martes, 27 de junio de 1995

Eliminemos de verdad las restricciones al comercio internacional

La presencia de nuestros profesionales en el exterior señala un filón importante de nuestras divisas en la
que Colombia podría utilizar las cuantiosas inversiones realizadas en el pasado en la formación profesional

Las nuevas teorías del desarrollo destacan la importancia de contar con trabajadores altamente capacitados.  Colombia, afortunadamente. cuenta con un grupo de profesionales altamente calificados que está buscando oportunidades de trabajo en el resto del mundo.  En los vuelos a Venezuela, Ecuador y Perú se nota la presencia de una serie de profesionales que se desplazan a los países vecinos a prestar sus servicios.  Para un observador optimista la presencia de nuestros profesionales en el exterior señala un filón importante de nuevas divisas en la que Colombia podría utilizar las cuantiosas inversiones realizadas en el pasado en la formación profesional.

Sin embargo, este dinamismo que se .observa en el flujo de viajeros internacionales no se refleja en las cifras del comercio internacional.  Las exportaciones, castigadas por la revaluación del peso originadas en las altas tasas de interés y el excesivo gasto del gobierno muestran un estancamiento preocupante. Unas exportaciones estancadas unidas a una importaciones que crecen aceleradamente son, sin lugar a dudas, la causa de un déficit comercial del país que ha llegado a niveles insostenibles.

Al tratar de indagar por qué la exportación de servicios no se ha traducido en un renglón importante de exportación surgen algunas pistas importantes.

En primer lugar, los profesionales colombiano,, a pesar de sus habilidades tienden a ser discriminados.  El pasaporte colombiano sigue siendo un obstáculo grande.  Los colombianos que viajan con cierta frecuencia son objeto de sospechas por las autoridades de migración.  En los países en que se requiere la visa, [as autoridades son severas con los colombianos y especialmente si por razones de trabajo tiene que pasar por Honduras, Perú o Bolivia.

En tercer lugar, algo tan sencillo como hacer pago en moneda extranjera se vuelve una labor de titanes. Pagar la inscripción a una universidad norteamericana o pagar una suscripción a una revista que no admite pagos a través de la tarjeta de crédito requiere hacer una especialización en Comercio Exterior y tomar cursos en el diligenciamiento de una serie de formularios, todos ellos extremadamente complejos.  Lo que en un país civilizado se puede hacer con una llamada telefónica, en Colombia requiere los servicios de un mensajero y un profesional durante dos o tres días.

Finalmente y    no por ello menos importante, el querer orientarse hacia el exterior se convierte en un mal negocio.  El gobierno con el fin de castigar a los malos y prevenir el lavado de dólares ha establecido una retención en la fuente, del diez por ciento a los ingresos por exportaciones de servicios.  Esto quiere decir que si un profesional va a vender los dólares recibido,, por los pagos de sus servicios, el banco le paga un diez por ciento menos.  En lugar de recibir los ochocientos ochenta pesos que le cobran por los giros al exterior recibe apenas setecientos noventa pesos.  El diferencial cambiario se convierte en u impuesto muy alto que unido a la revaluación real del  peso tiene como consecuencia la decisión de no exportar servicios y mejor dedicarse a atender el mercado local.

Es tan alto e injusto el impuesto a la exportación de servicios que todo el mundo trata de evadirlo.  La manera más sencilla es la de recibir el pago en efectivo y convertir los dólares a peso en las casas de cambio. reduciendo de esta manera el impuesto a cargo del exportador de servicios.  Todo el esfuerzo hecho por el país para legalizar las transacciones en dólares como base par una apertura de la economía. se ha venido perdiendo pues en cinco años de apertura no se ha logrado que el colombiano pueda integrarse a la economía mundial.  Si realmente queremos integrarnos a la economía mundial debemos permitir a los colombianos honestos que tengan parte de sus activos en dólares y que puedan convertirlos libremente a una moneda de sus preferencias.  La lucha contra el lavado de dólares se puede hacer manteniendo unas tasas de cambio uniformes que no discriminen a los exportadores de servicios,

martes, 20 de junio de 1995

Un año perdido

La poca credibilidad que ha despertado la política económica del gobierno es, sin lugar a dudas la principal causa de los problemas que se están viviendo.

Está para cumplirse el primer aniversario del nombramiento del actual Ministro de Hacienda y es hora de comenzar a hacer el balance de la gestión realizada en estos doce meses. Las noticias aparecidas recientemente en los periódicos confirman la opinión de los críticos del Doctor Perry. El clima de los negocios se ha deteriorado de manera tan grave que si aplicáramos el indicador R desarrollado por la famosa revista The Economist, deberíamos concluir que nos enfrentamos a una penosa recesión. Para los que no conocen los secretos de la medición económica, debo aclararles que este indicador R se obtiene contando el número de veces que aparece mencionada la palabra recesión en los medios de comunicación.

