajadores de los países en desarrollo que han abierto su comercio están gozando de un incremento en sus salarios mientras que los trabajadores de los países avanzados se ven enfrentados a bajos crecimientos de sus salarios.


Infortunadamente, el efecto de la apertura económica en el corto plazo tiende a ser diferente. Para que la apertura económica sea viable se requiere de una devaluación real del peso. La devaluación real del peso, casi por definición, es equivalente a un deterioro de los salarios medidos en dólares. Esto quiere decir que para poder gozar de los beneficios de largo plazo los trabajadores colombianos tenemos que aceptar un período de transición en que el poder adquisitivo de nuestros salarios medido en dólares se reduzca. El gobierno no puede abandonar a los trabajadores de bajos ingresos en este período de transición sino que debe tender una red de asistencia social que proteja a los trabajadores de menores ingresos.

lunes, 13 de septiembre de 1993

Bienvenido el cambio libre

El impacto adverso de la libertad de cambios puede y debe ser controlado por la autoridad monetaria para evitar posibles problemas a la economía colombiana.
  
Esta es una de aquellas semanas en las que los columnistas económicos coincidimos en los temas tratados. No cabe la menor duda que la noticia económica de la semana tiene que ver con los cambios introducidos por la Junta Directiva del Banco de la República en el manejo cambiario. La eliminación de algunas restricciones a la utilización de los dólares en el país y la posibilidad de utilizar el crédito externo son opciones bien interesantes que se abren al sector privado colombiano. Lo que antes se hacia por debajo de la mesa ahora va a ser posible hacerlo abiertamente.

Como en muchas otras ocasiones en que varios columnistas tratan el mismo tema, en esta ocasión la opinión de los analistas es bien diferente. Para algunos, como mi amigo el Decano de Economía de los Andes, la eliminación de cualquiera de los controles es una gran calamidad. Para otros, cuya inspiración proviene de la ciudad que alberga a los Medias Blancas, la eliminación de los controles es un paso más hacia la tierra prometida.

Ante esta situación en que hay opiniones tan divergentes, el ciudadano común se siente como el fumador en la sociedad actual que encuentra que el fumar que en una época era un placer sensual se ha convertido en un estigma social. En efecto, si le cree a los partidarios a ultranza del control de cambios, es probable que se sienta culpable al abrir su cuenta en dólares porque de esta manera estaría contribuyendo a que el país pierda el control sobre la moneda.

Lo pertinente entonces es tratar de establecer si la apertura cambiaria es tan mala como la pintan los defensores de los controles cambiarios y si además tiene la característica de que no solo perjudica a los que abren sus cuentas en dólares sino que además tiene efectos nocivos para la sociedad en general.

La experiencia de lo sucedido a comienzos de esta administración nos sirve para ilustrar si en realidad es mala o no la liberalización cambiaria. Es evidente que en efecto al darse la liberalización cambiaria se pudo apreciar una entrada de capitales lo que tuvo como consecuencia una revaluación del peso. La entrada de capitales ocurrida es un fenómeno que se da una sola vez por el simple hecho de que la moneda colombiana se vuelve más atractiva por dos razones. La primera es que con libertad cambiaria es más conveniente conservar los ahorros en pesos y convertirlos en dólares en el último momento. Cuando se nos permite tener las tarjetas de crédito válidas a nivel mundial ya no es necesario mantener saldos en dólares para pagar las cuentas mensuales de American Express.

En segundo lugar, cuando hay libertad cambiaria no es necesario mantener ahorros en el exterior para una eventual protección contra un riesgo cambiario. Con libertad cambiaria es posible utilizar el dinero en Colombia pues se sabe que en el momento que se requiera será posible mover el dinero hacia el exterior.


Este impacto que ocurre una sola vez y que puede tener efectos nocivos cuando se da sen un ambiente de altas tasas de interés puede y debe ser controlado por la autoridad monetaria para evitar en lo posible los perjuicios que pueda causar. Se puede afirmar entonces que la libertad cambiaria no es mala en si, sino que más bien lo que es malo es no tomar las medidas que compensen los efectos nocivos que la acompañan.