lunes, 18 de marzo de 1991

Apertura de Modelos

Desde el punto de vista práctico, el mejor modelo no es que el tiene unas hipótesis más realistas sino el que logra predecir los eventos futuros con mayor precisión.

Recientemente han salido publicados los primeros libros sobre la apertura económica. Entre ellos se destacan dos publicaciones de Fedesarrollo y Tercer Mundo con títulos muy parecidos. Los libros Apertura y Modernización: las reformas de los noventa y Apertura y Crecimiento: El reto de los noventa presentan el esfuerzo conjunto de dos instituciones muy vinculadas a los temas económicos. El primero de los libros citados está dedicado a hacer una recopilación de las reformas hechas por la presente administración mientras que el segundo presenta una descripción de tres modelos de la economía colombiana que sirven para analizar los posibles efectos de la apertura.

Estos dos libros aunque hechos por el mismo grupo de personas son radicalmente diferentes. Mientras que el primero presenta muy claramente los cambios hechos en la legislación colombiana y le presta un buen servicio al público interesado en los temas económicos, el segundo deja al lector común bastante confundido. Los que compren el libro Apertura y Crecimiento: el reto de  los noventa, creyendo que van a encontrar una fácil explicación de lo que nos espera en el futuro les va ocurrir muy probablemente lo que le ha ocurrido a distinguidos economistas no académicos que han comprado el libro Fundamentos del Análisis Económico creyendo que iban a encontrar una versión resumida del magnífico libro de principios del Profesor Samuelson.

Si uno se repone del choque que le causa el abrir un libro lleno de ecuaciones y cuadros y comienza a leer con cuidado la presentación de los modelos y sus resultados se puede dar cuenta que cualquier parecido entre los tres modelos es pura coincidencia. Los resultados son tan diferentes como eran las opiniones de los integrantes del equipo económico del gobierno. La pelea entre Hommes y Samper vuelve a surgir pero esta vez los antagonistas son por una parte Carlos Caballero, Manuel Ramírez y Ana María Rodríguez y por la otra Eduardo Lora, José Antonio Ocampo y Leonardo Villar. 

Ante esta divergencia en los resultados uno podría pensar que la divergencia entre los integrantes del equipo económico era más bien una consecuencia de que existían dos modelos igualmente atractivos y que cada bando había escogido uno de ellos. El cínico podría pensar que más bien la existencia de dos modelos que producen resultados diferentes se debe a que hay dos visiones del mundo totalmente diferentes. Para los cepalinos la apertura es sinónimo de desempleo, recesión y todos los otros males mientras que para los aperturistas la manera de salir del desarrollo es inyectando a la economía la competencia con el exterior para que sobrevivan los más eficientes.

Infortunadamente, el lector común no puede discernir de la presentación de los modelos y de sus resultados si realmente los supuestos que tienen cada uno de ellos están llevando indefectiblemente a un resultado más o menos de acuerdo con la visión del mundo que tienen los investigadores que han desarrollado los modelos. Aunque se pudiera dedicar un esfuerzo considerable a profundizar sobre la estructura de los modelos para encontrar cual de ellos es más realista, en sus suposiciones y en su visión del mundo no pareciera que fuera muy útil este ejercicio. Desde el punto de vista práctico, el mejor modelo no es que el tiene unas hipótesis más realistas sino el que logra predecir los eventos futuros con mayor precisión.

Mientras llegamos al otro siglo y analizamos cual de los modelos tuvo más éxitos en la predicción de los efectos de la apertura podríamos comparar los resultados de las predicciones de los modelos con los resultados obtenidos en otras partes. Para este efecto es invaluable utilizar los resultados de la investigación del Banco Mundial para 36 experiencias de liberalización en 19 países del mundo.

Comparando de los hallazgos de la investigación del Banco Mundial con los resultados de los modelos, se puede decir que el Modelo de Equilibrio General de FEDESARROLLO no reproduce lo que se ha observado en otras experiencias de liberalización. Por ejemplo, a diferencia de lo que predice el modelo de equilibrio general de FEDESARROLLO la liberalización no ha generado mayor desempleo.


Desafortunadamente, esta discrepancia en los modelos y entre los pronósticos y la realidad dejan la duda de si el utilizar los resultados de los modelos como testimonio para juzgar la bondad de una política es algo exagerado. Esperamos que los investigadores sigan trabajando en el desarrollo de sus modelos para poder algún día utilizar con entera confianza sus resultados en los debates de política económica. 

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