lunes, 25 de abril de 1994

Industria Manufacturera Colombiana: regular, gracias.

El Ministerio de Desarrollo Económico presenta interesantes indicadores sobre la competitividad de la industria colombiana.

La Unidad de Monitoría Industrial del Ministerio de Desarrollo Económico ha puesto en circulación el número uno de Indicadores de Competitividad de la Industria Colombiana. Marta Lasprilla quien en el pasado estuvo vinculada a la Revista Estrategia es la responsable de tan interesante publicación.

El esfuerzo por presentar una visión de la competitividad de la industria colombiana es bienvenida en este momento en que los analistas se están preparando para hacer la evaluación de la política económica del actual gobierno.

Los indicadores laborales presentados en la publicación muestran la evolución de los salarios, la productividad y el costo laboral unitario de la industria colombiana en el período enero de 1990 a noviembre de 1993. Para ayudar a una mejor comprensión de las cifras colombianas la publicación presenta además las cifras de otros países. Debe destacarse la información correspondiente a México pues permite analizar la posible competencia que se pueda dar al interior del Grupo de los tres.

Es interesante observar que los salarios de los obreros colombianos medidos en términos de dólares han subido en los últimos años a tasas anuales entre 10 y 15 por ciento, mientras que en los Estados Unidos los salarios han crecido a tasas cercanas al 3 por ciento. El crecimiento de los salarios ha excedido el crecimiento de la productividad laboral lo que ha tenido como consecuencia que los costos laborales unitarios hayan crecido a una tasa anual muy cercana al 5 por ciento. El aumento de los costos laborales unitarios de Colombia ha superado el de los costos laborales unitarios de los Estados Unidos lo que muestra una preocupante pérdida de competitividad con relación a nuestro principal mercado de exportación.

Sin embargo, las cifras de la industria mexicana son mucho más desfavorables pues muestran un crecimiento de los costos laborales unitarios del 15 por ciento anual. Esto quiere decir que los costos laborales unitarios mexicanos están creciendo diez por ciento por año en relación con los costos de nuestra industria. Dicho en otros términos la industria colombiana puede competir cada día más con la industria mexicana.

La publicación presenta información comparativa sobre la tasa de cambio real para Colombia y para México. De acuerdo con las cifras, México presenta una revaluación casi continua a lo largo del período de análisis. En los cuatro años la revaluación real del peso mexicano llega casi al 25 por ciento. En Colombia por el contrario, la revaluación real comienza en enero de 1991 con el apretón monetario.


Como bien se sabe, la revaluación de la tasa de cambio y el aumento de los costos laborales unitarios son síntomas del llamado mal holandés. Los indicadores mexicanos están mostrando una situación preocupante de este grave flagelo que nos debe poner sobre alerta y que debe conducir a un replanteamiento importante en la política que impida un deterioro adicional de la competitividad de la industria colombiana. 

lunes, 18 de abril de 1994

Los diamantes pueden ser nocivos

El principio de la ventaja absoluta ha conducido a errores fundamentales de política económica en especial al excesivo proteccionismo.

El Profesor Michael Porter de la Escuela de Administración de Negocios de la Universidad de Harvard es uno de los consultores mejor pagados. La firma Monitor a la cual está vinculado tan destacado académico ha realizado recientemente un estudio sobre nuestro país que ha sido objeto de algunos comentarios y que sin lugar a dudas servirá para centrar el debate sobre el tema de la competitividad de la industria colombiana durante los próximos años.

Los análisis realizados por la firma consultora toman como base conceptual el libro del Profesor Porter titulado "La ventaja comparativa de las naciones" publicado originalmente por la editorial Macmillan y traducido al español por Javier Vergara Editor de la Argentina. Para focalizar la atención del lector el Profesor Porter ha acudido a un diagrama en forma de diamante en el que presenta cuatro atributos que determinan la ventaja comparativa de las naciones. Las cuatro variables elegidas por Porter son: las condiciones de los factores; las condiciones de la demanda; los sectores afines y de apoyo; y la estrategia, estructura y rivalidad de las empresas.

El éxito de este sencillo diagrama es incuestionable. Los hombres de acción encuentran muy atractivo poder resumir todo el trabajo desarrollado en más de mil páginas en algo tan sencillo y fácil de recordar. Conceptos tan abstractos como el de la ventaja comparativa, la relativa escasez de los factores de producción, los encadenamientos hacia atrás y hacia adelante y el efecto de la tasa de cambio en la competitividad no se necesitan para poder entender la razón por la cual algunos sectores industriales de un país pueden alcanzar el éxito a nivel mundial.

