La nueva Junta Directiva del Banco de la República ha mostrado interés de comenzar a rectificar las decisiones poco acertadas de la administración gubernamental.
La constitución del 91
asignó a la Junta Directiva del Banco de la República la responsabilidad de la
política monetaria, cambiaria y crediticia. En días pasados ha comenzado a
tomar importantes decisiones en este campo. El desmonte del encaje marginal del
cien por ciento ha sido un buen comienzo de sus labores. La junta ha mostrado
un deseo de acertar y sobre todo de comenzar a rectificar las decisiones poco
acertadas de la administración.
Esperamos que la Junta
continúe por este sendero y desmonte otras medidas infortunadas que si bien han
sido útiles en el corto plazo son totalmente contraproducentes en el largo
plazo. Obviamente, no todas tienen una solución tan sencilla como la del
desmonte del encaje marginal.
El desmonte de los
certificados de cambio, es sin lugar a dudas una de las más complejas. En
parte, porque no sólo es una revaluación disfrazada, sino que también es una
medida de ahorro forzoso de una gran magnitud. El poder convertir este ahorro
forzoso en ahorro voluntario o canalizarlo al sector financiero es bastante
difícil.
El nivel de las tasas
de interés es otro de los grandes problemas que tiene que enfrentar el Banco de
la República. Sería muy triste que se aceptara la tesis de los que están
recomendando una intervención directa en las tasas de interés. Los que vemos a
los directores como los defensores de una sana ortodoxia monetaria nos
sentiríamos frustrados con una medida de este tipo.
La reapertura del
crédito indudablemente será muy útil para eliminar cierta presión sobre las
tasas de interés. La disminución de las expectativas de inflación serán también
una de las principales fuentes de disminución del nivel de tasas de interés.
Evidentemente, el
principal conflicto de la política monetaria en esta encrucijada, será entre el
control de los medios de pago y el nivel de las tasas de interés. Las
autoridades monetarias deberán mirar con detenimiento tanto el crecimiento de
los medios de pago como el nivel de las tasas de interés pueden llegar a la
conclusión de que la política es muy estricta, pero si miran el crecimiento del
dinero se pueden dar cuenta que existe demasiada liquidez en la economía.
En estas circunstancias
muchos están aconsejando un tratamiento "pragmático" es decir tratar
de llegar a un compromiso entre los dos objetivos. Esto puede ser un error. Es
importante frenar la entrada de capitales eliminando sus causas; la primera de
las causas es la expectativa de revaluación, y la segunda es el diferencial
entre la tasa de interés de paridad
(interés internacional más la tasa esperada de devaluación) y la tasa de
interés nacional. Sería un gran error tratar de aumentar la tasa de interés de
paridad mediante un aumento en la tasa de devaluación. Mientras no se dé el
ajuste fiscal, el aumento en el ritmo de devaluación se puede traducir en un
aumento en la inflación.
Lo recomendado en estos
momentos, es escoger, como objetivo de la política monetaria el mantenimiento
de la tasa de interés doméstico al nivel de la tasa de interés de paridad. La
recomendación friedmaniaca de mantener una tasa de crecimiento estable en la
cantidad de dinero, no es recomendable en circunstancias, en que existen serios
desequilibrios en la tasa de interés.
Otra de las enseñanzas
que nos ha dejado el experimento de 1991 es que la autoridad monetaria ha
perdido el control de la oferta monetaria. Como dicen algunos economistas, la
oferta monetaria se volvió endógena y por lo tanto ha escapado al control de la
autoridad monetaria. El crédito doméstico y la tasa de interés, se convierten
en estas circunstancias, en los objetivos de la política monetaria. Para que
podamos hacerle caso a Friedman en cuanto a mantener una tasa de cambio
flexible, en el que el precio de la divisa se determine libremente sin ninguna
intervención del Banco de la República.
No hay comentarios:
Publicar un comentario