lunes, 24 de octubre de 1994

Lo barato se vende caro

Vender programas a US$30 puede convertirse en un negocio de US$1.500 millones

En la semana anterior mientras en Colombia se llevaba a cabo una nueva edición de Compuexpo, la Prensa presentó en sus páginas económicas una noticia que debió maravillar a las compañías productoras de software de Colombia.  En efecto, Microsoft, la firma más grande productora de programas de computador, compró por la suma de 1.500 millones de dólares una compañía llamada Intuit cuyo producto bandera es un programa para manejar las finanzas de los hogares americanos.

La importancia del mercado del software se puede apreciar aún sin convertir las cifras a nuestros devaluados pesos.  Los 1.500 millones de dólares pagados por Microsoft, que es más o menos lo que cuesta una central eléctrica del tamaño del Guavio, es el pago por un programa que trata de apoyar la realización de una labor rutinaria que se hace con inusitada frecuencia.  Todo el que tiene que realizar un pago se da cuenta inmediatamente que esta labor no sólo es aburrida sino que por eso mismo el tener los registros financieros al día y en orden es un proceso casi imposible de hacer.  El llevar ordenadas y al día las cuentas de la casa y el pequeño negocio no sólo permite un mejor control sino que facilita enormemente la penosa tarea de hacer la declaración de renta.

La revolución causada por Quicken, el programa bandera de Intuit, es difícil de imaginar para alguien que no lo haya utilizado.  Antes de Quicken los americanos miraban con pánico la llegada del 15 de abril, fecha de presentación de la declaración de renta.  El cumplimiento de la obligación tributaria venia acompañada de horas enteras de trabajo en las que intentaba organizar todos los papeles del año.  En el momento de hacer la declaración de renta se comenzaba uno a preguntar a quién le había girando un cheque que de ser deducible le podría ' 'representar una disminución considerable de los impuestos.  Después de Quicken el proceso de hacer la declaración de renta es mucho más llevadero.  Muy rápidamente se puede establecer cuál es el saldo en todos los bancos, cuánto se ha ganado durante el año y cuáles son los pagos descontables de impuestos.

El gran éxito del programa Quicken, que en su versión inicial era simplemente una versión electrónica de la manera como se hacían los cheques, se puede explicar por dos razones.  En primer lugar, los programadores hicieron un programa que resolviera el problema sin necesidad de que la gente cambiara su manera de trabajar.  Cuando el usuario tenia que escribir un cheque en la pantalla del computador aparecía un cheque para que en el se introdujera el nombre de la persona a que se giraba y el valor en letras.  El programa se encargaba de llenar el resto de la información, imprimirlo y guardar la información correspondiente.' Cuando el usuario quería comprobar su saldo el computador se lo presentaba en el mismo formato al que estaba acostumbrado, con la única diferencia que en esta ocasión los valores que aparecían en el talonario estaban bien calculados pues la información entraba directamente al computador en el momento en que se hacía el cheque.

El programa permitía clasificar los gastos según su naturaleza y al final de un período se contaba con información de resumen que permitía hacer rápidamente la declaración de renta o presentar informes a las entidades financieras sobre los ingresos, egresos y hasta un balance rudimentario, a medida que pasaba el tiempo, el programa iba aumentando en flexibilidad y en potencia.  Las últimas versiones permitían hacer cálculos de cuotas hipotecarias, llevar las cuentas de la inversión en la bolsa y hasta permitía el pago de las cuentas a través de un módem.

La segunda razón para el éxito del programa Quicken ha sido su bajo precio, lo que unido a su buen diseño permanente mejora, ha resultado en una base de usuarios que es la envidia de los productores de software de todo el mundo.  Aunque su precio de lista era un poco superior a los 50 dólares, el programa se podía conseguir a menos de 30 dólares.  El bajo precio del programa no sólo permitió una gran penetración sino que evitó la piratería.  Todos los usuarios de Quicken consideraban que no deberían "regalar" un programa tan barato y más bien les recomendaban su compra y utilización.  Además, las continuas actualizaciones y mejoras del programa hicieron que los usuarios viejos se mantuvieran comprando las nuevas versiones.

