lunes, 30 de agosto de 1993

Enterrar a los muertos

La privatización antes que buscar recursos para cubrir el déficit del gobierno debe orientarse a buscar mejoras en la eficiencia.

El último número de la revista The Economist trae un par de artículos relacionados con el tema de la privatización. Según la importante revista, la privatización antes que buscar recursos para cubrir el déficit del gobierno debe orientarse a buscar mejoras en la eficiencia. Esta posición es bastante lógica. No se debe olvidar que si una empresa oficial está funcionando bien y produce ganancias al venderla se va a dejar de percibir estas ganancias. Lo que se gana ahora con la venta apenas sirve para compensar lo que se deja de percibir en el futuro y por lo tanto el país no termina haciendo un gran negocio.

Lo que si es muy conveniente es vender empresas que el Estado está manejando ineficientemente y que el sector privado puede manejar mejor. La privatización se vuelve bastante atractiva cuando se termina generando un mayor excedente económico. Cuando esto pasa, el país termina en mejor condición con la privatización pues con los mismos recursos se produce un mejor resultado.

La privatización de empresas ineficientes debe realizarse lo más pronto posible. No hay que esperar años para tomar una decisión a todas luces obvia. Estos errores de omisión son tan graves como los de comisión. La Empresa Distrital de Transporte Urbano es un caso claro en la que se cometió un grave error de omisión al demorar su decisión de privatizarla. Una Empresa que en una época fue ejemplo de buen servicio se dejó deteriorar de tal manera que al final tuvo que ser liquidada. La venta de la EDTU en su mejor momento no solo hubiera generado recursos importantes para el Distrito sino que hubiera evitado una sucesión de pérdidas que tuvieron que ser cubiertas con transferencias del Gobierno Distrital.

En efecto, desde mediados de los setenta se sabía que esta Empresa era totalmente ineficiente y que no era viable económicamente. La Empresa se mantuvo artificialmente viva mediante transfusiones presupuestales del Gobierno Distrital. En lugar de desconectar a la EDTU y darle cristiana sepultura se procedió a revivirla mediante compra de equipos e inversiones que todos sabíamos estaban condenadas al fracaso. Como todos sabemos, las unidades de cuidados intensivos suelen ser extremadamente caras. El tratamiento utilizado para mantener con vida la EDTU por diez años no se le quedó atrás al de las unidades de cuidados intensivos en cuanto a costo se refiere.

Infortunadamente, la EDTU no ha sido un caso aislado en el que no se ha cumplido con el precepto de enterrar a los muertos. La Universidad Distrital, Colpuertos, los Ferrocarriles han sido entidades que han debido desaparecer de la órbita del estado y que han debido privatizarse hace mucho tiempo. La mayoría de ellas han terminado liquidadas con graves pérdidas para los contribuyentes.


La privatización de las entidades ineficientes no puede esperar. El Gobierno tiene que comenzar a dar los pasos que aseguren que este proceso se haga en la mejor forma posible. Un prerrequisito importante es introducir cambios en el sistema regulatorio. El país debe hacer las reformas en la regulación antes de hacer la privatización. Las ganancias de la privatización se multiplican cuando este proceso es precedido por cambios en la regulación de los monopolios. Lo que se precisa es fomentar la competencia antes de vender las joyas de la corona.

martes, 17 de agosto de 1993

Cuatro años analizando la economía

La experiencia de cumplir durante doscientas semanas con los lectores ha sido muy gratificante.

En estos últimos cuatro años he dedicado buena parte de mi tiempo libre a la dura brega de escribir una columna semanal. En el afán de presentar un producto diferente y con mayor variedad que el ofrecido por otros colegas, he tenido que mantenerme al tanto de los eventos nacionales e internacionales. La experiencia de cumplir durante doscientas semanas con los lectores ha sido muy gratificante. A mis lectores les quiero agradecer su fidelidad y lealtad durante todo este tiempo.

Al revisar recientemente lo escrito durante estos últimos cuatro años me he podido dar cuenta que muchas de mis propuestas se han venido poniendo en práctica y que mis artículos han sido relativamente benévolos con el equipo económico actual. El apoyo a las reformas emprendidas no me ha impedido en su momento criticar algunas medidas del equipo económico.

En esta ocasión propicia para mirar por el espejo retrovisor, considero conveniente reiterar algunas críticas con el ánimo de contribuir a una discusión de posibles rectificaciones en la política económica.

