martes, 17 de diciembre de 1996

Un año en que todo salió al revés

La circunstancia de darse la crisis seis años después de iniciado el proceso de apertura apunta más bien a encontrar los problemas en los actores de la reciente política económica.

El desempeño de la economía en 1996 fue bastante flojo. La economía perdió todo el impulso que traía. Las metas económicas no se alcanzaron. La inflación resultó muy por encima de lo esperado al comienzo del año. La tasa de crecimiento de la economía obtenida en este año bisiesto fue muy inferior a la proyectada. El déficit fiscal fue superior al proyectado. El desempleo superó con creces el del año pasado y por si fuera poco la brecha externa se amplio.

La historia económica reciente nunca había mostrado esta combinación de males, pues cuando la inflación se aceleraba por lo general iba acompañada de un aumento en las tasas de crecimiento de la economía y en una disminución en el desempleo. Por otro lado si la economía se desaceleraba y aumentaba la tasa de desempleo y el país crecía menos de lo esperado se lograban mejoras considerables en la disminución de la presión inflacionaria y se alejaba la posibilidad de una crisis cambiaria.

Lo normal era entonces vivir en un mundo en el que los encargados de la política económica sopesaban cuidadosamente los costos y beneficios de una decisión y tomaban la que causaba el menor costo posible. Los libros de texto mostraban cuidadosamente la manera de evaluar los costos del aumento del desempleo en función de la llamada brecha del producto interno bruto y la comparaban con los costos reales de la inflación, calculados muchos veces como un aumento en el costo de acercarse con más frecuencia a los cajeros automáticos para convertir los depósitos en cuenta de ahorros o del sistema UPAC en dinero para poder pagar las transacciones.

Este paradigma del balance entre dos males solo dejaba de ser cierto en los casos en los que se entraba o salía de una crisis. La llegada de la hiperinflación venía acompañada, en muchos casos, de un  aumento en el desempleo, una menor tasa de crecimiento y en algunos casos de una crisis externa. Los milagros económicos recibían su nombre no solo porque las economías recuperaban su ritmo normal de crecimiento y lograban volver a una situación de estabilidad sino porque se alcanzaba simultáneamente todo el equilibrio de la economía.

Unos resultados tan pobres en 1996 estarían entonces mostrando que podríamos estar entrando en una situación muy complicada que puede requerir de una medicina fuerte para lograr su pronta recuperación. Infortunadamente, ni los encargados de la política económica, ni los analistas de la situación económica se han podido poner de acuerdo en las causas que nos han llevado a una situación tan grave.

Explicaciones tan simplistas como un efecto retardado de la apertura o la existencia de un grave déficit fiscal han llevado a muchas discusiones de carácter ideológico han confundido tremendamente el debate económico. La ausencia de cifras sectoriales por demoras en su procesamiento han llevado a discusiones estériles sobre la situación de diferentes sectores.

El comportamiento del sector industrial colombiano en la época post apertura no se ha podido precisar porque la mejor fuente de información está bastante atrasada. La última publicación del DANE se refiere a la encuesta anual manufacturera de 1991, mientras que la del 92 apenas se conoce en forma provisional. Ante la ausencia de las cifras sobre los cambios estructurales en la industria se ha tenido que apelar a cifras de carácter mensual que sirven. primordialmente, para medir los efectos coyunturales pero que contribuyen muy poco a un buen diagnóstico de carácter estructural.

Los resultados de la muestra mensual manufacturera han servido para llegar a diagnósticos totalmente diferentes de la economía. Para algunos analistas, la apertura no contribuyó a mejorar la productividad y su crecimiento se debió a un aumento considerable en la formación de capital motivado por el cambio de los precios relativos de los bienes de capital y al período de bajas tasas de interés asociados con la puesta en funcionamiento de la Junta del Banco de la República. Para otros, el crecimiento de la industria se explica por un rápido crecimiento de la productividad causado por el reacomodo de las diferentes empresas a un entorno más competitivo y en cual era atractivo concentrarse en sectores en los que se tenía una ventaja comparativa.

Esta explicación no solo parece más plausible desde el punto de vista teórica, sino que es compatible con estudios de caso de algunas industrias que lograron prosperar en los tiempos posteriores a la apertura económica. La industria automotriz colombiana es un caso claro de una adaptación exitosa a un cambio drástico en las reglas de juego. Más aún, la experiencia de las ensambladoras colombianas muestra claramente que la apertura no puede ser la principal explicación del rezago industrial de 1996. Si la apertura hubiera sido la causa de la crisis de la industria ésta se ha debido dar en 1992 o en 1993 y en ese caso hubiera sido un veredicto en contra de la apertura acelerada. Si la crisis de la apertura se hubiera dado en el Gobierno Gaviria los opositores hubieran tenido un resonante éxito en sus predicciones y los promotores de la apertura rápida y amplia habrían estado obligados a darle una explicación al país.

