Las medidas de la Junta
Directiva del Banco de la República son duras y van a tener efectos graves para
el proceso de apertura de la economía. La temida recesión y el desmantelamiento
de la industria parece que ahora si se van a dar.
El lunes 28 de octubre
se acabó la luna de miel que gozaron los miembros de la Junta Directiva del
Banco de la República. Su decisión de revaluar emitiendo certificados de cambio
a doce meses, ha levantado una gran polvareda. Los defensores de la política de
apertura han criticado el duro golpe a los ingresos de los exportadores.
Las medidas de la Junta
del Banco en buena parte siguen una línea similar a la utilizada por este
gobierno. En lugar de hacer una revaluación explícita se apela al descuento de
los certificado para reducir el ingreso de los exportadores. En lugar de
incentivar el ahorro de los colombianos se apela a un ahorro de carácter
forzoso. Las medidas no atacan el verdadero problema sino que sirven para ganar
un tiempo para hacer el necesario ajuste fiscal. Si la medicina es muy similar
a la que nos habían estado suministrando la dosis es más fuerte.
La necesidad de hacer
ajustes en la tasa de cambio ha surgido de dos hechos básicos. En primer lugar,
los medios de pago no han querido someterse al control de la autoridad
monetaria. Las restricciones al crédito se han compensado con la entrada masiva
de capitales. En segundo lugar, el necesario ajuste fiscal no se ha podido
hacer por el continuo proceso electoral y la definición de la nueva
constitución. En circunstancias en que no hay un control efectivo sobre los
medios de pago ni hay ajuste fiscal, el único instrumento que le queda al
gobierno es el manejo de la tasa de cambio.
Esta realidad
económica, tiene como consecuencia lógica que los agentes económicos comienzan
a actuar para protegerse de la eventual revaluación. En estas circunstancias,
la entrada de dólares no solo se explica por la mayor rentabilidad de los
activos financieros en pesos, sino que también tiene que ver con las
expectativas de revaluación. Cuando se espera que el dólar va a perder su valor
todo el mundo quiere salir de él y pasarse al peso. La corrida del dólar hacia
el peso, conocida técnicamente como la ley de Gresham, ha sido sin lugar a
dudas una de las principales razones del ingreso de capitales a Colombia. La
sobrefacturación de exportaciones, la subfacturación de importaciones, la
agilización de los reintegros para exportaciones y la inercia de las
importaciones son todas manifestaciones de esta corrida del dólar.
El ignorar las
autoridades económicas el alto componente especulativo de las entradas de
capital ha tenido como consecuencia que el proceso se ha acelerado. Aumentar la
tasa de devaluación cuando todo el mundo está esperando que el gobierno va a
tener que revaluar es tratar de apagar un incendio con gasolina. Cerrar la
brecha entre la rentabilidad externa y la interna con un ritmo de devaluación
más acelerado es un buen ejercicio aritmético pero una pésima decisión
económica.
Las medidas de la Junta
Directiva del Banco de la República son duras y van a tener efectos graves para
el proceso de apertura de la economía. La temida recesión y el desmantelamiento
de la industria parece que ahora si se van a dar. El vigor inusitado de la
economía, que pudo aguantar diez meses de un proceso de ajuste sin llegar a una
situación recesiva, no va a poder con la sobredosis recetada por la Junta del
Banco de la República.
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