lunes, 30 de octubre de 1995

Al que no quiere caldo se le dan dos tasas

Las estadísticas fiscales muestran sin lugar a dudas que la pereza tributaria de los bogotanos es una falacia

EI Concejo de Bogotá esta discutiendo un proyecto de racionalización tributaria presentado por la Administración Mockus.  El proyecto aunque contiene algunos elementos que, probablemente, van a mejorar y facilitar las relaciones entre el contribuyente y la Administración, en realidad es, nada más ni nada menos, que una reforma tributaria disfrazada.  La Administración Mockus busca aumentar en 500 mil millones de pesos sus recaudos mediante un incremento importante en el impuesto de Industria v Comercio.

Esta desafortunada iniciativa no pudo caer a más mala hora pues la semana pasada las comisiones económicas del Congreso aprobaron el alza en dos puntos del IVA solicitado por el Gobierno Nacional.  Teniendo en cuenta el impacto adicional del aumento en los impuestos distritales algunos concejales, han comenzado a mostrar su oposición al aumento en el Impuesto de Industria y Comercio solicitado por la Administración.

En un foro realizado por la Comisión de Presupuesto del Concejo Distrital tuve la oportunidad de opinar sobre tan importante tema, Tal como lo manifesté en ese recinto el problema básico que tiene la ciudad es el poco valor que obtienen los bogotanos por los impuestos pagados.  Gracias a las reformas de Castro y Caicedo Ferrer los bogotanos estarnos pagando los impuestos de Nueva York para obtener una calidad de servicios inferior la de Somondoco.

Las estadísticas fiscales muestran sin lugar a dudas que la pereza tributaria de los bogotanos es una falacia.  Las reformas tributarias han cerrado totalmente la brecha que existió alguna vez entre los tributos percápita de Bogotá y el resto de las grandes capitales colombianas.  Lo que no se ha podido hacer es lograr una calidad de servicios igual a la de Medellín y Cali.  El estado de las vías, la educación, la recreación y la salud de la Capital de la República son muy inferiores a las de las capitales de Antioquia y el Valle.

Tal como lo hemos mencionado al analizar el caso de la reforma tributaria propuesta por el Doctor Perry, el subir impuestos es una estrategia equivocada para lograr un equilibrio fiscal.  Lo que se requiere es asegurar que el aumento en el presupuesto se refleje en el aumento de la calidad y cantidad y que no quede reducido a un aumento en burocracia.  Los que han estudiado el tema saben que en Colombia y en el Distinto el gasto social es ineficiente debido a la poca capacidad institucional de las entidades del sector social.  Los recursos ingentes logrados en reformas tributarias anteriores se han traducido siempre en mayores costos y nunca han repercutido un mayor logro de los objetivos buscados.

El número de kilómetros construidos en Bogotá ha variado mucho menos que los recursos fiscales.  La calidad de la educación en Bogotá y en el resto del país ha cambiado muy poco a pesar del considerable aumento en los presupuestos del sector.  La justicia, la seguridad ciudadana, la defensa nacional están hoy peor que antes que el Doctor Hommes  hiciera una reforma tributaria que nos iba a solucionar estos problemas tan sentidos.

Antes de hacer lo fácil, que es conseguir el dinero, lo que se requiere es hacer lo difícil que es reinventar el gobierno.  El Estado colombiano no puede seguir siendo tan ineficiente,  tiene que comenzar a manejarse como lo mandan los cánones administrativos.  Las promesas del candidato tienen que traducirse en metas cuantitativas de fácil seguimiento.  Los gobiernos tienen que definir las metas que van a cumplir en un período fiscal.  Deben indicarnos en cuanto va a disminuir el tiempo perdido en los trancones, en lugar de decirnos que va a gastar miles de millones de pesos en ampliar la malla vial.  Tienen que decirnos cual va a ser la mejora en los puntajes del lcfes en los colegios distritales, antes de decirnos que va a gastar miles de millones adicionales en el sector de la educación.  Debe comprometerse en reducir el número de infracciones en la calle 19 y en la ciudad en lugar de decirnos que ha contratado cien mimos mas o que ha repartido un millón de cartulinas.

