lunes, 25 de julio de 1994

El orden comienza por casa

El equipo económico de la Administración Samper debe hacer un esfuerzo importante de modernización institucional.

Como parte de su actividad diaria el economista está acostumbrado a hacer predicciones sobre los eventos futuros. El campo de las predicciones está lleno de dificultades. La información disponible no siempre es de la calidad y oportunidad requerida y las teorías que sirven de base para la realización de los pronósticos no siempre cuentan con un consenso general.

La experiencia ha mostrado que antes de entrar a hacer pronósticos muy detallados de lo que puede pasar en los próximos cuatro años puede resultar más importante tratar de esbozar las líneas de acción que debe tener el programa del equipo económico. Para comenzar por lo más sencillo, el equipo económico y en especial el Ministro de Hacienda debe hacer un esfuerzo importante de modernización institucional.

La Administración Gaviria realmente le dio un revolcón a buena parte de nuestras instituciones. Sin embargo, algunas de las reformas no han logrado consolidarse. El Ministerio de Hacienda, a pesar de los esfuerzos hechos por el Ministro Hommes y su equipo no ha podido desarrollar los sistemas que le permitan manejar eficientemente el nuevo modelo de gobierno. El Viceministerio técnico, la Tesorería están todavía en obra negra y requieren de un Ministro que lo dote de las conveniencias necesarias para un mejor modo de gobernar.

La fusión de Impuestos y Aduanas no parece haber funcionado. La Aduana Nacional sigue siendo uno de los problemas más graves del proceso de apertura económica. Los importadores se quejan de su manejo arbitrario mientras que los productores colombianos protestan por su ineficiencia en la lucha contra el contrabando. La administración tributaria es bastante débil lo que ha llevado a una evasión del 35 por ciento del IVA y a un 26 por ciento del impuesto a la renta. La utilización del sistema bancario si bien ha servido para eliminar un fuente importante de corrupción administrativa, ha tenido como consecuencia una pérdida de control del contribuyente pues los datos de las declaraciones de impuestos sufren considerables demoras en su procesamiento.

El proceso de fiscalización en impuestos se ha concentrado en la determinación de sectores con altos índices de evasión descuidando el control individualizado de los contribuyentes. La simplificación tributaria ha hecho que la recolección de impuestos dependa en buena parte de 2.000 grandes contribuyentes que representan el 65 por ciento del IVA y el 75 por ciento del impuesto a la renta. Al eliminar para el resto de contribuyente la obligación de informar en detalle los pagos y retenciones se ha eliminado una fuente potencial de control tributario lo que ha hecho que buena parte de los contribuyentes dejen de declarar buena parte de sus ingresos.

El manejo presupuestal colombiano se ha convertido en uno de los principales obstáculos para un manejo racional de las finanzas públicas colombianos. El obligar a todos los Ministerios a definir un programa anual de caja en el que aparezcan todos los gastos es un medio muy engorroso para logra un control sobre el efecto monetario de los gastos del gobierno. Los trámites necesarios para poder ejecutar cada año el programa de inversión son tan complejos que hacen que los proyectos de infraestructura se demoren mucho más de la cuenta y son por lo tanto una de las razones de los sobrecostos en los proyectos de inversión.


Afortunadamente, el mejorar la eficiencia interna del Ministerio es posible pues se cuenta con la financiación del Banco Mundial. Este organismo está apoyando el esfuerzo del gobierno a través de su Proyecto de Gestión Financiera Pública, a través de él se pueden ejecutar gran parte de las acciones necesarias para dotar al gobierno de un Ministerio de Hacienda moderno. Conociendo el interés del nuevo Ministro por estos temas, esperamos que el Doctor Perry dedique el tiempo necesario para modernizar la gestión del Ministerio.

lunes, 18 de julio de 1994

Ojalá fuera verdad tanta belleza

Lo menos que puede exigir el país es que el Congreso antes de aceptar las nuevas cifras censales llame de urgencia a los demógrafos más reconocidos para que estudien su confiabilidad.


