La poca confianza en las cifras oficiales ha desembocado en agrias
controversias entre analistas muy respetables
Es lamentable que en Colombia no se disponga de cuentas nacionales trimestrales para poder seguir con cuidado la evolución de la economía y los analistas tengan que dedicar buena parte de sus esfuerzos a imaginarse el estado económico del país. La falta de estadísticas confiables ha llevado a que entidades del gobierno como el Departamento Nacional de Planeación dediquen buena parte de sus esfuerzos a seguir la evolución de la economía. De esta manera, entidades que deberían estar pendientes de los indicadores económicos para ajustar sus políticas se dedican a medir los resultados perdiendo buena parte de su credibilidad por actuar como jueces y partes. El cuestionamiento de las cifras se extiende de esta manera a un cuestionamiento de la entidad que perjudica notablemente a una entidad seria y respetable como el Departamento Nacional de Planeación.
La poca confianza en las cifras oficiales ha desembocado en agrias
controversias entre analistas muy respetables.
Los defensores a ultranza del modelo de sustitución de importaciones han
comenzado a culpar a la apertura económica de los problemas coyunturales
causados por la crisis política. En
lugar de aceptar que la incertidumbre causada por la crisis política y por las
altas tasas de interés han influido negativamente en las perspectivas de
inversión, los defensores del modelo de sustitución de importaciones aducen
como causa de la parálisis de la inversión el efecto retardado de la apertura.
Los críticos de las reformas económicas realizadas a comienzos del
noventa, tanto los que están en el gobierno como los que están por fuera,
tratan de convencemos que la crisis del 96 es ma consecuencia retardada de los
cambios en el modelo de desarrollo, cuando un análisis objetivo mostraría todo
lo contrario. En primer lugar, se debe
observar que los sectores más sensibles han sido los orientados a atender la
demanda doméstica. Los únicos que
todavía conservan su dinamismo son los sectores que atienden la demanda
externa. Si no hubiera sido por la
apertura, la economía estaría paralizada.
El paro empresarial hubiera sido inevitable en un mercado orientado
hacia la demanda interna pues el efecto sobre la actividad económica de una
crisis política como la actual en una situación pre-apertura hubiera sido
devastador. No debemos olvidar que una
de las principales razones para buscar una apertura es mitigar las
fluctuaciones internas, aceptando eso si una mayor influencia externa.
En segundo lugar, las reformas al disminuir la importancia del ejecutivo
en la política económica y al hacer énfasis en la descentralización ha logrado
disminuir el alcance de la crisis a nivel del gobierno central. La independencia del Banco de la República ha
contribuido a elevar la confianza del sector privado en momentos en que el
Presidente y sus Ministros se encuentran seriamente cuestionados. A pesar de sus fallas evidentes, los Alcaldes
y Gobernadores pasan a ser los lideres más admirados por la ciudadanía y se
convierten en factores de estabilidad institucional. La angustia de un cambio en la cúpula del
gobierno central, es sin lugar a dudas, mucho menor cuando no hay que pensar en
cambiar a todos los alcaldes y gobernadores.
Finalmente, debe decirse que así como las reformas han ayudado a
sostenerse al actual gobierno, también la crisis de confianza generada por el
actual gobierno ha contribuido a eliminar algunos de los principales
desequilibrios generados por la apertura.
En especial, el efecto Medina y sus secuelas como el efecto Botero y
ahora el efecto trillizos han logrado eliminar la sobre valuación del peso
colombiano devolviendo de paso la competitividad externa que se había perdido
por la revaluación del peso. No cabe
duda que una solución pronta de la crisis lograría devolver a la economía a una
senda de crecimiento acelerado y permitiría gozar de las ventajas de una
economía más abierta.