lunes, 27 de mayo de 1996

Panorama Económico Mundial 1996

El crecimiento económico mundial ha continuado, en promedio, a un ritmo satisfactorio, soportado en parte por un fuerte crecimiento de los países con mercados emergentes

Acaba de salir la publicación anual del Fondo Monetario sobre el "Panorama Económico Mundial" correspondiente a mayo de 1996. Este año se incluyen cinco interesantes capítulos, destacándose el tratamiento de la política fiscal. El primer capítulo trata de las políticas y perspectivas de la economía global mirando tres grupos de países: los industrializados, los países en desarrollo y los antiguos países comunistas, hoy llamados países en transición. En el capitulo dos se presenta la situación económica mundial y las perspectivas de corto plazo en donde se analiza primero la situación de los tres tipos de países mencionados anteriormente y luego se presentan aspectos de la coyuntura mundial en lo que se refiere a  precios, mercados de divisas y financieros y situación del sector externo. Los tres últimos capítulos presentan para cada uno de los grupos de países, principales problemas relacionados con el manejo de la política fiscal.

Debido a las limitaciones naturales de una columna de opinión no es posible considerar todo el material presentado en el informe del Fondo sino que es preferible tratar, por ahora, el primer tema relativo a las políticas y perspectivas a escala global. De acuerdo con el análisis del Fondo, "el crecimiento económico mundial ha continuado, en promedio, a un ritmo satisfactorio, soportando en buena parte por un fuerte crecimiento de los países con mercados emergentes". El crecimiento de 1995 se redujo en parte por una desaceleración de los países de Europa y Norte América que el Fondo considera será de carácter temporal. En efecto, según la publicación señalada se prevé un crecimiento de la economía mundial cercana al cuatro por ciento para 1996 y 1997 que representa un aumento sobre el tres y medio por ciento de 1995.

La publicación del Fondo destaca la gran sensibilidad de los mercados financieros a las preocupaciones sobre desequilibrios económicos y financieros. Para los países que no ejercen un auto control de sus políticas económicas la economía globalizada ha comenzado a ejercer a un gran costo una disciplina de mercado. Sin lugar a dudas, esta disciplina del mercado no le gusta a los gobiernos populistas y por eso añoran las épocas de autarquía en la que los errores de política no tenían una respuesta tan inmediata. Aunque la integración de los mercados financieros puede, en última instancia, proteger al consumidor, es mucho mejor adoptar una política sana que evite los grandes sobrecostos que le infringe a la economía la disciplina del mercado.

A diferencia de lo que se vislumbra para Colombia, para la economía mundial 1996 presenta una serie de signos positivos. Las presiones inflacionarias son moderadas. Las tasas de interés reales son mucho más bajas que las imperantes a comienzos de los ochenta. Los precios de las acciones han continuado en alza. Las tasas de cambio entre las principales monedas han vuelto a niveles compatibles con los elementos estructurales.

Los desequilibrios fiscales, en opinión de los funcionarios del Fondo encargados de la publicación reseñada, pueden afectar negativamente la situación económica mundial. En los países industrializados, los desequilibrios fiscales continúan siendo una fuente de presión alcista en las tasas de interés real, lo que ha tenido como consecuencia un desplazamiento de la inversión del sector privado. Los problemas de la seguridad social y de los sistemas de salud requieren de una urgente reforma para lograr eliminar una fuente importante de desequilibrio fiscal de los países industrializados.

Aunque los países en desarrollo han hecho importantes reformas en el campo fiscal se continúan distrayendo recursos de la actividad productiva privada y se continúa manteniendo una participación en actividades de carácter cuasi fiscal que crean importantes desbalances en el área fiscal. Aunque las economías en transición han hecho importantes reformas en el área fiscal, los desequilibrios siguen siendo causantes de problemas inflacionarios y retrasan innecesariamente la transformación de la actividad económica de estos países.