Otra importante consideración del éxito del Intuit que comenzó a mercadear a sus fieles compradores, es otra serie de servicios complementarios.  Intuit no solo vendía programas sino que también se convirtió en uno de los mayores productores de formas preimpresas como facturas, cheques, etc. A través de una gran penetración pudo establecer un mayor valor agregado para sus productos más rentables.

Los que conocemos a Intuit y sus programas no podemos menos de alegrarnos de que una estrategia tan útil para el consumidor haya tenido tanto éxito y que los esfuerzos de los fundadores de esta compañía se vean premiados por un precio alto.  La exitosa estrategia de la compañía de California contrasta con la de las compañías colombianas dedicadas a hacer programas de contabilidad.  En Colombia los fabricantes de software viven obsesionados con la piratería y se inventan todo tipo de obstáculos para que el usuario legítimo pueda usar su producto.  Además, los sistemas se hacen para resolver el problema tal y como lo hace el programador sin tener en cuenta si el cliente trabaja de la misma manera.  Los precios que le ponen a sus productos están por encima de cualquier cifra razonable.  Lo que cuesta 200 dólares en Estados Unidos se vende a mis de tres mil dólares en Colombia, alegando para ello la estrechez del mercado nacional.  La diferencia en estrategias y los resultados no pueden ser más dicientes.  El atender una demanda con un producto de calidad a bajo costo puede significar la diferencia entre un negocio de menos de un millón de dólares a uno de más de 1.500 millones de dólares.

lunes, 10 de octubre de 1994

Brasil prende motores

Aunque las perspectivas de Brasil vuelven a ser buenas el camino hacia el equilibrio macroeconómico no es fácil.

La importancia del Brasil dentro del contexto latinoamericano es innegable. En Brasil vive el 35.7% de la población y allí se genera el 37.80 del PIB latinoamericano. En una economía abierta en la que las interrelaciones económicas son cada día más fuertes es imposible progresar sin que lo hagan los países de mayor poder económico y por tanto el resultado de la elección presidencial en el Brasil puede convertirse en una de las buenas noticias para este sufrido hemisferio.

Los grandes desequilibrios macroeconómicos del pasado reciente que desembocaron en una hiperinflación que casi acaba con el país han hecho olvidar las épocas doradas del milagro brasilero. El crecimiento del 9 por ciento anual de los años setentas ha sido olvidado por todos los analistas que se han concentrado en el seguimiento de los innumerables planes de estabilización con variados nombres y corta duración.

El ascenso al poder del nuevo presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso ha sido mirado con expectativas por todos los que esperan que nuestro vecino retome su senda de crecimiento acelerado. El éxito inicial del llamado Plan Real inspirado por el antiguo Ministro de Hacienda y hoy Presidente electo del Brasil ha sido el factor determinante del antiguo profesor de la Universidad de París.

Aunque las perspectivas de Brasil vuelven a ser buenas el camino hacia el equilibrio macroeconómico no es fácil. La política de estabilización se basa en una vinculación de la moneda al dólar buscando devolver la confianza del público en las autoridades económicas. En este aspecto copia la medida implantada por el gobierno argentino que ha llevado a una inflación similar a las de los países industrializados.

Si bien, el establecimiento de una paridad fija con respecto al dólar asegura en el largo plazo una inflación moderada, su efecto en el corto plazo puede llegar a ser traumático. Una tasa de cambio fija con una inflación inercial alta puede llevar a una sobrevaluación de la moneda lo que lleva a la quiebra de los exportadores y conduce al desempleo. Los controles de precios sin un equilibrio fiscal tal como se ha visto en la infinidad de programas de estabilización del Brasil son apenas pañitos de agua tibia que no logran controlar la grave enfermedad del cono sur.

La estabilización de la economía brasilera y su retorno a la senda de un rápido crecimiento puede ser el elemento clave para un crecimiento rápido de toda la economía latinoamericana. Los países participantes en MERCOSUR pueden ser los primeros beneficiados de el milagro brasileño parte dos. El crecimiento acelerado en Argentina y Brasil fruto de un proceso de integración exitoso puede llevar a que todo el cono sur crezca a tasas comparables a las de los famosos tigres asiáticos.

