martes, 30 de junio de 1992

Sigamos el ejemplo de Castro

El método propuesto por la Administración Castro en Bogotá, ha sido utilizado en el Brasil como una manera eficiente de hacer el autoracionamiento eléctrico.

El pasado 19 de junio, la Administración distrital anunció que era necesario ahorrar agua. La poca intensidad del invierno en los meses de abril y mayo no permitió la recuperación de los embalses que sirven a Bogotá. Si en todos los años, se decía que en abril aguas mil, en 1992 parece que solamente llegamos a aguas quinientas pues apenas cayeron la intensidad de las lluvias llego apenas a la mitad de la habitual.

Esta baja intensidad de lluvias dió oportunidad a que el Alcalde Jaime Castro ensayara un esquema bastante novedoso en el que se pretende racionar no a través de la fuerza bruta sino más bien a través del sistema de precios. Indudablemente, el esquema propuesto por el Alcalde de Santafé de Bogotá es un gran avance conceptual que debería ser imitado en el sector eléctrico.

Como ya se ha dicho en repetidas ocasiones, es mucho más eficiente racionar por medio del sistema de precios que por medio de unos horarios de racionamiento. El grave problema del racionamiento de energía es, simplemente, una discrepancia entre la oferta y la demanda de energía eléctrica al precio existente. Esto se puede solucionar subiendo el precio del bien o mediante la asignación de las cantidades disponibles entre todos los consumidores mediante reglas arbitrarias.

Hay dos grandes ventajas del racionamiento por precio. En primer lugar, la gente reduce selectivamente y de acuerdo con sus preferencias la demanda menos importante. Cuando el consumidor puede libremente elegir puede decidir si es mejor reducir el número de horas que ve televisión, el número de bombillas prendidas, la cantidad de ropa que pone en la secadora eléctrica o si más bien le baja la temperatura al agua con que se baña.  Además, cuando se aumenta el precio lo largo de todo el día el incentivo al ahorro se mantiene durante las 24 horas. Con el método seguido por el gobierno en el sector eléctrico, cuando llega la luz el subconsciente nos traiciona un poco y nos hace utilizar intensivamente la energía, para compensar la falta que hemos tenido. Si antes no veíamos televisión a las ocho de la noche, ahora se nos aumenta el apetito de ver el cuerpo ajeno o los inseparables.

En segundo lugar, el precio alto de la energía incentiva a que las Empresas aumenten su oferta y a que los consumidores generen su propia energía o sustituyan su consumo por otros energéticos. Por ejemplo, con altos precios de la energía se vuelve muy atractivo calentar el agua en los edificios y conjuntos residenciales mediante el uso de calderas centrales. Esta posibilidad que se utiliza mucho en los Estados Unidos puede resultar muy atractiva si el precio de la energía eléctrica es suficientemente alto. Con precios altos es muy posible que todas las plantas operen permanentemente y no solo durante los períodos de racionamiento. Con precios altos de la energía eléctrica es posible decidirse por la compra del calentador que ha desarrollado el Doctor Lugari en el Centro de las Gaviotas.

El método propuesto por la Administración Castro en Bogotá, ha sido utilizado en el Brasil como una manera eficiente de hacer el autoracionamiento eléctrico. Puede por tanto utilizarse como una mejor manera de asignar unos recursos escasos. Su adopción en los momentos presentes tiene dos problemas que se han mencionado ya en otras columnas. En primer lugar, puede dar lugar a aumentos considerables en las cuentas de los usuarios de bajos ingresos y en segundo lugar puede llegar a despertar protestas por parte de los usuarios que verían con malos ojos que las Empresas se lucren de un mal manejo de los embalses.

