lunes, 18 de diciembre de 1989

Economía, tecnología y administración

Como siempre, la verdad suele estar en el medio. La mano invisible de los economistas requiere de otra visible que maneje las empresas y que produzca si nó un óptimo, al menos un resultado excelente. El administrador de empresas debe aceptar que para poder sobrevivir tiene que entender el medio ambiente en que se mueve su empresa

Un economista colombiano que llega a estudiar a una universidad de los Estados Unidos a menudo se sorprende por la gran variedad de opciones existentes. En una buena universidad los cursos de post-grado son realmente abundantes. En los catálogos se encuentran los nombres de algunos de los más destacados economistas. Aún más, después de haber estudiado las posibilidades y creer que ya se tiene un programa de trabajo, se tiene la sorpresa de que también se pueden tomar algunos cursos en otras escuelas y aún en otras universidades cercanas. Los estudiantes de MIT pueden asistir también a la facultad de economía de Harvard y a la famosa Escuela de Negocios. Los estudiantes de Economía de la Universidad de California encuentran opciones interesantes en el Departamento de Ingeniería Industrial y pueden asistir a las bellísimas instalaciones de la Universidad de Stanford. 

Este amplio panorama es muy distinto al existente en Colombia. En nuestro país suponemos que hay una gran abundancia de profesores y por lo tanto nos podemos permitir el lujo de tener cursos de Post-Grado con cuatro o cinco estudiantes en todas las universidades. No pareciera muy difícil establecer programas cooperativos entre varias universidades para dictar los cursos especializados abiertos a estudiantes de las principales universidades.

A pesar de esta magnífica integración, los estudiantes en las universidades norteamericanas tienden a concentrarse en sus propios departamentos y en la universidad en que se han matriculado. Esta concentración eficiente, en términos de minimización de costos de traslado de un salón a otro, tiene evidentes costos en la formación de los estudiantes. La discrepancia entre los enfoques de las escuelas de negocios y el de los departamentos de economía es realmente asombrosa. Pareciera que estuvieran totalmente aisladas y no, como en Cambridge, separadas únicamente por un hermoso río.


Para los estudiantes del departamento de economía las empresas son apenas una concepción abstracta, poco digna de ser estudiada en términos concretos. Los procesos internos de las firmas se consideran como poco interesantes. La maximización de las ganancias, las decisiones financieras, la minimización de costos se suponen realizadas de manera inmediata y sin costo para las empresas. Los servicios de los egresados de las escuelas de negocios son superfluos en este mundo ideal. 

Por su parte, los egresados de las escuelas de negocios menosprecian la importancia de la utilización eficiente de los recursos económicos. Ignoran muchas veces la diferencia entre el costo para la sociedad en general y el costo para las firmas o consumidores. Los hombres de negocios se preocupan más por entender lo que pasa en el contexto más cercano, que por tratar de establecer las reglas que se deben seguir para llegar a un óptimo social. Para el hombre de negocios los economistas son casi todos unos radicales que no solo son demasiado teóricos sino muchas veces constituyen un lastre para los productores de la riqueza.

Como siempre, la verdad suele estar en el medio. La mano invisible de los economistas requiere de otra visible que maneje las empresas y que produzca si nó un óptimo, al menos un resultado excelente. El administrador de empresas debe aceptar que para poder sobrevivir tiene que entender el medio ambiente en que se mueve su empresa y que en el entendimiento de su entorno económico son valiosos los conocimientos de sus amigos de la otra orilla del río.

Muchos hombres de negocios han comprendido la importancia que para sus actividades tiene una mejora del conocimiento de la economía y han decidido impulsar fundaciones para el avance de las ciencias económicas. El National Bureau of Economic Research y la Brookings Institution son dos buenos ejemplos de Fundaciones de los Estados Unidos que han contado con el apoyo de los hombres de negocios. La Fundación Mediterránea en Argentina, fundada por el actual Canciller del gobierno de Menem, es un magnífico ejemplo de lo que pueden hacer unidos los académicos y los empresarios. FEDESARROLLO en Colombia ha contado con el apoyo de los industriales desde sus inicios. Hoy en día sus publicaciones imitadas por muchos y ofrecen elementos valiosos para la toma de decisiones económicas.

Otra gran brecha existe entre los ingenieros y los economistas, especialmente en el tratamiento de la tecnología. Para el economista, el cambio tecnológico es muchas veces un nombre más respetable para la carencia de explicaciones de los fenómenos del crecimiento. El crecimiento de la productividad explica lo que no se puede asignar al crecimiento del trabajo y el capital. Los ingenieros dedican gran parte de su vida profesional al desarrollo de nuevas técnicas y a la adaptación de tecnologías a las empresas. Para el ingeniero, el proceso se vuelve muchas veces deseable por si mismo sin importar si el resultado es beneficioso para la empresa o para la sociedad.

