lunes, 28 de marzo de 1994

Fuga de cerebros

No es de extrañar, entonces, que las facultades de economía se encuentren en la encrucijada. Los profesores se ven tentados por salarios evidentemente superiores a los que reciben en las Universidades.

En un debate electoral en que las discusiones sobre temas económicos han brillado por su ausencia los periódicos han magnificado una controversia surgida por una carta de altos funcionarios del equipo económico al Rector de la Universidad de los Andes. Sin entrar a calificar quien tiene la razón es importante hacer algunas reflexiones sobre uno de los temas planteados. El país debe tomar conciencia de la importancia que tiene el sueldo que se paga a los profesores universitarios para lograr una universidad excelente.

Colombia ha tenido que enfrentarse a una fuga de sus talentos. Los organismos internacionales atraen a una fracción importante de los graduados en el exterior. Los sueldos pagados y el ambiente que se vive en el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, y ahora la OEA inducen una migración importante de nuestros economistas e ingenieros. Los cuantiosos recursos dedicados a la formación profesional de los colombianos en el exterior terminan de esta manera al servicio de organizaciones de carácter multilateral.

La apertura económica, el revolcón institucional y el aumento del sueldo de los ministros disminuyeron un poco la gran brecha existente entre los salarios en el gobierno colombiano y los sueldos en los organismos internacionales. La fuga de cerebros se logró contener y en algunos casos se emprendió el retorno a casa de destacados economistas. La oferta de economistas respondió a los incentivos de precios y el gobierno y el país pudo contar con funcionarios de mejor calidad.

Sin embargo, el aumento en los salarios de los ministros también afecto el mercado local. Los profesionales que laboraban en Colombia en otros sectores, también, encontraron atractivo vincularse al gobierno y dejar las actividades en que venían desempeñándose. Para contrarrestar la fuga de cerebros hacia el sector público muchas empresas tuvieron que incrementar el sueldo a sus economistas. Las favorables condiciones del mercado laboral de los economistas hizo que el salario de enganche de estos profesionales se elevara considerablemente lo que repercutió a su vez en un aumento en el deseo de estudiar economía. Es así como facultades que estuvieron a punto de cerrar vieron duplicar el número de estudiantes en pocos años.

No es de extrañar, entonces, que las facultades de economía se encuentren en la encrucijada. Los profesores se ven tentados por salarios evidentemente superiores a los que reciben en las Universidades. Más aún con el aumento de la demanda por cupos en las facultades de economía la demanda por los servicios de los profesores estrella ha aumentado considerablemente.

Como lo enseñan los textos básicos una reducción de la oferta, la fuga de cerebros hacia el sector público, y un aumento en la demanda tienden inexorablemente a un aumento en el precio y a una reducción de la cantidad demanda. Desafortunadamente, en las universidades no es fácil aumentar el salario a los profesores de una sola facultad. El sentido de igualdad imperante en una universidad tiende a igualar los salarios a nivel de todas las facultades, haciendo más difícil una respuesta rápida a las fuerzas del mercado.

Lo que debe quedar claro del debate mencionado es que existe una gran brecha entre los salarios que pueden ganar los economistas de alto nivel en el sector público y lo que ganan los profesores de nuestras universidades. Las universidades tienen que encontrar una solución a este problema si quieren contar con profesores de alto nivel. Al país no le conviene la fuga de cerebros hacia el exterior y hacia los sectores público y privado.


lunes, 21 de marzo de 1994

Hace veinticinco años

Como ha pasado en otras entidades el paso del tiempo no fue muy benigno para la Secretaría de Tránsito y Transporte del Distrito.

La renuncia del Secretario de Tránsito y Transportes de Bogotá puede devolver el reloj del tiempo en unos veinticinco años. Los bogotanos recuerdan muy bien que hasta mil novecientos setenta el Director de Tránsito era escogido entre los coroneles retirados. Sólo cuando Carlos Albán tomo posesión como Alcalde del Distrito, se pensó que fuera de tener bien amarrados los pantalones se requería contar con el debido entrenamiento en la disciplina de la ingeniería de tráfico. En esa época y bajo la magnífica dirección del Doctor Eduardo Villate se comenzó a poner en práctica los consejos que se han vuelto tradicionales en los proyectos financiados por los organismos multilaterales de crédito.

A partir de 1970 se consideró importante darle tratamiento prioritario a lo que en el lenguaje inglés se conoce como la receta de la triple e. Esta receta es nada menos que "enforcement" (hacer cumplir las normas), "engineering" ingeniería y "education" (educación). La capacidad del secretario de tránsito y del Alcalde Albán permitieron lograr importantes avances en el manejo del tráfico de la capital del país.