El primero  de estos inconvenientes se puede solucionar en la medida en que el incremento en la factura de los realmente pobres se compense con un subsidio independiente de su consumo. Por ejemplo, un usuario de bajos ingresos con consumo de 200 kilovatios por mes y que ahora tiene que pagar 10 pesos por kilovatio para una factura total de 2000 pesos pagaría los mismo si el precio del kilovatio se subiera a 50 pesos y recibiera un subsidio de 8.000 pesos. Eso incentivaría el ahorro pues si consume menos de su consumo habitual puede tener inclusive un ahorro sobre su factura anterior. Si nuestro usuario de bajos ingresos reduce su consumo en un 10 por ciento y lo baja a 180 kilovatios su factura se reduciría a 1.000 pesos.

La segunda objeción al plan de racionamiento por precios no sería muy válida si el destino de los recargos de racionamiento recaudados por las Empresas fueran al gobierno Central para financiar este plan de subsidios y para apoyar la realización de las inversiones necesarias para salir del racionamiento

martes, 23 de junio de 1992

Unos se desocupan y otros se llenan

Ante el inminente llenado del embalse monetario para contener el flujo de divisas, es hora de comenzar a pensar en la forma en que se debe manejar el crecimiento de los medios de pago.

Con la entrada del verano ha comenzado a disminuir el nivel de los embalses. Los periódicos, al lado de las cotizaciones de la bolsa, han venido presentando el estado de los embalses. El ciudadano ya sabe cuánto sube el dólar, cuánto sube o baja el Dow-Jones y como suben o bajan los niveles de los embalses.

Mientras se desocupan los embalses del sistema eléctrico se ha comenzado a llenar peligrosamente el embalse que inauguró la Junta Directiva del Banco de la República el año pasado. En efecto, en octubre del año pasado, con el fin de contrarrestar el chorro de divisas que estaba llegando a Colombia, la Junta amplió el plazo de vencimiento de los certificados de cambio de 3 a 12 meses. Al ampliar el plazo, la Junta del Emisor efectivamente multiplicó por cuatro la capacidad de congelar el superávit externo por medio de este instrumento de control monetario.

Como bien dice el refrán, no hay plazo que no se cumpla y ya está llegando el momento en que se acabe el impacto de contracción monetario. Al completarse un año de la ampliación del plazo de redención de los certificados, se comenzarán a redimir los certificados emitidos en octubre del año pasado. Los certificados que se emitan a partir de octubre ya no van a representar una congelación adicional de liquidez sino que van a reemplazar a los que van siendo redimidos.

Ante el inminente llenado del embalse monetario para contener el flujo de divisas, es hora de comenzar a pensar en la forma en que se debe manejar el crecimiento de los medios de pago. La solución de volver a ampliar el plazo de los certificados no parece una posibilidad viable. El gobierno debe a toda costa mantener la poca credibilidad que le queda y no puede estar cambiando continuamente las reglas de juego de la economía.

Frente a la pérdida de potencia del instrumento de certificados de cambio es conveniente revaluar su conveniencia misma. Es necesario entonces volver a hacer un análisis costo-beneficio de este instrumento. El beneficio, medido por su efectividad como instrumento de control monetario va a ser cada vez menor. Como ya se dijo, los beneficios del instrumento van a desaparecer en buena parte en octubre cuando se comiencen a redimir los certificados emitidos con plazo de un año. Los costos del instrumento para el fisco parecen ser mínimos, pues ni el fisco ni el Banco de la República tienen que pagar intereses por el préstamo que obtienen de los exportadores.

Sien embargo, los costos reales de utilizar el certificado de cambio como instrumento de control monetario son cada vez más altos. El Banco de la República, de hecho, está concediendo un subsidio importante a los exportadores pues redime los certificados de cambio a la tasa oficial que es considerablemente superior a la tasa de cambio del mercado. Como muy bien lo han sostenido miembros de la Junta del Banco de la República, la cotización oficial está desapareciendo. Para lo único que se utiliza hoy en día la tasa oficial es para liquidar el valor de los certificados de cambio.

La introducción de los certificados no solo ha venido acompañada de una revaluación sino que también ha dado lugar a un sistema de cambios múltiples. Las distorsiones en el mercado cambiario introducidas por este instrumento indudablemente van en contravía de la apertura. Los analistas extranjeros no logran entender como en un proceso de apertura comercial y cambiaria se apela a un  instrumento con tantos efectos nocivos para el manejo del sector externo.