Por otra parte. el gobierno distrital tiene que hacer más productivas las empresas de servicios públicos.  El conglomerado más grande de Colombia compuesto por las tres empresas de servicios públicos puede ayudar a financiar la ciudad.  Si los principales grupos económicos pueden financiar los equipos de fútbol y los mundiales de ciclismo y contribuir a muchas obras meritorias. no hay razón valedera para que las empresas de servicios públicos de Bogotá no hagan su aporte a la ciudad.  La. empresas deben salirse del negocio repartir subsidios y dedicarse a lo que es su función principal. o sea. prestar un buen servicio a sus usuarios y pagar dividendos a sus accionistas que somos todos los bogotanos. 

lunes, 23 de octubre de 1995

La mejor inversión

Una política realista en el campo educativo debe partir de un reconocimiento de que lo importante es que el colombiano obtenga un conocimiento de alta calidad que le permita ser mas productivo

La pasada cumbre de Ibero América en Bariloche trató el tema de la educación como un posible motor de desarrollo.  El gobierno colombiano perdió una magnífica oportunidad para exponer su pensamiento sobre tan importante tema.  El presidente Samper dejo pasar la oportunidad de exponer el pensamiento del gobierno colombiano ante una audiencia amplia.

No nos debe extrañar que el gobierno no tenga una política de desarrollo basada en los recursos humanos, pues hasta el momento su única preocupación ha sido con temas de carácter coyuntural.  No sólo ha tenido que defenderse de las graves acusaciones sobre la financiación de la campaña presidencial, sino que, además, por no saber hacer las cuentas de la financiación de su plan de desarrollo ha tenido que acudir al Congreso para la aprobación de una reforma tributaria improvisada e inconveniente.

El tema educativo durante la presente administración no ha sido bien tratado. El primer ministro de la presente Administración, Arturo Sarabia Better, tuvo un manejo bastante desafortunado de la política educativa. Su gestión fue muy pobre y se concentró en atender una serie de huelgas de los sindicatos de maestros y profesores universitarios.  Nos quedamos sin saber cuál era el pensamiento del gobierno sobre el papel de la educación en el desarrollo y cuáles eran las políticas más indicadas para lograr un mayor crecimiento económico.

Su reemplazo, María Emma Mejía, indudablemente ha tenido mayor éxito dentro de los medios de comunicación.  Hemos visto a la Ministra, con inusitada frecuencia, en todos los medios de comunicación.  Los arreglos laborales han sido bastante generosos y los sindicatos de maestros y profesores se encuentran en relativa calma.  Sin embargo, el Ministerio sigue sin una política educativa orientada hacia el crecimiento económico.

Una política realista en el campo educativo debe partir de un reconocimiento de que lo importante es que el colombiano obtenga un conocimiento de alta calidad que le permita ser más productivo. Bienestar de los educadores es apenas una condición necesaria pero no suficiente para lograr desarrollo económico.  Por lo tanto, el gobierno debe comenzar a preocuparse por medir los resultados del proceso educativo en lugar de dedicar todos los esfuerzos a mantener contentos a los sindicatos de maestros y profesores universitarios.

El gasto en educación no es bueno por sí mismo si no por los resultados que produce, el aumentar el gasto en educación no siempre es la solución de los problemas educativos.  Una educación más costosa no es necesariamente mejor.  El sector privado y en especial las instituciones religiosas ofrecen educación de alta calidad a costos por debajo de lo que nos toca sufragar a los contribuyentes.

La educación pública puede no costarle mucho a los padres de los estudiantes, sin embargo, para la sociedad y para los contribuyentes los costos son muy altos.  Donde más se puede apreciar el elevado costo de la educación oficial es en las universidades públicas de Bogotá.  La Nacional y la Distrital tienen unos costos por alumno muy superiores a los de universidades particulares de igual calidad.  Si el Gobierno, el día de mañana, decidiera cerrar estas dos universidades con la mitad del presupuesto podría pagar becas en las mejores universidades colombianas para la totalidad de Los estudiantes matriculados en ellas.

El gobierno tiene que cambiar su enfoque educativo.  El Ministerio no puede seguir siendo la institución cuya única preocupación sea mantener contento a Fecode y pagar a tiempo a los maestros.  Mucho menos debe dedicar sus esfuerzos al cumplimiento del famoso pacto social.  Su responsabilidad tiene que ser el montar un sistema educativo, eficiente y eficaz que responda a las necesidades del desarrollo económico.  Los cambios necesarios son profundos y requieren un esfuerzo continuado, el aumento en los presupuestos no se traducen necesariamente en mejores resultados para los alumnos.


martes, 17 de octubre de 1995

El Premio Nobel de economía 1995

Lo que sorprende al repasar lo hecho por Lucas en su vida profesional es la persistencia en la búsqueda de la verdad y en las implicaciones que esto tiene para la teoría económica.

