lunes, 28 de noviembre de 1994

Las cuentas de la lechera

Si se quiere buscar una financiación sana para el plan de desarrollo el gobierno debería presentar, de manera inmediata, un proyecto de ley en el que se prolongue la vigencia de las tarifas existentes en el impuesto a la renta y el IVA.

En Colombia, algunos comentaristas nos quieren hacer creer que el crecimiento del gobierno no es malo mientras esté balanceado y que además no es inflacionario. Sin embargo, el Salto Social que eleva considerablemente el tamaño del sector público presenta un equilibrio fiscal que no deja de ser preocupante. Los mismos keynesianos nos enseñaron que el presupuesto balanceado podía ser factor de crecimiento de la demanda agregada con basados en el hecho de que de cada peso que le llega al sector privado algo es ahorrado mientras que todo lo que entra al gobierno es gastado.

Más aún dentro de la macroeconomía de la economía abierta tanto los estudios empíricos como los desarrollos teóricos sobre los determinantes de la tasa de cambio real han encontrado que además del déficit fiscal, el mismo tamaño del sector público  conducen inexorablemente a una revaluación de la tasa de cambio real y por lo tanto ambos son portadores del virus del llamado mal holandés. Por lo anterior, un crecimiento desmedido del sector público en el próximo gobierno no acompañado de mejoras importantes en la eficiencia del sector público es una señal de alarma aún en condiciones de equilibrio fiscal. Esta alarma amarilla puede fácilmente convertirse en una alarma roja cuando se mira en detalle el equilibrio fiscal que aparece en el Plan de Desarrollo de la Administración Samper.

Expertos del tema económico con planteamientos tan diversos como Juan Camilo Restrepo y Eduardo Sarmiento ven con preocupación que el balance fiscal se logre a través de un superávit del sector descentralizado mientras que el sector público se convierte de la noche a la mañana en un ente especializado en gastar por encima de sus recursos. Esto cambio es potencialmente peligroso pues las entidades descentralizadas por su misma naturaleza están hechas para gastar recursos que le transfiere el sector central. En este aspecto las entidades descentralizadas se desempeñan como Ramona Calbaza y Cora Díaz los personajes de las tiras cómicas Educando a Papá y Lorenzo y Pepita que tienen el papel de gastar todos los ingresos de Don Pancho y del jefe de Lorenzo Parachoques. Pensar que las entidades descentralizadas puedan ahorrar durante cuatro años puede resultar tan improbable como que Ramona y la señora del  jefe de Lorenzo puedan alguna vez ahorrar. Si la analogía fuera válida la suerte del país sería preocupante pues en una encuesta realizada a lectores de estas dos tiras cómicas el ciento por ciento de ellos contestaron que es imposible que doña Ramona y Doña Cora algún día gasten menos de lo que reciben.


Aun si aceptáramos que las entidades descentralizadas ingresan a Despilfarradores Anónimos y dejaran su obsesión por el gasto nos queda la duda si será posible contar con los recursos que aparecen en el Salto Social. Los colombianos estamos cansados de sostener un estado ineficiente con altas tasas tributarias. Un parlamento que está pasando por un pésimo momento no estará dispuesto a subir  los impuestos aún sea por la puerta de atrás como lo quiere hacer  el Gobierno de Samper. Mantener las actuales tarifas más allá de  su período no solo va en contra de lo anunciado por el entonces  candidato Samper en su debate con Andrés Pastrana sino que es un simple aumento de impuestos hecho en momentos en que el gobierno tendrá el sol a sus espaldas. Diferir la presentación de una reforma tributaria hasta el último momento es un gran error. Si se quiere buscar una financiación sana para el plan de desarrollo el gobierno debería presentar, de manera inmediata, un proyecto de ley en el que se prolongue la vigencia de las tarifas existentes en el impuesto a la renta y el IVA.


Hasta el momento las cuentas del gobierno nos recuerdan las de la lechera en camino hacia el mercado donde iba a vender su cántaro lleno de leche. Las dos parecen muy  atractivas esperamos que al gobierno no le pase lo que le pasó a la lechera y vea convertirse todos sus planes en un río de leche derramada.

lunes, 21 de noviembre de 1994

Llegó la Navidad

Comienza la discusión del Plan de Desarrollo de la administración Samper

En la semana pasada el gobierno lanzó las bases para el Plan nacional de Desarrollo 1994-1998 en un libro de 227 páginas con el llamativo titulo de "El Salto Social".  En diez capítulos el gobierno presenta los elementos de discusión para el nuevo plan de desarrollo.

