martes, 26 de noviembre de 1996

La reinvención del gobierno bogotano

Dos consejos de analistas americanos pueden contribuir a mejorar considerablemente el transporte en Bogotá.

Las entidades del gobierno, por regla general, no tienen definidos claramente los objetivos que deben cumplir. Los decretos que crean las entidades suelen definir una serie de funciones que, muchas veces, son el resultado de lo que históricamente han venido haciendo a través del tiempo y que por pura inercia continúan realizando aunque hace mucho tiempo la función ha dejado de tener su razón de ser. El Profesor Parkinson ha mostrado con ejemplos sacados del Reino Unido las incogruencias de entidades que siguen prestando funciones que han dejado de ser relevantes hace mucho tiempo. Las oficinas encargadas de manejar el Imperio Británico siguieron funcionando mucho tiempo después de que se hubiera acabado el imperio.

En el caso colombiano, entidades como la Secretaría de Obras del Distrito tiene todavía a su cargo una serie de funciones propias de un pueblito y que debieron ser muy útiles en su momento. Por ejemplo, como en una época se le encomendó la reparación de todos las instalaciones municipales hoy en día tiene en su nómina a varios plomeros y maestros que deberían estar pendientes de mantener en buenas condiciones las instalaciones donde funcionan las dependencias municipales. Esta organización puede justificarse cuando los principales activos de un municipio son el palacio municipal y la sede del concejo pero dejan de tener razón en una época como la presente en que el principal activo de la ciudad puede ser su infraestructura vial.

Lo concentración en la función de control por parte de la Secretaría de Tránsito pudo ser muy adecuada en épocas pretéritas en las que la propiedad de los vehículos era poco frecuente y en la que la capacidad vial era relativamente sencilla y fácil de diseñar y mantener. Cuando la ciudad evoluciona y para el buen funcionamiento del tráfico se requiere de altas dosis de ingeniería y educación de la población, suele suceder que las instituciones no cambian y se sigue pensando primordialmente en las funciones de control, descuidando las otras dos actividades.

El papel de una institución como el IDU no se adapta a las nuevas circunstancias y se mantiene como un apoyo a las labores de diseño y construcción de la infraestructura. La visión del conjunto y la planeación de la expansión de la capacidad del sistema vial no se hace dejando a las Misiones extranjeras la definición de los planes maestros viales y de transporte.

La falta de claridad en los objetivos y el abandono de los que ya no tienen sentido, por lo general, vienen acompañados de una ausencia total de medición de los resultados de las instituciones. La falta de medición de los resultados tiene varias consecuencias que han puesto de presente autores como Osborne y Gaebler. Si no se pueden medir los resultados no se puede distinguir entre el éxito y el fracaso. En consecuencia, si no se puede reconocer el éxito no se puede recompensar lo que se traduce en que muchas veces estemos recompensando el fracaso en lugar de recompensar el éxito.

Sin lugar a dudas, la falta de medición de los resultados de los encargados de la gestión del transporte ha resultado en el caos a que hemos llegado en Bogotá. Ante la ausencia de una medición de resultados, el público asocia el éxito de una gestión en la Secretaría de Obras Públicas con una gran actividad de tapar huecos. El mejor Secretario es entonces el que haga más contratos en su corto período de gestión. Lo que realmente quiere la ciudadanía, que es poder circular sobre una infraestructura vial en óptimas condiciones nunca se ha logrado. Medidas como el control de la circulación de vehículos pesados sobre vías que no estén diseñadas para esto o la de hacer vías de buena calidad que no se dañen con el paso del tráfico normal se dejan de lado porque no se pueden ver tan claro como la presencia de las máquinas pavimentadoras.

Por falta de medición de los resultados de la gestión del Secretario de Tránsito, los medios de comunicación muchas veces califican la gestión del funcionario de turno por la vistosidad de sus acciones. El Secretario que se inventa medidas como el contraflujo y que las impone a pesar de sus inconvenientes pasa como un gran funcionario mientras que alguien que se dedica a resolver los problemas básicos es considerado como un fracasado.

