jueves, 9 de mayo de 1985

El Déficit Fiscal de los Estados Unidos

El Presidente Ronald Reagan  se dirigió recientemente a todos sus gobernados por las cadenas de televi­sión norteamericana con el objeto de buscar el apoyo de los norteamericanos para su plan de control del déficit fiscal. Sin lugar a dudas para un observador imparcial lo más notable de la charla televisada fue la manera impecable como el presidente de los Estados Unidos hizo su presentación. El "Gran Comunicador" en su mensaje ante las cámaras convincentemen­te mostró la necesidad de controlar el déficit. Según Reagan el problema más grave que afronta la economía americana lo constituye el exceso de gastos sobre el ingreso fiscal de los Estados Unidos. Dicho problema puede poner en peligro el bienestar de todos los norteamericanos, haciendo nulos los esfuerzos hechos en el pasado reciente para lograr un rápido crecimiento. 

La forma

El mensaje tuvo un alto contenido cuatrijuliero con invocaciones a la grandeza de los Estados Unidos y con  exaltaciones a las bondades del mercado. Además  para motivar a su audiencia, llegó a  utilizar palabras de John F. Kennedy; citó lo dicho por Kennedy en su posesión: "No preguntemos qué puede hacer el país por nosotros sino más bien  qué podemos hacer por el país". 

El presidente norteamericano  dejó muy en claro en su mensaje que el tamaño del estado había llegado a ser excesivo y que para controlar el déficit fiscal era necesario comenzar a reducirlo. ­Según Reagan, la estrategia para disminuir el tamaño del estado debe realizarse en dos etapas. Primero, disminuir los impuestos y luego, disminuir el presupuesto. En su discurso enfatizó la necesidad de continuar con la política de reducción de impuestos y renovó su promesa de no aumentar los impuestos federales.

En su alocución, Reagan aprovechó para mofarse de sus críticos. ­Les recordó que cuando inicialmente propuso su política de reduccio­nes en los impuestos, ésta se bautizó con el nombre de  Rea­ganomics pero cuando comenzó a tener éxito, dejó de conocérse­le con este nombre.

El fondo.

Las propuestas de Reagan para acabar el déficit fiscal de los Estados Unidos se centran en la reducción de algunos gastos que están causando serias ineficiencias en la asignación de recursos. En su mensaje, el presidente mostró una sensibilidad hacia las clases menos favorecidas no reconocida por sus críticos norteamericanos y de otros países.

De una manera muy gráfica, el presidente norteamericano mostró la necesidad de acabar con los ferrocarriles. Señaló que por cada pasajero los ferrocarriles estaban perdiendo 35 dólares y que, por lo tanto en muchas circunstancias, resultaría más conveniente darles pasajes de avión gratis a los usuarios del ferrocarril.

También señaló el absurdo al que se ha llegado con la política de créditos subsidiados, pues hoy en día  el gobierno federal tiene un programa de créditos que supera con creces el del Chase Manhattan y el Banco de América. El Presidente Reagan propuso acabar con este tipo de crédito para las grandes corporaciones. ­Recomendó acabar con el crédito del EXIMBANK, Banco de Exporta­ciones  e Importaciones el equivalente norteamericano de PROEXPO.­ También  recomendó acabar con el crédito subsidiado de la Small Business Administration, equivalente a nuestra Corporación Financiera Popular  y  con los préstamos subsidiados a los estudiantes universitarios.

En la línea de gastos que pueden suprimirse, y a la vez contribuir a una mejor asignación de recursos, el Presidente Reagan mencionó el apoyo a las compañías de buses urbanos. Señaló que cada vez que un pasajero aborda un bus el gobierno federal tiene que aportar diez centavos de dólar. 

Para lograr el apoyo de los demócratas ofreció controlar los gastos en defensa manteniéndolos  a un nivel relativo constante.­ Prometió que los gastos de defensa se mantendrían a un nivel tal que representaran una fracción constante del PIB. Recordó que dicha fracción sería inferior a la alcanzada en las administraciones  de Kennedy y Johnson.

Las consecuencias

Aunque es difícil de pronosticar la probabilidad de que el presidente Reagan pueda convencer al congreso y logre disminuir el déficit fiscal, sí se puede prever la importancia de su control.
En primer lugar, si los Estados Unidos logran un control efectivo de los gastos del gobierno darán un ejemplo a otras naciones con el mismo problema. En estos momentos es muy difícil predicar una política de austeridad cuando la casa está un poco desarreglada.

En segundo lugar, la reducción del déficit fiscal de los Estados Unidos permitirá una reducción de las tasas de interés internacionales, lo que traerá como consecuencia una disminución de los pagos por servicio de la deuda en los países latinoamericanos. Al disminuirse el nivel de las tasas de interés en los Estados Unidos, se creará una situación en la cual la inversión en activos domésticos sea más favorables.

El ajuste en el frente fiscal contribuirá a un ajuste en el sector externo norteamericano y contribuirá a la reducción del déficit comercial de los Estados Unidos. Al aumentar la competitividad de los productos norteamericanos  aumentará la competitividad de economías como la colombiana cuyo patrón monetario es el dólar. Es conveniente anotar que gran parte de los problemas del sector externo colombiano se hallan relacionados con la sobre­valuación de la divisa norteamericana y por lo tanto su solución se logrará en la medida en que el dólar llegue a su nivel de equilibrio.

Finalmente, puede decirse que al aceptar el gobierno norteamericano la necesidad del ajuste se están enterrando las teorías de algunos profesores de la escuela de Chicago que prometieron mantener en equilibrio la economía con el uso de instrumentos de política fiscal y monetaria. Al igual que en el Cono  Sur, el empleo de las recomendaciones del profesor Mundell ha tenido que enfrentarse a la realidad de una moneda sobrevalorada la cual ha acabado con la competitividad de una economía.

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