Uno de los ritos de octubre en el campo de la economía es la selección del Premio Nobel de Economía que tiene por objeto el premiar la trayectoria de uno o varios académicos en el campo de la economía.  Este año la Academia sueca premió al notable economista Robert Lucas de la Universidad de Chicago.  El Profesor Lucas ha logrado a los 58 años ser reconocido con tan importante galardón.

La labor de tan ilustre profesor es reconocida por amigos y enemigos como de trascendental importancia.  Gracias a los aportes de Lucas la manera como se enseña y practica la macroeconomía ha cambiado de manera radical.  Los trabajos de Lucas han ido incorporados en las listas de lecturas de las principales universidades americanas bien sea para que los alumnos lo acepten como el nuevo evangelio en las escuelas defensoras del pensamiento neoliberal o para que los practicantes de ortodoxia keynesiana encuentren argumentos en su contra que defiendan la sabiduría convencional.  Me acuerdo que el Profesor Eckstein fundador de la firma de consultoría económica más grande del mundo incluía como lectura obligada en su curso sobre la utilización de Modelos Macroeconométricos, la critica de Lucas a la utilización de los modelo macroeconómicos tradicionales.

Como lo han destacado las agencias internacionales, el nombre de Lucas ha sido asociado con la escuela de las llamadas expectativas racionales.  En los trabajos de Lucas los agentes económicos se comportan de una manera racional en su enfoque hacia al futuro y no se contentan con solo mirar al pasado para tomar sus decisiones sino como el dios Jano miran también al futuro.  Lucas al igual que Abraham Lincoln parte de la base de que no es posible engañar a todo el mundo todo el tiempo sino que los agentes económicos van aprendiendo a medida que pasa el tiempo y cambian su comportamiento y sus modelos de acuerdo con los resultados de sus pronósticos y la confrontación con la realidad.

Lo que sorprende al repasar lo hecho por Lucas en su vida profesional es la persistencia en la búsqueda de la verdad y en las implicaciones que esto tiene para la teoría económica.  Su primer trabajo publicado en 1969, es un intento de aplicar al mercado laboral de un típico modelo macroeconómico las técnicas de modelaje aplicados en los cursos de economía laboral.  Lucas inicia, pues, su trayectoria académica buscando llenar un vacío importante dentro de la tradición keynesiana que dominaba ampliamente la ortodoxia macroeconómica de finales de los sesenta.

El manejo de la crisis del petróleo obliga a un replanteamiento profundo de la teoría macroeconómica.  La tradicional relación inversa entre desempleo e inflación deja de funcionar en un mundo en el que aparecen simultáneamente la inflación y el desempleo dando origen al termino de estanflación.  Lucas dedica su esfuerzo intelectual a desarrollar modelos en los que se puedan presentar de manera simultánea la inflación y desempleo pero en los que en el largo plazo tiendan hacia un equilibrio.  Los esfuerzos no están dirigidos ya a reparar el modelo tradicional sino que comienzan a orientarse a buscar un nuevo paradigma.

Lo que sorprende del trabajo de Lucas y que se capta muy bien en el libro de Arjo Klamer, "Conversaciones con economistas" y en el Prólogo de su libro "Estudios en la teoría de los ciclos económicos" es la seriedad con que realiza esta paciente labor de reconstrucción.  A diferencia de lo realizado por Keynes en su Teoría General, Lucas toma el camino largo de construir su teoría con elementos muy sólidos que puedan ser refutados por sus contradictores.

La búsqueda de la verdad unidas a un esfuerzo monumental por reconstruir la macroeconomía sobre unas bases analíticas más sólidas son realmente admirables cuando se miran desde una perspectiva colombiana.  Mientras que en Colombia los últimos veinte años se han dedicado infructuosamente a reconstruir el modelo keynesiano y a justificar la intervención del Estado el Profesor Lucas dedica toda una vida de trabajo a avanzar por el sendero del conocimiento.

La revisión así sea de manera rápida de la obra del Profesor Lucas hecha como parte de la preparación de esta columna me ha servido para comprobar la falta de interés que existe en Colombia en los temas teóricos.  Los comentarios que uno oye a nuestros expertos sobre el tema muestran un total desconocimiento de los textos originales.  Todos hablan del trabajo de un premio Nobel sin nunca tomarse la molestia de ir al texto original.  Más triste aún los que se sienten atacados por alguien no solo ignoran las criticas sino que se dedican a criticarlo por cuestiones ideológicas.  Para muchos la razón básica de no aceptar a Lucas es su afiliación a la escuela de Chicago y no la validez de sus argumentos.



lunes, 2 de octubre de 1995

Del afán no queda sino el cansancio

La ciudad no solo ha tenido que pagar más por obras innecesarias y demoradas sino que ha tenido que sufrir años de incomodidades causadas por la construcción de las tan promocionadas soluciones al trancón.