De lo anterior, es importante considerar como prioritario entrar en proceso de definición de la verdadera Misión que le debemos fijar a las entidades del gobierno y a la vez desarrollar un esquema de medición de resultados que nos permita distinguir entre el éxito y el fracaso. Como bien lo dice el libro de los mencionados autores "si se pueden exhibir resultados se puede alcanzar el apoyo social¨.



martes, 19 de noviembre de 1996

Estabilización o catástrofe

En vez de dedicarnos a entrar en largas discusiones sobre compromisos de cada uno de los diferentes estamentos, el gobierno debería dedicar su esfuerzo a poner en funcionamiento un verdadero plan de estabilización en el que se logre controlar el impacto negativo del desequilibrio fiscal.

Para contribuir a la discusión sobre la política económica colombiana la Asociación Bancaria trajo la semana pasada a importantes figuras del continente que se han destacado por sus contribuciones a la estabilización de las economías más importantes de Latino América. Los destacados economistas sin pretender enseñar a los asistentes expusieron sus experiencias y dieron algunas recomendaciones. Lo tratado en el Simposio sobre el Mercado de Capitales realizado en la capital del Valle ha servido para orientar las discusiones sobre las negociaciones relacionadas con la fijación del manejo de la política económica en el próximo año.

De las presentaciones hechas en Cali, quedó claro que por regla general en situaciones como la colombiana no es necesario ni recomendable confiar demasiado en la utilización de un acuerdo como el conocido en Colombia como el Pacto Social. Lo que se requiere es una política orientada a remediar los graves desequilibrios económicos especialmente a atacar los desequilibrios fiscales y externos. El control de la inflación por el cómodo sistema de cuotas anuales del dos por ciento no justifica un desgaste entre autoridades económicas empresarios y trabajadores. Los beneficios logrados con la reducción gradual de la inflación son muy inferiores a los costos que incurre la economía especialmente en lo que se refiere a la mala asignación de recursos que suele ocurrir cuando se adoptan estos compromisos.

En vez de dedicarnos a entrar en largas discusiones sobre compromisos de cada uno de los diferentes estamentos, el gobierno debería dedicar su esfuerzo a poner en funcionamiento un verdadero plan de estabilización en el que se logre controlar el impacto negativo del desequilibrio fiscal. Debe quedar claro que los problemas no son creados por la mala voluntad de trabajadores y empresarios sino que son en buena parte el resultado de una mala política económica.

La revaluación del peso tiene muy poco que ver con el aumento del salario mínimo y mucho que ver con la financiación del gasto público. La entrada de divisas para financiar el déficit fiscal ha inundado de dólares el mercado cambiario y ha hecho que el peso haya mejorado su valor con relación al dólar. El déficit fiscal ha impedido que la devaluación nominal se transforme en una verdadera devaluación real. Mientras no se logre un superávit fiscal considerable cualquier aceleración de la devaluación nominal se va a transformar en un aumento considerable de la inflación. Tratar de estimular la economía en esta época de recesión sería un grave error que nos pondría a las puertas de una crisis fiscal.

La revaluación es la principal causante de la ampliación de la brecha externa ya de por si importante. Un país no puede mantener estos déficit externos tan grandes sin poner en peligro su credibilidad como deudor. Pensar que se puede aumentar la deuda externa a una tasa del cinco por ciento del PIB por año es totalmente irreal. Los acreedores tarde o temprano van a aplicar el freno a la economía colombiana lo que llevará a graves problemas de ajuste.

Es mejor comenzar a realizar el ajuste en estos momentos que esperar a que la situación toque fondo. La experiencia muestra que cuando la economía toca fondo el país tiene que acudir al Fondo Monetario Internacional y aceptar las condiciones que le impongan. La posibilidad de llegar a estos extremos en una circunstancia en la que Colombia cuenta con poco apoyo en Washington es tan grave que el gobierno debe adoptar las medidas necesarias lo más rápido posible.


