lunes, 23 de diciembre de 1991

El año perdido



Si los años ochenta fueron para Latino América la década perdida, para Colombia, el 1991 puede pasar a la historia como el año perdido.

Si don Rip Van Winkle viviera en Colombia y si en lugar de haber tenido su sueño de veinte años, se hubiera echado su motosito de un año, al despertarse ni se habría dado cuenta de que había pasado todo el 91. En efecto, al levantarse y leer los periódicos encontraría que las autoridades económicas estarían hablando del mismo veintidós porciento y, que los analistas estarían vaticinando  que no se cumplirían las metas del gobierno y que la inflación superaría el veinticinco por ciento.

En el frente fiscal seguimos lo mismo que antes. El gobierno nos sigue prometiendo que este año si va a ser el del verdadero ajuste. El Presidente, ha reiterado que las tarifas de servicios públicos deben ajustarse por encima de la inflación para poder contar con los recursos necesarios para financiar su expansión. La privatización de TELECOM y las otras empresas del sector de las telecomunicaciones, sigue siendo motivo de anuncios sin que el gobierno hubiera dado un paso importante.

En lo referente a la apertura comercial, las importaciones siguen detenidas esperando la próxima baja del arancel. La incertidumbre creada por los permanentes cambios en las políticas gubernamentales unida a las expectativas de revaluación, han formado un dique formidable a la esperada avalancha de productos importados. La poca dinámica de las importaciones, si bien ha protegido al productor colombiano, ha contribuido de manera importante al espectacular incremento de las reservas internacionales.

Si los años ochenta fueron para Latino América la década perdida, para Colombia, el 1991 puede pasar a la historia como el año perdido. La política económica al comenzar el año 1992 se ve enfrentada a los mismos problemas del año pasado. La experiencia de perder un año puede llegar a ser valiosa cuando aprendemos de nuestros errores.

Las autoridades económicas han aprendido durante el presente año que en una economía abierta, con alta movilidad de capitales, es imposible controlar los medios de pago. Más aún, el drástico control del crédito doméstico tampoco sirve mucho para el control de la inflación. Las autoridades colombianas se han convencido, después de un año de frustraciones, que lo único que se logra con el control del crédito es atraer un torrente de divisas que compensan la disminución de la liquidez de la economía.

El año viejo nos dejo unos cambios importantes a nivel institucional. Por el lado positivo, se creó una autoridad monetaria independiente y se nombraron destacados profesionales para dirigir el nuevo Banco Central. Por el lado negativo, al dividirse el antiguo Ministerio de Desarrollo en dos se ha perdido la unidad de comando tan necesario para un verdadero proceso de apertura económica.

El cambio institucional del manejo económico requiere de importantes complementos en el próximo año. El nuevo congreso tiene por delante una ardua labor para poner a funcionar realmente la nueva constitución. Para los agentes económicos es de vital importancia conocer lo más pronto posible la nueva manera como se operará en el campo económico para poder empezar a planear sus actividades lo más pronto posible.

lunes, 16 de diciembre de 1991

Inflación y Desempleo, Modelo 1992



Las perspectivas para el año entrante parecen ser poco halagadoras, se esperará una disminución en la inflación con unos costos mayores en lo referente al desempleo.

Cuando a uno le preguntan ¿Cuáles van a ser los dos problemas macroeconómicos para 1992? tiene uno que contestar con la respuesta de cajón de que van a ser el desempleo y la inflación.

El control de la inflación a pesar de la visión un poco optimista del Ministro Hommes y de las publicaciones gobiernistas sigue teniendo una importante vigencia. Si algo es enteramente claro para el analista de la situación económica es que el manejo actual de la demanda agregada colombiana es muy complicado.

La política monetaria se ha vuelto impotente para frenar la inflación. Por tanto, el control inflacionario requiere de un manejo integral; es necesario lograr un control sobre el déficit fiscal y disminuir el ingreso de capitales del exerior para poder llegar a un crecimiento de los medios de pago que estén de acuerdo con las metas inflacionarias del gobierno.

El Gobierno, a pesar del cierre del crédito, no pudo bajar el crecimiento de los medios de pago. La inflación permaneció por encima del treinta por ciento mientras la autoridad monetaria mantuvo una paridad real del peso constante, solamente cuando se revaluó la inflación comenzó a ceder.

