La salida de Antonio
Galán Sarmiento de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá será opacada por
la que le harán los trabajadores oficiales al futuro candidato liberal.
Después de declarar la
emergencia económica el gobierno ha vuelto a sus malos pasos. La seriedad
fiscal fue solo flor de un día y hoy acosado por el paro de los empleados
oficiales comienza a negociar un aumento en la remuneración de los trabajadores
oficiales. Para contribuir a la confusión y aumentar las probabilidades de
llegar a un acuerdo más rápido, ha encargado de las negociaciones al Ministro
del Interior quien buscará aprovechar los últimos días que le quedan en el
gobierno para salir por la puerta grande. La salida de Antonio Galán Sarmiento
de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá será opacada por la que le harán
los trabajadores oficiales al futuro candidato liberal que aprovechará la
ocasión para ganarse el respaldo de los principales sindicatos del país.
Pero no solo en el
manejo político de los conflictos laborales se nota la falta de coherencia sino
también en el manejo de las situaciones internacionales. La Canciller anda por
el mundo pegada a un micrófono haciendo diplomacia por los medios masivos de
comunicación con tan mala fortuna que las relaciones comerciales colombianas se
encuentran en su peor momento. Las peleas con Venezuela y Estados Unidos son
tan frecuentes que muy pronto van a dejar de ser noticia. Ante los fracasos de
nuestro cancillería los gremios han comenzado a asumir la representación del
país. Los dirigentes gremiales se han lanzado a una ofensiva diplomática y han
contratado agencias para que les ayuden a convencer a los americanos de que el
gobierno colombiano si se ha portado bien el año pasado. Como los padres de los
hijos calaveras, los gremios han acudido a sus palancas para que no les
expulsen al hijo y le dejen repetir el año en el mismo colegio.
La herencia que nos
dejó Ernesto Samper en su paso por el Ministerio de Desarrollo no podría estar
peor. Un Ministerio que en su época fue muy importante se convirtió al partirse
en dos en un cero a la izquierda. Nadie sabría quien está al frente del
Ministerio de Comercio Exterior si no fuera por la pequeña deuda que heredó el
Ministerio de Defensa. Si no fuera por el Atlantic Coal nadie sabría que Morris
Harf es el Ministro de Comercio Exterior pues sus ejecutorias han sido
minúsculas. Del Ministro de Desarrollo lo único que se acuerda la gente es que
en alguna época trabajó con uno de los grupos más poderosos de Colombia y que
su nombramiento posiblemente sirvió para pagarle los favores recibidos a tan
importante grupo económico.
Los partidarios de la
economía de mercado deben estar muy contentos pues parece que Planeación
Nacional se acabó. Hace mucho tiempo que Planeación no fija su posición sobre
los temas importantes de política económica. No sabemos si el DNP está en
contra o a favor del Metro de Bogotá ni tenemos su opinión sobre tan importante
tema como el Canal Interoceánico. Los grandes proyectos de infraestructura
parecen que ya no necesitan el visto bueno de Planeación Nacional y ahora en el
Gobierno de la Gente el mercado está tomando las decisiones sobre los grandes
proyectos de infraestructura.
Las grandes reformas
del 90 han quedado en manos del Doctor Carlos Wolff quien ha dado muestra de
una capacidad de trabajo tan grande como su ego. Las reformas en el régimen
pensional y en el sistema de salud no han tenido quien las defienda y poco a
poco podemos estar cayendo en una situación similar a la anterior a la reforma.
Es increíble que el ISS no haya podido cumplir con el mandato de informar a sus
afiliados sobre el estado de sus cuentas. Pensionarse del ISS sigue siendo tan
difícil como antes y el afiliado sigue en manos de una burocracia que no le
responde a nada.
Las mejoras en la
institución se han quedado en el piso donde funciona la Dirección General y el
sufrido usuario del servicio médico sigue lo mismo que antes. Las grandes
inversiones publicitarias del ISS le han ganado un tratamiento más favorable en
los medios de comunicación pero no han influido en la mala percepción que
tienen los usuarios del servicio que presta el Instituto.
Si a lo anterior le
sumamos la grave situación económica por la que estamos atravesando y que ha
sido el fruto de un manejo equivocado del actual equipo económico al que le han
salido todas las cosas al revés, estaríamos inclinados a solicitar la
colaboración de los siquiatras ecuatorianos especialistas en determinar si los
gobernantes están en capacidad de gobernarnos o si por el contrario sería
necesario buscar otros que no se nos hagan los locos.
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