lunes, 29 de marzo de 1993

Pobreza Honorable

 La economía japonesa se encuentra en vísperas de un fuerte revolcón.

Durante el gobierno del Doctor López Michelsen se acuñaron una serie de frases que todavía son recordadas. Entre ellas estuvo la de convertir a Colombia en el Japón de Suramérica. La idea del Presidente López era lanzar a Colombia a una apertura exportadora que le permitiera crecer más rápidamente y no como lo sostuvo uno de los asesores de la Junta monetaria, era dejarnos a todos amarillos y con los ojos rasgados por las medidas económicas.

Por las vueltas que da la vida, lo que hace veinte años resultaba una idea interesante, hoy en día no despierta mucho entusiasmo. En efecto, Colombia ha abandonado la política de elevada protección y se ha lanzado en una estrategia de apertura económica y Japón está atravesando por un momento recesivo que de ninguna manera puede servir de ejemplo para un país que quiera avanzar en su desarrollo económico.

En artículo central del último número de la revista Business Week se hace una radiografía bastante interesante sobre la situación que está viviendo el Japón. Según la revista americana, la economía japonesa está en problemas debido a que las exportaciones se están desacelerando, la bolsa está enferma, las ganancias están frenadas, los salarios se están reduciendo y el producto está cayendo. La situación actual se refleja en el título de uno de los libros de más éxito en este momento en Tokio: Pobreza Honorable

La solución a los anteriores problemas propuestas en el semanario americano parecen extraídas de nuestros planes de desarrollo. Para mejorar la economía se recomienda además de un estímulo de 90 mil millones de dólares, una reforma que disminuya los precios de la tierra y que estimule la construcción. Para mejorar el problema del comercio exterior se propone una apertura a las importaciones y acelerar el programa de construcción de infraestructura. Para salvar el sistema financiera se recomienda acelerar un programa de rescate y desregular y modernizar el sistema financiero. Las empresas deben ponerse las pilas y cerrar las plantas superfluas, salir de los trabajadores que no se necesiten y reducir la burocracia. Finalmente la revista recomienda una modernización del estado para terminar con las regulaciones excesivas que impiden la actividad empresarial, reforma que debe tratar de acabar con un sistema político corrupto que no responde al ciudadano.

Sin entrar a aceptar ni el diagnóstico ni el remedio propuesto por la importante revista americana se pueden sacar una serie de conclusiones importantes. En primer lugar, la visión de los colombianos sobre los problemas económicos mundiales es muy fragmentaria. La cobertura de las noticias internacionales no se compadece con la importancia que tienen los eventos mundiales en una economia que busca internacionalizarse. Un estornudo del Japón puede ser el síntoma de una gripa fuerte en el resto del mundo. No debe olvidarse que la salud de la economía mundial está muy relacionada con el buen desempeño de los Estados Unidos, Japón y Alemania.


En segundo lugar, parece que los economistas al igual que los generales nos concentramos en las técnicas que fueron exitosas en la última guerra. Hace 25 años se nos hablaba del Desafío Americano en momentos en que los japoneses estaban invadiendo el mercado americano de televisores, motocicletas y autos. En los últimos años se nos viene pregonando que debemos tener en cuenta el milagro japonés y que debemos adoptar una política industrial que está haciendo agua en el mismo Japón. La conclusión de todo lo anterior es bien clara: para tener éxito en un mundo cambiante es necesario mantenernos informados de los eventos mundiales y tener una mente abierta sin aferrarnos a estereotipos que pueden dejar de ser válidos de un momento a otro.

martes, 23 de marzo de 1993

El problema del transporte en Bogotá

             

La falta de una interventoría adecuada en las canalizaciones realizadas por la Empresa de Teléfonos ha vuelto a poner de moda el solo hueco inaugurado por el Alcalde Juan Martín Caicedo

                                           Alvaro Pachón Muñoz

El tema del transporte en Bogotá ha tomado una inusitada vigencia en los últimos días. Los medios de comunicación masiva le han dado un extenso cubrimiento al tema. Los expertos en transporte hemos tenido nuestro cuarto de hora de fama. En las tres últimas semanas he sido entrevistado por un noticiero de televisión, por un noticero radial y por una revista semanal.

De la amplia discusión sobre el tema comienza a quedar claro que la situación del transporte en Bogotá se ha deteriorado en los últimos años. Las vías se encuentran en pésimo estado. El Alcalde de Verdad dejó un sistema vial en pésimas condiciones. El auge de la construcción en los últimos años y el tráfico de camiones por vías no diseñadas para el tráfico pesado han contribuido a la destrucción de innumerables vías secundarias de la ciudad. La falta de una interventoría adecuada en las canalizaciones realizadas por la Empresa de Teléfonos ha vuelto a poner de moda el solo hueco inaugurado por el Alcalde Juan Martín Caicedo. Estos carriles exclusivos para huecos son, sin lugar a dudas, una de las principales causas de los trancones en Bogotá.