En el primer capitulo titulado Los Fundamentos del Plan, el documento del gobierno presenta, entre otros, su caracterización de un modelo alternativo de desarrollo en el que se destaca su insistencia en la importancia de la intervención estatal y en la que se descalifica en forma sumaria el libre funcionamiento de las fuerzas del mercado.  Según el documento, la estrategia económica para la generación de empleo se basa en tres elementos: la política macroeconómica sana, la estrategia de competitividad y una política activa de empleo.

El Segundo capitulo presenta "un breve diagnóstico de las condiciones de nuestro desarrollo económico, social y ambiental".  Este breve diagnóstico trata de convencernos de que la situación que se recibe no es la mejor y que por lo tanto se requiere de un gran esfuerzo para poder dar el salto social que propone la nueva administración.

El tercer capitulo presenta "La estrategia macroeconómica" del gobierno, tratando de convencernos que se podrán mantener los equilibrios macroeconómicos básicos.  El cuarto presenta la "estrategia de inversión pública y efectos macroeconómicos del plan".  Estos dos capítulos, que bien hubieran podido reunirse en uno solo, deben ser leídos con especial cuidado por los interesados en los temas macroeconómicos.  Las cifras presentadas son realmente preocupantes.  El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos llega a niveles cercanos a los que tuvimos en momentos de crisis cambiaria.  Los niveles de participación del gobierno en el PIB sobrepasan el 50 por ciento. El gobierno central, que se ha caracterizado en el pasado por su superávit se convierte en deficitario, gastándose la lotería que se ha ganado el sector descentralizado.  La tan anhelada estabilidad macroeconómica no aparece por ninguna parte, dejando una primera impresión de excesivo gasto público conducente a una revaluación de la moneda y a una fuerte dosis del mal holandés".

Los últimos seis capítulos en los que se presentan los programas a realizar en el próximo cuatrienio son un claro ejemplo del llamado modelo navideño de desarrollo.  Es ni más ni menos un arbolito de Navidad en el que aparecen regalitos para cada uno de los invitados a la fiesta.  Todo el mundo se lanza a la lectura de estos capítulos buscando lo que le toca.  Los educadores, los desempleados, los industriales, los exportadores, las mujeres, los incapacitados, los investigadores devoran las ciento cuarenta y ocho páginas en busca de su regalito de Navidad.  Los constructores y diseñadores de metros encuentran en la página 175 que del salto social les va a corresponder 360.952 millones de pesos de 1994 para un estudio de dos mil millones y 6.5 kilómetros de metro.

Al leer detenidamente las casi ciento cincuenta páginas de los que se asemeja al correo que comienza a recibir Santa Claus por estas épocas, le queda a uno la impresión de que muchos de los regalos se destacan por su empaque y no por su contenido.  Los nombres ' de los programas del Salto Social son más el resultado del esfuerzo de los creativos y no el de serios burócratas de Planeación Nacional.  La retórica de la campaña sigue predominando, dando la impresión de que el gobierno no ha tomado posesión de sus cargos.

La falta de unas prioridades claras abre la oportunidad para que los que no encuentren su regalito comiencen a pedirlo en el largo proceso de concertación.  El ser el documento unas bases para el plan de desarrollo deja la posibilidad de que terminemos con un gobierno que no solo maneje el cincuenta por ciento del PIB nacional, sino que llegué a cifras solamente contempladas en los países escandinavos.

