Lo menos que puede
exigir el país es que el Congreso antes de aceptar las nuevas cifras censales
llame de urgencia a los demógrafos más reconocidos para que estudien su
confiabilidad.
De ser ciertas las
cifras dadas a conocer recientemente por el DANE estarían mostrando un profundo
cambio en la composición de la población colombiana. En primer lugar, el
fenomenal crecimiento de Bogotá estaría mostrando un cambio radical en el grado
de concentración de las ciudades colombianas. Por mucho tiempo Colombia mantuvo
un crecimiento balanceado en las principales ciudades. La segunda ciudad
presentó a través del tiempo una población igual a la mitad de la capital. La
población de la tercera ciudad siempre fue igual a la tercera parte de la
población de la capital y la cuarta ciudad presentó una población igual a la
tercera parte de la primera urbe colombiana. Era tal la constancia de esta
relación que los geógrafos podían citar a Colombia como tal vez uno de los
casos en que se cumplía llamada regla de rango tamaño, es decir en el que el
tamaño de la urbe multiplicado por el rango era una constante.
La segunda
característica importante que se hace evidente en el último censo de población
ayuda a explicar la razón por la cual ha dejado de tener validez la regla
mencionada anteriormente. En efecto, las cifras muestran claramente que el
concepto estrecho de ciudad definido dentro de un perímetro con validez
político administrativo ha dejado de existir. El rango dado a nivel de ciudades
no tiene mucho sentido. El Valle de Aburrá que comprende a Medellín, Envigado,
Bello, Itagüi y otros municipios conforman un espacio urbano que sin lugar a
dudas tiene una población mayor que la de Cali, Yumbo y otros municipios
cercanos. Bucaramanga y su área de influencia continúa siendo el quinto centro
poblado de Colombia a pesar de que la ciudad capital de Santander haya
descendido algunos puestos en el ranking de ciudades. De ahora en adelante,
para entender muchos fenómenos económicos será necesario pensar en términos
metropolitanos.
La tercera
característica importante que se muestra en el Censo de 1993 es la aceleración
del proceso de urbanización. Las cifras de los últimos censos mostraban una
relativa estabilidad en el total de la población ubicada por fuera de las
cabeceras municipales. Lo que el DANE denominaba resto del municipio mantuvo
por mucho tiempo cifras cercanas a los diez millones de habitantes. La
reducción en un millón de personas en la población rural es algo totalmente
inesperado por los estudiosos de los fenómenos poblacionales. Nadie esperaba
que en este siglo ocurriera una migración urbana rural de tal magnitud.
La cuarta
característica importante de las cifras presentadas es lo inesperada de algunas
de ellas. La población de Bogotá, Cúcuta y otras áreas urbanas resultó muy
superior a la esperada por los estudiosos del tema demográfico. Las cifras no
solo muestran magnitudes muy por encima de lo esperado sino que de ser ciertas
mostrarían tasas de crecimiento totalmente inconsistentes con la evolución
reciente en las tendencias de fecundidad, mortalidad y migración en Colombia.
Las sorpresas brindadas
por el Censo deben tener desvelados a nuestros más destacados demógrafos.
Algunos de ellos deben estar pensando que la operación censal tuvo grandes
fallas pues la discrepancia entre los datos censales y los estimativos de otras
fuentes es demasiado grande para poderla atribuir a un error de cobertura
normal. Los que quieren aceptar como válidas las cifras del DANE se encuentran
más sorprendidos pues no pueden creer que unos cambios de tal magnitud los haya
sorprendido tan fuera de base.
Aunque en esta época
las investigaciones exhaustivas están desacreditadas, lo menos que puede exigir
el país es que el Congreso antes de aceptar las nuevas cifras llame de urgencia
a los demógrafos más reconocidos para que estudien la confiabilidad de las
cifras censales. Adicionalmente, el nuevo gobierno debe hacer un revolcón en el
Departamento de Estadística e implantar sistemas de seguimiento a nivel
nacional que permitan medir de una manera precisa la evolución de la realidad
demográfica. Si las mediciones del DANE en el campo de la población no son
aceptadas por la comunidad científica menos va a poder convencernos el próximo
gobierno, con datos del DANE, que ha cumplido con sus metas de creación de
empleo.
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