Teniendo en cuenta que los costos de los certificados van a ser muy superiores a los beneficios es necesario comenzar a pensar en instrumentos más neutrales y que estén más de acuerdo con el proceso de apertura.

lunes, 15 de junio de 1992

Y eso : no le vale nada

Los problemas del sector energético se originan en una política de precios equivocada, y en la cual los técnicos del sector no tienen ninguna culpabilidad. Es muy grave que un insumo tan importante no tenga precio.

Los informes de las comisiones encargadas de averiguar por los culpables del apagón han inculpado primordialmente a los técnicos de las Empresas del Sector Eléctrico. El Niño y el Chino Perry a quienes los medios de comunicación habían señalado inicialmente como los principales responsables, al final milagrosamente salieron exonerados de toda culpa. Indudablemente, estarán muy agradecidos con el Doctor José Fernando Isaza y los otros miembros de las comisiones por los "favores recibidos".

En mi opinión, es bastante injusto concentrar la culpabilidad en técnicos como Héctor Hernández y Uriel Salazar, quienes tienen una trayectoria destacada dentro del sector. Mientras estuve en la Junta Directiva de ISA puede apreciar la calidad técnica y humana de ellos y de otros funcionarios suspendidos. ISA y el sector van a sentir la salida de estos expertos.

Como lo he venido sosteniendo en columnas anteriores, buena parte de los problemas del sector energético se originan en una política de precios equivocada, y en la cual los técnicos del sector no tienen ninguna culpabilidad. Es muy grave que un insumo tan importante no tenga precio. Al considerar que el agua no vale nada, es apenas natural que las hidroeléctricas siempre le ganen en las evaluaciones a las plantas térmicas. Por el contrario, si el agua tiene un alto valor el orden de prioridades se invierte y como en Europa y Estados Unidos las plantas térmicas ganan todas las evaluaciones.

El precio del agua es importante no sólo para las decisiones del plan de expansión, sino que también es de primordial importancia para las decisiones operativas. Cuando el agua es escasa y su precio es muy alto las empresas prefieren generar en las térmicas preservando el agua para generar en las hidroeléctricas únicamente en los períodos picos cuando pueden vender la energía a un precio más alto. Esto es realmente lo que sucede en Europa, donde la energía hidroeléctrica se utiliza únicamente en los períodos picos y en el resto del día se usa la energía generada en las plantas térmicas.

Las diferencias observadas entre Colombia y Europa en la operación y planeación del sector eléctrico se deben, entonces a diferentes precios del agua. En Colombia, donde el agua es aparentemente abundante y por lo tanto no vale nada, se recarga la generación en las plantas hidroeléctricas. En Europa donde el agua tiene un alto valor, la generación se centra en las térmicas.

El considerar que en Colombia el agua no vale nada probablemente se ha debido a lo percibido en las épocas de lluvia. Debido a la intensidad de las lluvias y al poco control de los ríos, no es de extrañar que en un momento dado tengamos una superabundancia del preciado líquido. Sin embargo, no podemos olvidar que en otras ocasiones, debido a la baja capacidad de los embalses existentes el agua se convierte en un elemento muy escaso. Por tanto, el valor del agua en Colombia debe variar de acuerdo con la estación. En la época de lluvias su precio es muy bajo, mientras que en la época de sequía su precio sube más que el de la canasta familiar.

La energía hidráulica tiene que ser entonces más cara en las épocas de sequía que en las épocas de lluvias. Los consumidores ahorrarán energía cuando sea cara y las empresas tratarán de conservar el agua para generar en el verano, pues de esta manera obtendrán unas mayores ganancias.  En conclusión, si los precios son los correctos las decisiones de las empresas serán las adecuadas, sin tener que depender de los resultados de un modelo en que el costo de racionamiento se fija arbitrariamente.

lunes, 8 de junio de 1992

Racionando el café.

