lunes, 31 de agosto de 1992

Los ricos también lloran

Los gremios que trataron de moderar el apretón tributario están siendo puestos en la picota pública por no querer aceptar la realidad de unas tasas de interés bajas y liquidar las inversiones hechas en épocas de alta rentabilidad.

En la semana anterior se vivió un drama digno de llevarse a la televisión. El sistema financiero tuvo un enfrentamiento con las autoridades económicas debido a la falta de liquidez causada por el apretón monetario originado en la suscripción de los famosos rudy-bonos creados en la última reforma tributaria.

El sector financiero por intermedio de los dirigentes gremiales se quejó de la falta de apoyo por parte del gobierno, considerando que la ayuda dada por la Tesorería General de la Nación resultaba insuficiente para satisfacer sus necesidades. El gobierno, a su turno, argumentó que el problema se debía a una sobreinversión en papeles de alta rentabilidad que los banqueros no estaban dispuestos a liquidar en estos momentos para no afectar sus balances.

En medio de este forcejeo entre el Ministro de Hacienda y los voceros del sector financiero la superintendencia bancaria hizo el anuncio de que en el primer semestre del año el sector financiero había ganado 160 mil millones de pesos con un incremento de 63 por ciento con respecto al primer semestre del año anterior.

Sin lugar a dudas, el nuevo episodio del melodrama entre el sector financiero y las autoridades monetarias es una consecuencia de lo ocurrido en el capítulo anterior, en el que las autoridades monetarias habían intervenido las tasas de interés limitándolas al módico 35 por ciento anual. Si los intermediarios financieros no tuvieran limitaciones en el valor que pueden cobrar a sus clientes, en este momento habrían acudido al conocido expediente de ajustar el costo de los préstamos, y los que se estarían quejando ahora serían los industriales y comerciantes por el incremento en el costo del dinero.

El Ministro de Hacienda, que en la reforma tributaria tuvo que asumir el papel de malo, en esta ocasión está representando el de defensor de los pobres. Los gremios que trataron de moderar el apretón tributario están siendo puestos en la picota pública por no querer aceptar la realidad de unas tasas de interés bajas y liquidar las inversiones hechas en épocas de alta rentabilidad.

El público se siente perplejo de este extraño cambio en los papeles. Uno no entiende que los defensores del mercado que critican la intervención del gobierno en la fijación de las tasas de interés, estén ahora tratando de ejercer presión para que no operen las fuerzas del mercado. Este comportamiento asimétrico no es una exclusividad del sector financiero. Otros gremios poderosos como el cafetero han sostenido que la bonanza es de los cafeteros mientras que la crisis de los precios es de toda Colombia.

Sorprende además en esta crisis la falta de previsión. Nadie habló de la posibilidad que la reforma tributaria tuviera tan grave efecto en la liquidez de la economía. Hasta hace muy poco la queja generalizada era la abundancia de liquidez en la economía y las bajas tasas de interés. De un momento para otro la situación cambia radicalmente. Se vuelve a hablar de las altas tasas de interés y del estrangulamiento monetario.

Esta alta volatilidad de las tasas de interés muestra la necesidad de diseñar instrumentos que permitan un mejor manejo del efectivo y que a la vez protejan a los interesados de los posibles cambios en las condiciones del mercado. El desarrollo de un mercado de futuros de tasas de interés existente en países avanzados podría ser la solución para proteger al público de cambios bruscos en las tasas de interés. 

lunes, 24 de agosto de 1992

La Inflación y el déficit fiscal

No hace mucho se publicó en un periódico un cuadro con información sobre el crecimiento de los medios de pago y las tasas de inflación para "demostrar" que no hay una relación estrecha entre la inflación y los medios de pago, como justificación para no controlar el crecimiento de estos últimos.


En Colombia se está convirtiendo en un dogma la existencia de una fuerte relación entre la magnitud del déficit fiscal y la tasa de inflación. La Junta Directiva del Banco de la República ha encontrado como disculpa para no alcanzar las metas de inflación la existencia de un déficit fiscal.

El mecanismo que liga el déficit con la inflación es la relación existente entre el déficit fiscal y el crecimiento de los medios de pago cuando los gastos del gobierno se financian con recursos del Banco de la República.