La comprensión del proceso de cambio tecnológico es muy importante pues los trabajos de los economistas han mostrado que gran parte de las diferencias en el crecimiento de dos países se explica más por el cambio tecnológico que por el crecimiento del capital y el trabajo. La experiencia de los científicos e ingenieros es muy importante pues ellos están más familiarizados con los aspectos tecnológicos. Las universidades colombianas deberían tratar de integrar en sus programas elementos de las dos disciplinas. La industria debería también apoyar la creación de institutos de investigación donde se tengan en cuenta los aspectos técnicos y económicos del cambio tecnológico. 

lunes, 11 de diciembre de 1989

El Mundo en los Ochentas

Las cifras del crecimiento en las dos últimas décadas muestran que Colombia ha crecido al mismo ritmo del mundo en desarrollo. Todo parece indicar que el manejo económico de nuestro país en los ochentas no ha sido tan efectivo como se nos ha hecho creer. 

Esta es una época de balances. Desde los estudiantes hasta los industriales están interesados en conocer cómo les fue. Algunos pasaron el curso mientras otros, como Querubín y algunas de sus amigas, les tocará repetir. En el campo económico, es necesario abandonar el punto de vista parroquial y analizar el desempeño de la economía colombiana desde una perspectiva mundial, para poder apreciar en su justo valor nuestros logros. Para facilitar esta labor, el Fondo Monetario Internacional presenta en abril de cada año el panorama económico mundial en donde se hace un interesante análisis de la evolución de la economía mundial.

Este ejercicio del temido organismo internacional se ha venido realizando desde 1980 y permite tener así un panorama de lo acontecido durante esta década. Se inicia con una situación de desequilibrio causada por el segundo choque petrolero. Para muchos analistas, entre ellos los del Banco Mundial, los ochentas se iban a caracterizar por la persistencia de altos precios del petróleo y de la Energía. En el Informe del Desarrollo Mundial, publicado por el Banco, se afirmaba que el precio del petróleo probablemente subiría en un 3 por ciento por año en términos reales o 10 por ciento en términos nominales. El cálculo del precio al final de la década, tomando como base las hipótesis del Banco (casi ochenta dólares por barril), no pudo estar más alejado de la realidad. Recordemos que en 1986 el precio llegó a 6 dólares y que en febrero de 1989, después de una recuperación, se cotizaba a 16 dólares el barril.

Los primeros tres años de la década fueron de ajuste en los países industrializados. El ajuste se completó en 1982, después de haber tenido un año de crecimiento negativo. La recuperación esperada en el segundo semestre se demoró por una debilidad imprevista en la actividad de inversión, por una liquidación rápida de los inventarios y por una baja en la demanda por importaciones del mundo no industrializado. En 1982 se logró un avance considerable en el control de la inflación de los países industrializados. Una consecuencia importante de este fenómeno fue la baja de las tasas de interés. En 1982 explotó la crisis de la deuda. Con la moratoria de México se ponen en evidencia los problemas del mundo en desarrollo y la vulnerabilidad del sistema financiero mundial. En varios países se presentan crisis financieras importantes.

La locomotora estadounidense comenzó a impulsar la economía mundial en 1983. Las tasas de desempleo  que habían permanecido  a niveles altos, comienzan a descender primero en los Estados Unidos y luego en los principales países industrializados de Europa. Al dismunuír la inflación a un cinco por ciento en los países industrializados, arrastra en su caída las tasas de interés. Por primera vez en la década se obtienen tasas de interés en los Estados Unidos de un solo dígito.

El desempeño de la economía mundial en 1984 resultó mejor de lo esperado al comienzo del año. El producto creció fuertemente en los países industrializados, especialmente en el Japón y los Estados Unidos; la inflación continuó descendiendo y los países en desarrollo contemplaron una mejora, tanto en su posición de pagos internacionales como en su desempeño doméstico. El temor de que la situación de la deuda se empeorara no se materializó.

1985 fue ligeramente desilusionante desde el punto de vista del crecimiento económico. La expansión cayó más de lo que se esperaba en el mundo industrial y el comercio mundial aumentó muy modestamente. Como resultado de esto las ganancias reales de las exportaciones de los países en desarrollo se estancaron y su tasa de crecimiento económico se redujo. Esto a su vez hizo la situación de la deuda más difícil de manejar.