Entonces, ante la desaparición de la holgura en la tasa de cambio real, en 1992 el control de la inflación deberá basarse preferiblemente en un control estricto del gasto público. El ajuste en las empresas públicas deficitarias debe ser una prioridad importante. Igualmente, debe apelarse a un ajuste en los gastos de funcionamiento; lamentablemente, el aumento de las dietas parlamentarias introduce un factor que va a distorsionar las negociaciones salariales de todo el sector público. Es muy difícil pedir moderación cuando a los senadores revocados se les ha premiado con un aumento de dos millones de pesos mensuales.

La otra posibilidad, para mantener un moderado crecimiento de los medios de pago que permitan una reducción de la inflación, es el incremento de las importaciones. El gran aumento de las reservas internacionales en el presente año, se debió en buena parte al inesperado estancamiento de las importaciones. Por el contrario, en 1992 es muy probable que las importaciones se desborden y que por ende, las reservas internacionales presenten una disminución.

Si bien esta disminución de las reservas puede permitir un mejor control de la inflación, va a tener un efecto negativo en la actividad económica, pues en la medida en que las importaciones que compiten con la producción local aumenten, sin lugar a dudas el efecto recesivo se magnificará.

En consecuencia, las perspectivas para el año entrante parecen ser poco halagadoras, se esperará una disminución en la inflación con unos costos mayores en lo referente al desempleo. Las autoridades económicas deberían mantener un estrecho seguimiento de los indicadores económicos con el fin de ejecutar muy pronto las rectificaciones que se requieran en la política económica. No podemos continuar manejando la economía sin conocer su estado real. Parece increíble que se maneje una economía tan compleja como la colombiana sin tener mediciones trimestrales del PIB. Se está terminando un año, en el que se han ensayado una serie de drásticas medidas sin poder conocer su efecto en términos de los cambios en la actividad económica.

lunes, 9 de diciembre de 1991

¿Qué pasó en 1991?



Cuando se hace un análisis retrospctivo de las las políticas y metas económicas el resultado es muy desalentador.

Al finalizar el año es útil hacer un análisis retrospectivo de lo que pasó en los últimos doce meses. Este análisis retrospectivo suele venir acompañado de una confrontación de lo realizado contra los que se había planeado al comienzo del año. Cuando se hace este ejercicio con las políticas  y metas económicas el resultado es muy desalentador. La meta de inflación que el gobierno de manera optimista fijó en el 22 por ciento no se pudo cumplir. Los resultados hasta noviembre muestran que la inflación terminará entre el 27 y el 28 por ciento.

A pesar de todo el esfuerzo de restricción en el crédito, no se pudo controlar el crecimiento de los medios de pago. Al comienzo del año los medios de pago estaban creciendo a una tasa anual de más del 30 por ciento. La triste realidad es que al final del año se conserva la misma tasa de crecimiento del dinero. Las restricciones del crédito tuvieron como consecuencia un aumento considerable de las reservas internacionales muy por encima de lo que se había proyectado al comienzo del año.

Estos últimos quince meses no solo se han perdido en el control inflacionario sino que además han pasado en vano en el frente de la apertura. Como se quejan los amantes del buen vino, los precios de los bienes importados se han resistido a descender al mismo ritmo en que lo han hecho los aranceles. El poder monopólico de algunos importadores les ha permitido apropiarse de las rentas que antes iban al Estado. El consumidor sigue enfrentado a las mismas opciones. Los precios de los bienes producidos en Colombia no se han alterado en respuesta a una mayor competencia de los bienes importados. A pesar de las rebajas en los aranceles de los vehículos, nuestros carros siguen siendo los más caros del mundo.

La privatización ha sido una gran frustración. Realmente en un año no se ha avanzado en este proceso. Las presiones sindicales han impedido avanzar en la privatización de las telecomunicaciones. Los servicios públicos locales siguen siendo manejados ineficientemente y continúan en manos del Estado. La privatización del servicio de recolección de las basuras en Bogotá se frenó a pesar de los óptimos resultados obtenidos. En la privatización de los ferrocarriles y de los puertos los costos de la liquidación de los trabajadores al servicio del Estado ha sido elevado. En el corto plazo los egresos por liquidación de personal han sobrepasado los ahorros en costos de operación. Los únicos ingresos a las arcas del gobierno debidos a la privatización se han originado en la venta de algunos bancos oficiales.