Finalmente, no sobra resaltar la importancia de este tipo de publicaciones que permiten mirar los acontecimientos mundiales y que dan una buena perspectiva para poder analizar nuestra propia situación. La información y el análisis presentados permiten tener una nueva perspectiva sobre asuntos como si la crisis colombiana es de carácter estructural o si tiene orígenes en la falta de gobernabilidad. Por esta y muchas otras razones, la recomendación para los interesados en la economía colombiana es muy clara: hay que mantenerse informado de lo que pasa en el mundo.

martes, 21 de mayo de 1996

La Privatización de los Teléfonos en Bogotá

Un debate en el que deberían predominar las consideraciones técnicas sobre la conveniencia de las diferentes alternativas se ha transformado por falta de elementos de juicio serios en una discusión de carácter ideológico.

Las Empresas Públicas de Bogotá son, sin lugar a dudas, el patrimonio más preciado de los bogotanos.  Los activos de las tres empresas son superiores al de los principales pos económicos colombianos. El ahorro de varias generaciones de bogotanos está representado en las instalaciones productivas de las tres grandes empresas bogotanas.  El buen manejo de las tres empresas de servicios públicos es la condición necesaria para poder alcanzar un buen nivel de vida en la capital del país.  Por tanto, cualquier decisión relacionada con una de estas tres empresas debe ser objeto de un amplio debate.

Que las empresas de servicios públicos de Bogotá están pasando por un periodo critico y que su manejo deja mucho que desear es una realidad que se vive día a día.  El esfuerzo pecuniario de los bogotanos para sostener una administración totalmente ineficiente es cada día mayor.  El aumento continuado de las cargas unido a un deterioro en la calidad de los servicios nos ha llevado a la deplorable situación de tener que pagar los impuestos de Nueva York y padecer una calidad de vida inferior a la de Somondoco.

Para lograr salir de esta encrucijada la Administración Distrital ha propuesto una salida fácil.  Privatizar la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá.  Con esta jugada genial se pretende matar dos pájaros de un solo tiro.  Por una parte, se busca mejorar la eficiencia en la prestación del servicio telefónico y por otra se intenta aumentar los recursos para financiar el plan de desarrollo de la actual Administración.

La falta de un diagnóstico claro sobre la Empresa de Telecomunicaciones, así como su abandono por parte de la Administración Mockus durante este año y medio ha llevado a la conclusión simplista de que la única solución para la Empresa es su privatización.  Las dificultades financieras generadas por un esquema absurdo de tarifas se ignoran achacándole los problemas a su condición de establecimiento público del orden Distrital.  La posibilidad de mejorar su eficiencia mediante la transformación en empresa industrial y comercial del distrito ya ni se discute, tal vez, debido a la gravedad de la situación actual de la ETB.

Un debate en el que deberían predominar las consideraciones técnicas sobre la conveniencia de las diferentes alternativas se ha transformado por falta de elementos de juicio serios en una discusión de carácter ideológico.  Los partidarios de la privatización han tenido que apelar a argumentos débiles para sostener su posición.  Sostener que posponer la decisión llevaría a una pérdida de valor de la Empresa no es más que pensar con el deseo.

Si bien el aumento de la competencia ha debilitado la posición monopólica de la ETB, las ventajas derivadas de la misma naturaleza del negocio todavía son formidables.  A nadie que conozca el negocio de las comunicaciones le puede cabe la menor duda de que es mejor comprar la ETB que comenzar de nuevo.

Más aún, no es muy claro que el valor de la ETB haya disminuido con el tiempo como lo aseguran algunos de los grandes privatizadores.  Si bien a la ETB le han salido rivales y por lo tanto ya no puede considerarse como la dueña de todo el mercado, es muy probable que con el avance de las telecomunicaciones y la aparición de nuevos servicios el valor de la empresa haya subido en la medida en que el aumento los ingresos correspondiente a los nuevos servicios compense la disminución de los ingresos debidos al aumento de la competencia.

Por otra parte, la presencia de los operadores de la telefonía celular puede hacer que el Distrito logre un mayor valor por sus activos.  Si la ETB se hubiera vendido hace algunos años el interés de los grandes grupos económicos hubiera sido menor pues el riesgo de entrar a un nuevo negocio hubiera sido considerable.  Hoy en día, gracias a la experiencia que han ganado con la telefonía celular los grupos económicos cuentan con especialistas en el área de las telecomunicaciones que les permitirán obtener óptimos resultados en sus inversiones en este dinámico sector.