La discusión del Salto Social debe ser una actividad prioritaria.  Es necesario definir una alternativa a un plan tan ambicioso que pretende acabar con todos los problemas del desarrollo en los próximos cuatro años, poniendo en serio peligro la estabilidad macroeconómica de un país que se ha caracterizado a escala latinoamericana por su buen manejo macroeconómico.

martes, 15 de noviembre de 1994

El Plan Mercedes

La propuesta de la codirectora del Banco de la República tiene indudables beneficios. Nadie puede negar que si la moneda colombiana fuera equivalente a un dólar, la actividad económica sería mucho más sencilla

El simposio sobre Mercado de Capitales que cada dos años organiza la Asociación Bancaria ha sido el sitio en donde han surgido muchas de las propuestas de reformas del sistema financiero colombiano.  En esta ocasión, en el simposio realizado en Medellín, María Mercedes Cuellar de Martínez, la codirectora del Banco de la República, ha lanzado una propuesta interesante para lograr controlar el crecimiento de los precios.

Siguiendo la práctica de algunos países en donde se ha podido llegar a una inflación cercana a la de los países avanzados, la distinguida economista propone vincular la moneda colombiana al dólar americano.  Como consecuencia de la unión indisoluble de las dos monedas, los precios en Colombia tienen que crecer en la misma proporción que en los Estados Unidos y por lo tanto la inflación colombiana, por fuerza, tiene que ser igual a la de los Estados Unidos.

La doctora Cuéllar de Martínez, para facilitar las transacciones del comercio internacional, propone, además, el cambio de la moneda por una nueva.  El nuevo peso, equivalente a mil pesos, tendría el mismo valor que un dólar, permitiendo hacer fáciles comparaciones entre los precios de Colombia y Estados Unidos.  La equivalencia entre las unidades monetarias de Colombia y Estados Unidos facilitaría enormemente la planeación financiera, pues evitaría las conversiones de pesos a dólares, tan necesarias hoy en día.

La propuesta de la codirectora del Banco de la República tiene indudables beneficios.  Nadie puede negar que si la moneda colombiana fuera equivalente a un dólar, la actividad económica sería mucho más sencilla.  Los críticos que han surgido a tan importante iniciativa no niegan las ventajas que se derivarían de una paridad constante con el dólar sino más bien dudan de la factibilidad política de la propuesta y de la disposición de las autoridades colombianas para llevar a cabo los cambios en la política económica necesarios para poder sostener la paridad cambiaria en el largo plazo.

La experiencia en otros países ha mostrado que para que el cambio de moneda funcione es necesario, en primer lugar, escoger una paridad que permita competir internacionalmente.  En el caso colombiano, la paridad de mil pesos a un dólar parece bastante razonable siempre y cuando el ajuste se pueda lograr en menos de un año.  Este valor de mil pesos por dólar es un poco superior a la tasa representativa del mercado y por lo tanto en la medida en que se pudiera adoptar de inmediato permitiría recobrar algo de la competitividad que se ha venido perdiendo en los últimos años.

Para lograr pasar de un régimen de mini devaluaciones a una tasa completamente fija es necesario desmontar los procesos de reajuste automático.  En esto tal vez radica la mayor dificultad política, pues la congelación de precios y salarios que usualmente se requiere puede no contar con el respaldo político. Lo que no parece muy consistente es que funcionarios del gobierno que están tratando de vendernos la idea de un pacto social, en el que todo el mundo acepta un veinte por ciento de aumentos, se pongan a un verdadero acuerdo nacional en el que todo el mundo acepta una congelación de salarios y precios por un corto periodo de ajuste a la nueva moneda.

La tercera condición para el éxito de lo que podríamos llamar el Plan Mercedes es la adopción de una verdadera austeridad fiscal.  Para poder mantener una paridad constante no sólo la autoridad monetaria tiene que perder su autonomía sino que el Gobierno tiene que generar un superávit fiscal considerable que permita mantener la paridad constante.  La experiencia muestra que los planes heterodoxos que no han incluido un verdadero control fiscal fracasan al poco tiempo de ser lanzados.  Los países vuelven a la misma situación de la que partieron, bien sea la hiperinflación o la inflación galopante del veinte por ciento anual.