El bendito apagón y el mal mantenimiento de los semáforos han dejado el control del tráfico en las principales intersecciones de la ciudad en las manos de soldados bachilleres y de los policías de tráfico. El caos creado por la falta de semáforos se magnifica con el cierre de las principales vías a causa de las amenazas de los terroristas. Ante la amenaza de los carros bombas cada propietario  bloquea el frente de su edificación mediante cadenas, canecas, vallas y demás aditamentos que impiden no solo el parqueo sino que además reducen la capacidad vial y aumentan los problemas de congestión en la ciudad. Ante la ausencia de una verdadera autoridad, estos propietarios se convierten en el equivalente del perro del hortelano que ni come ni deja comer.

Pero si esto fuera poco, la ciudad se ha enfrentado por un lado a un aumento acelerado del parque automotor como consecuencia del proceso de apertura comercial y por otro, al estancamiento en la construcción de nuevas vías originado en la difícil situación financiera de la ciudad. La demanda creciente enfrentada a una oferta constante obviamente lleva a una situación explosiva.

Sin entrar a mencionar los incontables trámites que se requieren para la renovación del pase, el pago de impuestos y la absurda calcomanía que dan origen la corrupción denunciada recientemente en el noticiero TV Hoy, es claro que gran parte del problema se origina en el descuido que mantiene el gobierno bogotano la infraestructura vial. El gobierno bogotano ha entregado el espacio público al primero que lo demande. Si un constructor destruye una vía, el gobierno bogotano ni se entera y menos lo obliga a reconstruirla. Cualquier persona puede cerrar cualquier vía, sin autorización del propietario del espacio público o sea el gobierno bogotano. La ETB acaba con la Avenida de Chile sin que las autoridades se enteren. La ETB se contenta con hacer colocar una vallita en que dicen discúlpenos estamos trabajando para Usted. Cuando deberían decir discúlpenos pues somos unos irresponsables que no nos importa el daño que estamos causando a la ciudadanía.


El gobierno bogotano debe convencerse de que es el dueño de las vías y que por lo tanto como cualquier propietario diligente tiene la obligación de mantenerlas en buen estado. La mala situación financiera del Distrito no es una buena excusa pues los usuarios saben que están pagando bastante por el uso de estas vías a través de elevados impuestos a la propiedad de sus vehículos y de sus predios. 

lunes, 15 de marzo de 1993

Inversión modelo 1992

El sorpresivo empuje de la inversión en 1992 puede servir para ilustrar las fuerzas que afectan la inversión.

La inversión o sea el aumento en el acervo de capital es una de las variables de mayor interés para los encargados de la política económica. La experiencia les ha mostrado que los cambios en la demanda de inversión de las empresas tienen importantes repercusiones en el nivel de actividad económica. Para muchos las grandes crisis de una economía de mercado se relacionan con cambios en el deseo de invertir de los empresarios.

Los padres de la macroeconomía moderna encontraron que no era necesario entender las razones que guiaban al sector privado en sus decisiones de inversión para hacer recomendaciones de política que solucionaran los problemas causados por las variaciones en la demanda de inversión. Cuando las prescripciones keynesianas comenzaron a perder su validez los teóricos se vieron obligados a desarrollar modelos que explicarán realmente las decisiones de inversión de las empresas. Entre las teorías que han mostrado su utilidad hay dos que merecen ser discutidas. La primera es la desarrollada por el Profesor Jorgenson de la Universidad de Harvard y la segunda es la del Profesor Tobin de la Universidad de Yale.

En el llamado modelo neoclásico desarrollado por el Profesor Jorgenson, una de las variables claves que explica la demanda de inversión es el costo incurrido por el empresario en equipos y estructuras necesarios en el proceso productivo. Entre menor sea este costo de uso del capital para un empresario, mayor será el "stock" de capital deseado por el empresario y por lo tanto mayor serás su deseo de invertir.

De acuerdo con este modelo gran parte de las variaciones en la inversión son un reflejo de las variaciones del costo de uso del capital. El sorpresivo empuje de la inversión en 1992 puede servir para ilustrar las fuerzas que afectan la inversión según el modelo de Jorgenson. El rápido crecimiento de la inversión observado el año pasado se explicaría entonces por una disminución importante en el costo de uso de capital.

En primer lugar, la apertura económica dió origen a una disminución el costo de los equipos importados a tanto por la disminución de los aranceles como por la revaluación del dólar. Esta disminución del costo de los equipos importados hizo más atractiva la expansión del equipo productivo. En segundo lugar, la disminución en las tasas de interés causada por el cambio en la política monetaria disminuyó el costo de oportunidad del capital invertido en equipos y estructuras. Al darse un menor costo en el uso del capital las empresas se decidieron a invertir en equipo productivo.