De ser ciertas las cifras dadas a conocer recientemente por el DANE estarían mostrando un profundo cambio en la composición de la población colombiana. En primer lugar, el fenomenal crecimiento de Bogotá estaría mostrando un cambio radical en el grado de concentración de las ciudades colombianas. Por mucho tiempo Colombia mantuvo un crecimiento balanceado en las principales ciudades. La segunda ciudad presentó a través del tiempo una población igual a la mitad de la capital. La población de la tercera ciudad siempre fue igual a la tercera parte de la población de la capital y la cuarta ciudad presentó una población igual a la tercera parte de la primera urbe colombiana. Era tal la constancia de esta relación que los geógrafos podían citar a Colombia como tal vez uno de los casos en que se cumplía llamada regla de rango tamaño, es decir en el que el tamaño de la urbe multiplicado por el rango era una constante.

La segunda característica importante que se hace evidente en el último censo de población ayuda a explicar la razón por la cual ha dejado de tener validez la regla mencionada anteriormente. En efecto, las cifras muestran claramente que el concepto estrecho de ciudad definido dentro de un perímetro con validez político administrativo ha dejado de existir. El rango dado a nivel de ciudades no tiene mucho sentido. El Valle de Aburrá que comprende a Medellín, Envigado, Bello, Itagüi y otros municipios conforman un espacio urbano que sin lugar a dudas tiene una población mayor que la de Cali, Yumbo y otros municipios cercanos. Bucaramanga y su área de influencia continúa siendo el quinto centro poblado de Colombia a pesar de que la ciudad capital de Santander haya descendido algunos puestos en el ranking de ciudades. De ahora en adelante, para entender muchos fenómenos económicos será necesario pensar en términos metropolitanos. 

La tercera característica importante que se muestra en el Censo de 1993 es la aceleración del proceso de urbanización. Las cifras de los últimos censos mostraban una relativa estabilidad en el total de la población ubicada por fuera de las cabeceras municipales. Lo que el DANE denominaba resto del municipio mantuvo por mucho tiempo cifras cercanas a los diez millones de habitantes. La reducción en un millón de personas en la población rural es algo totalmente inesperado por los estudiosos de los fenómenos poblacionales. Nadie esperaba que en este siglo ocurriera una migración urbana rural de tal magnitud.

La cuarta característica importante de las cifras presentadas es lo inesperada de algunas de ellas. La población de Bogotá, Cúcuta y otras áreas urbanas resultó muy superior a la esperada por los estudiosos del tema demográfico. Las cifras no solo muestran magnitudes muy por encima de lo esperado sino que de ser ciertas mostrarían tasas de crecimiento totalmente inconsistentes con la evolución reciente en las tendencias de fecundidad, mortalidad y migración en Colombia.

Las sorpresas brindadas por el Censo deben tener desvelados a nuestros más destacados demógrafos. Algunos de ellos deben estar pensando que la operación censal tuvo grandes fallas pues la discrepancia entre los datos censales y los estimativos de otras fuentes es demasiado grande para poderla atribuir a un error de cobertura normal. Los que quieren aceptar como válidas las cifras del DANE se encuentran más sorprendidos pues no pueden creer que unos cambios de tal magnitud los haya sorprendido tan fuera de base.

Aunque en esta época las investigaciones exhaustivas están desacreditadas, lo menos que puede exigir el país es que el Congreso antes de aceptar las nuevas cifras llame de urgencia a los demógrafos más reconocidos para que estudien la confiabilidad de las cifras censales. Adicionalmente, el nuevo gobierno debe hacer un revolcón en el Departamento de Estadística e implantar sistemas de seguimiento a nivel nacional que permitan medir de una manera precisa la evolución de la realidad demográfica. Si las mediciones del DANE en el campo de la población no son aceptadas por la comunidad científica menos va a poder convencernos el próximo gobierno, con datos del DANE, que ha cumplido con sus metas de creación de empleo.


lunes, 11 de julio de 1994

La coordinación de políticas económicas

Las reuniones de los jefes de estado latinoamericanos deberían seguir el ejemplo del G7 y  buscar una coordinación de la política económica.