Al reconocer que no hay nada "más exitoso que el éxito" los consultores colombianos saltan al vagón de la ventaja competitiva de las naciones y se convierten muy rápidamente en los divulgadores del nuevo evangelio. No se paran a pensar si realmente se debe volver a pensar en términos de ventaja absoluta y si se ha abolido la teoría de la ventaja comparativa, en buena hora difundida por David Ricardo.

Este retroceso en el enfoque sobre el comercio internacional no deja de ser preocupante para el economista teórico que ha gastado enormes esfuerzos para hacer entender a sus alumnos que un país que es menos eficiente que otro en todos los sectores puede beneficiarse del intercambio comercial con otro país que es más productivo en todas las actividades.

La negación del principio de la ventaja comparativa y el redescubrimiento de las ventajas absolutas ahora bautizadas como ventajas competitivas no solo reducen el campo de aplicación de esta nueva teoría a unos pocos sectores de unos pocos países sino que conducen a políticas económicas equivocadas. El principio de la ventaja absoluta ha conducido a errores fundamentales de política económica en especial al excesivo proteccionismo. La experiencia ha mostrado que es muy fácil argumentar que la protección a las industrias locales es la mejor política cuando el comercio internacional está orientado por el principio de la ventaja absoluta.

El esquema en forma de diamante popularizado por Porter, mal interpretado, puede llevar a conclusiones equivocadas en el campo cambiario. El efecto de la tasa de cambio en el comportamiento de las exportaciones de un país es ignorado a lo largo del tratado del Profesor Porter. Para los discípulos de Porter, las políticas macroeconómicas no tienen efecto alguno sobre la competitividad de las industrias. La tasa de cambio real, las políticas fiscal y monetaria son totalmente ignoradas a lo largo del trabajo de Porter. Esto lleva a afirmar a algunos fanáticos que las naciones no son las que compiten sino los que compiten son las firmas.


La simplificación y mala interpretación de trabajos serios como el de Porter puede conducir a errores de política. El gran peligro en utilizar los esquemas en forma de diamante sin analizar cuidadosamente las restricciones que llevan estos esquemas simplificados puede conducir a la formulación de políticas equivocadas. 

lunes, 11 de abril de 1994

En abril impuestos mil

Si todos los bogotanos decidimos utilizar como base de auto avalúo la cifra que aparece en el formulario, el gobierno distrital no podría físicamente hacer cumplir la ley.

 Los bogotanos estamos al borde de la desesperación. Este es el mes en el que tenemos que afrontar el chaparrón de impuestos que nos ha preparado el Secretario de Hacienda del Distrito. A medida que se acercan las fechas de pagos de los diferentes tributos el sufrido habitante de la capital comienza a entrar en pánico.

Como primera medida, el pobre contribuyente tiene que acudir a expertos asesores tributarios para que le expliquen la manera como este año se debe cumplir con la penosa obligación de pagar impuestos para obtener un nivel de vida inferior al que gozan los habitantes de Somondoco.

Después de varias sesiones logra entender que ante la absoluta incapacidad del catastro distrital debe contratar el mismo a un avaluador para que le diga cuanto vale su vivienda. de manera totalmente ilusa se pretende que el contribuyente haga en un día lo que no pudo hacer el Distrito con una inmensa burocracia en diez años.

Esta absurda privatización del catastro no le cabe en la mente al ciudadano. Lo lógico hubiera sido que si la administración no es capaz de mantener un catastro lo contrate con el sector privado, en manera similar a lo que en buena hora hizo Andrés Pastrana con las basuras. El apelar al auto avalúo es como pretender que para mejorar la recolección la solución sea que cada persona lleve sus basuras a los rellenos sanitarios. Las personas no están para recolectar basuras ni para hacer auto avalúos.

Sin embargo, lo grave es que se pretende castigar a todos aquellos que pongan en su declaración un avalúo inferior al que, arbitrariamente, les fije el Catastro Distrital. La Administración Distrital se enfrentará a pleitos interminables en los que tendrá que comprobar la mala fe de los contribuyentes, quienes alegarán hasta el cansancio que su declaración fue hecha de buena fe y que las discrepancias se deben simplemente a la dificultad que tiene un persona común para hacer un avalúo.

