La experiencia de
cumplir durante doscientas semanas con los lectores ha sido muy gratificante.
En estos últimos cuatro
años he dedicado buena parte de mi tiempo libre a la dura brega de escribir una
columna semanal. En el afán de presentar un producto diferente y con mayor
variedad que el ofrecido por otros colegas, he tenido que mantenerme al tanto
de los eventos nacionales e internacionales. La experiencia de cumplir durante
doscientas semanas con los lectores ha sido muy gratificante. A mis lectores
les quiero agradecer su fidelidad y lealtad durante todo este tiempo.
Al revisar
recientemente lo escrito durante estos últimos cuatro años me he podido dar
cuenta que muchas de mis propuestas se han venido poniendo en práctica y que
mis artículos han sido relativamente benévolos con el equipo económico actual.
El apoyo a las reformas emprendidas no me ha impedido en su momento criticar
algunas medidas del equipo económico.
En esta ocasión
propicia para mirar por el espejo retrovisor, considero conveniente reiterar
algunas críticas con el ánimo de contribuir a una discusión de posibles
rectificaciones en la política económica.
A través de estos tres
años del gobierno de Gaviria he insistido en la importancia de mantener una
tasa de cambio real alta. Siempre he criticado el que el gobierno hubiera
utilizado la tasa de cambio como un instrumento de estabilización en lugar de
un elemento vital para poner en funcionamiento un nuevo modelo de desarrollo.
En mi opinión el gobierno tiene que lograr una devaluación de la tasa real de
cambio lo antes posible. La tasa real de cambio no está en un nivel de
equilibrio congruente con la política de apertura. Más aún, la revaluación de
la tasa de cambio real se ha dado como consecuencia de políticas equivocadas
del Gobierno que en buena hora se han reversado. El primer error fue no tener
en cuenta el peligro de hacer una reforma cambiaria cuando la apertura
comercial no estaba todavía consolidada. En noviembre de 1990, cuando comenté
la ponencia del Profesor Edwards en el Simposio del Mercado de Capitales de
Cali advertí a mis lectores que este problema podría ser serio y que los
simpatizantes de la apertura deberíamos tener muy presentes los comentarios de
tan ilustre visitante.
El segundo error del
gobierno fue utilizar la política monetaria como el principal instrumento de
estabilización. La masiva entrada de capitales que originó dicha medida
contribuyó de manera especial a una revaluación del peso. La pelea entre el
Ministro de Hacienda y el Ministro de Desarrollo por la velocidad de la
apertura generó unas expectativas de revaluación que fueron validadas por el
mismo gobierno cuando utilizó los certificados de cambio como un instrumento
adicional de control monetario.
El gobierno no ha
podido generar el superávit fiscal necesario para poder mantener la tasa de
cambio en el nivel que la recibió. Las reformas constitucionales han generado
presiones de gasto muy superior a los ingresos generados por las abundantes
reformas tributarias. La venta de las Empresas Públicas que le hubiera generado
un importante superávit se detuvo prácticamente por el mal manejo dado al paro
de TELECOM. La eliminación de los subsidios en los precios oficiales se ha
venido posponiendo por consideraciones políticas. Como lo he comentado muchas
veces el precio interno del café sigue siendo muy alto y el precio de la
gasolina y el de la electricidad para el sector residencial sigue siendo muy
bajo. A pesar de esta ayuda permanente los cafeteros y las empresas del sector
eléctrico siguen en situación crítica. La sobreproducción cafetera y el
sobreconsumo de energía eléctrica por parte de los usuarios residenciales no han
podido arreglarse en estos años.
Y ya para terminar,
quiero aprovechar esta columna para agradecerle la colaboración de Elisa
Pastrana y su equipo que siempre han colaborado para que esta columna salga los
lunes y cuando hay puente los martes Emiliani.
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