martes, 26 de marzo de 1996

Gracias a las reformas la crisis no ha sido tan grave

La poca confianza en las cifras oficiales ha desembocado en agrias controversias entre analistas muy respetables

Es lamentable que en Colombia no se disponga de cuentas nacionales trimestrales para poder seguir con cuidado la evolución de la economía y los analistas tengan que dedicar buena parte de sus esfuerzos a imaginarse el estado económico del país.  La falta de estadísticas confiables ha llevado a que entidades del gobierno como el Departamento Nacional de Planeación dediquen buena parte de sus esfuerzos a seguir la evolución de la economía.  De esta manera, entidades que deberían estar pendientes de los indicadores económicos para ajustar sus políticas se dedican a medir los resultados perdiendo buena parte de su credibilidad por actuar como jueces y partes.  El cuestionamiento de las cifras se extiende de esta manera a un cuestionamiento de la entidad que perjudica notablemente a una entidad seria y respetable como el Departamento Nacional de Planeación.

La poca confianza en las cifras oficiales ha desembocado en agrias controversias entre analistas muy respetables.  Los defensores a ultranza del modelo de sustitución de importaciones han comenzado a culpar a la apertura económica de los problemas coyunturales causados por la crisis política.  En lugar de aceptar que la incertidumbre causada por la crisis política y por las altas tasas de interés han influido negativamente en las perspectivas de inversión, los defensores del modelo de sustitución de importaciones aducen como causa de la parálisis de la inversión el efecto retardado de la apertura.

Los críticos de las reformas económicas realizadas a comienzos del noventa, tanto los que están en el gobierno como los que están por fuera, tratan de convencemos que la crisis del 96 es ma consecuencia retardada de los cambios en el modelo de desarrollo, cuando un análisis objetivo mostraría todo lo contrario.  En primer lugar, se debe observar que los sectores más sensibles han sido los orientados a atender la demanda doméstica.  Los únicos que todavía conservan su dinamismo son los sectores que atienden la demanda externa.  Si no hubiera sido por la apertura, la economía estaría paralizada.  El paro empresarial hubiera sido inevitable en un mercado orientado hacia la demanda interna pues el efecto sobre la actividad económica de una crisis política como la actual en una situación pre-apertura hubiera sido devastador.  No debemos olvidar que una de las principales razones para buscar una apertura es mitigar las fluctuaciones internas, aceptando eso si una mayor influencia externa.

En segundo lugar, las reformas al disminuir la importancia del ejecutivo en la política económica y al hacer énfasis en la descentralización ha logrado disminuir el alcance de la crisis a nivel del gobierno central.  La independencia del Banco de la República ha contribuido a elevar la confianza del sector privado en momentos en que el Presidente y sus Ministros se encuentran seriamente cuestionados.  A pesar de sus fallas evidentes, los Alcaldes y Gobernadores pasan a ser los lideres más admirados por la ciudadanía y se convierten en factores de estabilidad institucional.  La angustia de un cambio en la cúpula del gobierno central, es sin lugar a dudas, mucho menor cuando no hay que pensar en cambiar a todos los alcaldes y gobernadores.

Finalmente, debe decirse que así como las reformas han ayudado a sostenerse al actual gobierno, también la crisis de confianza generada por el actual gobierno ha contribuido a eliminar algunos de los principales desequilibrios generados por la apertura.  En especial, el efecto Medina y sus secuelas como el efecto Botero y ahora el efecto trillizos han logrado eliminar la sobre valuación del peso colombiano devolviendo de paso la competitividad externa que se había perdido por la revaluación del peso.  No cabe duda que una solución pronta de la crisis lograría devolver a la economía a una senda de crecimiento acelerado y permitiría gozar de las ventajas de una economía más abierta.



lunes, 18 de marzo de 1996

Aspectos regionales de la estanflación del 96.

 La gravedad de la situación económica por la que atraviesa la economía colombiana ha sido reconocida hasta por el propio Presidente de la República. Ya no cabe duda de que los indicadores económicos muestran un franco deterioro del ritmo de crecimiento de la economía colombiana. Al sentir de la mayoría de los analistas la economía ha entrado en un período de estanflación en la que se combinan los graves problemas de la recesión con los de un incremento en la inflación.

Por falta de información más detallada, la situación propia de las principales ciudades no ha sido motivo de discusión suponiendo implícitamente que todas las regiones se ven afectadas de manera similar. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que el impacto de las recesiones es diferencial por ciudades. La relevancia de este acerto es fácil de mostrar con algunos ejemplos.

Las crisis originadas por las devaluaciones en los países vecinos se siente con mayor impacto en los departamentos fronterizos. La inestabilidad causada por la devaluación venezolana de 1982 significó un fuerte impacto para el Norte de Santander y en especial para su capital. La crisis de la industria de los años ochenta afecto de manera más marcada a Antioquia y el Valle del Cauca por la sencilla razón de la importancia relativa del desarrollo industrial en estos dos departamentos.