La conclusión de lo anterior es muy sencilla.  El debate sobre la suerte de las Empresas Públicas tiene que darse con suficientes elementos de juicio y no puede convertirse en una discusión de carácter ideológico. La Administración Distrital debe contratar estudios serios que le permitan tomar la mejor decisión sobre lo que se debe hacer con las tres grandes empresas de servicios públicos.



lunes, 13 de mayo de 1996

El plan de no-reactivación

Para algunos de los analistas pensar en reactivación con los niveles de déficit externo actual puede resultar en una crisis cambiaria

El Presidente Samper aprovechando la oportunidad de la posesión de José Antonio Ocampo nuevo Ministro de Hacienda, ha lanzado el nuevo plan de reactivación en el que da a conocer una serie de medidas para lograr aumentar el ritmo de crecimiento de la economía. El paquete contiene una serie de medidas encaminadas a inducir al sector privado a incrementar sus planes de gasto.

En sus primeras declaraciones a los medios de comunicación, el Ministro de Hacienda, tratando de convencer al sector privado de su ortodoxia fiscal, ha aclarado que el paquete no está basado en un incremento del gasto público, sino que busca estimular algunos componentes del gasto agregado a través de medidas relacionadas con la política monetaria, cambiaria y crediticia. Teniendo en cuenta esas precisiones, el plan de reactivación más bien parece un mensaje  a sus colegas de la Junta Directiva del Banco de la República que un plan de acción, trabaja para su, probablemente, muy breve faena como Ministro de Hacienda. La promesa de mantener una disciplina fiscal es un buen anuncio del Ministro Ocampo, y revela un cambio positivo de alguien que hace menos de quince años, cuando trabajaba en Fedesarrollo, pregonaba el impulso fiscal como la solución apropiada para mantener altos ritmos de crecimiento de la actividad económica.

A pesar de las declaraciones del Ministro han comenzado a surgir serias críticas al plan propuesto. Para algunos de los analistas, pensar en reactivación con los niveles de déficit externo actual puede resultar en una crisis cambiaria. El razonamiento es muy sencillo. Mientras que la Tasa de Cambio esté en tope de la banda, cualquier disminución en la tasa de interés se va a traducir en una mayor demanda de divisas por parte del sector privado. Ante la mayor demanda de la Junta Directiva del Banco de la República debe vender dólares, lo que trae como consecuencia una disminución de las reservas internacionales y una reducción de la oferta monetaria. El menor crecimiento de la liquidez, finalmente, desemboca en un aumento de las tasas de interés. El estímulo lo único que conseguirá es exportar reservas internacionales lo que hace más vulnerable de la economía al desequilibrio externo y aumenta las posibilidades de una especulación del peso.

Que esto no es una especulación de unos teóricos, se puede comprobar repasando la triste historia cambiaria ocurrida en los años 83 y 84 en Colombia. Bajo la dirección del Ministro Edgar Gutiérrez, se dieron considerables estímulos para contrarrestar la recesión de la industria antioqueña y para salvar el sistema financiero colombiano. El resultado no fue el anunciado. El ritmo de crecimiento se mantuvo como uno de los más bajos de la historia colombiana, mientras que el nivel de reservas bajó considerablemente obligando al final al gobierno a tomar drásticas medidas para conjurar la crisis cambiaria.

El estímulo a la economía Colombiana en presencia de un déficit externo es cada vez menos aconsejable, pues a raíz de la apertura la movilidad de los capitales se ha incrementado, lo que hace que las reacciones a un estímulo monetario sean mucho más inmediatas y potentes. Más aún, en las circunstancias actuales en las que la crisis de gobernabilidad ha inducido a una preferencia por los dólares, la baja de las tasas de interés lo único que va a hacer es permitir satisfacer esta mayor demanda de divisas.