La segunda teoría que puede explicar el crecimiento acelerado de la inversión en 1992 es la desarrollada por James Tobin ganador del Premio Nobel de Economía. Según esta teoría, los empresarios invierten en equipos en la medida en que el costo de reposición de los activos de una empresa sea menor que el valor en Bolsa. Por tanto la relación entre el valor en Bolsa y el costo de reposición es un buen indicador del deseo de invertir. Si esta relación es superior a la unidad el empresario invierte, en caso contrario decide más bien comprar sus propias acciones en la bolsa. Para los seguidores de Tobin, el auge en la inversión en 1992 es una consecuencia lógica del boom de la bolsa observado en los últimos años.


La conclusión práctica de lo anterior es bastante simple. El pesimismo de algunos críticos del proceso de apertura sobre la posibilidad de mejorar la competitividad a través de un proceso de modernización del aparato productivo resultó un poco infundado. Las empresas invirtieron en nuevos equipos y consiguieron los fondos para hacerlo. No hubo necesidad de reestructurar primero y luego hacer la apertura, sino que el proceso mismo de la apertura, tal como lo indican las teorías de Jorgenson y Tobin, sirve para acelerar la reestructuración.

lunes, 8 de marzo de 1993

El reto japonés

Para Dornbusch la devaluación real del dólar es vital para los Estados Unidos y se debe dar en un período máximo de dos años.

Las economías asiáticas son objeto de permanente interés. El rápido crecimiento del Japón y de los cuatro tigres (Corea, Hong Kong, Taiwan y Singapur) ha sido objeto de innumerables comentarios. A pesar del debate no existe una conclusión definitiva sobre las causas y consecuencias del desarrollo de los países del lejano oriente. Los países latinoamericanos han encontrado en la experiencia de Japón y los cuatro tigres una razón válida para abandonar los modelos de desarrollo de corte cepalino y para orientar sus economías hacia el mercado internacional. En los noventas las economías latinoamericanas están reorientando sus modelos de desarrollo con el fin de lograr su despegue económico.

Un número reciente de Business Week trae una serie de artículos en los que se da una visión interesante y novedosa sobre el tema de las economías asiáticas. El Profesor Dornbusch en su columna nos presenta su punto de vista sobre este tema. Para él, el éxito se explica en buena parte por el hecho de que los países del lejano oriente han mantenido su moneda subvaluada con respecto al dólar. Según Dornbusch los Estados Unidos han sido muy generosos al permitir que el dólar haya mantenido una paridad que está casi treinta por ciento sobre el nivel de equilibrio. Debido a esto y al proteccionismo asiático, las economías del Japón y de los cuatro tigres han podido convertir su alto desarrollo tecnológico en un crecimiento alto y sostenido.

Para reforzar su punto de vista Dornbusch argumenta que el rápido crecimiento de Europa en el período de la postguerra se debió al mismo fenómeno de subvaluación de la moneda. Las tasas de cambio fijo imperantes hasta comienzos de los setenta permitió a los países europeos transformar su rápido avance tecnológico en un crecimiento muy superior al de los Estados Unidos. Solamente, cuando se adoptó un sistema de tasas de cambio flotantes pudieron los Estados Unidos lograr una devaluación real del 30 por ciento con relación a las monedas europeas.

Debe anotarse que el Profesor Dornbusch también reconoce que los Estados Unidos deben mejorar la calidad de la fuerza de trabajo para poder competir con mayores posibilidades de éxito. Sin embargo, piensa que esta solución es de largo plazo y que quienes considera que solo con reformas estructurales los Estados Unidos pueden volver a competir internacionalmente están equivocados, pues estas soluciones tienen un largo período de gestación. La conclusión es clara, para Dornbusch la devaluación real es vital para los Estados Unidos y se debe dar en un período máximo de dos años.

Lo que no es claro en el artículo es la manera de como se logra esta devaluación real. Para aquellos que quieren saber una posible solución la revista trae un pensamiento interesante. Lo que se requiere es hacer que los japoneses adopten una política de disminución de impuestos y que cambien el superávit fiscal por un déficit parecido al creado por Ronald Reagan en los años ochenta. El mecanismo para lograr una revaluación del yen sería entonces el siguiente. La disminución de impuestos estimularía la economía japonesa lo que haría crecer las importaciones y disminuiría el superávit del sector externo. Si el estímulo fiscal se complementa con una política monetaria restrictiva las tasas de interés se elevarían lo que haría fluir capitales hacia Japón y a su debido tiempo causaría la tan anhelada revaluación del Yen.


