lunes, 5 de abril de 1993

El segundo trimestre pinta bien

La justificación de un estímulo fiscal para compensar el choque de oferta causado por el apagón ya no es válida.

El mes de abril comienza con buenas noticias en el frente económico. En primer lugar, el jueves primero, día de los inocentes en Estados Unidos y Europa, el Presidente Gaviria clausuró oficialmente el apagón. En segundo lugar, el DANE nos informa que la inflación continúa descendiendo. El incremento de los precios a nivel nacional en los últimos doce meses llegó a un poco más del veinticuatro por ciento. Esta cifra puede ser un buen indicio de que la meta de inflación para el presente año si se puede cumplir. Esta posibilidad se refuerza cuando se mira la inflación en las diversas ciudades en las que el DANE realiza su investigación sobre el costo de vida. En efecto, en algunas ciudades ya se ha logrado cumplir con la meta fijada por el Gobierno y el Banco de la República. Medellín y Cartagena están experimentando inflaciones de menos del 22 por ciento. Montería y Villavicencio están muy cerca a los dos paticos y pueden llegar a la meta el próximo mes.

La euforia causada por estas dos buenas noticias no debería dar origen a una falsa complacencia. Por el contrario, es vital que el Gobierno adopte una serie de medidas que mantuvo en el congelador mientras duraba el odiado apagón. El gobierno debe reforzar el control del gasto público. La justificación de un estímulo fiscal para compensar el choque de oferta causado por el apagón ya no es válida.

El ajuste en los precios de los energéticos y de otras tarifas de servicios públicos que eran políticamente imposibles con apagón y con una inflación que se resistía a ceder se vuelven viables cuando se cuenta con energía las veinticuatro horas del día y cuando la inflación se está aproximando a la meta.

Un manejo riguroso de los instrumentos de política fiscal debe convertirse entonces en prioridad del gobierno. Los agentes económicos van a estar muy pendientes de todas las actuaciones del gobierno y las claudicaciones fiscales van a terminar con el espíritu optimista de los primeros días de abril. En esta semana la opinión estará pendiente de la determinación del precio interno del café. Ante una situación ampliamente deficitaria, el gobierno debería tratar de mantener el precio de la carga de café en los 85.000 pesos que estableció en julio de 1992. Podría mejorar, eso si, la situación de los cafeteros disminuyendo o aún eliminando el valor que se paga en Títulos de Ahorro Cafetero.

Un buen manejo fiscal no solo es vital para un mejor control inflacionario sino que también se vuelve indispensable para obtener mejores resultados en el sector agropecuario, en general y en el sector cafetero en particular. Para todos es claro que la revaluación real del peso ha influido negativamente en la competitividad del sector agropecuario y que por lo tanto, para la recuperación del sector agropecuario se necesita lograr una devaluación real del peso.

Aunque no existe un consenso sobre la política que se puede seguir para obtener la tan anhelada recuperación de la competitividad externa, las experiencias exitosas del pasado y los análisis teóricos muestran que la reducción del gasto público y la eliminación del déficit fiscal es la mejor posibilidad de lograr que una aceleración de la devaluación nominal se convierta en una mejora en la competitividad de una economía.


Visto de esta manera, la congelación del precio interno del café puede convertirse en un elemento positivo en la solución definitiva del problema del sector agropecuario. Una mejora en el balance fiscal puede permitir una aceleración en el ritmo de devaluación lo que permitirá obtener más pesos por los pocos dólares que se le están pagando a los agricultores en los mercados mundiales. 

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