La
semana pasada el gobierno realizo un interesante experimento con los precios de
la gasolina. El Ministro de Minas decidió sorprendernos con una liberación de
los precios de la gasolina extra. A pesar del caos inicial causado por el
experimento la medida debe ser estudiada y analizada pues puede a la larga
tener efectos interesantes que es conveniente explorar.
En
primer lugar, es necesario destacar la importancia de eliminar controles
innecesarios que lo único que hacen es limitar la competencia. La libertad de
precios de la gasolina extra va a permitir, ahora si, establecer el atractivo
relativo de los dos tipos de gasolina. Los consumidores van a poder mostrar sus
preferencias por las gasolina extra comparada con la normal. Si el precio
fijado por el distribuidor para la extra es muy alto el consumidor dejará de
consumirla y se pasará a la corriente. el consumidor tiene en sus propias manos
su propia defensa y no necesita que el gobierno lo defienda de un supuesto
abuso de los distribuidores inescrupulosos. Por otra parte, el distribuidor
tendrá la posibilidad de lograr la misma rentabilidad en las ventas de los
diferentes tipos de gasolina y no tendrá que estar solicitando ajustes al
Ministerio ni tendrá que apelar a protestas extremas como en el pasado cuando
el precio de la gasolina extra sea muy bajo.
Sin
lugar a dudas, los distribuidores y consumidores poseen una mejor información
que los funcionarios del Ministerio de Minas y Energía y por lo tanto están en
mejor capacidad de fijar el precio relativo de la gasolina extra con relación
al precio de la gasolina corriente. La solución adoptada por el Ministerio
puede contribuir a una mejor asignación de recursos pues el precio relativo de
la gasolina extra comparado con el de la gasolina corriente estará más en línea
con los verdaderos costos y beneficios.
Es
claro que el experimento de la liberación parcial de los precios de la gasolina
es apenas el comienzo de una racionalización de las políticas de precios de los
energéticos. Si el experimento es exitoso la consecuencia lógica sería comenzar
a dar libertad de precios en el precio de la gasolina corriente. Una posible solución
sería fijar unas bandas al estilo de las usadas para el dólar que definan el
campo en el cual pueda variar el precio de la gasolina corriente. Esta banda
fijaría un techo por encima del cual no se podría vender la gasolina y que
protegería al consumidor de un posible abuso de los distribuidores y fijaría un
mínimo para proteger la rentabilidad del distribuidor. Dentro de estas bandas
los distribuidores podrían competir por atraer clientes mediante promociones de
precios.
La
flotación de los precios de la gasolina corriente dentro de una banda de
precios debería llevar en el largo plazo a una libertad total de precios. La
conveniencia de esta medida aconsejada por la lógica económica salta a la vista
cuando se analizan los resultados desastrosos de una política como la
venezolana que ha tratado de mantener precios muy por debajo de los verdaderos
costos de oportunidad de la gasolina. Como pude apreciar en un reciente
seminario realizado en Caracas, para todos los economistas latinoamericanos el
mayor error de política del gobierno venezolano es mantener precios de la
gasolina tan bajos.
La
profunda brecha entre el precio internacional y el precio de venta en Venezuela
se ha constituido en uno de las principales fuentes del desequilibrio fiscal y
que, dada su gran magnitud, no puede ser corregida fácilmente. En estas
circunstancias un ajuste total en el precio de la gasolina llevaría a notables
aumentos en la canasta familiar y causaría sonoras protestas a nivel popular.
Por otra parte, y lo que es más grave produciría efectos notables en los
propietarios de vehículos de servicio público, pues muchos de ellos han
invertido todos sus ahorros en carros de altas cilindradas que consumen enormes
cantidades de gasolina.
Los
excesos de nuestro vecino unidos a una buena experiencia con la libertad de
precios de la gasolina deberían orientarnos hacia una política de libertad
total de los precios de la gasolina que debería venir acompañada de una
libertad de importar gasolina y de hacer inversiones en las refinerías. En la
medida en que los funcionarios del Ministerio dejen de competir con el mercado
en la fijación de precios tendrán más tiempo para dedicar a definir las
verdaderas políticas del sector de minas y energía.
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