lunes, 31 de enero de 1994

Las perspectivas macroeconómicas

La coherencia y credibilidad del programa macroeconómico del gobierno se ha mejorado notablemente a raíz de las medidas recientemente adoptadas en el frente fiscal.

La semana pasada ANIF y FEDESARROLLO organizaron un interesante seminario en el que se presentaron los resultados del 93, se analizó el programa macroeconómico del gobierno y se dieron a conocer las proyecciones elaboradas por los organizadores para 1994. Una de las principales conclusiones que nos quedó a los asistentes es que existe un acercamiento entre las proyecciones de los organizadores y lo previsto en el programa macroeconómico del gobierno.

Los participantes en el seminario pusieron de presente que la coherencia y credibilidad del programa macroeconómico del gobierno se ha mejorado notablemente a raíz de las medidas recientemente adoptadas en el frente fiscal. No cabe duda que el gobierno ha tomado una decisión importante en este campo y que este cambio de rumbo, solicitado por la mayoría de los analistas económicos, es una muy buena noticia.

Las medidas relacionadas con el manejo cambiario resultaron más difíciles de digerir. Pese a la magnífica presentación que hizo el Doctor Roberto Junguito, la audiencia no logró entender si esta medida iba a dar lugar a una revaluación o si por el contrario, iba a tener como consecuencia una aceleración de la devaluación.

Para poder entender el posible efecto de estas medidas es necesario recalcar que el certificado de cambio es un instrumento que sirvió primordialmente para diferir el efecto de una entrada masiva de divisas. Este instrumento, que en su momento permitió congelar recursos considerables, había perdido totalmente su poder y tal como lo habíamos propuesto en varias columnas, debía ser eliminado. Las complicaciones que estaba causando, especialmente al transmitir las variaciones en las tasas de interés al precio del dólar, eran muy superiores a los escasos beneficios que todavía se lograban con su existencia. Debo reconocer que la manera como la Junta Directiva del Banco de la República eliminó el certificado resultó mucho más sencillo de lo que yo pensaba. Encuentro que la solución adoptada es mucho más clara y elegante que la que yo había planteado en una columna anterior.

Al eliminarse el certificado de cambio y al establecerse límites generosos de intervención obligatoria en el mercado cambiario, la Junta Directiva ha ganado autonomía en el manejo de la divisa. Debe recalcarse que el Banco de la República podrá intervenir aún en el caso en que el precio de la divisa esté dentro del corredor establecido, si lo considera necesario. De ninguna manera el precio del dólar se ha dejado libre y por lo tanto, sigue siendo un instrumento importante para la política económica.

Esto quiere decir, que la medida en si no va a contribuir ni a una revaluación, ni a una devaluación. La eliminación del certificado de cambio permite, eso si, adoptar con mayor facilidad una política determinada. Cuando existía el certificado de cambio el aumento del ritmo de devaluación tenía efectos perversos que iban en contravía de la medida adoptada. En efecto, el aumento en el ritmo de la devaluación aumentaba la tasa de interés de paridad y la tasa de interés doméstica, lo que conducía a una revaluación de la tasa representativa del mercado. Al eliminarse el certificado de cambio, el vínculo entre la tasa representativa y la tasa de interés desaparece y con ello el efecto perverso en la tasa representativa del mercado. De manera análoga, como la tasa de interés no afecta de manera inmediata a la tasa representativa del mercado, ahora es más fácil utilizar la tasa de cambio nominal como instrumento de control de la inflación.


La consecuencia, entonces, de la eliminación de la tasa de cambio es apenas obvia. Los analistas necesitan estar pendientes del efecto de variables como el defícit fiscal, que afectan de manera importante las variables económicas. Si consideramos que la tasa de cambio esta sobrevalorada debemos poner especial cuidado entonces, en generar un importante superávit fiscal que permita hacer una devaluación real del peso. 

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