Cada vez que se reunen los siete representantes de los países más avanzados surge el tema de la coordinación de la política económica. Los Jefes de Estado reiteran siempre la importancia de lograr una política armónica que facilite el logro del tan anhelado equilibrio macroeconómico.

En las declaraciones finales de este evento anual, aparecen siempre reafirmaciones relacionadas con la importancia de mantener una política económica prudente. Por lo general, se condena el desequilibrio fiscal y se hacen recomendaciones sobre metas deseables en el frente monetario, fiscal y cambiario que sean coherentes con el equilibrio económico a nivel de cada uno de los países.

Además, en ocasiones como la presente en que existen discrepancias entre las políticas económicas de algunos de los participantes se busca llegar a un compromiso entre los diferentes países con el fin de buscar una solución de compromiso que permita realizar el ajuste a un costo menor.

Aunque el proceso de negociación es bastante complicado en ocasiones produce resultados interesantes. El llamado acuerdo del Louvre logrado a mediados de los ochentas permitió un ajuste en la paridad cambiaria de las principales monedas que permitió una devaluación efectiva del dólar. La devaluación del dólar contribuyó  a mejorar la competitividad de la economía Estadounidense y redujo en algo el superávit comercial del Japón y Alemania.

Desafortunadamente, a nivel latinoamericano las cumbres siguen siendo eventos orientados hacia los medios de comunicación que producen muy pocos efectos a corto plazo. Los problemas de coordinación de política económica entre socios comerciales no se tratan, tal vez para no dañar el ambiente festivo de la reunión.

Problemas tan graves como el de la crisis en Venezuela y su posible efecto en las relaciones comerciales con sus vecinos nunca son objeto de discusión ni mucho menos se busca un acuerdo que no perjudique a los vecinos. En este caso los países tratan de solucionar sus problemas exportándoselos a los vecinos. El desempleo, la recesión, la devaluación y la inflación se convierten en los principales productos de exportación.

Un repaso de lo vivido en Colombia como consecuencia de la maxi devaluación de Venezuela en 1982 muestra que la falta de coordinación en las medidas es perjudicial para la buena marcha de los procesos de integración. En efecto, la maxi devaluación afectó de manera importante a la economía fronteriza llevándola a una situación recesiva que afecto particularmente la industria manufacturera. La década del ochenta fue una década perdida para la industria del Norte de Santander. Los niveles de producción industrial al final de los ochentas estuvieron por debajo de los alcanzados a comienzos de la década.

Los desequilibrios comerciales creados por la maxi devaluación y el costo fiscal y monetario de las medidas adoptadas para paliar los efectos adversos de las políticas venezolanas, exacerbaron los desequilibrios de la economía colombiana y aceleraron nuestra propia crisis cambiaria y fiscal. Las cifras muestran que la economía fronteriza solo se recobró en 1985 cuando el país bajo la acertada dirección del Ministro Junguito realizó el exitoso ajuste cambiario y fiscal.


El próximo gobierno deberá considerar prioritario el problema con Venezuela y lograr unos acuerdos de política económica que faciliten el ajuste en los dos países. Se debe evitar que se adopten medidas cuyo principal efecto sea la colombianización de la crisis.

lunes, 4 de julio de 1994

La nueva teoría del crecimiento

Según estudios analizados en un seminario patrocinado por el Banco Mundial y el Gobierno de Colombia, los países que crecen más logran la mejor distribución del ingreso y tienen las menores tasas de inflación.

En la semana anterior el Banco Mundial y el Gobierno de Colombia patrocinaron un importante seminario sobre el futuro crecimiento de América Latina. El Seminario contó con la participación de destacados conferencistas colombianos e internacionales. Este interesante evento en el que se presentaron importantes estudios resultará de especial importancia para el desarrollo de la investigación económica en Colombia. Los trabajos presentados, sin lugar a dudas, orientarán el trabajo futuro de los académicos colombianos.