La presente crisis no ha sido una excepción. El efecto más marcado se ha dado en el Valle del Cauca. Los indicadores de actividad económica y en especial los relacionados con la actividad edificadora son muy negativos en Cali y el resto del Departamento. La actividad industrial del Valle también se ha resentido de manera marcada. Los indicadores de desempleo son bastante negativos.

Por ser la sede del gobierno y por que gran parte de los actores de la crisis son prestantes miembros de la sociedad bogotana, pareciera que en Bogotá ha sido la segunda ciudad en la que se ha tenido el efecto negativo mayor. Los sectores en donde la capital del país ha tenido tradicionalmente su ventaja comparativa son unos de los más afectados. El sector financiero en el que Bogotá se ha destacado por su alta participación se está viendo enfrentado a una baja en su demanda y en un deterioro notable de las condiciones de la cartera. El sector exportador de flores se encuentra pendiente de las condiciones adversas causadas por la descertificación y por la posible pérdida de las preferencias arancelarias. Los viajes de negocios a Bogotá y la ocupación hotelera se han visto afectados adversamente por los últimos acontecimientos, lo que unido a un exceso de capacidad hotelera ha llevado a situaciones muy preocupantes para los inversionistas en el sector turismo.

Además de una baja demanda del sector privado la actividad económica de la capital del país ha sido afectada por impulsos negativos en el sector público. El nivel de ejecución del plan de desarrollo es relativamente bajo. El Alcalde Mockus ha sido muy cauteloso en el frente de las obras públicas, concentrándose a terminar el plan de obras de la Administración Castro. Por otra parte, el incremento de los impuestos, tanto a nivel nacional como distrital, ha tenido un fuerte impacto recesivo en la capital del país, por la sencilla razón de la alta participación de Bogotá en el total de impuestos recaudados en todo el país. 

Más aún, los efectos positivos que se notan en la economía colombiana están ausentes en la capital del país, pues desafortunadamente todavía no se ha descubierto petróleo en la Sabana de Bogotá y la capital del país tiene poca o nula representación en la comisión de acusaciones de la Cámara.


De todo lo anterior se pueden sacar dos conclusiones. El impacto de la crisis no ha sido uniforme en todo el país y segundo no hay una gran información sobre la coyuntura regional lo que hace que los analistas económicos tengan pocos elementos para poder sacar conclusiones y recomendaciones. Teniendo en cuenta la posible gravedad para una región del país sería recomendable que entidades como las Cámaras de Comercio y las regionales de los gremios  dedicarán parte de sus esfuerzos a hacer un seguimiento de la actividad económica propia de su región. 

lunes, 11 de marzo de 1996

Los costos ocultos de la crisis

La angustia de los agentes económicos es cada día más grande y la incertidumbre comienza a tener efectos mucho más graves que la misma descertificación

El tema del momento es el costo económico de la descertificación. Los empresarios en su angustia y después de haber intentado, inútilmente, influir en una decisión favorable de los Estados Unidos se aprestan para lo más grave y están dispuestos hasta hacer un paro con el fin de buscar una rápida solución a la crisis de gobernabilidad del país. Los funcionarios del equipo económico y el Ministro de Justicia tratan de convencer al país de que después de todo los costos económicos no van a ser muy grandes. Los analistas económicos, con ayuda de poderosos modelos y del olfato de los que manejan estos modelos llegan a estimativos del posible impacto de la medida tomada por el Presidente Clinton.

La polarización causada por la crisis política se refleja en el debate económico. La mayoría del país comienza a desconfiar del Ministro de Hacienda por sus continuos cambios de opinión y por dedicarse en estos tiempos de crisis a sostener una controversia en los medios de comunicación con su ilustre antecesor. En medio de la crisis, en ocasiones aparece el Consejero Antonio Hernández que trata de explicar de una manera clara y objetiva el impacto de la medida y expone las acciones que se pueden tomar para contrarrestar el efecto negativo de la descertificación.

La angustia de los agentes económicos es cada día más grande y la incertidumbre comienza a tener efectos mucho más graves que la misma descertificación. Un país que vive preocupado por la tremenda crisis política no puede pensar en el futuro. La expansión de las empresas pasa a un segundo plano cuando es necesario pensar en la forma como se debe uno proteger del coletazo que va traer la descertificación. En estas circunstancias es más importante comenzar a especular contra el dólar que hacer inversiones productivas y crear empresas. El desvío de energías hacia la especulación financiera, unido a la discusión diaria sobre los últimos acontecimientos políticos deja muy poco tiempo para pensar en el futuro de la economía.  Los más destacados ejecutivos y los mejores académicos se dedican a comentar las últimas ocurrencias del Doctor Mogollón.

El costo del tiempo y energía de los mejores colombianos que podrían estar trabajando para el progreso del país es una carga pesada para la economía colombiana. El mal uso de los recursos del Estado dedicados a premiar a los defensores del régimen es un despilfarro que no se puede permitir un país pobre. La repartición de los programas de la cadena 3, hoy llamada con mucha pompa Señal Colombia es un ejemplo del despilfarro de los recursos captados con la reforma tributaria.

