lunes, 19 de diciembre de 1994

Protesta de la sociedad protectora de golondrinas

A nadie puede escapar los problemas que se pueden generar cuando una decisión sobre materia cambiaria se mantiene en el congelador.

En estos días la Junta Directiva del Banco de la República decidió hacer unos ajustes en la política cambiaria. En efecto, la semana pasada se efectuaron cambios en la denominada banda de flotación para el dólar. Antes de tratar de entender si esto nos va a favorecer o a perjudicar es conveniente recordar la manera como opera esta banda de flotación. El Banco Central a través de su Junta Directiva establece  un tope máximo o techo para el valor del dólar y a partir de éste se compromete a intervenir en el mercado cambiario vendiendo dólares a quien lo solicite. Adicionalmente, el Banco Central establece un precio mínimo o piso y se compromete a comprar dólares  a ese precio a quien quiera que le ofrezca dólares. Dentro de la banda de flotación, aunque el Banco Central puede intervenir como lo considere conveniente, por regla general, se dejan operar las fuerzas de la oferta y demanda para determinar el valor de la divisa norteamericana.

Esta regla de operación, en condiciones normales minimiza el impacto de los desequilibrios internos en la oferta monetaria y por lo tanto reduce las presiones inflacionarias. Sin embargo, cuando el dólar toca fondo el Banco de la República tiene que comprar dólares para lo cual tiene que o bien dejar crecer los medios de pago por encima de las metas fijadas o emitir títulos a través de Operaciones de Mercado Abierto lo que tiene, a su vez, como consecuencia un aumentó en las tasas de interés.

Al ampliar la banda de flotación, el Banco de la República y el gobierno estaban reconociendo que la revaluación del último año fue muy superior a lo contemplado hace doce meses y que por lo tanto era necesario hacer ajustes en su política de intervención. El cambio en la política cambiaria es también un reconocimiento de que las medidas de control de crédito resultaron impotentes para contener el chorro de dólares que querían venir a Colombia a gozar de las altas tasas de interés y de la posibilidad de una revaluación de la moneda local.

La medida debe entenderse, entonces, más como un reconocimiento de que la situación estaba llegando a extremos insostenibles y como un intento de recuperar uno de los principales instrumentos de política económica. No puede entenderse como una solución a los problemas percibidos por los agentes económicos. No podemos ignorar que el fuerte aumento en endeudamiento externo privado que ha sido una de las principales causas de la entrada de divisas es una decisión bastante racional de los agentes económicos que han percibido que tanto el  Pacto Social como el Salto Social lleva inexorablemente a una fuerte revaluación del peso frente al dólar.

Si nuestro análisis de que el principal efecto de la medida es recobrar un instrumento adicional en el manejo de la política económica es correcto uno podría pensar que la medida debería ser aceptada por todos y que lo que se debería era cuestionar si la política que han definido las autoridades económicas es la correcta. Infortunadamente, en lugar de buscar un consenso en torno a una medida inevitable se ha realizado un debate infortunado en torno al momento en que se debería tomar la medida. Para el Gobierno la medida ha debido tomarse cuando todos estuviéramos cantando villancicos abriendo los regalitos de navidad, mientras que para el Banco de la República era necesario hacerlo lo más rápidamente posible. La impresión que le queda al común de la gente es que no solo existe una gran descoordinación entre las autoridades económicas sino que el Gobierno trata de quedar bien con todo el mundo aunque para ello tenga que cambiar de posición entrando en conflictos con la Junta Directiva del Banco de la República. Nadie puede entender como el Presidente de la Junta Directiva del Banco de la República puede estar en desacuerdo con  los otros miembros en aspectos tan importantes como el manejo cambiario.


El Ministro ha sido desafortunado al buscar una pelea con la Junta Directiva en un asunto en que la razón estaba más de su lado que la  del Gobierno. A nadie puede escapar los problemas que se pueden generar cuando una decisión sobre materia cambiaria se mantiene en el congelador. Mantener una tasa de cambio fija en un valor insostenible ha sido siempre el mayor incentivo para la entrada o salida de  los llamados capitales golondrina. Cuando el gobierno está obligado a comprar o vender divisas a un precio a todas luces fuera de línea con su valor de equilibrio los especuladores en el mercado cambiario hacen su agosto pues nunca pueden pecar por exceso. Las presiones sobre la divisa se vuelven insostenibles aún en economías tan importantes como la americana, la alemana y la japonesa. Como podríamos pensar que el Banco Central de Colombia pueda defender el dólar cuando la emisión de más títulos lo único que lograría sería aumentar las pérdidas del Banco de la República afectando al mismo tiempo la situación fiscal. Diferir la entrada en vigencia de la nueva banda es incentivar la entrada de divisas  garantizándoles retornos abundantes. 

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