De lo tratado, en los dos días que duró el evento, se puede concluir que la investigación en el campo económico ha cambiado de orientación. En el pasado, buena parte de los trabajos estaban orientados hacia el corto plazo haciendo énfasis en el problema de la estabilización y de la secuencia y ritmo de las reformas económicas. Para el futuro, se prevé un mayor énfasis en el crecimiento a largo plazo. Los académicos después de haber declarado victoria sobre el manejo de los problemas de corto plazo se han dedicado a explicar las causas del crecimiento y a encontrar la fórmula adecuada para que todos los países puedan repetir la historia exitosa de los tigres asiáticos.
  
Los trabajos presentados en buena parte atacan lo que Galbraith llama la sabiduría convencional. En efecto, buena parte de los trabajos presentaron conclusiones bien diferentes a lo que se había venido sosteniendo. Por ejemplo, la doctora Birdsall, Vicepresidente Ejecutivo del Banco Interamericano de Desarrollo y el Profesor Alesina de Harvard muestran que una mejor distribución del ingreso puede contribuir positivamente al crecimiento de un país. Esta conclusión que ya había sido enunciada por Jeffrey Sachs va en contra de lo enseñado por mucho tiempo. De acuerdo con lo discutido en el Seminario sobre crecimiento, no es necesario aceptar una alta concentración del ingreso para lograr altos volúmenes de ahorro que financien altos niveles de inversión. Los economistas han comenzado a aceptar, tal como lo había encontrado Milton Friedman en su Teoría del Consumo, que los pobres y los trabajadores también ahorran y que por lo tanto es correcto postular que únicamente ahorran los capitalistas.

Los trabajos presentados también desvirtúan la creencia de que para poder crecer es necesario aceptar una alta inflación. Por el contrario, para buena parte de los conferencistas y especialmente los que tienen algo que ver con el FMI y los Bancos Centrales el nuevo evangelio predica que para poder crecer es necesario mantener una baja inflación. Michael Bruno antiguo Presidente del Banco Central de Israel y economista principal del Banco Mundial presenta unos diagramas en los que se relaciona la tasa de crecimiento de una economía con la tasa de inflación y que parecen sugerir que existe una relación interesante entre inflación y crecimiento.
Aunque me hubiera gustado utilizar los diagramas del Profesor Bruno para sustentar mis recomendaciones sobre la conveniencia de reducir la inflación, he llegado a la conclusión que la interpretación más adecuada es que en el largo plazo, existe una tasa natural de crecimiento que es independiente de la inflación. La evidencia presentada parece mostrar que la reducción de la inflación puede mejorar la eficiencia de una economía conducir a un mayor nivel de ingreso sin que llegue a producir una mayor tasa de crecimiento.

Los verdaderos motores de crecimiento no pueden ser ni una mejor distribución del ingreso ni una menor inflación. En el largo plazo, la nueva teoría del desarrollo, como la anterior, deben hacer énfasis en una mejor preparación de la fuerza de trabajo y en un mayor cambio tecnológico. La educación y otras maneras de mejorar la productividad del trabajador se convierten en la mejor inversión que puede hacer un país. Ante tanta reiteración de la importancia de invertir en educación el próximo gobierno debería dedicar un esfuerzo gigante en este campo. El país no puede permitirse el lujo de ignorar estas recomendaciones. Debe reforzar el esfuerzo en la capacitación del colombiano tal y como lo hubiera hecho Andrés Pastrana.

Después de asistir al Seminario he llegado a la conclusión de que la idea de la existencia de una serie de compromisos de política ha perdido validez. El encargado de la política económica no tiene que sopesar las consecuencias de largo plazo de una política que incentive el crecimiento pueda tener en la mala distribución del ingreso o en la estabilidad económica. La experiencia de los países exitosos muestra que la buena política económica tiene éxito simultáneo en varios campos. Los países que crecen más logran la mejor distribución del ingreso y tienen las menores tasas de inflación. La mala política económica desemboca en pésimos indicadores de crecimiento, inflación y distribución del ingreso.