La conclusión que nos deja el análisis de las experiencias anteriores en Colombia, así como lo ocurrido recientemente en México y Venezuela, es que un estímulo monetario lejos de convertirse en una solución para la economía con problemas puede en un momento dado convertirse en una de las causas de una crisis cambiaria. Cuando el sector privado no tiene interés en invertir, la abundancia de crédito no asegura que se aumente el gasto en nuevo equipo. En estas circunstancias se aplica el famoso dicho de que a un caballo se le puede llevar a un río pero no se le puede obligar a beber. 

lunes, 6 de mayo de 1996

Una renuncia esperada

Con la salida del ministro Perry se intensifica la discusión sobre la verdadera situación económica y sobre la bondad política económica del actual gobierno

El domingo pasado presentó renuncia el Ministro de Hacienda de la Administración Samper. Tal como se había analizado en esta columnala falta de credibilidad en el gobierno eran tan evidente que tarde o temprano el Ministro de Hacienda o el Director de Planeación se verían enfrentados a escoger entre su futuro profesional o su lealtad con el Presidente de la República. Aunque se esperaba la salida del Director de Planeación quien ya tenía un ofrecimiento de una Universidad de Inglaterra, al final la cuerda se reventó por el lado del Ministro de Hacienda.

Con la salida del ministro Perry se intensifica la discusión sobre la verdadera situación económica y sobre la bondad de la política económica del actual gobierno. Para la mayoría de los analistas, la salida de Perry es un síntoma inequívoco de la existencia de graves problemas en el manejo de la economía. Es muy diciente que alguien, como el doctor Perry, que nos tiene acostumbrados a justificar lo injustificable termine dándose cuenta de la gravedad de la situación. El pregonar una situación mejor que la real durante tanto tiempo le quitó credibilidad dentro de la comunidad internacional a las políticas del gobierno colombiano. Ser Ministro de Hacienda de un gobierno descertificado en el que los indicadores económicos eran cada vez más negativos estaba acabando con el prestigio internacional del Ministro de Hacienda. Las posibilidades de mostrar unos resultados positivos eran cada vez más remotas y por lo tanto era necesario buscar una salida digna de un gobierno cada día más cuestionado.

La renuncia del Doctor Perry, no puede extrañarnos pues era algo que se veía venir. Lo que nos sorprende es por qué no se presentó antes y cómo alguien con una trayectoria académica como la del doctor José Antonio Ocampo acepta seguir vinculado a un gobierno que ha mostrado una propensión tan grande al mal manejo económico. Si es cierto que la decisión del doctor Perry se debió a discrepancias en el manejo económico y en especial al gasto desbordado para sostener al Presidente, uno se pregunta si antes de abril de 1996 nunca se habían presentado estos excesos.

La respuesta es clara, nadie que conociera a Samper podría dudar que, tarde o temprano las tendencias populistas propias de un Alan García saldrían a flote. El técnico que aceptara ser Ministro de Hacienda del doctor Samper debería, como primera tarea, escribir su carta de renuncia teniéndola lista para presentarla en el momento en que el Presidente propusiera algo en contra de un prudente manejo fiscal. Por ejemplo, habría valido la pena renunciar en el momento en que el Gobierno incumpliendo sus promesas electorales propone una nueva reforma tributaria. Defender una reforma tributaria con el peregrino argumento de que el plan de desarrollo no cuenta con la financiación adecuada, cuando la prudencia ordenaba presentar un Plan de Desarrollo que estuviera dentro de las posibilidades existentes no concuerda con la imagen del Ministro que se nos quiere presentar.

El ministro Perry, tal vez, por su amistad con el Presidente fue demasiado tolerante con los excesos del Gobierno y del Congreso. Las ventajas tributarias para los grandes financiadores de la campaña Samper Presidente se hicieron a espaldas del Ministro de Hacienda, sin que el doctor Perry diera la pelea necesaria para preservar el sano equilibrio fiscal. En retrospecto, el presentar renuncia cuando el Congreso le metió esos goles hubiera consagrado al doctor Perry  como un campeón de la ortodoxia fiscal.

Del análisis anterior, debe quedar claro que un académico como el doctor Perry ha perdido prestigio por demorarse en la decisión de renunciar, su credibilidad, que se había recuperado después del penoso incidente del apagón, ha vuelto a niveles muy bajos. Los académicos ante el fracaso de uno de sus mejores exponentes, deben estar pensando si vale la pena vincularse al Gobierno y si el deseo de tener un impacto positivo en el desarrollo económico del país justifica esta decisión. La respuesta no es fácil. Lo que sí queda claro es que es un gran error vincularse a un gobierno tan cuestionado desde el punto de vista moral. Un verdadero académico no ha debido entrar al gobierno desde el momento mismo en el que se conocieron los famosos narcocasetes, pues algo que comienza tan mal tiene que terminar mal.