La integración de Colombia y de los demás países del Grupo Andino con el Brasil debe ser una de las prioridades de la Administración Samper. Nuestros negociadores, tanto del sector público como del privado deberían entrar a cursos acelerados de portugués para poder ampliar el intercambio comercial con la economía más grande de latinoamérica, el resurgimiento de la economía brasilera no debería tomarnos de sorpresa.


lunes, 3 de octubre de 1994

Tampoco fue en 1994

La pérdida de confianza en la política económica de un gobierno es en extremo grave.

Las cifras del costo de vida correspondientes a septiembre muestran que en 1994 tampoco se pudo cumplir con la meta de inflación. En efecto, en nueve meses la inflación llegó a 18.14%, cifra muy similar a la establecida para todo el año. Más aún, la inflación en los últimos doce meses es superior a la meta establecida para los años 91 a 93. Llevamos cuatro años sin haber llegado a una inflación anual inferior al 22% a pesar de todos los esfuerzos del gobierno y el Banco de la República.

Ante este permanente fracaso de nuestras autoridades económicas, cabe preguntar qué tan grave ha sido esto para el país. Sin llegar a la posición extrema de que toda inflación es mala y que por lo tanto la única meta razonable en el frente inflacionario es la de estabilidad total de precios, se podría decir que la lucha contra la inflación ha sido el mayor fracaso de la Administración Gaviria y puede llegar a convertirse en una gran frustración durante la Administración Samper.

La pérdida de confianza en la política económica de un gobierno es en extremo grave. En la medida en que los agentes económicos no confien en que se van a alcanzar las metas establecidas, comenzarán a alterar su comportamiento y con ello contribuirán a que no se puedan cumplir las metas propuestas. Si todo el mundo se convence de que las autoridades económicas no toman en serio las metas inflacionarias y que en consecuencia no tomarán las medidas necesarias para alcanzar dichas metas, comenzarán a protegerse aumentando sus precios y buscando aumentos salariales inconsistentes con las metas del gobierno. Con políticas poco creibles el quiebre de las expectativas inflacionarias se convierte en tarea poco menos que imposible.

La falta de credibilidad en las autoridades monetarias no solo hace difícil el logro de las metas de inflación sino que abre paso a una lucha de todos contra todos que conduce a cambios en los precios relativos agravando el problema de asignación de recursos. La infructuosa lucha contra la inflación en los últimos cuatro años ha venido acompañada de una importante revaluación real del peso. Si es grave que la inflación esté por encima de la meta oficial del 19 por ciento, más grave aún es que durante estos últimos doce meses la devaluación haya sido inferior al cuatro por ciento. El exportador ha experimentado un costo en sus gastos locales superior al 22% mientras que sus ingresos en pesos apenas ha sido de un ocho por ciento. Una brecha de esta magnitud es imposible de cerrar con un aumento normal de productividad.

El aumento de los precios relativos de los bienes no transables ha sido otra de las consecuencias desafortunadas de nuestra lucha con la inflación. Los precios de la vivienda y de los servicios locales han crecido más rápido que los de artículos que entran en el comercio exterior y como natural consecuencia las inversiones se han dirigido a estos sectores en detrimento de los sectores orientados al comercio exterior.


El fracaso reiterado de las políticas orientadas a la lucha contra la inflación no solo han tenido consecuencias graves sino que también puede influir negativamente en el futuro. Los empresarios y los trabajadores al revisar las cifras de septiembre de 1994 y al pensar en la inevitabilidad del pacto social no pueden menos que dedicarse a pensar en la mejor manera de protegerse. Los empresarios tratarán de subir sus precios para que la posible concertación no los sorprenda con precios demasiado bajos. Los trabajadores buscarán mejorar su posición antes de que se de comienzo a tan novedoso experimento. Esta lucha para mejorar su posición en el partidor lo único que producirá será una aceleración de la inflación en los meses anteriores a la iniciación del pacto social.