La inercia inflacionaria que nos quieren vender los viejos cepalinos no
encuadra en un ambiente tan deprimido como el actual.
En los Estados Unidos ha habido discusiones sobre la medida de los
precios al por mayor. Para muchos analistas, el índice de los precios al por
mayor no refleja fielmente las tendencias del crecimiento de los precios pues
el instituto encargado de llevar las estadísticas suele preguntar por los
precios de lista y no por el precio al cual se realizan efectivamente las
transacciones. En ocasiones y
especialmente cuando se vive una recesión los precios de las transacciones
suelen ser inferiores a los precios de
lista y por lo tanto en estas ocasiones la variación de los precios de lista es
mayor que la variación de los precios de las transacciones.
Aunque en Colombia el DANE trata de medir los precios reales de las
transacciones es posible que en estos momentos de recesión se estén dando
transacciones por debajo del precio habitual que hagan que los indicadores de
inflación de los organismos del Estado se alejen un poco de la realidad. La queja habitual de que el DANE tiende a
subestimar el incremento de precios parece que ya no esta dando. Realmente ya no hay que preguntarle a los funcionarios
del Departamento de Estadística donde compran para ir a hacer el mercado ahí,
sino que ahora lo que hay que preguntar es donde compran los del DANE para no
ir allá porque los precios son más altos que los actualmente existente en
Colombia.
Es posible que el nivel de precios medido por el DANE sea mayor que el
verdadero nivel de precios pues el Departamento de Estadística está en un
proceso de revisión del Índice de Precios al consumidor. Mientras que se define la nueva canasta el
DANE tiende a utilizar las mismas fuentes existentes y por lo tanto no
incorpora las Supertiendass estilo Makro que han entrado con precios más
baratos y que han permitido al consumidor estirar su presupuesto familiar.
Los precios de algunos productos pueden haber subido no como un reflejo
de lo acontecido sino que pueden estar obedeciendo al deseo de lograr
anticiparse a la nueva edición del pacto Social. Los productores están aprovechando la
confusión existente en el gobierno para ganar una posición más favorable en las
negociaciones. Es obvio que alguien que
ya ha subido los precios puede ser bastante generoso en una negociación. Los empresarios pueden ofrecer un aumento del
veinte por ciento para el 97 si en los últimos meses del 96 ya subió sus precio
en un cinco por ciento.
Para los que observen que es muy difícil hacer aumentos que perduren en
una situación recesiva acompañada de una revaluación se les puede argumentar
que esto es posible en el caso en que
simultáneamente se ofrezcan unos descuento.
Es posible, entonces, gozar de una serie de rebajas temporales mientras
que la situación de la economía es mala.
Descuentos como los dados por las cervecera en que la tapa paga tienen
el efecto de disminuir temporalmente el precio de la pola. Cuando las empresas descubren que la demanda
se ha reactivado la promoción desaparece y el precio de lista vuelve a ser
igual al precio real.
Los anteriores comentarios son apenas ideas que tratan de aportar
alguna luz en medio de la oscuridad reinante en el campo económico. La existencia de una estanflación tan
prolongada no parece tener muchas fuerzas que las sostengan. La inercia inflacionaria que nos quieren
vender los viejos cepalinos tampoco encuadra en un ambiente tan deprimido como
el actual.
Los economistas no pueden permanecer indiferentes ante una situación
tan rara como la que estamos viviendo.
El extraño mundo de Subuso es bueno para leerlo en los periódicos pero
no muy útil como paradigma par ser enseñado a las nuevas generaciones.
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