Colombia tiene que retornar a la ortodoxia fiscal. Los excesos de los dos últimos gobiernos en la ampliación del tamaño del Estado deben revertirse. Se necesita de un gobierno más pequeño y más eficiente que deje respirar al sector privado sin ahogarlo con el cúmulo de impuestos que han brotado tanto a nivel nacional como a nivel local. Es hora de emprender una segunda fase de las reformas económicas que permitan al sector privado cumplir con su papel en el desarrollo económico.

martes, 12 de noviembre de 1996

Los noticieros de televisión de nuevo son noticia

La manera de evitar problemas en la adjudicación de los espacios de televisión es a través de un mecanismo que permita asignar los recursos escasos a los que están dispuestos a pagar más.

Cuando el Presidente Gaviria adjudicó los noticieros, Francisco Santos escribió una columna en la que denunció un tratamiento favorable a algunos de los principales contribuyentes a su campaña. Esta columna dio origen a diversos comentarios y sirvió de base para una investigación de la procuraduría que finalmente no concluyó en nada. Aprovechando la oportunidad brindada por la columna de Francisco Santos expuse nuevamente algunas de las ideas que he sostenido sobre la absurda manera como se adjudicaban los noticieros y demás programas de televisión.

A nadie escapa que el privilegio de poder utilizar una franja de alta sintonía para transmitir noticias tiene un importante valor económico. Un noticiero bien manejado genera ingresos por encima de los gastos incurridos en su elaboración y permite a sus dueños disfrutar de unas ganancias importantes. Fuera de estos beneficios económicos, el concesionario puede llegar a tener una influencia decisiva en la política y gozar de un reconocimiento popular. El poder de una administración que tiene en sus manos la adjudicación de espacios de televisión y de unas frecuencias de radio es mayor que la de una a la que no puede adjudicar estos recursos escasos.

El efecto económico de la adjudicación de estos recursos escasos tiene dos consecuencias diferentes desde el punto de vista económico. En primer lugar, si el adjudicatario no paga el verdadero valor económico el gobierno está haciendo una transferencia de recursos importante a sus amigos que por lo general no son los más necesitados. Esta asignación se puede convertir en una manera disfrazada de pagar el apoyo político pues el criterio de adjudicación muchas veces es el de compensar a los que más contribuyeron a la campaña del presidente de turno.

Por otra parte, la adjudicación a dedo, por lo general no es hecha a los más capaces sino que se hace a los amigos más cercanos que no siempre son los mejores empresarios de televisión. El público tiene que pagar el favoritismo del mandatario de turno soportando una programación pobre en la que predomina la defensa del mandatario de turno que hizo famoso al llamado noticiero lambicolor.

La manera de evitar estos dos problemas es a través de un mecanismo que permita asignar los recursos escasos a los que están dispuestos a pagar más por los espacios de televisión. Al igual que se hizo con la telefonía celular los futuros concesionarios deben hacer una oferta escrita en la que manifiesten lo que están dispuestos a pagar por cada uno de espacios disponibles. El que haya hecho la oferta más alta obtiene la concesión. De esta manera no solo no se está pagando por favores recibidos y fomentando el clientelismo sino que el público va a tener la mejor programación, pues es de suponer que quien está dispuesto a pagar más por un espacio tiene las cualidades requeridas para hacer el mejor noticiero.

El adjudicar los noticieros de televisión por el método de subasta además de tener unas propiedades atractivas desde el punto de vista de la teoría económica puede ser una solución de compromiso entre los partidarios de la revocatoria y los defensores de la situación actual. En efecto, los buenos noticieros y en especial los que han hecho inversiones considerables estarían dispuestos a hacer una oferta más alta que la de los amigos del régimen pues, no solo cuentan con la experiencia sino que sus instalaciones se han amortizado en estos seis años. Por otra parte, los amigos del Presidente Samper que verdaderamente saben hacer televisión podrán ganarse el derecho ofreciendo una cifra justa por el espacio que pretendan.


La confusión creada por los representantes amigos de Samper podría ser la ocasión para que la adjudicación de los recursos escasos del gobierno se haga por medio de una verdadera licitación lo que aseguraría una solución que cumpla con los objetivos de eficiencia y equidad. 

martes, 5 de noviembre de 1996

Di No a la inflación

El secreto del éxito de una política de estabilización radica más en la credibilidad de la política económica que en la receta específica.