Estudios serios sobre la realidad colombiana hechos por algunos investigadores han mostrado que en la práctica existe una importante relación entre las tasas de inflación y la magnitud del déficit fiscal. Uno de estos investigadores que ahora está trabajando en Washington cree tan firmemente en esta estrecha relación que cada vez que regresa al país y encuentra una tasa de inflación elevada concluye, casi siempre con mucha razón, que el déficit fiscal no se ha logrado reducir.

Ahora existe la tendencia a comparar dos series de variables para un conjunto de países y ver si existe una relación de causalidad. Por ejemplo, no hace mucho se publicó en un periódico un cuadro con información sobre el crecimiento de los medios de pago y las tasas de inflación para "demostrar" que no hay una relación estrecha entre la inflación y los medios de pago, como justificación para no controlar el crecimiento de estos últimos.

Utilizando este mismo procedimiento, si se observan los datos sobre el déficit fiscal de algunos países industrializados y sus respectivas tasas de inflación se podría concluir que no hay una relación estrecha entre el déficit fiscal y la inflación. El último número del Economist trae información sobre el déficit fiscal de algunos países industrializados. Entre ellos, el único país con superávit fiscal es el Japón. Los demás tienen déficit fiscales muchos más altos que el de Colombia. Por ejemplo, Francia tiene un déficit fiscal cercano al 2.5 del PIB, Alemania tiene un déficit del 3 por ciento y Estados Unidos uno del 3.5. La inflación en todos estos países es bastante parecida. En el Japón es del 2 por ciento, en Francia del 3, en Alemania del 4.3 y en Estados Unidos es del 3.1 por ciento. Países con déficit fiscales relativamente altos como España, con un 5 por ciento, e Italia, con un 11 por ciento, logran hacer lo que no se ha podido lograr en Colombia, pues tienen inflaciones moderadas del 6.2 y del 5.4.


Si tomamos los datos de 12 países es posible comprobar que existe una pequeña relación inversa entre el superávit fiscal y la tasa de inflación. En promedio por cada punto porcentual de incremento del superávit fiscal se reduce en dos décimas de punto porcentual de la tasa de inflación. Evidentemente deben existir otras explicaciones adicionales; de lo contrario, con un déficit de 2 por ciento, deberíamos tener en Colombia una tasa de inflación inferior al 3 por ciento anual. 

martes, 18 de agosto de 1992

Mejor información para una mejor política

La carencia de cifras actualizadas sobre la evolución de la economía ha tenido importantes costos

EI equipo económico del gobierno ha actualizado su plan macroeconómico para 1992.  Las metas fijadas al comienzo del año han sido revaluadas teniendo en cuenta lo acontecido en el primer semestre del presente año.

Sin entrar a analizar si el programa macroeconómico se puede cumplir, es apenas justo reconocer el esfuerzo hecho por el Departamento Nacional de Planeación en la actualización de las cifras sobre la evolución de la economía.  Hasta el momento los analistas económicos tenían que valerse de cifras aisladas para poder entender lo que estaba pasando.  Obviamente, dada la gran dificultad de inferir el estado de la economía a partir de datos parciales, muchas veces obtenían visiones muy diferentes.
  
Este ejercicio de inferencia siempre me hace recordar la famosa fábula de los ciegos y el elefante.  Cada uno de los ciegos de la fábula se imagina el elefante dependiendo de lo que puede tocar del paquidermo.  De igual manera, cada uno de los analistas llega a una conclusión diferente del estado de la economía dependiendo del indicador a su disposición.

La carencia de cifras actualizadas sobre la evolución de la economía ha tenido importantes costos.  Según Luis Jorge Garay, - uno de los mayores problemas a que se ha enfrentado la administración Gaviria ha sido el no haber rectificado rápidamente algunas de las medidas que no tuvieron el resultado previsto inicialmente.  Las demoras en esta rectificación se debieron en buena parte a la carencia de cifras confiables y oportunas sobre la evolución de la actividad económica.

El Dane, a quien por Ley le corresponde la producción de las cifras de cuentas nacionales debería suministrar regularmente información sobre la evolución del PIB.  La viabilidad de producir cifras trimestrales del PIB a partir de indicadores ha sido ampliamente demostrada.  El DNP lo ha venido haciendo desde hace algún tiempo.  Los institutos de investigación como Fedesarrollo y publicaciones como la Nota Económica producen estimativos de la evolución del PIB con recursos limitados.

