lunes, 5 de agosto de 1996

Dos años de alta inflación

Una inflación alta unida a una marcada desaceleración de la economía y a un persistente déficit en cuenta corriente nos han llevado a una situación de difícil manejo.

Se completa el segundo año del gobierno Samper con una inflación muy parecida a la que se tenia en el momento del cambio de gobierno.  En efecto, de una inflación de año corrido de 15,73 por ciento al comienzo del mandato se llega al cabo de veinticuatro meses de una criticada gestión a una inflación de 15,7ó por ciento para los primeros siete meses del 9ó.

La inflación registrada en los últimos siete meses no solo está muy cercana a la meta actual del diecisiete por ciento sino que resulta demasiada alta para un país que busca integrarse a la economía mundial y que para lograr una estabilidad en la tasa de cambio requiere de inflaciones cercanas al cuatro por ciento.  Una inflación anual del 20.57 en los últimos doce meses dista mucho de cifras que revelen un manejo adecuado de la economía.

Una inflación alta unida a una marcada desaceleración de la economía y a un persistente déficit en cuenta corriente nos han llevado a una situación de difícil manejo.  Si las autoridades económicas abandonan la lucha contra la inflación para tratar de reactivar la economía aumentan las expectativas de inflación y hacen por lo tanto más difícil el cumplimiento de las metas de inflación en el futuro.  Además, estas condiciones pueden precipitar a la economía en una crisis cambiaria, pues el estimulo generado por un aumento en la oferta monetaria puede desencadenar una fuga de capitales y agudizar el desequilibrio externo.

Si tenemos en cuenta el deseo de aumentar el nivel del gasto militar la complejidad del manejo económico se agudiza.  El aumento de la participación del sector público planeado no deja de ser preocupante pues continua una tendencia muy preocupante iniciada en la administración anterior.  A partir del gobierno Gaviria y de la constitución del 91 se han incrementado de manera alarmante los gastos del gobierno sin haberse obtenido a cambio mejoras en los servicios prestados.

El notable incremento en el presupuesto de gastos en los sectores sociales no se han traducido en mejoras en el nivel de vida de los colombianos.  Los incrementos en los gastos del sector justicia no se han visto reflejados en una mejor administración de la justicia y los incrementos en el gasto militar no se ha traducido en mejoras notables en la seguridad ciudadana.

Por el contrario la mayor ineficiencia asociada con un sector público cada vez mayor y cada vez más ineficiente ha sido la principal razón de los desequilibrios macroeconómicos que se reflejan en una inflación alta acompañada de un aumento del desempleo. La inflación persistente acompañada de altos niveles de desempleo es el resultado de una incompatibilidad entre las metas monetarias y fiscales.  El gobierno se ha empeñado en aumentar su gasto por encima del margen monetario acordado con la Junta Directiva del Banco de la República.
  
El manejo de la inflación de los dos últimos años no puede continuar pues hoy en día nadie está creyendo en las metas de inflación.  El Gobierno por su debilidad ha tenido que ceder a los grupos de presión y en consecuencia el gasto público ha aumentado considerablemente.  Los recursos generados por las reformas tributarias han desaparecido muy rápidamente sin lograr los propósitos buscados en el frente de la estabilización.  Las reiteradas promesas del Presidente y de algunos de sus ministros más el intento de completar el período presidencial a costa del presupuesto nacional han impedido lograr la reducción de la inflación.  Se han perdido dos años preciosos para avanzar en la reducción de la inflación.



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