La sabia recomendación
de hacer el censo en un día entre semana no se ha seguido. Las consecuencias de
esta falla son fáciles de prever
El próximo 24 de
octubre se llevará a cabo un nuevo censo de población y vivienda. Dada la
importancia que tiene la información censal para poder hacer una buena
planeación todos los colombianos están esperando que el Departamento Nacional
de Estadística logre realizar con éxito esta compleja operación.
Infortunadamente, Colombia no se ha destacado por la calidad de sus últimos
censos. En efecto, tanto el Censo del 73 como el del 85 han sido seriamente
cuestionados por sus principales usuarios.
En lugar de avanzar en
la calidad de los censos en muchos casos hemos retrocedido. Para algunos que
recuerdan con nostalgia el Censo del 38, que fue dirigido por el ilustre
Ex-presidente Lleras Restrepo cuando era Contralor General de la República,
todo tiempo pasado fue mejor. A juzgar por lo visto hasta el momento, el
próximo censo no va a cambiar esta tendencia negativa.
Es triste ver como los
avances metodológicos adoptados en el Censo anterior han sido descartados. La
utilización de un concepto de jure por el de facto, la recolección por personal
profesional y el hacer el Censo, como en los países civilizados, sin tener que
inmovilizar la población se han descartado en aras de un menor costo y un menor
riesgo.
El retroceso
tecnológico podría tener alguna justificación si los procedimientos antiguos
garantizaran una mejor calidad de la información y se apreciera un buen nivel
de preparación. La situación parece ser muy diferente. Aunque parezca
increíble, a menos de 20 días de iniciarse la operación no se ha expedido la
Ley que autoriza su realización. Como se recalca en los seminarios sobre
planificación censal, una de las primeras actividades que se deben incluir en
el Cronograma Censal es la de la expedición de la Ley Censal. Contar con una
base legal firme es una condición importante para asegurar los recursos
suficientes y para lograr la aceptación de la ciudadanía.
No solo es grave
carecer de un soporte legal firme. Es necesario contar con personal capacitado
que permita asegurar una buena calidad de la información recolectada. No dudo
de la capacidad de nuestros jóvenes bachilleres. Creo que tienen la capacidad
de aprender a recolectar la información. Sin embargo, el proceso de
capacitación toma su tiempo. Los conceptos estadísticos en muchos casos se
prestan a ciertas confusiones. El distinguir entre lo que es un hogar y lo que
es una vivienda no es fácil. Los encuestadores profesionales requieren de
entrenamiento para poder captar estas diferencias sutiles entre conceptos que
en la vida práctica son equivalentes.
Para poder contar con
información confiable sobre las características mismas de la vivienda presupone
que todos los encuestadores tengan el mismo criterio. Esto no se logra en un
día y menos para una encuesta de carácter nacional en la que el mismo concepto
se conoce con diferentes nombres en los diferentes sitios.
Otra falla grande de la
operación es el haber escogido un domingo para llevarla a cabo. La tradición de
hacer los censos los días miércoles se ha olvidado probablemente con la idea de
no perjudicar a la economía. La sabia recomendación de hacer el censo en un día
entre semana no se ha seguido. Las consecuencias de esta falla son fáciles de
prever. No debemos perder de vista que el censo pretende determinar el sitio
habitual de residencia. Cuando el censo se realiza en un domingo y además se
aplica una inmovilización general es muy probable que buena parte de las
familias decidan aprovechar la oportunidad para darse un merecido descanso. Por
tanto los sitios de veraneo van a aparecer con una población mucho mayor. Las
familias que aprovechan para viajar a la finca del amigo van a ser registradas
como familias sin vivienda y el hacinamiento que se tolera en un paseo va a
quedar registrado como un serio problema que requiere una pronta solución.
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