Con la mayor diplomacia
el Director Gerente del Fondo Monetario Internacional manda una señal de alarma
sobre el manejo de la economía colombiana. Después de reiterar el reconocimiento
de la comunidad internacional por el manejo sensato que ha tenido la economía
colombiana en los últimos treinta años, el Director del FMI advierte sobre los
serios peligros que se pueden generar si
no se atiende a tiempo el problema del déficit fiscal.
La llamada de atención por
parte de la institución encargada de velar por la salud económica mundial cae
muy bien en estos momentos en los que el gobierno Samper está tan empeñado en
comprar el apoyo político para su candidato. Los excesos clientelistas que se
han despertado con motivo del inminente retiro del Ministro del Interior unidos
a los graves desequilibrios de carácter estructural pueden llevar a la economía
colombiana a una grave crisis.
Un generoso régimen de
transferencias consagrado en la constitución del 91 inspirado en buena parte
por el primer Ministro de Hacienda de esta Administración se ha convertido en
uno de los principales problemas de carácter estructural. Los recursos generados
por las múltiples reformas tributarias se diluyen en obras locales que muchas
veces no tienen la menor justificación económica. Las piscinas de olas se
introducen en los presupuestos locales con gran facilidad. Aplicando el adagio
popular los gobiernos locales lo que nada les cuesta lo vuelven fiesta.
La conocida debilidad
institucional del gobierno colombiano agravada por la crisis de gobernabilidad
que ha caracterizado a Colombia durante esta Administración ha impedido
convertir el aumento de los recursos dedicados a la llamada inversión social en
mejores niveles de vida. Los gastos en educación, en salud y los de la red de
solidaridad no han tenido el efecto que se esperaba. Los Ministerios encargados
de la política social siguen con estructuras administrativas totalmente
inadecuadas para poder utilizar eficazmente los cuantiosos recursos dedicados a
mejorar el nivel de vida de los colombianos.
Los cuantiosos aumentos en el
presupuesto dedicado a la justicia no han logrado garantizar a los colombianos
el derecho constitucional de una pronta y cumplida justicia. Los procesos se
demoran una eternidad, las cárceles resultan insuficientes para albergar a los
acusados que esperan el fallo de la justicia. El problema de la justicia es tan
grave que la Corte Suprema tiene que llamar a examen a los candidatos a la
fiscalía para que presenten el proyecto que harían en caso de ser nombrados.
Ante la falla protuberante de las instituciones, el país se dedica a esperar la
llegada del Mesías que pueda arreglar los graves problemas que le aquejan.
El elevado presupuesto para la
defensa del país es avalado por el FMI, por considerar que en las
circunstancias actuales puede ser justificable. El colombiano promedio no
concuerda con la opinión de Messieur Camdessus pues presencia cada día en la
televisión el triste espectáculo de un Ministro que no manda, de un comandante
de las fuerzas armadas que es ignorado por los medios de comunicación y que
prácticamente está con los dos pies por fuera. El general Bonnet, el tercero en
el mando se apodera de los micrófonos para recitar la línea oficial. Los cortos
circuitos en la toma de decisiones no dejan de ser preocupantes en un país en
el que la subversión cada vez tiene más poder.
El anterior análisis nos debe
llevar a la conclusión de que el Fondo Monetario ha sido demasiado suave con el
Gobierno colombiano y que por lo tanto los ajustes recomendados deberán hacerse
muy rápido y probablemente sean más fuertes de lo que se percibe por la lectura
de los mensajes del Director del FMI.