lunes, 16 de julio de 1990

Revisemos la revisión

Bogotá tiene en estos momentos un sistema sui generis para la revisión de los vehículos. Como muchas de las cosas que se hacen en el país, la revisión de los vehículos es una mala adaptación de lo que funciona eficientemente en los países avanzados.

La Administración del Distrito ha dado muestras de estar interesada en resolver el problema del tránsito vehicular. El Alcalde y su Secretario han realizado inspecciones sobre el terreno tratando de dar solución a los problemas de transporte. Además de las buenas intenciones, en este momento, la Administración cuenta con un instrumento importante para mejorar el transporte pues ha sido investida por el Concejo con autorización para el establecimiento de la Autoridad Unica de Transporte.

La puesta en marcha de esta Autoridad Unica es de vital importancia para terminar de una vez por todas con la falta de coordinación entre las diferentes agencias del estado, encargadas de actividades que tienen que ver con el transporte. Ante la ausencia de una unidad de criterio, no solo cada entidad del Distrito actúa por su cuenta, sino que otras entidades del gobierno y hasta los mismos particulares toman decisiones de tráfico.

Ante los problemas de seguridad, los dueños de los edificios como el famoso "perro del hortelano" que ni come ni deja comer, se las ingenian para impedir el parqueo de los vehículos frente a sus edificaciones y al mismo tiempo reducir la capacidad vial. Las calles de Bogotá están hoy llenas de canecas, cadenas, vallas y otros adminículos que al impedir el parqueo de los vehículos reducen la capacidad vial. Los retenes móviles si bien tienen una finalidad muy plausible, al mismo tiempo, están impidiendo la circulación fluida de los vehículos.

Los encargados del transporte preocupados por la magnitud del problema, a veces no logran tener tiempo para los solucionar problemas que agobian a los sufridos Bogotanos. Bogotá tiene en estos momentos un sistema sui generis para la revisión de los vehículos. Como muchas de las cosas que se hacen en el país, la revisión de los vehículos es una mala adaptación de lo que funciona eficientemente en los países avanzados. 

En primer lugar, la revisión de los vehículos en Bogotá se ha tomado como un instrumento para hacer que los Bogotanos paguen sus elevadísimos impuestos. En Estados Unidos en los sitios en donde existe la revisión el pago de los impuestos está claramente separado del cumplimiento de la obligación de la revisión. En el Distrito, por el contrario, se ha puesto como requisito para efectuar la revisión el estar a paz y salvo con la tesorería, con el DATT y tener vigente el famoso seguro obligatorio. El pretender hacer cumplir todos sus mandamientos para poder contar con el renombrado certificado de movilización, está produciendo un efecto similar al que tendría que para asistir a misa todos los domingos en cumplimiento de uno de los preceptos católicos, uno tuviera que haber cumplido con todos los otros como el olvidado de pagar diezmos y primicias.

En segundo lugar, el limitar a dos sitios los lugares donde se puede hacer la revisión impone no solo innecesarias demoras, sino que da lugar a absurdos. En Bogotá debe ser la única parte del mundo en donde se requiere revisar un vehículo cero kilómetros recién salido del distribuidor. Es de suponer que los fabricantes están produciendo un vehículo que cumple con todas las especificaciones y que ofrece todas las garantías a la sociedad. Si las autoridades Distritales tienen alguna duda, deberían hacer una revisión por muestreo a las ensambladoras. Más aún los propietarios que hacen revisiones a sus vehículos para asegurarse que estén funcionando adecuadamente después de haber gastado varios miles de pesos, tienen que ir a hacer cola a las dependencias del Distrito para que les pongan una calcomanía que diga que su vehículo ha quedado bien arreglado.

Lo más paradójico en estos momentos, es que el propietario que ha cancelado una buena suma de impuestos al Distrito y cuenta con su seguro obligatorio y no comete infracciones de tránsito, no puede cumplir con esta absurda obligación de revisar su vehículo en buenas condiciones. Como se ha publicado en los periódicos, la revisión de los vehículos modelo 81 en adelante se encuentra suspendida y únicamente se reinicia el primero de agosto. El no poder cumplir con la revisión, le está costando por cada mes a los propietarios varios salarios mínimos que van a tener que pagar a la administración, a pesar de que es debido a las decisiones tomadas por las autoridades por lo que no se ha podido hacer una revisión desde el primero de junio. Al comienzo, por que no existían las calcomanías en las servitecas y después, por que es físicamente imposible atender a todos los propietarios de los vehículos en las dependencias oficiales.

Finalmente, la necesidad de implantar en Colombia una revisión obligatoria no es nada clara. Como le puede constar a quien haya vivido por algún tiempo en los Estados Unidos, los vehículos tienden a mantenerse en mejores condiciones en Colombia que en los Estados Unidos. Como se explica en las primeras clases de economía, los consumidores tienden a conservar los recursos caros y a utilizar más intensivamente los recursos más baratos. Los carros en Colombia en términos de horas de trabajo son veinte veces más caros que en los Estados Unidos. Los propietarios colombianos tienen pues un incentivo mucho más grande que los americanos, para conservar sus vehículos en buen estado. Más aún, los servicios de taller intensivos en mano de obra, son varias veces más baratos en Colombia que en los Estados Unidos. Todo esto hace que los colombianos cuiden más sus preciados carritos.


Al final de esta experiencia Kafkiana se preguntará el sufrido dueño del vehículo si lo que se está logrando no es precisamente lo contrario a lo que se quería. El proceso como está concebido actualmente, está dificultando la revisión de los vehículos que realmente necesitan una revisión. 

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