Un repaso a los indicadores confirman de manera fehaciente el tremendo fracaso de la política económica. Las metas de inflación parecen incumplibles. Las medidas adoptadas por el gobierno han sido insuficientes para lograr contener la inflación. El pacto social solo ha sido de obligatorio cumplimiento para las empresas de servicios públicos. El grave deterioro en sus finanzas que han puesto al país en peligro de un nuevo apagón no han servido de ejemplo para el resto de los agentes económicos. Los maestros, médicos y los productores en general, no han aceptado ajustar el crecimiento de sus ingresos a las metas fijadas en el Pacto Social.

La desaceleración de la inflación lograda ha sido mínima y de ninguna manera compensa la revaluación del peso. Mientras que en el último año la inflación ha sido de casi un veintidós por ciento la devaluación del peso no llega ni a un cuatro por ciento. En junio de 1994 cuando fue elegido Samper la tasa representativa era de 842 pesos por dólar mientras que la semana pasada casi un año después la tasa representativa era de 875 pesos por dólar. Si suponemos una inflación externa de cuatro por ciento y le añadimos la devaluación del cuatro por ciento tendremos que los exportadores están recibiendo hoy un ocho por ciento más que hace un año mientras sus costos han subido un veintidós por ciento. Esta pérdida de catorce por ciento en la competitividad externa del país contradice las promesas hechas por el gobierno a los exportadores y explican en buena parte el mal desempeño de la economía colombiana.

El poco control sobre los precios y la revaluación real del peso tienen su origen en los altos niveles del gasto público. En una economía abierta la revaluación de la moneda y el incremento de los precios domésticos tienen su origen en un alto nivel de gasto público. La contracción monetaria solo tiene efectos transitorios sobre la economía pues la elevación de las tasas de interés atrae capitales que repercuten en incrementos en la oferta monetaria y en la revaluación de la moneda. En las economías abiertas, el incremento del gasto del gobierno termina desplazando, tanto el gasto en inversión privada como la demanda del resto del mundo.

La poca credibilidad que ha despertado la política económica del gobierno es, sin lugar a dudas la principal causa de los problemas que se están viviendo. El público está pensando que los niveles de gasto público son incompatibles con una meta de inflación del 18 por ciento, con una devaluación del 15 por ciento y unas tasas de interés que permitan mantener altos niveles de inversión. La necesidad de replantear la política económica para asegurar un crecimiento dinámico de la economía debería ser evidente para el gobierno. Pretender desviar la discusión hacia la autonomía del Banco Central y a la necesidad de una coordinación mayor entre el Banco de la República no ayuda mucho. El gobierno debería poner su casa en orden aceptando que sus deseos de gastar están muy por encima de las posibilidades reales de la economía colombiana.


lunes, 12 de junio de 1995

Una entrevista para coleccionar

 La página de la edición dominical del diario bogotano debería ser coleccionada por todos los académicos, en ella los profesores de principios de economía encontrarán un ejemplo muy útil para ilustrar la falacia de la composición.

Ayer en las páginas económicas de uno de los diarios bogotanos, el Doctor Augusto López Valencia, con toda la autoridad que le da su formación académica, llegó a la conclusión que no podemos estar en recesión. La cabeza del grupo Santodomingo basó su diagnóstico en las conclusiones de una reunión con noventa y dos presidentes del grupo, indudablemente todos con amplia experiencia en la medición de la actividad económica, convocada especialmente para estos propósitos.

Aún aceptando que la experiencia como jefes de las compañías del grupo les de una buena visión del estado de sus negocios, lo único que se sigue de las conclusiones de la reunión es que al Grupo le está yendo bien. Pretender que se puede generalizar de la situación de un Grupo, por poderoso que sea, a la situación del país es caer en la llamada falacia de la composición en la que se pretende hacer válido para el todo lo que es únicamente válido para alguna de las partes. Al presidente de la compañía más grande del mundo que dijo alguna vez que lo que era bueno para la General Motors era bueno para el país, la opinión pública nunca se lo perdonó. Su autor no solo entró a la galería de los grandes imprudentes sino que para su compañía fue el comienzo del final como la firma más grande del mundo.

La página de la edición dominical del diario bogotano debería ser coleccionada por todos los académicos, en ella los profesores de principios de economía encontrarán un ejemplo muy útil para ilustrar la falacia de la composición. Con ayuda de tan buen material las primeras sesiones serán más interesantes y los alumnos entenderán la importancia de aprender a razonar de una manera correcta.

Los jóvenes coleccionarán esta página para ilustrar los dos nuevos mandamientos. Entre los ejemplos de no dar papaya encontrarán, el ya comentado de la afirmación de que lo que es bueno para el Grupo es bueno para el país. El segundo ejemplo es hablar sobre la competencia desleal de sus competidores citando como ejemplo el de no permitir al consumidor elegir entre la cocacola y la pepsicola cuando cualquier persona con buena memoria sabe que tanto Avianca como Presto dos empresas del Grupo mantuvieron esa práctica cuando sus rivales de ahora tenían inversiones en algunas de las Empresas del Grupo. Si el restringir la libertad es hoy tan importante, por qué aceptó el grupo Santodomingo utilizarlas en las dos Empresas. Será que hubo algunos cambios en la ley que convirtió en ilegal lo que antes si se podía hacer.