1986 fue un año de cambios sustanciales en el entorno económico internacional. El precio del petróleo descendió considerablemente, se debilitaron los precios de los bienes primarios diferentes al petróleo y el dólar continuó bajando con relación a las principales monedas.

Aunque la economía mundial continuó su expansión en 1987, la persistencia de grandes desbalances fiscales y externos nublaron el panorama económico mundial. Un importante desarrollo de 1987 fue el refuerzo de la coordinación de las políticas entre los países industriales más grandes. El déficit fiscal de los Estados Unidos cayó substancialmente, al igual que otros países grandes con posiciones fiscales peligrosas. Mientras tanto, se tomaron medidas para inducir el crecimiento de la demanda en los países con superávit. Como  resultado se lograron importantes ajustes en la dirección deseada de la balanza comercial de los tres países más grandes. La tasa de crecimiento en los países industriales se situó sobre el 3 por ciento, mientras que la inflación permaneció en niveles bajos. En el mundo en desarrollo la recuperación de los términos de intercambio en los últimos meses del año, unido a la continuación de los esfuerzos de ajuste, condujeron a la primera baja significativa en la relación deuda exportación desde el comienzo de la crisis de la deuda.

Las condiciones económicas mundiales mejoraron significativamente durante 1988. En los países industrializados el crecimiento del producto se reforzó marcadamente en un entorno de inflación moderada. El comercio mundial se expandió a la tasa más alta desde 1984, lo cual tuvo importantes efectos en muchos países en desarrollo, particularmente los exportadores de manufacturas; Un progreso importante fue la reducción de los desbalances externos entre los países industrializados más grandes; y el agregado de la relación entre deuda y exportaciones se redujo en los países en desarrollo.

Un buen resumen del desarrollo mundial es el crecimiento del producto durante la década. El mundo vio crecer su producto en 32%. Esto  equivale a un crecimiento compuesto del 2.8% anual. Los países industrializados crecieron un poco más lento que el mundo, pues su producto aumentó 30% en la década o 2.7% por año. Los Estados Unidos tuvieron un comportamiento muy parecido al promedio de los países industrializados, 29% en la década o 2.6% por año. En el Japón el producto aumentó un 50 %; el país del Sol Naciente creció a una tasa del 4.1% anual. El mundo en desarrollo en general, y Colombia en particular, experimentaron un aumento del 37 por ciento en la década, o sea 3.2% por año. La región con un crecimiento mayor fue Asia, con un aumento del 94% en la década y un crecimiento compuesto de casi 7% anual.

El crecimiento en el mundo fue en general inferior al de los años setentas, cuando mostró una tasa anual de 4.1%. Los países industrializados a 3.3%. Los Estados Unidos al 2.8, el Japón a 5.2, los países en desarrollo al 5.6%, Asia a 5.4% y Colombia a 5.7 por ciento. Las cifras del crecimiento en las dos últimas décadas muestran que Colombia ha crecido al mismo ritmo del mundo en desarrollo. Todo parece indicar que el manejo económico de nuestro país en los ochentas no ha sido tan efectivo como se nos ha hecho creer. 

lunes, 4 de diciembre de 1989

Y los Sindicatos, ¿para qué?

En los Estados Unidos este ha sido un tema importante de investigación de destacados economistas especializados en los temas laborales. Los Profesores Richard Freeman y James Medoff de la Universidad de Harvard han publicado el resultado de sus investigaciones en un interesante libro titulado "What do Unions do". Lo que traducido por el inolvidable Maestro Darío Echandía coincidiría con el título de este artículo.

En estos últimos días laborales del año se reúnen los representantes de los sindicatos, del gobierno y de los empleadores para concertar el aumento en el salario mínimo. Este proceso de concertación es uno de los actos más visibles en los que participan los sindicatos. Parecería entonces oportuno plantear algunas inquietudes sobre el papel que juegan los sindicatos.

Los estudiosos del movimiento sindical por lo general no se contentan con establecer cual es el efecto promedio, sino que tratan de determinar quienes son los principales beneficiados. Por regla general se encuentra que los sindicatos buscan en sus negociaciones favorecer a los afiliados que ganan menos. En épocas en que el gobierno ha establecido metas de aumentos salariales expresadas como un aumento ponderado dado, los resultados han sido que los trabajadores con lo más bajos salarios, logran mantener su poder adquisitivo en términos reales, mientras los que menos aumento logran son los trabajadores con salarios relativamente altos.

