Según estudios
analizados en un seminario patrocinado por el Banco Mundial y el Gobierno de
Colombia, los países que crecen más logran la mejor distribución del ingreso y
tienen las menores tasas de inflación.
En la semana anterior
el Banco Mundial y el Gobierno de Colombia patrocinaron un importante seminario
sobre el futuro crecimiento de América Latina. El Seminario contó con la participación
de destacados conferencistas colombianos e internacionales. Este interesante
evento en el que se presentaron importantes estudios resultará de especial
importancia para el desarrollo de la investigación económica en Colombia. Los
trabajos presentados, sin lugar a dudas, orientarán el trabajo futuro de los
académicos colombianos.
De lo tratado, en los
dos días que duró el evento, se puede concluir que la investigación en el campo
económico ha cambiado de orientación. En el pasado, buena parte de los trabajos
estaban orientados hacia el corto plazo haciendo énfasis en el problema de la
estabilización y de la secuencia y ritmo de las reformas económicas. Para el
futuro, se prevé un mayor énfasis en el crecimiento a largo plazo. Los
académicos después de haber declarado victoria sobre el manejo de los problemas
de corto plazo se han dedicado a explicar las causas del crecimiento y a
encontrar la fórmula adecuada para que todos los países puedan repetir la
historia exitosa de los tigres asiáticos.
Los trabajos
presentados en buena parte atacan lo que Galbraith llama la sabiduría
convencional. En efecto, buena parte de los trabajos presentaron conclusiones
bien diferentes a lo que se había venido sosteniendo. Por ejemplo, la doctora
Birdsall, Vicepresidente Ejecutivo del Banco Interamericano de Desarrollo y el
Profesor Alesina de Harvard muestran que una mejor distribución del ingreso
puede contribuir positivamente al crecimiento de un país. Esta conclusión que
ya había sido enunciada por Jeffrey Sachs va en contra de lo enseñado por mucho
tiempo. De acuerdo con lo discutido en el Seminario sobre crecimiento, no es
necesario aceptar una alta concentración del ingreso para lograr altos
volúmenes de ahorro que financien altos niveles de inversión. Los economistas
han comenzado a aceptar, tal como lo había encontrado Milton Friedman en su
Teoría del Consumo, que los pobres y los trabajadores también ahorran y que por
lo tanto es correcto postular que únicamente ahorran los capitalistas.
Los trabajos presentados
también desvirtúan la creencia de que para poder crecer es necesario aceptar
una alta inflación. Por el contrario, para buena parte de los conferencistas y
especialmente los que tienen algo que ver con el FMI y los Bancos Centrales el
nuevo evangelio predica que para poder crecer es necesario mantener una baja
inflación. Michael Bruno antiguo Presidente del Banco Central de Israel y
economista principal del Banco Mundial presenta unos diagramas en los que se
relaciona la tasa de crecimiento de una economía con la tasa de inflación y que
parecen sugerir que existe una relación interesante entre inflación y
crecimiento.
Aunque me hubiera
gustado utilizar los diagramas del Profesor Bruno para sustentar mis
recomendaciones sobre la conveniencia de reducir la inflación, he llegado a la
conclusión que la interpretación más adecuada es que en el largo plazo, existe
una tasa natural de crecimiento que es independiente de la inflación. La
evidencia presentada parece mostrar que la reducción de la inflación puede
mejorar la eficiencia de una economía conducir a un mayor nivel de ingreso sin
que llegue a producir una mayor tasa de crecimiento.
Los verdaderos motores
de crecimiento no pueden ser ni una mejor distribución del ingreso ni una menor
inflación. En el largo plazo, la nueva teoría del desarrollo, como la anterior,
deben hacer énfasis en una mejor preparación de la fuerza de trabajo y en un
mayor cambio tecnológico. La educación y otras maneras de mejorar la
productividad del trabajador se convierten en la mejor inversión que puede
hacer un país. Ante tanta reiteración de la importancia de invertir en
educación el próximo gobierno debería dedicar un esfuerzo gigante en este
campo. El país no puede permitirse el lujo de ignorar estas recomendaciones.
Debe reforzar el esfuerzo en la capacitación del colombiano tal y como lo
hubiera hecho Andrés Pastrana.
Después de asistir al
Seminario he llegado a la conclusión de que la idea de la existencia de una
serie de compromisos de política ha perdido validez. El encargado de la
política económica no tiene que sopesar las consecuencias de largo plazo de una
política que incentive el crecimiento pueda tener en la mala distribución del
ingreso o en la estabilidad económica. La experiencia de los países exitosos
muestra que la buena política económica tiene éxito simultáneo en varios
campos. Los países que crecen más logran la mejor distribución del ingreso y
tienen las menores tasas de inflación. La mala política económica desemboca en
pésimos indicadores de crecimiento, inflación y distribución del ingreso.
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