Pagar a los agricultores por limitar las áreas de cultivo suena muy atractivo, sobre todo cuando uno está dedicado al ingrato oficio del agro.   Sin embargo, mientras los precios internos continúen siendo atractivos, el efecto de largo plazo en la reducción de la oferta tenderá a minimizarse.

El viernes de la semana pasada nos despertamos con la noticia de que Colombia había entrado a la liga de los países desarrollados. En primera página de los diarios, el Ministro de Comercio Exterior anunciaba que para resolver los problemas del sector cafetero se iban a retirar del cultivo del café cien mil hectáreas.

Pagar a los agricultores por limitar las áreas de cultivo suena muy atractivo, sobre todo cuando uno está dedicado al ingrato oficio del agro. Este lujo de recibir ingresos por no hacer nada es propio de los países avanzados. En los países pobres como Colombia, el pagar por no hacer nada es una receta clara para el desastre. Los caficultores ya no tendrán que envidiar a los trabajadores de COLPUERTOS que se han jubilado con altos sueldos, pues ahora van a poder disfrutar de la vida sin tener que trabajar.

Sin entrar a cuestionar la bondad de esta política de jubilación anticipada para los caficultores, es conveniente anotar que la evaluación de las políticas de restricción del área cultivada muestra que no es la mejor manera de cumplir con el loable propósito de proteger a un gremio, que se ha sacrificado por el país.

Es claro, que al restringirse la oferta de un bien con una demanda inelástica el ingreso de los productores aumenta. Por tanto, la propuesta del Ministro Santos va a favorecer al gremio caficultor, tanto a los que se acojan al programa, como a los que continúen con el vicio de cultivar café. Sin embargo, mientras los precios internos continúen siendo atractivos, el efecto de largo plazo en la reducción de la oferta tiende a minimizarse. Cuando el precio de un cultivo es alto y el área se disminuye, se vuelve muy atractivo aumentar la productividad de los cultivos. Los caficultores encontrarán muy atractivo utilizar variedades de mayor rendimiento y aumentar el uso de fertilizantes y de otros insumos, que lleven a un incremento de la producción de café en una área dada.

El efecto final de la política será mucho menos favorable de lo que se piensa. Al final, la producción habrá aumentado otra vez al nivel que tiene en la actualidad y seguirá sobrando el millón y medio de sacos. El Fondo del Café no sólo tendrá que incurrir en los costos de la erradicación, sino que continuaría descapitalizándose por la compra del café a precios por encima de su nivel internacional. 

Ahora cuando, gracias al racionamiento, todos nos hemos convertido en expertos en el sector eléctrico podemos entender mejor la política del Gobierno en materia de manejo cafetero. En efecto, el desangre del Fondo Cafetero es ni más ni menos equivalente al manejo irresponsable de los embalses. La restricción del área es equivalente al racionamiento, pues es tratar de manejar un desequilibrio entre la oferta y la demanda imponiendo limitaciones a su libre juego.  Más aún, el absurdo manejo de los embalses y de los precios del café ha obedecido a claros propósitos electorales.

La superabundancia de elecciones que hemos padecido en Colombia en los últimos años, nos ha alejado del curso sencillo y claro que enseñan los libros de introducción a la economía. El papel del sistema de precios para indicar la relativa escasez de los diferentes bienes se ha distorsionado totalmente. En lugar de subir el precio de los bienes escasos para indicar que es necesario contar con una oferta abundante de electricidad y gas propano,  el precio de los energéticos se mantiene en niveles absurdamente bajos. En lugar de reducir el precio de los bienes abundantes para indicar que no es rentable producir un bien como el café, éste se mantiene artificialmente alto. Los consumidores de energía se mantienen contentos siempre y cuando haya energía. Los productores de café son más afortunados pues su racionamiento viene acompañado de pagos por dedicarse al dolce fare niente.

martes, 2 de junio de 1992

Un gran error en la privatización de TELECOM

Si Bogotá por razón de su crisis financiera, tuviera que vender la ETB, recibiría menos dólares de lo que le correspondería en un regimen normal de impuesto a la renta.

