martes, 8 de diciembre de 1992

Corrección Monetaria un poco incorrecta

 El juego con la fórmula para calcular la corrección monetaria ha llegado a extremos intolerables.
  
El sistema UPAC continua mostrando su vitalidad a los veinte años de establecido. Las autoridades económicas, contrariando la sabia máxima gringa de no arreglar algo que no esté dañado han realizado permanentes cambios en sus reglas de juego. A través de su existencia, el sistema de ahorro y vivienda colombiano ha sufrido múltiples cambios. Las autoridades han tratado de orientar la utilización de recursos hacia segmentos del mercado mediante la fijación de porcentajes de la cartera de las corporaciones. Además, han establecido esquemas de subsidios cruzados tratando de emular a Robin Hood gravando a los ricos para subsidiar a los pobres.

Permanentemente, las autoridades monetarias han asumido el papel de árbitros buscando establecer un equilibrio entre el sistema UPAC y los otros intermediarios financieros.  A falta de pito, las autoridades monetarias han apelado al fácil expediente de introducir cambios en la manera como se liquida la corrección monetaria.

La Administración López Michelsen con el fin de proteger a los otros intermediarios financieros y a la vez ganar adeptos entre los usuarios del sistema decidió imponer topes a la corrección monetaria. Este cambio en las reglas de juego aparentemente sencillo tuvo notables consecuencias. En primer lugar, acabó con la transparencia existente en el sistema UPAC, al terminar la separación entre el retorno debido a la inflación y el debido a la tasa de interés real. En efecto, a partir de esta reforma la corrección monetaria dejo de ser el reflejo de la inflación pasada y se convirtió en un número mágico fijado primero por el gobierno y luego por la Autoridad Monetaria.

En segundo lugar, al convertirse la corrección monetaria en un instrumento de política, la forma de definir esta corrección monetaria se convirtió en una manera sencilla de favorecer a un intermediario en particular. Los amigos del sistema UPAC se dedicaron a inventarse fórmulas que les permitiera competir ventajosamente. Cuando los enemigos del Sistema llegaron al poder cambiaron las fórmulas para reducir la competitividad del UPAC.

El juego con la fórmula para calcular la corrección monetaria ha llegado a extremos intolerables. La fórmula utilizada actualmente combina, de una manera totalmente arbitraria, el aumento en el Indice de Precios al Consumidor y la tasa de interés de captación conocida técnicamente como el DTF. Sumar el veinte por ciento del incremento en los precios con el cincuenta por ciento de la tasa de interés denominada DTF es algo digno de figurar en una novela de García Márquez.

Sólo en Macondo puede suceder que la suma de las ponderaciones utilizadas en una fórmula no sea siempre el ciento por ciento. Como en las rebajas postnavideñas, la fórmula colombiana tiene una descuento del treinta por ciento pues la suma de las dos ponderaciones solo llega al setenta por ciento.

Esta fórmula macondiana que ha puesto en aprietos al sistema UPAC y que ha favorecido a sus deudores y a otros intermediarios financieros tiene defectos intrínsecos que desaparecen cuando se tienen tasas de inflación muy bajas o cuando las tasas de interés reales son muy altas. Sería necesario tener una inflación de un solo dígito o una tasa de interés real de dos dígitos para que la fórmula produjera un valor cercano al incremento en el costo de vida.

El cambio de las ponderaciones tampoco es una solución. Aceptar la propuesta del ICAV consistente en tomar el noventa por ciento de la tasa de interés es también una equivocación. La fórmula produciría un resultado justo únicamente para inflaciones cercanas al 45%. Para inflaciones menores se estaría favoreciendo innecesariamente al Sistema de Ahorro y Vivienda en perjuicio de los otros intermediarios financieros.


La solución obvia es volver a la concepción original en la que la corrección monetaria refleja el aumento en los precios. Dentro de esta concepción, es posible ensayar variaciones interesantes que pueden contribuir a disminuir los costos de una política de estabilización. Sin lugar a dudas, la innovación más interesante sería tratar de incorporar en la fórmula las expectativas de inflación. Por ejemplo, no me disgustaría que la corrección monetaria que se adopte para 1993 sea el famoso 22 por ciento. Pienso que, en las circunstancias actuales, una corrección monetaria igual a la meta de inflación del gobierno podría tener un importante efecto en la formación de las expectativas de inflación para el año entrante.

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