Como ha pasado en otras entidades el paso del tiempo no fue muy benigno para la Secretaría de Tránsito y Transporte del Distrito. La ingeniería perdió su importancia hasta el punto que con el Secretario Trujillo se llegó a la improvisación total. En lugar de hacer estudios para ver si las medidas contempladas podrían ser adecuadas se optó por echar para adelante y corregir los problemas sobre la marcha. El contraflujo se implantó a las patadas sin tener en cuenta el punto de vista de los que se perjudicaron por la medida. Las continuas misivas enviadas al Secretario Trujillo eran contestadas de mala manera y las promesas hechas en estas comunicaciones nunca se cumplieron.

La mala ingeniería puesta en práctica en el Distrito no fue nada ante la total impunidad que se impuso en el caótico tráfico bogotano. Las leyes de tráfico son permanentemente violadas por los bogotanos. Las autoridades de tráfico ignoran olímpicamente los reclamos de la ciudadanía ante fallas protuberantes de los diseños de ingeniería. Los semáforos están mal calibrados y solo en contadas ocasiones funcionan como debe ser. En lugar de mantener en buenas condiciones los pocos semáforos existentes el Secretario de Tránsito y Transportes se queja de la necesidad de más semáforos.

La tercera pata del trípode que soporta un buen sistema de transporte es la más coja. La educación a los ciudadanos es totalmente inexistente. Los planes de educación ciudadana abortan antes de ponerse en práctica. El plan de concientizar a los ciudadanos para que no bloqueen las intersecciones que se pensó poner en práctica al comienzo de la administración Castro y para el cual se gastaron varios galones de pintura amarilla fue archivado totalmente. Es triste que hoy en las postrimerías de una administración ya no quede ni rastro de las rayas amarillas que se pintaron en junio de 1992.


La solución al problema del tránsito no es muy difícil. Debe recoger el credo del buen ingeniero de tráfico. Debe buscar hacer cumplir las leyes, mejorar la ingeniería y educar al ciudadano. Lo que se requiere ahora es utilizar enfoques innovadores que permitan poner en práctica estos sabios consejos. La oportunidad puede buscarse por el lado de la privatización de estas tres tareas. El cumplimiento de las leyes debe contratarse con empresas que garanticen una total honestidad. Las firmas de auditores podrían encargarse de revisar el estado  de los vehículos públicos. Las firmas de vigilancia de reconocido prestigio deberían cobrar las multas. Las universidades y la ingeniería de consulta podrían encargarse de las labores de ingeniería y educación. Creer que el coronel que entró al Palacio de Justicia puede resolver el problema del transporte en Bogotá es totalmente iluso. El cáncer que existe en la Secretaría de Transporte está demasiado avanzado para poderlo arreglar con paños de agua tibia.

lunes, 14 de marzo de 1994

Cinco - cero

El cinco por ciento de crecimiento sostenido durante todo el período presidencial daría un impulse importante al país y permitiría avanzar en la satisfacción de muchas de nuestras necesidades básicas

A partir de hoy se entra en la recta final de la contienda presidencial.  Los debates entre los diferentes candidatos a la presidencia van a tener que tocar el tema económico.  Lo que podría ser buen programa de gobierno y que sería muy atractivo para el electorado podría resumirse en el tan recordado resultado logrado en Buenos Aires el día cinco de septiembre de 1993.

El cinco cero que sonaría muy atractivo en el programa presidencial se debería entender como el resumen de las melas económicas.  El cinco por ciento de crecimiento sostenido durante todo el período presidencial daría un impulso importante al país y permitiría avanzar en la satisfacción de muchas de nuestras necesidades básicas.  Este cinco por ciento de meta para todo el periodo podría estar compuesto de un siete por ciento en algunos años y un crecimiento inicial menor en el primer año que podría acompañar el programa de estabilización necesario para cumplir la otra meta del programa económico.

El cero por ciento de inflación al final del periodo presidencial sería, sin lugar a dudas, una meta importante de política económica.  La experiencia reciente ha mostrado que en el frente inflacionario no es aconsejable poner metas poco ambiciosas.  El gradualismo en el control inflacionario no ha sido muy exitoso en Colombia en los últimos años.  El público nunca creyó que la Administración Gaviria estaría dispuesta a pagar el costo necesario para reducir seriamente la inflación.

Para poder alcanzar una inflación cero se necesitaría, entre otras cosas, contar con una estabilidad de precios en los países avanzados y ligar el peso colombiano al dólar.  La estabilización de precios en los países avanzados suele lograrse como lo ha mostrado la experiencia reciente.  En los Estados Unidos la inflación en enero fue de cero por ciento.  Es probable que con una buena política económica esta estabilidad de precios se pueda mantener en los Estados Unidos.  De igual manera, siempre y cuando Bancos Centrales de la Unión Europea no incurran en graves errores, es posible lograr una estabilidad de precios al nivel de toda Europa.