El equipo económico del Gobierno debería aprovechar el revuelo que h causado la propuesta hecha en Medellín para replantear su tímida estrategia de lucha contra la inflación.  El doctor Perry y el doctor Ocampo, que se ha mostrado en ocasiones tan amigos de este tipo de programas, cuando se adoptan en otras latitudes, debería pensar en la conveniencia de dar el salto cambiario abandonando el sistema de devaluación gota a gota.

martes, 8 de noviembre de 1994

Santafé, Campeón 1994

Es necesario preguntarse si la sobretasa a la gasolina es el instrumento más adecuado para financiar un  plan vial

Con la propuesta del cobro de la sobretasa a la gasolina el Alcalde Castro logrará coronar a Santafé de Bogotá como el campeón en el campo de los impuestos.  El ilustre burgomaestre ha logrado llevar a Bogotá de un modesto duodécimo puesto que ocupaba al comienzo de su Administración al primer lugar, desplazando a Zaragoza Antioquia como el líder en el campeonato de impuestos.  El gran esfuerzo hecho por el sufrido santafereño no es reconocido en el resto del país en donde se sigue tratando a los capitalinos como perezosos en materia tributaria.  De aprobarse la sobretasa, la nueva Administración del Distrito Capital podría contar, al fin, con una base impositiva suficiente para atender los ingentes gastos necesarios para realizar las adiciones que requiere la deteriorada e insuficiente malla vial.

Sobre la incorporaci6n de la sobretasa a la gasolina en el presupuesto para la vigencia de 1995 es necesario hacer una serie de observaciones.  En primer lugar debe decirse que el hecho mismo de su propuesta es una aceptación, tácita, por parte de la Administración actual de que su importante labor de saneamiento fiscal no se pudo completar, pues de otra manera no se explicaría el incluir una fuente de recursos, adicional.  Este hecho que ahora se hace evidente ya había sido descubierto por los estudiosos de las Finanzas Públicas Distritales, quienes habían destacado que el equilibrio fiscal se había logrado en la Administración Castro mediante medidas de carácter netamente coyuntural, como el doble cobro del impuesto de industria y Comercio y la valorización por beneficio general.  La solicitud de una sobretasa a la gasolina está demostrando que para poder atender los requerimientos de infraestructura vial es necesario contar con una fuente de recursos de carácter permanente que permita sufragar por un período largo el plan vial que necesita la ciudad.

En segundo lugar es necesario preguntarse si la sobretasa a la gasolina es el instrumento más adecuado para financiar un plan vial.  La respuesta a este interrogante es bastante compleja y como en la mayoría de los casos prácticos debe hacerse pesando los pros y los contras.  La sobretasa tiene innegables factores positivos.  Hacer que los beneficiarios de las obras contribuyan a su financiación es un sano principio de hacienda pública.  En este aspecto es más equitativo financiar inversión en vías con un impuesto a la gasolina que a través de un doble cobro del Impuesto de Industria y Comercio.  Aumentar el costo de la utilización de los vehículos tiene un efecto benéfico pues de alguna manera disminuye la congestión al reducir la utilización excesiva de los vehículos.

La sobretasa a la gasolina, dentro de ciertos limites es muy sencilla de cobrar y su costo de recaudo es mínimo. Sin embargo, la sobretasa a la gasolina tiene serios inconvenientes.  El más grave de todos es su clara incidencia regresiva.  El impuesto termina afectando en mayor grado a los usuarios de bajos ingresos.  Financiar obras públicas con una larga vida útil a través de impuestos tiene el serio inconveniente de gravar a las generaciones actuales para beneficiar a las generaciones futuras, por tanto la sobretasa a la gasolina tiene serios inconvenientes desde el punto de vista de equidad intergeneracional.  En la medida en que la sobretasa tenga cubrimiento parcial se induce un contrabando de gasolina de zonas no gravadas a las zonas gravadas.  La experiencia ha mostrado que el contrabando puede tener serios inconvenientes desde el punto de vista de la seguridad ciudadana.  El tráfico y venta de combustibles se convierte en un serio peligro ciudadano que las autoridades muchas veces no pueden controlar efectivamente.

Finalmente, es necesario tener en cuenta que la justificación misma de un impuesto para financiar una obra depende de la rentabilidad misma de la obra.  Una inversión que no produce un retorno económico no se debe hacer así se financie con el mejor impuesto.  Por tanto, lo que realmente necesita Bogotá antes de cobrar más impuestos es una gran reforma institucional que asegure que las obras públicas se hagan siguiendo los mejores procedimientos, a un costo mínimo y dentro de los plazos previstos.  No sacamos mucho repitiendo, al infinito, la triste historia de los planes viales de las dos últimas administraciones.