Obviamente, esto debería ir acompañado de una reducción del déficit fiscal de los Estados Unidos, lo que unido a una política monetaria estimulativa de la Reserva Federal llevaría a una reducción de las tasas de interés en los Estados Unidos a una salida de capitales y una devaluación del dólar. Parece entonces que la solución a los problemas mundiales es que en los años noventas los japoneses actúen como actuaron los Estados Unidos en los ochentas y que los americanos en los noventas se comporten como se comportaron los japoneses en los ochentas.

lunes, 1 de marzo de 1993

Concesión de aguas

El Departamento del Valle, el Gobierno Distrital y el Ministerio del Transporte han comenzado a estudiar la posibilidad de adelantar obras por el sistema de concesión.

Uno de los temas más debatidos en Colombia pero que desafortunadamente no ha tenido los resultados esperados ha sido el de la Privatización. El Gobierno ha disminuido su participación en el sector Financiero y ahora está experimentando con la posibilidad de venderles Alcalis a sus empleados. A pesar de estos avances en el camino de la privatización, la participación del gobierno se mantiene en actividades que podrían ser desempeñadas mejor por el sector privado.

La semana anterior el Presidente Gaviria en su viaje por los feudos electorales del Senador Víctor Renán Barco puso en funcionamiento el Proyecto Hidroeléctrico de La Miel. De esta manera, el Gobierno ha tratado de poner en funcionamiento esquemas de participación del sector privado en la prestación de servicios públicos. El Departamento del Valle, el Gobierno Distrital y el Ministerio del Transporte han comenzado a estudiar la posibilidad de adelantar proyectos de infraestructura de transporte por el sistema de concesión. Con el esquema de concesión se busca que el sector privado construya, opere y transfiera después de unos años unas obras a cambio de la oportunidad de cobrar por la utilización de la obra.

Los esquemas anteriores conocidos en inglés con las sigla B. O. T., presentan interesantes posibilidades para el caso colombiano. En primer lugar, este esquema permite liberar recurso del gobierno para atender otros frentes prioritarios. En segundo lugar, el concesionario tiene un buen incentivo para realizar las obras lo más rápido posible y al mínimo costo pues sus ganancias van a ser mayores en la medida en que se hagan ahorros en la construcción y operación de la obra. En este esquema el concesionario tiene un incentivo a minimizar los costos de construcción y operación, mientras que el contratista de obra pública casi nunca lo tiene. Unas buenas cláusulas de reajuste le pueden permitir a un contratista transferir los costos de las demoras al tesoro nacional. Una ventaja adicional del sistema BOT es el facilitar una verdadera transferencia de tecnología pues la contraparte colombiana tiene la oportunidad de ir aprendiendo la mejor manera de operar el servicio público.

Para que el sistema de concesión funcione es necesario que el proyecto escogido tenga una rentabilidad económica clara. El sector privado y en especial una empresa extranjera busca asegurar la recuperación de su inversión y por lo tanto prefiere participar en proyectos en los que los ingresos directos sean la principal fuente de ingresos. En igualdad de circunstancias, el concesionario internacional prefiere un proyecto en el que pueda recuperar su inversión a través de tarifas a uno en que dependa del subsidio del gobierno. La experiencia le muestra que los gobiernos no siempre cumplen lo que prometen y que los giros de la tesorería son mucho menos predecibles y controlables que los pagos de un usuario satisfecho.

Para ilustrar el enunciado anterior podríamos considerar la reacción de un consorcio extranjero que quisiera participar en una concesión en el Distrito Especial. Supongamos que las autoridades han contemplado dos posibles obras para ser construidas y operadas por el sistema de concesión. Si las dos posibilidades son un sistema de transporte masivo y la ampliación del acueducto de Bogotá, es muy posible que consideren más atractivo la ampliación del acueducto de Bogotá pues su inversión la pueden recuperar primordialmente a través de las tarifas. Muy pocos preferirían participar en el Proyecto de Transporte Masivo sabiendo que, de acuerdo con la experiencia internacional, ningún sistema de transporte masivo recupera todos sus costos y que por lo tanto tendrían que depender de un subsidio del gobierno distrital.


Las preferencias de los posibles concesionarios podrían coincidir con las de los bogotanos. Los estudios de la CAR nos muestran que estamos cercanos a copar la capacidad del sistema de acueducto de Bogotá. El análisis de la CAR también muestra que el proyecto de ampliación del nuevo acueducto deben comenzarse a la mayor brevedad para poder asegurar el suministro futuro de agua potable de la capital y sus alrededores. Por todo lo anterior, parecería acertado empezar a analizar una posible concesión para la construcción de la ampliación del acueducto simultáneamente con el tema del transporte masivo. La convocatoria al sector privado a participar en la construcción de un sistema de transporte masivo debería ampliarse buscando la participación de constructores y operadores nacionales y extranjeros en la ampliación del acueducto de Bogotá.