No sólo es necesario que los países avanzados tengan precios estables, también se requiere que la paridad entre el peso y el dólar se mantenga.  Por tanto sería necesario abandonar el esquema de la devaluación gota a gota y volver a un esquema de paridades fijas y constantes.  El mantener una paridad constante es quizás el secreto de la disminución de la inflación en la Argentina, donde se ha establecido por ley la convertibilidad del peso argentino.

Si bien el control de la inflación se puede lograr con un esquema en que el valor del peso colombiano está vinculado totalmente al dólar, es necesario fijar la tasa de cambio en un nivel que permita mantener un alto grado de competitividad con el exterior.  No podemos sacrificar el crecimiento económico para lograr una meta de estabilización de precios.  Esto sería como volver a la era pre Maturana en la que nos contentábamos con un flamante cero cero.

Este cinco cero debe venir acompañado de buenos logros en otros frentes.  De especial importancia es lograr que el fruto del crecimiento llegue a los más pobres.  Como bien no lo ha enseñado el filósofo Rawls, el bienestar de una sociedad debe medirse por el de los más pobres.  La sociedad colombiana como un todo no mejoraría si los más pobres no disfrutan también del cinco cero.

lunes, 7 de marzo de 1994

Recordando el 92

Todas las discusiones serias sobre el tema ponen de manifiesto que el origen del apagón se origina en la equivocada decisión de desacelerar los grandes proyectos de inversión.

En esta semana se cumplió el segundo aniversario del apagón de mil novecientos noventa y dos. El recuerdo penoso de los trece meses se revivió con el apagoncito del martes pasado. Las dos horas de apagón revivieron para muchos los inconvenientes vividos a lo largo de trece meses que ensombrecerán perennemente a la administración Gaviria. Como en todos los aniversarios, la ocasión es propicia para reflexionar sobre lo que nos enseñó tan amarga experiencia.

Todas las discusiones serias sobre el tema ponen de manifiesto que el origen del apagón se origina en la equivocada decisión de desacelerar los grandes proyectos de inversión. Guillermo Perry, el primer Ministro de Minas y Energía de la Administración Barco se equivocó en materia grave al aplazar la entrada de los principales proyectos hidroeléctricos. Los altos costos que tuvimos que pagar por aplazamiento de los proyectos son inmensamente superiores a los precarios beneficios que pudo obtener el país por el cambio súbito en sus prioridades de inversión. Alterar el ritmo de inversión de proyectos de tal complejidad nunca puede ser considerado como un buen elemento de control macroeconómico. Es evidente que el equilibrio macroeconómico debe lograrse a través de políticas de carácter general sin tener que entrar a cambiar los planes de trabajo de un proyecto en ejecución.

Un segundo error que nos llevó a los problemas del racionamiento es haber basado el desarrollo del sector eléctrico en proyectos hidroeléctricos. Generar energía con agua y no con carbón puede resultar más económico en el corto plazo especialmente cuando hay abundancia de agua. En el largo plazo, en una economía en que hay escasez de capital y en la que hay una mayor incertidumbre en los proyectos hidroeléctricos puede resultar contraproducente depender demasiado en la generación basada en el agua. Los retrasos originados por problemas debidos a las condiciones geológicas y a la alta rotación en las directivas de las empresas pueden acabar con las ventajas relativas de los proyectos hidroeléctricos. La comparación de los costos de la energía entre Colombia y los países que nos compran carbón para generar muestra que los costos de la energía eléctrica en los países que nos compran carbón suelen ser menores que los altos costos que deben pagar los usuarios industriales y comerciales en Colombia.

El tercer error grave en materia de política energética que llevó al apagón del 92 es haber diseñado una política de tarifas que incentiva no solo el mal uso de este recurso escaso por parte de los usuarios de bajos ingresos sino que incentiva el contrabando de energía por parte de los grandes usuarios. Colombia ha abusado de los esquemas redistributivos y los ha convertido en una de las principales causas de la mala asignación de los recursos energéticos. El pensar que las tarifas no tienen ningún efecto en el consumo es una de las principales causas de la mala asignación de recursos en Colombia. Las políticas pregonadas por nuestros populistas de turno han llevado a distorsiones de gran magnitud que han resultado extremadamente difíciles de desmontar.


Una cuarta enseñanza de esta dura experiencia es que el manejo de las empresas es vital. El lograr minimizar el impacto negativo del clientelismo en las empresas es realmente importante. El buen comportamiento de EPM y el mal comportamiento de otras Empresas del sector se explica porque los ciudadanos del Valle de Aburrá decidieron minimizar el influjo de los políticos y dotaron a EPM de instrumentos que les permite operar sin tener que pasar permanentemente por el Concejo. Las mejoras institucionales logradas con el Estatuto de Bogotá pueden permitir que en el futuro la EEB pueda competir favorablemente con otras ciudades y aún con el sector privado.