La falta de seguimiento a las preguntas por parte del periodista encargado es un ejemplo de no aprovechar el papayazo o los papayazos que le brindo el Presidente de Bavaria. Ilustra y clarifica el sentido del décimo segundo mandamiento: "No desaprovechar los papayazos". Un medio independiente debe adoptar la defensa del público en general y no inclinarse a los poderosos que pretenden utilizarlos para difundir sus pensamientos. Los autoelogios deben dejarse a los avisos publicitarios y ni siquiera deben permitirse en medios satélites de los grupos económicos.

Si realmente se quiere preservar la competencia económica debe pensarse seriamente sobre la independencia que deben tener los medios de comunicación. El país tiene que ver con preocupación que los nuevos negocios que prometen alta rentabilidad queden en manos de los poderos que en sus palabras son los únicos que pueden financiar una inversión de cien millones de dólares. Si pretendemos conseguir miles de millones de dólares para el sector eléctrico y otro tanto para las carreteras, que nunca pueden convertirse, casi por definición, en buenos negocios, como podemos pretender que rsulte muy difícil conseguir cien millones de dólares y que por lo tanto el país tenga que seguir sufriendo de relaciones incestuosas entre el poder económico y los medios de comunicación. El romper estos vínculos non santos debería ser la labor prioritaria de la Administración Samper después de haber logrado la exitosa captura del Jefe del Cartel de Cali.

lunes, 5 de junio de 1995

La privatización de los servicios públicos.

Ante la falta de ganas del gobierno nacional para acelerar el proceso de privatización, las grandes ciudades y en especial Bogotá deben tomar la iniciativa. 

Es ampliamente conocido que el Salto Social presenta serios problemas de financiación. Los encargados de la política económica tienen la esperanza de que el sector privado colabore en la financiación de los servicios públicos y la infraestructura de transporte. Los resultados de los tímidos intentos realizados por el Gobierno no han tenido el éxito esperado. 

El sector privado ha encontrado muy riesgoso el participar bajo las condiciones impuestas. El pequeño tamaño del mercado de capitales y la imposibilidad de asumir el alto riesgo que ha querido transferir el gobierno al sector privado ha impedido una financiación de todas las inversiones que se requieren para garantizar la competitividad internacional que necesita el sector privado colombiano.

El poco éxito obtenido en la financiación de las nuevas inversiones en servicios públicos y en la infraestructura de transporte debería llamar nuestra atención hacia el problema básico de que es mucho más riesgoso enfrentarse a un nuevo negocio que manejar uno ya existente. 

Los que hemos participado en el proceso de privatización de puertos y en el estudio de nuevos puertos podemos apreciar la gran diferencia que existe entre el diseñar y promover un puerto y el de privatizar unas instalaciones existentes. El proceso de privatización de puertos colombianos ha avanzado con notable éxito y hoy en día las instalaciones portuarias colombianas se manejan de manera eficiente y han podido servir una demanda de importaciones que en cuatro años se ha duplicado. 

Al mirar hacia atrás con el fin de sacar experiencias para acelerar el proceso de privatización que necesita la economía colombiana, queda claro que entre los factores claves del éxito de la privatización de los puertos se deben mencionar por lo menos dos. El primero de ellos es un cambio en la normatividad vigente que incentive la participación del sector privado. No solo se debe aceptar el hecho de que el sector privado tiene un legítimo derecho a obtener una ganancia sino que también se debe buscar establecer condiciones de competencia. El consumidor sigue igual de mal con un monopolio privado que con un monopolio público. 

El segundo factor clave del éxito de la privatización es reconocer que el sindicato se ha convertido en prácticamente el dueño de las empresa y que debe ser compensado por los derechos laborales adquiridos. El gobierno debe como primera medida hacer un cálculo de los pasivos laborales de la empresa y debe conseguir los fondos para pagar las indemnizaciones a los trabajadores. Las empresas deben quedar saneadas porque el sector privado nacional e internacional no está interesado en comprar problemas. 

Esto no quiere decir que el gobierno comience a feriar sus activos y que se olvide de los consumidores. La introducción de la competencia y la vigilancia del Estado, así como la fijación de un plan de inversiones que aseguren que los servicios se presten a los más necesitados son condiciones importantes para que el proceso de privatización tenga éxito.

Ante la falta de ganas del gobierno nacional para acelerar el proceso de privatización, las grandes ciudades y en especial Bogotá deben tomar la iniciativa. El Alcalde Mayor de Bogotá que, tal como lo he venido sosteniendo, es el dueño del mayor conglomerado económico de Colombia debería crear un cuerpo asesor de alto nivel para que le ayude a pensar en el mejor manejo de las empresas distritales y en la conveniencia de emprender el camino de la privatización.