A través de estos tres años del gobierno de Gaviria he insistido en la importancia de mantener una tasa de cambio real alta. Siempre he criticado el que el gobierno hubiera utilizado la tasa de cambio como un instrumento de estabilización en lugar de un elemento vital para poner en funcionamiento un nuevo modelo de desarrollo. En mi opinión el gobierno tiene que lograr una devaluación de la tasa real de cambio lo antes posible. La tasa real de cambio no está en un nivel de equilibrio congruente con la política de apertura. Más aún, la revaluación de la tasa de cambio real se ha dado como consecuencia de políticas equivocadas del Gobierno que en buena hora se han reversado. El primer error fue no tener en cuenta el peligro de hacer una reforma cambiaria cuando la apertura comercial no estaba todavía consolidada. En noviembre de 1990, cuando comenté la ponencia del Profesor Edwards en el Simposio del Mercado de Capitales de Cali advertí a mis lectores que este problema podría ser serio y que los simpatizantes de la apertura deberíamos tener muy presentes los comentarios de tan ilustre visitante.

El segundo error del gobierno fue utilizar la política monetaria como el principal instrumento de estabilización. La masiva entrada de capitales que originó dicha medida contribuyó de manera especial a una revaluación del peso. La pelea entre el Ministro de Hacienda y el Ministro de Desarrollo por la velocidad de la apertura generó unas expectativas de revaluación que fueron validadas por el mismo gobierno cuando utilizó los certificados de cambio como un instrumento adicional de control monetario. 

El gobierno no ha podido generar el superávit fiscal necesario para poder mantener la tasa de cambio en el nivel que la recibió. Las reformas constitucionales han generado presiones de gasto muy superior a los ingresos generados por las abundantes reformas tributarias. La venta de las Empresas Públicas que le hubiera generado un importante superávit se detuvo prácticamente por el mal manejo dado al paro de TELECOM. La eliminación de los subsidios en los precios oficiales se ha venido posponiendo por consideraciones políticas. Como lo he comentado muchas veces el precio interno del café sigue siendo muy alto y el precio de la gasolina y el de la electricidad para el sector residencial sigue siendo muy bajo. A pesar de esta ayuda permanente los cafeteros y las empresas del sector eléctrico siguen en situación crítica. La sobreproducción cafetera y el sobreconsumo de energía eléctrica por parte de los usuarios residenciales no han podido arreglarse en estos años.


Y ya para terminar, quiero aprovechar esta columna para agradecerle la colaboración de Elisa Pastrana y su equipo que siempre han colaborado para que esta columna salga los lunes y cuando hay puente los martes Emiliani.

lunes, 9 de agosto de 1993

Feliz Cumpleaños


Este ritual de utilizar el 6 de agosto para regocijarnos de lo poco o mucho que hemos logrado debería convertirse en una ocasión en la que el bogotano haga un balance de la gestión de su Alcalde.
 
Los que hemos pasado por la Administración Distrital sabemos que el seis de agosto es muy especial. El Alcalde y sus Secretarios acostumbran hacer sus giras inaugurando las obras terminadas recientemente. El Gabinete Distrital aprovecha estas ocasiones para reunirse con sus familias y amigos para celebrar en la Casa Privada tan importante aniversario. Esta alegría de los directivos no es compartida por toda la ciudadanía solamente los beneficiados con las obras suelen acompañar a las autoridades en sus celebraciones.
 
Este ritual de utilizar el 6 de agosto para regocijarnos de lo poco o mucho que hemos logrado debería convertirse en una ocasión en la que el ciudadano haga un balance de la gestión de su Alcalde. Los compromisos adquiridos por el candidato en su campaña deberían ser evaluados contra las realizaciones hechas en cada año. Las celebraciones deberían hacerse únicamente cuando lo realizado sea superior a lo prometido. Cuando las realizaciones fueran menores a lo prometido esta fecha debería ser la ocasión propicia para hacer las rectificaciones del caso, llegando inclusive a hacer cambios radicales en el Gabinete Distrital.
 
Para comenzar el balance con algo positivo, debemos mencionar la aprobación del Estatuto de Bogotá que busca darle un mejor manejo a la ciudad. Las reformas en las Empresas de Servicios Públicos son importantes. El darle autonomía y por consiguiente responsabilidad a los Gerentes es un paso importante para poder manejar las Empresas de Servicios Públicos de una manera más eficiente. La reforma, si bien es un paso adelante, tiene que ponerse en práctica con sumo cuidado. Por ejemplo, no sacamos nada en que los miembros de las Juntas sean nombrados por el Alcalde si van a comportarse de la misma manera que lo hacían los miembros nombrados por el Concejo.
 
El pensar que los cambios en el ordenamiento legal es una solución a nuestros problemas es un error bastante común en Colombia. La Constitución del 91 no nos solucionó todos los problemas que nos aquejaban ni nos convirtió en un país desarrollado. El nuevo Estatuto de Bogotá, si bien es mejor que el anterior no nos va a convertir en una ciudad avanzada y agradable para vivir.
 