La apropiación de las empresas del Estado por parte de los sindicatos es una manera triste de entregar los recursos públicos a intereses particulares. La intervención descarada del Ministro de Trabajo en las convenciones colectivas a favor de los trabajadores, sin importarle el costo para el Estado no solo es un retroceso tremendo en el manejo de las relaciones laborales, sino que es la mejor manera de atizar la inflación.

El oscuro panorama económico es el reflejo de una situación económica totalmente descuadernada. Los técnicos del gobierno han perdido el control de la economía y ahora es manejada con el único propósito de defender al régimen. Los economistas del gobierno que no pueden decir con los militares que sirven al país y no al Presidente deben estar muy preocupados porque muy pronto les va a tocar pensar en su retiro. Considero a algunos destacados economistas que en este momento deben estar pensando seriamente que es bueno acompañar a sus amigos hasta el cementerio pero que no es recomendable enterrarse con ellos.


lunes, 4 de marzo de 1996

Liberación parcial de precios de la gasolina

La semana pasada el gobierno realizo un interesante experimento con los precios de la gasolina. El Ministro de Minas decidió sorprendernos con una liberación de los precios de la gasolina extra. A pesar del caos inicial causado por el experimento la medida debe ser estudiada y analizada pues puede a la larga tener efectos interesantes que es conveniente explorar.

En primer lugar, es necesario destacar la importancia de eliminar controles innecesarios que lo único que hacen es limitar la competencia. La libertad de precios de la gasolina extra va a permitir, ahora si, establecer el atractivo relativo de los dos tipos de gasolina. Los consumidores van a poder mostrar sus preferencias por las gasolina extra comparada con la normal. Si el precio fijado por el distribuidor para la extra es muy alto el consumidor dejará de consumirla y se pasará a la corriente. el consumidor tiene en sus propias manos su propia defensa y no necesita que el gobierno lo defienda de un supuesto abuso de los distribuidores inescrupulosos. Por otra parte, el distribuidor tendrá la posibilidad de lograr la misma rentabilidad en las ventas de los diferentes tipos de gasolina y no tendrá que estar solicitando ajustes al Ministerio ni tendrá que apelar a protestas extremas como en el pasado cuando el precio de la gasolina extra sea muy bajo.

Sin lugar a dudas, los distribuidores y consumidores poseen una mejor información que los funcionarios del Ministerio de Minas y Energía y por lo tanto están en mejor capacidad de fijar el precio relativo de la gasolina extra con relación al precio de la gasolina corriente. La solución adoptada por el Ministerio puede contribuir a una mejor asignación de recursos pues el precio relativo de la gasolina extra comparado con el de la gasolina corriente estará más en línea con los verdaderos costos y beneficios.

Es claro que el experimento de la liberación parcial de los precios de la gasolina es apenas el comienzo de una racionalización de las políticas de precios de los energéticos. Si el experimento es exitoso la consecuencia lógica sería comenzar a dar libertad de precios en el precio de la gasolina corriente. Una posible solución sería fijar unas bandas al estilo de las usadas para el dólar que definan el campo en el cual pueda variar el precio de la gasolina corriente. Esta banda fijaría un techo por encima del cual no se podría vender la gasolina y que protegería al consumidor de un posible abuso de los distribuidores y fijaría un mínimo para proteger la rentabilidad del distribuidor. Dentro de estas bandas los distribuidores podrían competir por atraer clientes mediante promociones de precios.

La flotación de los precios de la gasolina corriente dentro de una banda de precios debería llevar en el largo plazo a una libertad total de precios. La conveniencia de esta medida aconsejada por la lógica económica salta a la vista cuando se analizan los resultados desastrosos de una política como la venezolana que ha tratado de mantener precios muy por debajo de los verdaderos costos de oportunidad de la gasolina. Como pude apreciar en un reciente seminario realizado en Caracas, para todos los economistas latinoamericanos el mayor error de política del gobierno venezolano es mantener precios de la gasolina tan bajos.

La profunda brecha entre el precio internacional y el precio de venta en Venezuela se ha constituido en uno de las principales fuentes del desequilibrio fiscal y que, dada su gran magnitud, no puede ser corregida fácilmente. En estas circunstancias un ajuste total en el precio de la gasolina llevaría a notables aumentos en la canasta familiar y causaría sonoras protestas a nivel popular. Por otra parte, y lo que es más grave produciría efectos notables en los propietarios de vehículos de servicio público, pues muchos de ellos han invertido todos sus ahorros en carros de altas cilindradas que consumen enormes cantidades de gasolina.


Los excesos de nuestro vecino unidos a una buena experiencia con la libertad de precios de la gasolina deberían orientarnos hacia una política de libertad total de los precios de la gasolina que debería venir acompañada de una libertad de importar gasolina y de hacer inversiones en las refinerías. En la medida en que los funcionarios del Ministerio dejen de competir con el mercado en la fijación de precios tendrán más tiempo para dedicar a definir las verdaderas políticas del sector de minas y energía.