La economía japonesa se
encuentra en vísperas de un fuerte revolcón.
Durante el gobierno del
Doctor López Michelsen se acuñaron una serie de frases que todavía son
recordadas. Entre ellas estuvo la de convertir a Colombia en el Japón de
Suramérica. La idea del Presidente López era lanzar a Colombia a una apertura
exportadora que le permitiera crecer más rápidamente y no como lo sostuvo uno
de los asesores de la Junta monetaria, era dejarnos a todos amarillos y con los
ojos rasgados por las medidas económicas.
Por las vueltas que da
la vida, lo que hace veinte años resultaba una idea interesante, hoy en día no
despierta mucho entusiasmo. En efecto, Colombia ha abandonado la política de
elevada protección y se ha lanzado en una estrategia de apertura económica y
Japón está atravesando por un momento recesivo que de ninguna manera puede
servir de ejemplo para un país que quiera avanzar en su desarrollo económico.
En artículo central del
último número de la revista Business Week se hace una radiografía bastante
interesante sobre la situación que está viviendo el Japón. Según la revista
americana, la economía japonesa está en problemas debido a que las exportaciones
se están desacelerando, la bolsa está enferma, las ganancias están frenadas,
los salarios se están reduciendo y el producto está cayendo. La situación
actual se refleja en el título de uno de los libros de más éxito en este
momento en Tokio: Pobreza Honorable
La solución a los
anteriores problemas propuestas en el semanario americano parecen extraídas de
nuestros planes de desarrollo. Para mejorar la economía se recomienda además de
un estímulo de 90 mil millones de dólares, una reforma que disminuya los precios
de la tierra y que estimule la construcción. Para mejorar el problema del
comercio exterior se propone una apertura a las importaciones y acelerar el
programa de construcción de infraestructura. Para salvar el sistema financiera
se recomienda acelerar un programa de rescate y desregular y modernizar el
sistema financiero. Las empresas deben ponerse las pilas y cerrar las plantas
superfluas, salir de los trabajadores que no se necesiten y reducir la
burocracia. Finalmente la revista recomienda una modernización del estado para
terminar con las regulaciones excesivas que impiden la actividad empresarial,
reforma que debe tratar de acabar con un sistema político corrupto que no
responde al ciudadano.
Sin entrar a aceptar ni
el diagnóstico ni el remedio propuesto por la importante revista americana se
pueden sacar una serie de conclusiones importantes. En primer lugar, la visión
de los colombianos sobre los problemas económicos mundiales es muy
fragmentaria. La cobertura de las noticias internacionales no se compadece con
la importancia que tienen los eventos mundiales en una economia que busca
internacionalizarse. Un estornudo del Japón puede ser el síntoma de una gripa
fuerte en el resto del mundo. No debe olvidarse que la salud de la economía
mundial está muy relacionada con el buen desempeño de los Estados Unidos, Japón
y Alemania.
En segundo lugar,
parece que los economistas al igual que los generales nos concentramos en las
técnicas que fueron exitosas en la última guerra. Hace 25 años se nos hablaba
del Desafío Americano en momentos en que los japoneses estaban invadiendo el
mercado americano de televisores, motocicletas y autos. En los últimos años se
nos viene pregonando que debemos tener en cuenta el milagro japonés y que
debemos adoptar una política industrial que está haciendo agua en el mismo
Japón. La conclusión de todo lo anterior es bien clara: para tener éxito en un
mundo cambiante es necesario mantenernos informados de los eventos mundiales y
tener una mente abierta sin aferrarnos a estereotipos que pueden dejar de ser
válidos de un momento a otro.
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