En una conferencia sobre las economías en transición un ilustre economista colombiano contó sus experiencias sobre las reformas en las economías comunistas y su transformación a las economías de mercado. Al presentar las diversas experiencias destacó la importancia de llevar a cabo las reformas económicas lo más rápido posible. Con cifras mostró que las economías que se habían ajustado rápido, en poco tiempo lograban recuperar la senda del crecimiento.

Además, mostró que no solo los indicadores económicos eran mejores en las economías que habían hecho la transición de un solo golpe sino que también los indicadores sociales eran superiores. Según la experiencia del consultor internacional, los buenos resultados económicos no estaban en contradicción con buenos resultados en otros aspectos.

El secreto del éxito según el conferencista radicaba más en la credibilidad de la política económica que en la receta específica. Seguir las recomendaciones de los libros de texto era menos importantes que el contar con autoridades que tuvieran un propósito claro y que contaran con la credibilidad suficiente. Al igual que lo ocurrido con Pablo en su camino a Damasco, no era necesario que el líder fuera uno de los discípulos de la ortodoxia sino que en un momento dado se iluminara.

Un banquero central de un régimen en transición podía a través de sus contactos con las autoridades del Bundes Bank ver que si seguía comportándose de manera poco ortodoxa sería rechazado por sus colegas más responsables. Una posible descertificación de los banqueros centrales de Europa se convertía de esta manera en el ingrediente necesario para un cambio radical. El ingreso del banquero a inflacionistas anónimos lo dotaba de la fuerza de voluntad para dejar sus prácticas poco ortodoxas y le hacía ganar la credibilidad de sus colegas de los Bancos Centrales europeos y de los agentes económicos de su país.

Para lograr la credibilidad necesaria el banquero central tenía que asumir posiciones radicales hasta el punto de negar las demandas de crédito a todos los agentes económicos, gobierno y sector privado, por igual. Los problemas temporales del ajuste y las dificultades transitorias en el camino a la estabilidad debían ser aceptadas con serenidad, de la misma manera que el alcohólico anónimo tiene que sobrevivir a la urgencia de tomarse una copita. Las ventajas de la estabilidad económica compensarían, en el largo plazo, cualquier costo que se tuviera que pagar en la transición.

La lección para el caso colombiano parece muy clara. Con medidas timoratas y de conveniencia temporal no se logra ganar la confianza del público y la economía no solo no se ajusta sino que a la larga tiene que pagar costos mucho más altos. La persistencia en una reducción gradual de la inflación no nos está llevando a ninguna parte. La Junta Directiva del Banco de la República no puede seguir con políticas gradualistas de ir reduciendo la inflación a cuenta gotas. Pensar llevar a la economía a una estabilidad económica en cómodas cuotas anuales de dos puntos porcentuales es posponer una decisión por diez años.

El fracaso de la lucha contra la inflación durante los últimos seis años no es sino el reflejo de la falta de compromiso de las autoridades económicas colombianas. La lucha contra la inflación ha sido solo una sucesión de declaraciones inocuas sin contenido de política económica. El querer meter a la Junta Directiva del Banco de la República en el fracasado Pacto Social es un ejemplo más del enfoque mamagallista que ha distinguido al Presidente Samper desde sus inicios en la política.

Lo que se requiere de veras es reconocer que el enfermo requiere un tratamiento de choque y que para que la medicina surta sus efectos es necesario poderle creer al médico. El gobierno debe darse cuenta de la gravedad de la situación y liderar un cambio radical en su política económica. Lamentablemente, los fracasos de las políticas gradualistas ha acabado con la credibilidad de buena parte de nuestros economistas. La pésima conducción del Doctor Perry acabó con la poca credibilidad que le dejó su desastrosa gestión en el Ministerio de Minas y Energía. Los pocos resultados logrados por el Doctor Ocampo unidos al saboteo de sus colegas del gabinete está acabando con el prestigio de un distinguido académico.


Todo parece indicar que para lograr recuperar la credibilidad de la política económica será necesario apelar a una nueva cara en el Ministerio de Hacienda. Parodiando al Presidente López podríamos decir y si nos es Javier Fernández, ¿quién?