La circunstancia de darse la crisis seis años después de iniciado el proceso de apertura apunta más bien a encontrar los problemas en los actores de la reciente política económica. El gobierno actual aparece como el principal culpable. La credibilidad de los ministros del equipo económico es muy baja. A los Ministros de Hacienda del Gobierno Samper no les ha ido bien. El déficit fiscal sigue siendo preocupante a pesar de contar con más recursos tributarios. La burocracia, los auxilios parlamentarios unidos a un incremento desmesurado en las transferencias a los gobiernos locales han sido los beneficiarios de los aumentos de los impuestos. El Gobierno a pesar de los ingentes recursos tributarios obtenidos en esta Administración es cada vez más impotente.

Un gobierno en permanente crisis política dedicado buena parte de su tiempo a sostenerse ha sido incapaz de definir y poner en práctica una política económica coherente. La capacidad de convocatoria del gobierno en el campo económico es cada vez menor, lo que se refleja en buena parte en el estado lamentable de la economía.


Todo parece indicar que la crisis económica del 96 es el efecto inmediato de la crisis de un gobierno que nadie respeta y en el que nadie cree. Lo más triste de la situación actual es que no tiene síntomas de arreglo y que la única solución posible a la vista es la que salvo la extinción del dominio. Los dueños de los tres grupos económicos va a tener que llamar al orden al gobierno para que tome las medidas que necesita el país. Los grandes grupos económicos no pueden prosperar si la economía del país está postrada. La gravedad de la situación económica unida a la total falta de gobernabilidad del Gobierno Samper debe llevar a un total replanteamiento en el manejo de la política económica.

lunes, 9 de diciembre de 1996

El salario mínimo: vuelve y juega

La discusión de cada diciembre sobre el salario mínimo tendría algún sentido si realmente tuviéramos unos elementos sólidos para creer que la meta de inflación tiene algo que ver con lo que pasa en el mundo real.

La discusión sobre el salario mínimo es uno de los ritos de final de año en Colombia. Este año cuando se ha comenzado a discutir desde temprano cuál va a ser el aumento del salario mínimo vuelven a surgir los mismos interrogantes de siempre. En primer lugar se preguntan si las variaciones del salario mínimo tienen impacto en las variaciones del costo de vida o si simplemente los aumentos en la inflación son la causa de las variaciones en el salario mínimo.

Este interrogante ha sido investigado por Alvaro Montenegro antiguo Director del CEDE de la Universidad de los Andes y él ha concluido utilizando técnicas estadísticas avanzadas que la razón de causalidad va más de aumentos en el costo de vida a aumentos en el salario mínimo. El Doctor Montenegro después de realizar esos estudios se ha convertido en uno de los principales defensores de un tratamiento generoso por parte del gobierno en las negociaciones del salario mínimo.

Otros investigadores no comparten el punto de vista del Doctor Montenegro y consideran que el salario mínimo tiene mucha importancia en el aumento de precios, pues es un indicador que sirve en la fijación de otros salarios y posteriormente estos aumentos en los salarios se reflejan en aumentos en los precios. El impacto del salario mínimo es marcado en bienes como la vivienda en los que hay un predominio de trabajadores que reciben el salario mínimo.

Por estos días se vuelve a discutir otra vez si el aumento del salario mínimo se debe hacer con base en la inflación del año anterior o si debe hacerse con base en la inflación esperada para el año que comienza. Estas discusiones son interminables y por lo general no hay manera de dilucidar quien tiene la razón. Si uno mira con detenimiento los elementos de esta discusión se da uno cuenta que se está discutiendo algo que no es muy importante.

En efecto, los que sostienen que se debe utilizar la inflación esperada están diciendo que el objetivo del reajuste es mantener el poder adquisitivo del salario mínimo que regía el 31 de diciembre de 1996. Por su parte los que abogan por el uso de la inflación del año anterior están buscando mantener el poder adquisitivo del salario mínimo que regía el primero de enero de 1996. A priori, es muy difícil decidir cuál de las dos fechas es la más indicada para que sirva de referencia. En sana lógica cualquiera de las dos es igualmente válida y no es muy útil discutir cuál es la más apropiada cuando cualquiera de las dos o una intermedia podría serlo.

Otro elemento de la discusión tiene que ver con la productividad. En épocas recientes se ha querido reconocer el crecimiento de la productividad como uno de los elementos que se debería tener en cuenta en el aumento del salario mínimo. Si el aumento del salario no es superior a la suma de la inflación y el crecimiento de la productividad la inflación no tiene por que crecer y por lo tanto se puede mantener la tendencia observada en el pasado. Sin embargo, esta aritmética que sirve para preservar las tendencias es a su vez el mayor obstáculo para lograr una baja en la inflación pues reproduce los desequilibrios del pasado y no permite que el aumento de la productividad se traduzca en una reducción de la inflación.

