lunes, 12 de agosto de 1996

Tres enfoques sobre la demanda de servicios públicos

La entrada del sector privado a la prestación de servicios públicos ha generado una tercera ola en las proyecciones de demanda.

En las facultades de ingeniería a finales de los años cincuenta y comienzo de los sesenta le enseñaban a uno que para calcular la demanda de servicios públicos había que hacer unas proyecciones de población para después multiplicar por un consumo per cápita y así obtener la futura demanda de un servicio público como el acueducto.  Los ingenieros sin mucho conocimiento de la demografía y menos de la econometría buscaban una fórmula, que sin ser muy difícil de calcular representara de forma adecuada la dinámica poblacional.  En ocasiones, se presentaban debates sobre cual debía ser la mejor forma de proyectar la población y se hacía énfasis en los problemas que podrían tener unas malas proyecciones de población en el cálculo de la demanda de servicios públicos.

En 1968, los técnicos del DANE y de Planeación Nacional participaron en un interesante debate sobre las proyecciones de los principales centros urbanos.  En julio de 19ó8, en el Boletín Mensual de estadística apareció una crítica a las proyecciones de Población realizadas por el DNP en la que después de criticar la pertinencia del modelo utilizado por Planeación se presentaban unas proyecciones utilizando un modelo más realista pero un poco más difícil de calcular.  Esta discusión, típica de un enfoque puramente técnico puede aportar muchos elementos de juicio sobre la bondad de los modelos utilizados siempre y cuando se haga una evaluación ex-post de cuál de las dos alternativas resultó más apropiada para efectos de proyección.  Desgraciadamente, esta actividad de evaluación de los resultados de las proyecciones no se hace Colombia pues podría aportar muy importantes enseñanzas.  A propósito, al revisar los resultados de los ú1titnos censos es fácil comprobar que el DANE que por esa época era un pequeño David le ganó ampliamente al gigante liderado por Edgar Gutiérrez.

A comienzos de los ochenta y gracias a la difusión de las técnicas econométricas se avanzó en las proyecciones de demanda de los servicios públicos.  Los modelos comenzaron a incluir además de la población algunas variables económicas y los parámetros de los modelos se calcularon a partir de series de tiempo con un considerable número de observaciones. Como lo enseñan los textos básicos de economía en su tercera lección se consideraron como determinantes de la demanda el precio del servicio, el ingreso de las familias, el tamaño de la población y el precio de los bienes substitutos.

Las discusiones ya no eran tanto entre técnicos sobre las formas funcionales de los modelos de tendencia sino entre el técnico y el economista.  El economista debía convencer al técnico de que las proyecciones de demanda y consecuentemente de los ingresos de la empresa de servicios públicos debería tener en cuenta el efecto de un aumento de precios en el consumo de las familias y las industrias.  El sobredimensionamiento no se debía a errores en las proyecciones de población sino a que algunos economistas habían olvidado sus primeras lecciones del curso básico y habían excluido del modelo variables tan importantes como el precio del bien.

La entrada del sector privado a la prestación de servicios públicos ha generado una tercera ola en las proyecciones de demanda.  Los modelos de los técnicos y de los economistas resultan insuficientes pues las empresas además de entender cuál va a ser la demanda por un servicio público, bien sea agua, electricidad o telecomunicaciones en la ciudad donde prestan el servicio sino que deben establecer cuál va  a ser la demanda de su empresa.  Es claro que un modelo como el del economista en que la única variable a su disposición es el precio fijado por la empresa va ser inadecuado.  La demanda del servicio va a depender buena parte del servicio que le ofrezca al cliente y en especial a las políticas de mercadeo.  El nivel de gastos en propaganda, la red de distribución, la percepción del cliente sobre la empresa y su satisfacción con el servicio prestado pueden ser tan importantes para la demanda como la política de precios.

El que quiera proyectar la demanda de servicios públicos para las empresas del siglo veintiuno requiere de un conocimiento sólido de la demografía, de la economía y del mercadeo.  Las buenas proyecciones de población, y el conocimiento de las elasticidades de la demanda con relación al ingreso y a los precios deben venir acompañados de un análisis del impacto de las principales políticas de mercadeo.



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