La privatización de Telecom ha sido objeto de fuertes críticas por la manera tan poco profesional como se está manejando. Al Ministro de Comunicaciones le tocó conjugar el temido verbo renunciar dando un ejemplo que debería ser seguido por los funcionarios del actual gobierno a quienes la suerte no los ha acompañado en su gestión.

El setenta y cinco por ciento de impuesto a la Renta, es una mala decisión por muchas razones. Poner un impuesto tan alto no mejora el mal  comportamiento de un monopolista. La lógica económica enseña que las decisiones de una firma que maximiza ganancias es idéntica a la firma que maximiza el 25 por ciento de sus ganancias. Por tanto, la definición de la escala de producción se hace independientemente de la tarifa del impuesto a la renta. En los cursos de principios y de microeconomía se ilustra algo que los encargados de las decisiones tienden a olvidar. El problema del monopolio no es tener ganancias excesivas sino más bien producir una cantidad menor de la que es socialmente deseable. Por tanto, el problema no se soluciona mediante un aumento en el impuesto a la renta sino haciendo que el monopolista opere en el punto en que el precio sea igual al costo marginal.

En segundo lugar, no debe olvidarse que entre  mayor sea el impuesto a la renta menor será lo que está dispuesto a pagar un inversionista privado. En el caso extremo, en el que se pusiera un impuesto del ciento por ciento, nadie en su sano juicio estaría dispuesto a pagar un centavo por una empresa que se pone en venta. El impuesto alto es la mejor manera de bajar el valor de una empresa que se va a vender. Unos cálculos sencillos muestran que un inversionista interesado en una Empresa a la que se le cobra un 75% de impuesto, ofrecerá únicamente el 36 por ciento de lo que ofrecería por una Empresa con el impuesto normal del 30 por ciento.

Las telefónicas locales lograrán menos ingresos entre mayor sea el impuesto a la renta; el impuesto del 75 por ciento, en efecto les quita un 64 por ciento del valor de su patrimonio. Si la ETB puede valer 2.000 millones de dólares con un impuesto del 30 por ciento, con un impuesto del 75 su valor se reduciría a apenas 700 millones de dólares. Si Bogotá por razón de su crisis financiera, tuviera que vender la ETB recibiría 1300 millones de dólares menos de lo que le correspondería en un regimen normal de impuesto a la renta.

El caso de una Empresa de propiedad de la Nación es menos malo. Si bien, con el impuesto a la renta el tesoro nacional va a recibir un poco más de la tercera parte de su valor comercial, le queda el consuelo de que en el futuro tendrá los ingresos correspondientes al impuesto a la renta. En estas circunstancias, el poner impuestos altos es ni más ni menos equivalente a hacerle un préstamo sin intereses al futuro dueño, pues este tendría que poner únicamente el 36 por ciento, y el otro 64 por ciento del valor se pagaría en cómodas cuotas anuales sin intereses.

Pero más grave aún, el poner un impuesto tan alto tiene un efecto pernicioso sobre las inversiones futuras. Las empresas tratarán de invertir hasta que su rentabilidad, después de impuestos, sea igual a la rentabilidad en otro tipo de negocios. Por tanto, debido a las altas tasas tributarias habrá una subinversión en el sector de las telecomunicaciones. Esto es totalmente contrario al objetivo que se ha buscado para la privatización de la telecomunicación. Se ha afirmado, que se busca la participación del sector privado porque el gobierno no tiene la capacidad de invertir pues debe atender necesidades crecientes en el campo social. Desafortunadamente, con una tasa del 75 por ciento los nuevos dueños, con toda seguridad, invertirán mucho menos que lo que está invirtiendo TELECOM.

La privatización planteada, por tanto, no es la solución que requiere un país retrasado tecnológicamente. La actitud demagógica de poner altas tasas de impuestos para calmar a los opositores de la privatización, equivaldrá a matar la gallina de los huevos de oro.