El principio de ligar
los aumentos de productividad y del costo de vida a los aumentos salariales es
supremamente lógico.
Hace 31 años, los
consejeros del Presidente Kennedy buscando evitar una aceleración de la
inflación causada por el ejercicio del poder de los monopolios se inventaron la
idea de ligar los incrementos salariales a los aumentos de productividad y los
incrementos de precios a las variaciones en los costos unitarios. Estas guías
definidas durante la Administración Kennedy dejaron de ser útiles a partir de
1966, cuando se comenzó a acelerar la inflación. En consecuencia, el consejo de
asesores económicos del presidente Johnson cambió esas guías incorporando en
ellas las expectativas un ajuste por el costo de vida.
Aunque existen dudas en
cuanto a la efectividad de las políticas de ingresos y salarios seguidas en los
años sesentas en los Estados Unidos, diversos gobiernos acuden a estas
políticas de ingresos o salarios para evitar que las luchas con la inflación
afecten negativamente a los trabajadores. Es así como el Gobierno mejicano, con
el fin de conseguir su aprobación para el NAFTA, ha establecido, recientemente,
una política de aumentos salariales ligados al crecimiento de la productividad.
Si bien en Colombia,
periódicamente se ha hablado de políticas de concertación para la fijación de
precios y salarios, solo hasta la semana pasada se ha comenzado a hablar de una
política en la que el aumento salarial esté ligado al crecimiento de la
productividad. El principio de ligar
los aumentos de productividad y del costo de vida a los aumentos salariales es
supremamente lógico. La teoría económica nos muestra que el crecimiento del
precio de los productos menos el crecimiento del precio de los insumos tiene
que ser matemáticamente igual al crecimiento de la productividad total de los
factores.
En teoría el cálculo del
crecimiento de la productividad total de los factores es relativamente sencillo
de hacer, en la práctica no lo es. En teoría, simplemente, basta
restar de la tasa de crecimiento del producto la tasa de crecimiento de los
factores para obtener la tasa de crecimiento de la productividad total de los factores.
Sin embargo, en la práctica este cálculo es bastante complejo.
El cálculo del
crecimiento del insumo laboral no se puede hacer con precisión. En lugar de
tener información sobre el número de horas-persona trabajadas para cada uno de
los diferentes calidades de trabajo, apenas se
cuenta con información muy inexacta sobre el total de los trabajadores.
La ausencia de información detallada sobre el insumo laboral impide medir con
precisión la productividad laboral. La experiencia ha mostrado que en general,
el utilizar el empleo como una aproximación de insumo laboral tiende a sobre
estimar el crecimiento total de los factores y puede perpetuar las presiones
inflacionarias o alternativamente a aumentar el desempleo.
La medición del insumo
capital es mucho más compleja que la del trabajo. En efecto, dada la ausencia
de información sobre el stock de capital es necesario desarrollar
procedimientos indirectos para poder calcular un verdadero valor para el acervo
de capital. El analista tiene que reconstruir la historia de la inversión para
poder establecer el acervo de capital de la economía. No solo debe reconstruir
la historia sino que además debe calcular la eficiencia relativa de todas los
equipos y estructuras para poder llegar a un estimativo de la contribución del
capital a la producción.
Como lo han demostrado
los trabajos de destacados investigadores de los Estados Unidos y Europa, las
dificultades prácticas del cálculo del crecimiento de la productividad total de
los factores se pueden superar. La propuesta del Ministro de Trabajo Luis Fernando Ramírez puede
servir para que en Colombia se comiencen a hacer trabajos profundos sobre el
tema de la medición de la productividad. Para ello se requiere aumentar la
cantidad y calidad de las estadísticas e incentivar el estudio de tan
importante tema.