El método propuesto por
la Administración Castro en Bogotá, ha sido utilizado en el Brasil como una
manera eficiente de hacer el autoracionamiento eléctrico.
El pasado 19 de junio,
la Administración distrital anunció que era necesario ahorrar agua. La poca
intensidad del invierno en los meses de abril y mayo no permitió la
recuperación de los embalses que sirven a Bogotá. Si en todos los años, se
decía que en abril aguas mil, en 1992 parece que solamente llegamos a aguas
quinientas pues apenas cayeron la intensidad de las lluvias llego apenas a la
mitad de la habitual.
Esta baja intensidad de
lluvias dió oportunidad a que el Alcalde Jaime Castro ensayara un esquema
bastante novedoso en el que se pretende racionar no a través de la fuerza bruta
sino más bien a través del sistema de precios. Indudablemente, el esquema
propuesto por el Alcalde de Santafé de Bogotá es un gran avance conceptual que
debería ser imitado en el sector eléctrico.
Como ya se ha dicho en
repetidas ocasiones, es mucho más eficiente racionar por medio del sistema de
precios que por medio de unos horarios de racionamiento. El grave problema del
racionamiento de energía es, simplemente, una discrepancia entre la oferta y la
demanda de energía eléctrica al precio existente. Esto se puede solucionar
subiendo el precio del bien o mediante la asignación de las cantidades
disponibles entre todos los consumidores mediante reglas arbitrarias.
Hay dos grandes
ventajas del racionamiento por precio. En primer lugar, la gente reduce
selectivamente y de acuerdo con sus preferencias la demanda menos importante.
Cuando el consumidor puede libremente elegir puede decidir si es mejor reducir
el número de horas que ve televisión, el número de bombillas prendidas, la
cantidad de ropa que pone en la secadora eléctrica o si más bien le baja la
temperatura al agua con que se baña.
Además, cuando se aumenta el precio lo largo de todo el día el incentivo
al ahorro se mantiene durante las 24 horas. Con el método seguido por el
gobierno en el sector eléctrico, cuando llega la luz el subconsciente nos
traiciona un poco y nos hace utilizar intensivamente la energía, para compensar
la falta que hemos tenido. Si antes no veíamos televisión a las ocho de la
noche, ahora se nos aumenta el apetito de ver el cuerpo ajeno o los
inseparables.
En segundo lugar, el
precio alto de la energía incentiva a que las Empresas aumenten su oferta y a
que los consumidores generen su propia energía o sustituyan su consumo por
otros energéticos. Por ejemplo, con altos precios de la energía se vuelve muy
atractivo calentar el agua en los edificios y conjuntos residenciales mediante
el uso de calderas centrales. Esta posibilidad que se utiliza mucho en los
Estados Unidos puede resultar muy atractiva si el precio de la energía
eléctrica es suficientemente alto. Con precios altos es muy posible que todas
las plantas operen permanentemente y no solo durante los períodos de
racionamiento. Con precios altos de la energía eléctrica es posible decidirse
por la compra del calentador que ha desarrollado el Doctor Lugari en el Centro
de las Gaviotas.
El método propuesto por
la Administración Castro en Bogotá, ha sido utilizado en el Brasil como una
manera eficiente de hacer el autoracionamiento eléctrico. Puede por tanto
utilizarse como una mejor manera de asignar unos recursos escasos. Su adopción
en los momentos presentes tiene dos problemas que se han mencionado ya en otras
columnas. En primer lugar, puede dar lugar a aumentos considerables en las
cuentas de los usuarios de bajos ingresos y en segundo lugar puede llegar a
despertar protestas por parte de los usuarios que verían con malos ojos que las
Empresas se lucren de un mal manejo de los embalses.
El primero de estos inconvenientes se puede solucionar
en la medida en que el incremento en la factura de los realmente pobres se
compense con un subsidio independiente de su consumo. Por ejemplo, un usuario
de bajos ingresos con consumo de 200 kilovatios por mes y que ahora tiene que
pagar 10 pesos por kilovatio para una factura total de 2000 pesos pagaría los
mismo si el precio del kilovatio se subiera a 50 pesos y recibiera un subsidio
de 8.000 pesos. Eso incentivaría el ahorro pues si consume menos de su consumo
habitual puede tener inclusive un ahorro sobre su factura anterior. Si nuestro
usuario de bajos ingresos reduce su consumo en un 10 por ciento y lo baja a 180
kilovatios su factura se reduciría a 1.000 pesos.