Más aún, la anterior administración del Dane realizó trabajos sobre trimestralización del PIB que pueden servir de base para la producción trimestral de las cuentas nacionales.  El Dane debe contar con el apoyo presupuestal necesario para que a la mayor brevedad se produzcan regularmente cifras de cuentas nacionales que permitan un seguimiento de la economía colombiana.

Los otros organismos del Estado deben preocuparse por disminuir el retraso en la publicación de sus cifras.  La Revista del Banco de la República, de tanta utilidad para el analista económico, tiene un gran rezago.  El número más reciente que encontré en mi biblioteca corresponde al mes de febrero de 1992.  Aun cuando uno podría pensar que el atraso de la publicación se debiera al deseo de incluir las cifras correspondientes a dicho mes, la realidad es que hay bastantes cuadros en que la última información disponible corresponde a meses anteriores.  Por ejemplo, la información sobre el Banco de la República que aparece en los cuadros 2. 1.1 y siguientes se refiere a enero de 1991.


La modernización de la economía debería comenzar por el sistema estadístico colombiano.  Una economía moderna y dinámica no puede manejarse con el tipo de información disponible en Colombia

lunes, 10 de agosto de 1992

Presupuesto a la inglesa

El presupuesto de 1993 debe ser discutido con extremo cuidado y revisarse con lupa por parte de toda la ciudadanía con el fin de evitar que el producido de la reforma tributaria se dilapide.

Cada año por esta época comienza en Colombia la discusión presupuestal.  El ciudadano común se pierde en esta danza de cifras.  Los valores mencionados en los medios de comunicación son de tal magnitud  que prácticamente nadie puede comprender la verdadera dimensión del presupuesto del gobierno.

Los grandes fracasos de la gestión pública en Colombia como el del sector eléctrico, el Metro de Medellín y la quiebra de ciudades como Pasto nos están mostrando que el sistema presupuestal colombiano adolece de muchas fallas que tienen que ser corregidas si se quiere que el Estado colombiano sea más eficiente.

La falta de discusión de alternativas presupuestales es una de las grandes limitaciones en el presupuesto colombiano. El público nunca tiene una opción con la que pueda comparar la propuesta del gobierno.  Cuando se aprobó el Metro de Medellín, no se considero una tecnología de transporte de menor costo. Tampoco se consideró la posibilidad de realizar un programa de mejoramiento urbano que atacara problemas más apremiantes de los estratos más pobres del Valle de Aburrá.

El poco interés de la ciudadanía en el proceso presupuestal ha permitido que los gobernantes de turno nos embarquen en los famosos elefantes blancos.  Los Alcaides de Verdad buscan inmortalizarse en obras de concreto sin preocuparse de la manera en que se van a pagar dichas obras.  Este torrente de obras mal concebidas, no solo aumenta de manera alarmante los impuestos sino que muchas veces requiere de un endeudamiento creciente.

Cuando no hay controles efectivos en el proceso presupuestal, los grandes errores tienden a reproducirse.  Colombia es, sin lugar a dudas, el país del Mundo con más aeropuertos internacionales.  En este juego presupuestal los habitantes de Medellín, Barranquilla y Cali pueden apoyar la construcción de un aeropuerto internacional de Cúcuta porque saben que en el futuro podrán alegar que sus ciudades también merecen tener su propio aeropuerto.

Una idea muy interesante para mejorar el proceso presupuestal aparece en el último de la revista The Economist.  En lugar de tener discusiones separadas entre el ministro del Tesoro y cada uno de los ministros las discusiones presupuestales se van hacer de manera colegiada.  En este esquema ideado por el maquiavélico Norman Lamont, cada ministro tiene un incentivo en atacar los malos proyectos de sus colegas, por cuanto los ahorros que se hagan pueden ser incorporados en su propio presupuesto por quien logre demostrar que ese gasto es innecesario.  Si este procedimiento se adoptara en Colombia sin lugar a dudas impediría gastos tan innecesarios como los famosos aviones Kafir.  Los ministros de Salud, Educación, Justicia verían una oportunidad magnífica de aumentar sus presupuestos tratando de eliminar las malas inversiones en el Presupuesto de la Defensa.  El Ministro de la Defensa por su parte tendría que convencer no solo al Ministro de Hacienda y al Director de Planeación sino a todo el Gabinete en pleno.