En los comienzos de la administración de Jaime Castro cuando alguien quería poner de manifiesto su falta de acción decía que estaba esperando que el Alcalde se posesionara.  Para la mayoría de los bogotanos y para los asesores del Alcalde esta falta de acción fue un grave pecado que tuvo que ser enmendado con el comportamiento contrario en la etapa final de su mandato.

El Alcalde Castro optó por subir espectacularmente los impuestos apelando a todos los trucos de carácter fiscalista habidos y por haber.  Reencauchó el cobro de valorización por beneficio general, apeló a un auto-avalúo y nos cobró dos veces el impuesto de industria y comercio.  Armado con estos recursos comenzó la feria de las obras contratando puentes y vías sin tener los diseños ni mucho menos sin contar con los predios.

El encarecimiento de las obras por escasez de materiales, mano de obras y hasta equipos de transporte no se hizo esperar.  Las obras planeadas, más con el corazón que con la razón, para ser entregadas en los días finales de la administración han sido objeto de considerables atrasos, hasta el punto de que algunas no han podido ser entregadas funcionando como se esperaba.

La famosa Autopista NQS que ha sido el objeto de grandes inversiones en los ú1timos cinco años opera en muchos puntos en cámara lenta.  El cruce de la NQS con la calle 127 es un verdadero cuello de botella en el que el sufrido bogotano tiene que gastar ocho minutos los fines de semana.  Todo el tiempo ahorrado desde la calle 13 hasta la cien por las ingentes inversiones se pierde en una intersección dejada a la buena de Dios.

La falta de planeación de la Administración Castro y el afán para recuperar el tiempo perdido no solo han llevado a un plan de obras poco eficaz para resolver el problema del transporte sino que ha dado lugar a sobrecostos causados por las demoras en las obras.  La ciudad no solo ha tenido que pagar más por obras innecesarias y demoradas sino que ha tenido que sufrir años de incomodidades causadas por la construcción de las tan promocionadas soluciones al trancón.

Cuando uno transita por la calle 100 con la carrera quince no puede menos de preguntarse si se justifica de alguna manera estar sufriendo, durante tanto tiempo, los problemas ocasionados por la construcción de una intersección a desnivel que no beneficia al usuario normal de esta vía.  El conflicto originado por el cruce de estas dos importantes avenidas sigue vigente sin que las costosas obras hayan contribuido a la solución.  Como en el dicho popular los usuarios de esta intersección se quedaron con el pecado y sin el género.

Como lo hemos dicho en repetidas ocasiones, lo que es más triste de esta situación es que la decisión de diferir las obras hasta el momento en que se pudieran hacer con buenos diseños y con una eficiente planeación era la correcta.  Los recursos generados por la valorización por beneficio general y por el cobro anticipado del impuesto de industria y comercio han debido servir para disminuir el elevado endeudamiento del Distrito y sus empresas.  De esta manera unos recursos de carácter netamente transitorio se convertirían en recursos permanentes pues reducirían el elevado servicio de la deuda.

Pagar deudas y diferir inversiones cuando los recursos son de carácter transitorio es una recomendación bastante lógica.  Los modelos financieros de las finanzas consolidadas del Distrito muestran claramente esta opción como una de las más atractivas para solucionar en el largo plazo la situación del Distrito.  La experiencia en el manejo de bonanzas, revisadas cuando se estaban estudiando las opciones de política de manejo macroeconómico de la bonanza petrolera, muestran, inequívocamente, que el secreto de un manejo adecuado de un hallazgo inesperado es el guardar el valor del hallazgo y vivir de la renta.  Los que se dedican a gastarse las loterías terminan, por lo general, en peores condiciones de las que arrancaron.


Los bogotanos deberían aprender de los errores de sus gobernantes para definir una política más seria de sus sucesores.  La experiencia en los últimos cinco años muestra que solo con asignar dinero no se solucionan los problemas de la ciudad.  La Administración tiene que cambiar para poder ejecutar eficientemente las obras contempladas en un plan.  Al Alcalde Mockus hay que dejarle que termine las obras de su antecesor y que estudie cuidadosamente las suyas antes de entrar en la onda de las grandes contrataciones.  El no gastar es una política que puede pagar en el futuro.