martes, 12 de diciembre de 1995

Tasas de Cambio Fijas o Flexibles

La coexistencia de dos sistemas de cambio, ha obligado a los economistas a estudiar las implicaciones que tienen las políticas monetaria y fiscal para cada uno de ellos.

A comienzos de 1970 se discutió mucho si era más conveniente mantener un sistema de tasas de cambio en las que el Banco Central interviniera o si, simplemente sería mejor dejar que las fuerzas del mercado determinaran el precio de las divisas.

En esa ocasión, el Profesor Milton Friedman fue uno de los principales defensores de adoptar un sistema de tasas de cambio flexibles. Para ello dió una serie de argumentos, que sin lugar a dudas contribuyeron a convencer a los encargados de la política económica a nivel mundial.

Los argumentos teóricos en favor de un sistema de cambios flexibles, unidos a las perturbaciones de comienzos de los setentas, llevaron al abandono del sistema de Bretton Woods vigente desde el final de la segunda guerra mundial. Los países industrializados han mantenido en los últimos quince años, un sistema en el que las autoridades monetarias y cambiarias prácticamente no intervienen en el mercado de las divisas.

La experiencia con el sistema de tasas de cambio variables ha sido positiva, pues ha servido para absorber los efectos de grandes perturbaciones externas sin consecuencias muy negativas en las economías de los países industrializados. Sin embargo, la experiencia también ha mostrado que el sistema de cambios flexibles no puede ser adoptado por los países pequeños, pues en mercados de tamaño reducido no es posible desarrollar instrumentos que permitan cubrir los riesgos inherentes en variaciones no previstas de la tasa de cambio.

La coexistencia de dos sistemas de cambio, uno de tasas de cambio fijo para países pequeños, y otro de tasas de cambio flexible ha obligado a los economistas a estudiar las implicaciones que tienen las políticas monetaria y fiscal para cada uno de los dos regímenes.

Las conclusiones de este análisis son bien importantes, sobre todo cuando se considera la existencia de los capitales golondrinas que vuelan hacia el país donde el retorno es más alto. En estos casos, la conclusión es que en un sistema de cambios fijos la política monetaria es impotente para cambiar el nivel de la actividad económica doméstica. Por otra parte, en un sistema de tasas de cambio fijo, la política fiscal se torna impotente para estabilizar la economía.

La experiencia de la impotencia de las autoridades monetarias en la Administración Gaviria para controlar la economía colombiana, corrobora que el análisis realizado por los buenos macroeconomistas también se aplica en el trópico.