El presupuesto de 1993 debe ser discutido con extremo cuidado y revisarse con lupa por parte de toda la ciudadanía con el fin de evitar que el producido de la reforma tributaria se dilapide.  La adición presupuestal de 1.6 billones de pesos para pagar burocracia al mes y medio de aprobada la reforma tributaria, debe abrirnos los ojos sobre lo que nos espera en el futuro si no hacemos reformas importantes en el proceso presupuestal colombiano.

lunes, 3 de agosto de 1992

Fallas del mercado o fallas del Estado

El "proceso dinámico y flexible de planeación a largo plazo" nos condujo al racionamiento de comienzos de los ochentas, seguido por un sobredimensionamiento a mediados de la década y al nefasto racionamiento de 1992.

Los adeptos a la intervención del Estado han argumentado que, contrario a lo que nos enseña la teoría económica, el dejar operar libremente a las fuerzas del mercado no lleva a una buena asignación de los recursos. Por lo general se invoca la existencia de las llamadas fallas del mercado para justificar la intervención del gobierno, presumiendo, eso sí, que el gobierno nunca falla y que la intervención se va a realizar teniendo en cuenta lo que le conviene a la sociedad.

Un ejemplo del tipo de argumento que ordinariamente se da para justificar la intervención del Estado se puede encontrar en el último número de Coyuntura Económica, en un artículo de Guillermo Perry titulado "Lecciones del racionamiento. La nueva Ley eléctrica". "Sin embargo, el mercado libre no garantizaría que en el futuro se eviten riesgos altos de faltantes de capacidad, y en consecuencia de racionamientos agudos o, por el contrario, la aparición de excedentes muy grandes de capacidad que representen una asignación ineficiente de recursos en la economía y que conduzcan a la quiebra financiera de las empresas públicas o privadas que participen en esa actividad. Tampoco garantiza, como ya lo hemos señalado atrás, un nivel óptimo de gastos de mantenimiento en las centrales térmicas de reserva, ni una operación del sistema que tenga en cuenta los costos del racionamiento para toda la economía".

La consecuencia según el Doctor Perry es muy clara. "Se requiere entonces, una intervención estatal enmarcada en un proceso dinámico y flexible de planeación de largo plazo. El proceso de planeamiento debe permitir al Estado la determinación oportuna de inversiones adicionales a las previstas por los actores descentralizados y la fijación de las obligaciones, responsabilidad y derechos de aquellos".

La lógica de los argumentos parece muy sensata en abstracto. La realidad colombiana muestra todo lo contrario. El Estado ha mostrado tener muchas más fallas que el mercado. El "proceso dinámico y flexible de planeación a largo plazo" nos condujo al racionamiento de comienzos de los ochentas, seguido por un sobredimensionamiento a mediados de la década y al nefasto racionamiento de 1992. Las empresas estatales tampoco garantizaron el nivel óptimo de gastos de mantenimiento en las centrales térmicas de reserva ni una operación del sistema que tuviera en cuenta los costos de racionamiento para toda la economía.

Más aún los anuncios del gobierno de la última semana nos están mostrando que el Gobierno no ha aprendido de los errores del pasado reciente. La interconexión del sector eléctrico es una ficción. Los excedentes de la Represa de Betania no se pueden aprovechar para aumentar los niveles de embalse en Bogotá y Antioquia sino que tienen que ser utilizados en las regiones aledañas.

La situación de los embalses sigue siendo crítica. Las estadísticas que pública ISA sobre el nivel de embalses no muestran toda la verdad. El veintiocho por ciento que aparece en las estadísticas se refiere al volumen de agua pero no a la capacidad de generar energía. Al calcular la capacidad de generación real de los embalses en este momento, se nota que apenas estamos por encima del nivel que existía al comienzo del racionamiento. A pesar de la eliminación del racionamiento en el Huila todavía tenemos un faltante grande. El sufrimiento de todo el país durante los últimos cinco meses no ha servido para mejorar el estado crítico de los embalses.

Por el contrario, si en Marzo teníamos racionamiento de energía eléctrica, hoy también nos encontramos enfrentados a un racionamiento de gas propano. En Bogotá, Colgas tiene atrasos que bordean el mes. El fracaso del gobierno debe conducirnos a abandonar el tipo de intervención que tanto le gusta al analista de FEDESARROLLO y a adoptar soluciones de mercado. Los precios de los energéticos deben subir para incentivar realmente el ahorro de energía y para hacer más atractivos incrementos en la oferta.