Como siempre, la verdad suele estar en el medio. La mano invisible de
los economistas requiere de otra visible que maneje las empresas y que produzca
si nó un óptimo, al menos un resultado excelente. El administrador de empresas
debe aceptar que para poder sobrevivir tiene que entender el medio ambiente en
que se mueve su empresa
Un economista
colombiano que llega a estudiar a una universidad de los Estados
Unidos a menudo se sorprende por la gran variedad de opciones existentes. En
una buena universidad los cursos de post-grado son realmente abundantes. En los
catálogos se encuentran los nombres de algunos de los más destacados economistas.
Aún más, después de haber estudiado las posibilidades y creer que ya se tiene
un programa de trabajo, se tiene la sorpresa de que también se pueden tomar
algunos cursos en otras escuelas y aún en otras universidades cercanas. Los
estudiantes de MIT pueden asistir también a la facultad de economía de Harvard
y a la famosa Escuela de Negocios. Los estudiantes de Economía de la
Universidad de California encuentran opciones interesantes en el Departamento
de Ingeniería Industrial y pueden asistir a las bellísimas instalaciones de la
Universidad de Stanford.
Este amplio panorama es
muy distinto al existente en Colombia. En nuestro país suponemos que hay una
gran abundancia de profesores y por lo tanto nos podemos permitir el lujo de
tener cursos de Post-Grado con cuatro o cinco estudiantes en todas las
universidades. No pareciera muy difícil establecer programas cooperativos entre
varias universidades para dictar los cursos especializados abiertos a
estudiantes de las principales universidades.
A pesar de esta
magnífica integración, los estudiantes en las universidades norteamericanas
tienden a concentrarse en sus propios departamentos y en la universidad en que
se han matriculado. Esta concentración eficiente, en términos de minimización
de costos de traslado de un salón a otro, tiene evidentes costos en la
formación de los estudiantes. La discrepancia entre los enfoques de las
escuelas de negocios y el de los departamentos de economía es realmente
asombrosa. Pareciera que estuvieran totalmente aisladas y no, como en
Cambridge, separadas únicamente por un hermoso río.
Para los estudiantes
del departamento de economía las empresas son apenas una concepción abstracta,
poco digna de ser estudiada en términos concretos. Los procesos internos de las
firmas se consideran como poco interesantes. La maximización de las ganancias,
las decisiones financieras, la minimización de costos se suponen realizadas de
manera inmediata y sin costo para las empresas. Los servicios de los egresados
de las escuelas de negocios son superfluos en este mundo ideal.
Por su parte, los
egresados de las escuelas de negocios menosprecian la importancia de la
utilización eficiente de los recursos económicos. Ignoran muchas veces la
diferencia entre el costo para la sociedad en general y el costo para las
firmas o consumidores. Los hombres de negocios se preocupan más por entender lo
que pasa en el contexto más cercano, que por tratar de establecer las reglas
que se deben seguir para llegar a un óptimo social. Para el hombre de negocios
los economistas son casi todos unos radicales que no solo son demasiado
teóricos sino muchas veces constituyen un lastre para los productores de la
riqueza.
Como siempre, la verdad
suele estar en el medio. La mano invisible de los economistas requiere de otra
visible que maneje las empresas y que produzca si nó un óptimo, al menos un
resultado excelente. El administrador de empresas debe aceptar que para poder
sobrevivir tiene que entender el medio ambiente en que se mueve su empresa y
que en el entendimiento de su entorno económico son valiosos los conocimientos
de sus amigos de la otra orilla del río.
Muchos hombres de
negocios han comprendido la importancia que para sus actividades tiene una
mejora del conocimiento de la economía y han decidido impulsar fundaciones para
el avance de las ciencias económicas. El National Bureau of Economic Research y
la Brookings Institution son dos buenos ejemplos de Fundaciones de los Estados
Unidos que han contado con el apoyo de los hombres de negocios. La Fundación
Mediterránea en Argentina, fundada por el actual Canciller del gobierno de
Menem, es un magnífico ejemplo de lo que pueden hacer unidos los académicos y
los empresarios. FEDESARROLLO en Colombia ha contado con el apoyo de los industriales
desde sus inicios. Hoy en día sus publicaciones imitadas por muchos y ofrecen
elementos valiosos para la toma de decisiones económicas.
Otra gran brecha existe
entre los ingenieros y los economistas, especialmente en el tratamiento de la
tecnología. Para el economista, el cambio tecnológico es muchas veces un nombre
más respetable para la carencia de explicaciones de los fenómenos del
crecimiento. El crecimiento de la productividad explica lo que no se puede
asignar al crecimiento del trabajo y el capital. Los ingenieros dedican gran
parte de su vida profesional al desarrollo de nuevas técnicas y a la adaptación
de tecnologías a las empresas. Para el ingeniero, el proceso se vuelve muchas
veces deseable por si mismo sin importar si el resultado es beneficioso para la
empresa o para la sociedad.
La comprensión del
proceso de cambio tecnológico es muy importante pues los trabajos de los
economistas han mostrado que gran parte de las diferencias en el crecimiento de
dos países se explica más por el cambio tecnológico que por el crecimiento del
capital y el trabajo. La experiencia de los científicos e ingenieros es muy
importante pues ellos están más familiarizados con los aspectos tecnológicos.
Las universidades colombianas deberían tratar de integrar en sus programas
elementos de las dos disciplinas. La industria debería también apoyar la
creación de institutos de investigación donde se tengan en cuenta los aspectos
técnicos y económicos del cambio tecnológico.