A pesar del esfuerzo realizado en esta administración, las finanzas distritales siguen siendo preocupantes. El ciudadano sigue convencido que paga impuestos y tarifas superiores a las de Nueva York para obtener unos servicios peores que los de Somondoco. El problema de la deuda externa de las empresas de servicios públicos sigue siendo grave. La capacidad de inversión de estos entes está totalmente limitada por la alta carga de la deuda externa. Los costos administrativos de las empresas unidos a las altas pérdidas ocasionadas por el contrabando absorben todos los recursos que quedan después de pagar la deuda externa. La capacidad de expansión de los servicios públicos en Bogotá es muy limitada y no existe posibilidad de lograr acceso al crédito mientras que la situación financiera no mejore.
 
La capacidad de operación de los organismos relacionados con el transporte sigue siendo bastante limitada. Los verdaderos problemas del transporte siguen sin resolver. No existe coordinación entre los diferentes entes relacionados con el transporte. El cambiar de un Departamento Administrativo de Transito y Transporte a una Secretaría de Tránsito y Transporte ha resultado tan inocuo como el cambiarle de nombre a la ciudad. Los cambios en el manejo de tráfico son tomados de manera improvisada sin tener estudios de impacto y se hacen sin consultar con los afectados. Los ciudadanos se sienten totalmente aislados cuando se toman decisiones que los afectan sin que puedan expresar su opinión. Piensan que de nada les sirvió haber elegido unos ediles que no tienen ninguna función verdadera.
 

lunes, 2 de agosto de 1993

Bienvenidos al shock del futuro

Los cambios en la legislación económica y en las instituciones en Colombia han sido tantos y tan variados que nadie ha tenido la oportunidad de asimilarlos

La falta de una perspectiva de largo plazo es un problema grave.  Los viajes fuera del país permiten analizar la situación económica colombiana con una perspectiva mejor.  Los temas económicos de toda una semana que parecieron muy importantes para los que permanecieron en el país pierden su gran urgencia cuando se miran todos los periódicos en una sola sentada.  Las proyecciones económicas para 1994 que fueron noticia la semana anterior no parecen tan importantes cuando uno mira el triste récord de nuestros pronosticadores y cuando se da cuenta de la débil base de información con que cuentan. 

Como lo he sostenido varias veces, estos pronósticos de corto plazo son muy riesgosos mientras no contemos con un sistema de cuentas nacionales que produzcan cifras cada trimestre.  Mientras no tengamos un sistema de contabilidad nacional con cifras actualizadas el esfuerzo de todos los analistas se dedicará a tratar de establecer si la economía está bien o está mal y no habrá una base común para poder hacer las predicciones.

Lo interesante es que desde afuera lo más notable de Colombia no son las cifras sobre la realidad económica de largo plazo, sino más bien, cuál es la verdadera forma en que han quedado nuestras instituciones.  Los cambios en la legislación económica y en las instituciones del país han sido tantos y tan variados que nadie ha tenido la oportunidad de asimilarlos.

La dificultad de asimilar tantos cambios realizados de manera simultánea y sin mucha coordinación está causando serios problemas.

La construcción se ha visto amenazada por la reforma que buscaba agilizar la expedición de las licencias de construcción.  Los cambios en el sentido de circulación han incrementado el número de accidentes y las visitas a la Fundación Santa Fe de Bogotá.  Los acuerdos con el Reino Unido no han podido firmarse por los cambios en la Constitución.  En general, la administración pública en lugar de volverse más ágil se toma más lenta mientras que se asimilan todos estos cambios.

Que el exceso de cambios puede ser peligroso para la salud de una persona es bien sabido.  Dos investigadores, el médico Thomas Holmes y el siquiatra Richard Rahe, han mostrado que la salud de una persona se deteriora notablemente cuando es sometida a un ritmo de cambios en su estilo de vida.  Se ha podido observar que si alguien cambia de estado civil, de residencia y de trabajo, al mismo tiempo, su adaptación puede ser muy difícil y la salud de esa persona puede llegar a estar en peligro.

El tema del efecto del cambio rápido en las personas e instituciones ha sido ampliamente analizado por Alvin Toffler.  El concepto del shock del futuro fue definido en 1965 en un artículo de la revista Horizon para describir el tremendo estrés y desorientación que se induce en los individuos al someterlos demasiados cambios en un período corto de tiempo.

Después de 5 años de investigaciones el autor llegó a dos importantes conclusiones que presenta en su libro el Shock del Futuro, publicado en 1970.  Primero, el Shock del Futuro no es un peligro remoto sino una real enfermedad que está atacando a millares de personas.  Segundo, muy poco se sabe de la manera como la gente se adapta, tanto aquello que diseñan y ponen en práctica los cambios, como los que supuestamente nos preparan a sobrellevarlos.  Al mirar en perspectiva los rápidos cambios ocurridos en Colombia uno no puede menos que pensar que los autores de nuestro revolcón menosprecian los hallazgos de tan importante libro y que bien valdría la pena volver a releer esta obra que tuvo tanta influencia en la generación que ahora está en el poder.