Toda esta discusión un poco esotérica, tendría algún sentido si realmente tuviéramos unos elementos sólidos para creer que la meta de inflación tiene algo que ver con lo que pasa en el mundo real. La experiencia del pasado muestra que en Colombia existe una gran diferencia entre la inflación que anuncia el gobierno al comienzo del año y lo que realmente ocurre. Nunca se ha podido lograr cumplir con las metas de inflación, probablemente, porque las autoridades económicas no viven muy preocupadas con el tema de la inflación.


Sería muy bueno, no solo para los trabajadores que devengan el mínimo, que las autoridades económicas colombianas les pusieran mucho más cuidado al cumplimiento de las metas de inflación y que recobrarán la credibilidad perdida. Mientras esto no se logre, las discusiones sobre el salario mínimo seguirán siendo bastante estériles.

martes, 3 de diciembre de 1996

La naturaleza de la firma



El Profesor Ronald Coase en un artículo pionero ha llegado a la conclusión de que la razón primordial para la existencia de las firmas es el costo que existe en la coordinación a través del mercado.

Las empresas son una parte tan importante de la vida diaria que casi nadie se preocupa por pensar en la razón de su existencia. Para aquellos economistas que encuentran fascinante el funcionamiento del mercado la existencia de las firmas puede resultar inexplicable. Estos economistas no alcanzan a entender la verdadera razón por la que existen las firmas cuando el mercado puede servir como el mecanismo por excelencia de coordinación social. El mercado, decide que se produce, cómo se produce y para quién se produce sin tener que inventarse un ente encargado de realizar la coordinación de la actividad económica.

Las empresas aparecen por la puerta de atrás de los libros de texto como un reconocimiento de su importancia pero sin entrarse a preguntar cuál es la verdadera razón de su existencia. Cuando se comienzan a estudiar las decisiones del productor se dan algunas explicaciones que al analizarlas detenidamente no resultan verdaderamente convincentes. Razones como la existencia de economías de escala o la necesidad de conseguir capital son más apropiadas para explicar la existencia de grandes compañías como la General Motors, la IBM, a nivel mundial o la de ECOPETROL o las grandes empresas de servicio público en Colombia. Estas razones no son suficientes para explicar la presencia de los pequeños negocios en los que no se logran grandes economías de escala ni requieren de grandes capitales.

Cuando uno analiza las firmas lo primero que queda claro es que el mecanismos de precios tiene muy poco que ver en las decisiones internas de la firma. Si bien la firma debe reaccionar al precio de los bienes y de los factores de producción dentro de la firma las decisiones no se basan en la mecánica del mercado. Lo que han buscado muchos estudiosos como el profesor Coase quien recibió el premio Nobel por su estudio de la naturaleza de la firma y otros trabajos pioneros es distinguir porque en un caso el mecanismo de coordinación por excelencia es el del mercado y porque en el otro es mejor la coordinación por medio del administrador o gerente.

Al analizar el problema el Profesor Coase llega a la conclusión de que la razón primordial para la existencia de las firmas es el costo que existe en la coordinación a través del mercado. No solo existe el costo de averiguar el precio del mercado sino que también existe el costo de negociar y definir contratos. Aunque para minimizar el costo de la elaboración de contratos es posible definir un contrato básico en los que se especifiquen las líneas de acción generales y dejar para una posterior ocasión la especificación detallado de los servicios que se requieran del proveedor, de todas maneras resulta costoso resolver todos los problemas de coordinación a través del mercado.

En lugar de definir contratos con proveedores de bienes, muchas veces resulta más práctico realizar contratos con los empleados de la firma. Los contratos laborales eliminan la necesidad de definir precisamente las tareas que se deben realizar todos los días y permiten desarrollar las labores propias de la firma de una manera más eficiente.

Como consecuencia de lo anterior, es presumible suponer que para muchas tareas las firmas son más eficientes que el mercado pues sus costos de transacción son menores. Sin embargo, la realidad es un poco diferente. En algunos casos es mejor contratar con proveedores que hacer las tareas internamente. Un buen manejo de proveedores permite mejorar la eficiencia como lo ha demostrado la experiencia de Toyota y otros productores de vehículos. Las firmas exitosas han aprendido a combinar de manera óptima los dos mecanismos el del mercado y el administrativo. Permanentemente están explorando las posibilidades de utilizar el mercado como alternativa a la producción propia. Las palabras de moda en la administración como outsourcing (aprovisionamiento externo), downsizing (reducción de la firma), benchmarking (comparación con pares) no son otra cosa que la descripción del proceso de balancear las ventajas y desventajas del mercado como alternativa a la producción interna.


El ejemplo dado por estas firmas líderes a nivel mundial debe ser seguido por las empresas públicas colombianas y el gobierno mismo. El tamaño de las instituciones públicas es demasiado grande llevando a altos grados de ineficiencia. Las instituciones gubernamentales no se han adoptado a un medio ambiente en el que la razón dada por los teóricos como justificación a su existencia ya no son válidas. Si las entidades gubernamentales no se adaptan a las nuevas circunstancias les puede pasar lo mismo que a los dinosaurios.