La expedición de la nueva constitución si bien promete una mejora en el nivel de vida tiene un alto costo fiscal para el gobierno central al haber aumentado considerablemente el monto de las transferencias. Los cambios son de tal magnitud que van a requerir de un largo proceso de ajuste al nuevo marco normativo.

Si el año 91 se perdió en muchos aspectos esperamos que el próximo sea mucho mejor. Hoy en día el equipo económico es mucho más homogéneo. Las peleas entre los integrantes del equipo económico parecen una cosa del pasado. El manejo macroeconómico evidentemente ha ganado con la creación de la Junta Directiva del Banco de la República. El asignarle las funciones de control monetario y cambiario a la nueva Junta Directiva de nuestro Banco Central indudablemente ha hecho más creíble la política de estabilización.
 
Lamentablemente, la separación del Ministerio de Desarrollo en dos partes va a dificultar el manejo económico. Después de mucho tiempo el Ministerio de Desarrollo había logrado establecerse como una verdadera fuerza importante que podía liderar el proceso de apertura. El poder contar con el equivalente colombiano al legendario MITI japonés estaba comenzando a verse como una contribución importante en el proceso de apertura. La creación de un nuevo Ministerio en estas circunstancias puede llegar a convertirse en una serie de conflictos innecesarios para la inserción de Colombia en la economía mundial.

lunes, 2 de diciembre de 1991

Los mormones



Hay conciencia de que las políticas del Ministro Cavallo han logrado quebrarle el espinazo a la inflación argentina. Desafortunadamente, la estabilización se ha logrado a niveles muy elevados de precios
 
En días pasados tuve la oportunidad de viajar a Uruguay y Argentina. En los pocos días que estuve en Argentina me pude dar cuenta de que el problema de la inflación estaba bajo completo control. Hay conciencia de que las políticas del Ministro Cavallo han logrado quebrarle el espinazo a la inflación argentina. Infortunadamente, la estabilización se ha logrado a niveles muy elevados de precios.

El turista muy pronto comprueba mediante la comparación entre artículos de uso común que Buenos Aires es mucho más caro que Bogotá. Un Cassette de música popular cuesta 13 o más dólares en Argentina mientras que en Colombia se puede conseguir por 7 dólares. El tradicional bife en un restaurante popular vale doce dólares mientras que en Bogotá se puede conseguir por menos de 5 dólares. Los vestidos tienen precios inalcanzables. Los libros tiene un precio dos o tres veces más alto que en Colombia.

Teniendo en cuenta que todas las economías latinoamericanas están en plan de apertura le sorprende a uno encontrar tales diferencias de precios. Los costos de transporte y las barreras a la entrada hacen que no se eliminen las diferencias de precios. Si bien hay algunos libros colombianos en las librerías de Buenos Aires, estos tienen unos precios no fijados por el precio en Bogotá sino más bien por el precio en Buenos Aires. Los libros populares colombianos en Argentina tienen un precio fijado en comparación con los libros argentinos para evitar la competencia. Esto hace que los distribuidores que muchas veces son los mismos editores no estén dispuestos a competir con sus propios productos.

Precisamente, esto hace que las políticas macroeconómicas deban ser complementadas por cambios importantes a nivel microeconómico. No solo es necesario abrir la economía sino que es necesario romper muchas de las barreras a la entrada de nuevos competidores. En días pasados el gobierno argentino sorprendió al público con unos cambios profundos en la regulación de la actividad económica.

El tratamiento dado a esta noticia en las revistas argentinas muestran la forma como opera el equipo económico argentino. Allá el Ministro Cavallo realmente opera con un verdadero equipo en el que tiene una serie de colaboradores que la prensa argentina llama los mormones por su gran espíritu de sacrificio y trabajo y austeridad. La revista Somos los describe de la siguiente manera. "Casi nadie los conoce, pero su trabajo cambiará tarde o temprano la vida cotidiana de los argentinos. Obedecen a Cavallo ciegamente, y son los protagonistas de la verdadera historia del decreto de desregulación. La mayoría trabaja más de los normal y no asiste a fiestas. Son tenidos como incorruptibles y eficientísimos. No parecen buscar dinero, sino la gloria de figurar en los manuales de historia".

Sin lugar a dudas una de las razones para el éxito de la política económica es el poder contar con un equipo económico que ha venido trabajando conjuntamente en los últimos quince años. El problema de la poca competitividad externa argentina es sin lugar a dudas algo que debe ser resuelto para poder emprender una senda de alto crecimiento.