Lo grave de esta situación es que si todos los bogotanos decidimos utilizar como base de auto avalúo la cifra que aparece en el formulario, el gobierno distrital no podría físicamente hacer cumplir la ley. En primer lugar, tendría que abrirle juicio fiscal a un millón de contribuyentes que alegarían, con sobrada razón, que para ellos las cifras del catastro son las mejores guías para determinar el valor de su predio. Además, la Administración tendría que hacer por su cuenta un avalúo serio de todos los casos en litigio. Esto equivaldría, obviamente, a hacer en seis meses una labor, la conformación del catastro, que no ha podido hacer en diez años.

Pero si no fuera suficiente con tamaño despropósito, el Secretario de Hacienda Distrital, Julio Roberto Piza, ha incurrido en abusos peores. Solo a un impenitente alcabalero se le puede ocurrir que los contribuyentes bogotanos tienen que pagar doblemente el Impuesto de Industria y Comercio. A la declaración normal que se hace habitualmente por estos meses, el Doctor Piza ha agregado una serie de declaraciones mensuales correspondientes a lo que normalmente se hubiera pagado el año entrante. Este anticipo que no es otra cosa que un préstamo forzoso no solo no recibe intereses sino que en caso de no otogársele al gobierno tiene unas multas que pueden llegar en algunas ocasiones a más del quinientos porciento.


La indolencia de un Secretario de Tránsito ante el clamor ciudadano terminó con su renuncia. El abuso del Secretario de Hacienda debería terminar de igual manera. El Alcalde de Bogotá debe asumir el liderazgo que le permita terminar con algo de prestigio su período. Si la ciudad no se maneja con responsabilidad lo único que nos espera es la demagogia total.

lunes, 4 de abril de 1994

Inflación disparada

Políticas sectoriales, bien intencionadas, como las seguidas por el Ministro de Agricultura, han contribuido sin lugar a dudas a elevar el precio de los alimentos.

Mientras que el país se dedicaba a la reflexión de la Semana Mayor el DANE nos sorprendió con las cifras de la inflación correspondientes a marzo. Los resultados del mes confirman que hay un serio problema de control inflacionario. Los esfuerzos realizados no están surtiendo el efecto deseado. La inflación que en julio del año pasado parecía estar siendo sometida sigue su ascenso inexorable.

El continuado ascenso de la inflación nos muestra que la demanda agregada sigue sin control. El deseo muy natural de terminar el período presidencial con altas tasas de crecimiento económico están, sin lugar a dudas, dificultando el manejo macroeconómico. El Banco de la República y el gobierno deben buscar reducir la presión sobre la demanda agregada para poder revertir la tendencia ascendente en la tasa de inflación.

En estas circunstancias, en las que es necesario disminuir las presiones inflacionarias, es necesario tener mucho cuidado con las medidas tomadas. Lo que necesita el país es de un Banco Central que con inusitada habilidad pueda instrumentar un aterrizaje muy suave de la economía.

Además de una política monetaria y cambiaria muy bien manejada se requiere también de políticas sectoriales coherentes que no solo contribuyan a un mejor control de la inflación sino que además permitan una repartición equitativa de las cargas inherentes al ajuste.

Políticas sectoriales, bien intencionadas, como las seguidas por el Ministro de Agricultura, han contribuido sin lugar a dudas a elevar el precio de los alimentos. Esta elevación del precio de los alimentos no solo ha hecho que las cifras de inflación registradas sean más elevadas que las del año pasado, sino que han afectado adversamente a los estratos de menores ingresos.

Para resaltar el efecto perverso de la política seguida en materia de precios agropecuarios es conveniente comparar esta política con una mini reforma tributaria. Para un economista, el aumento artificial del precio de los alimentos es equivalente a un paquete de políticas en que por una parte se introduce un impuesto a las ventas de alimentos y por otra se introduce un subsidio equivalente al productor.

Un Ministro de Hacienda que proponga semejante paquete tributario duraría menos que lo que dura un merengue en la puerta de una escuela. Tratar de poner IVA a los alimentos ha sido causa de más de una crisis y ha desembocado en disturbios callejeros en países hermanos. La destinación específica de los impuestos no solo ha sido objetada por todos los tratadistas de la hacienda pública sino que ha sido expresamente prohibida por nuestra constitución.


Una medida de política fiscal conteniendo dos errores de esta magnitud, indudablemente, sería objeto de severas críticas. Lo que no deja de ser curioso es que en Colombia el padre de esta criatura sea reconocido como uno de los Ministros Estrella. El país, definitivamente,  tiene dos ópticas bien diferentes. Una para juzgar a los Ministros de Hacienda y otra para juzgar a los Ministros de Agricultura.