En los Estados Unidos este ha sido un tema importante de investigación de destacados economistas especializados en los temas laborales. Los Profesores Richard Freeman y James Medoff de la Universidad de Harvard han publicado el resultado de sus investigaciones en un interesante libro titulado "What do Unions do". Lo que traducido por el inolvidable Maestro Darío Echandía coincidiría con el título de este artículo.

Según el estudio de Freeman y Medoff, en los Estados Unidos los mayores aumentos los logran los trabajadores jóvenes y los menores incrementos los trabajadores en su edad de mayor productividad. Los trabajadores recién afiliados tienden a gozar de un mayor diferencial mientras que los veteranos tienden a gozar de aumentos más moderados. Este patrón concuerda con el deseo de mejorar la distribución de ingresos que ha caracterizado la negociación sindical en los Estados Unidos y en Colombia.

Los autores también muestran que el efecto del sindicalismo es diferencial por tipo de industria. En 13 de las sesenta y dos actividades industriales estudiadas se encontró un efecto mínimo inferior al 5 por ciento; en 17 se encontraron efectos modestos del 5 al 15 por ciento. Efectos grandes del 15 al 35 por ciento se encontraron en 24 industrias y efectos espectaculares mayores del 35% se encontraron en las ocho actividades restantes.

La principal causa de estos efectos diferenciales por industria se encuentra obviamente en el poder monopólico del sindicato. Entre menor sea el grado de respuesta del empleo a las variaciones de los salarios, mayor es el poder monopólico de los sindicatos y más fuerte será su incidencia sobre los salarios.

Los economistas desde la época de Alfred Marshall han tratado de explicar los determinantes del grado de respuesta de los salarios en el empleo. En su famoso libro Principles of Economics, Marshall identificó cuatro condiciones importantes que influyen en la demanda de trabajo. La primera se refiere a la posibilidad de substituir trabajo por otros insumos en el proceso productivo. Los médicos son un buen ejemplo de trabajadores de difícil substitución y también un modelo para los estudiantes que desean tener altos ingresos. El segundo determinante según Marshall, es la elasticidad de la demanda de los bienes producidos por los trabajadores. Los salarios de los trabajadores sindicalizados en la industria textil que tiene una demanda relativamente elástica suben menos que los de los trabajadores de la industria automovilística cuya demanda en Colombia es menos sensible a los precios.

El tercer factor que influye en el poder monopólico de los sindicatos es la participación del trabajo en los costos totales. Entre menor sea la participación del trabajo, mayor será el poder monopólico de los sindicatos. En Ecopetrol y las Empresas del Sector Eléctrico, donde la participación del trabajo en los costos totales es muy baja, el poder sindical es muy alto. En este caso se puede decir que es muy importante el no ser importante. El Cuarto factor anotado por Marshall se refiere a la elasticidad de la oferta de otros factores.

En el caso de la investigación de Freeman y Medoff, los autores dedican especial atención al análisis  de la capacidad de los sindicatos para incrementar el salario de sus afiliados, por encima del nivel que hubiera imperado en un mercado de trabajo sin restricciones. Los resultados de esa investigación mostraron que efectivamente los sindicatos logran aumentar el salario de sus afiliados por encima de su nivel de equilibrio. Este aumento se sitúa en los Estados Unidos alrededor de un 20 a 30 por ciento. Es pues evidente que al menos en los Estados Unidos el movimiento sindical está consiguiendo ventajas para sus afiliados.

La evidencia sobre la magnitud del efecto sindical en los salarios de los trabajadores colombianos es relativamente escasa. Entre los pocos trabajos donde se ha tratado de calcular el efecto sindical está el del Economista Hindú Rakesh Mohan. En sus trabajos realizados para el Estudio de la Ciudad patrocinado por el Banco Mundial, Mohan encuentra que en 1978 había una diferencia del 6 al 8 por ciento entre el salario de un trabajador sindicalizado y otro que no forma parte de un sindicato. Este efecto es casi una cuarta parte del encontrado en los Estados Unidos por los economistas de la Universidad de Harvard.

Es difícil entrar a determinar el por qué de esta notable diferencia, aunque es evidente que el poder monopólico de los sindicatos colombianos está bastante lejos de ser muy efectivo. Dado el proceso de concertación salarial que actualmente se inicia, valdría la pena preguntarse si el resultado final a que dicho proceso llegará debería acreditarse o culparse a la participación activa de los sindicatos. Recordando la fábula de Cantillon, a los sindicatos colombianos podría sucederles lo del gallo que a fuerza de aletear y saludar la salida del sol en el horizonte cada mañana, terminó convencido de que él era el único responsable de que se produjera la aurora.