En 1964 cuando Harry Johnson escribió un ensayo sobre
aranceles y desarrollo económico en el primer número del Journal of Development
Studies, este destacado economista mencionó que sobre estos álgidos temas
económicos, por lo general existen tres tipos de discusiones. El fallecido
economista de la Universidad de Chicago las clasificó de la siguiente manera: las
que utilizan argumentos económicos, las que utilizan argumentos no económicos y
las que se hacen sin argumentos.
En el proceso de paz de la Habana, cuando se ha
hablado de los beneficios para el país de la firma de un acuerdo con la
guerrilla de las FARC, se han dado discusiones de los tres tipos mencionados
por el profesor Johnson. Por ejemplo, en un conversatorio sobre la paz realizado
la semana pasada en la Casa de Nariño escuché el siguiente enunciado: “La paz es
una condición necesaria para el crecimiento económico.”
Esta afirmación parece ser un argumento económico, pero
en realidad es un sofisma pues equivale a decir que si no hay paz en un país la
economía no crece. Este argumento se puede contradecir examinando el caso de
Israel. Como se puede ver en el gráfico siguiente, en Israel la economía ha
crecido de manera importante en este milenio a pesar de estar en un estado de
guerra muy severo con sus vecinos.
El caso colombiano sería otro contra ejemplo en el
que a pesar de haber tenido una guerrilla por más de 50 años, se ha logrado un
crecimiento superior al promedio de Latinoamérica.
En la entrada donde mencioné la parábola de los
cañones y la mantequilla hice un análisis estático de los efectos que la firma
de un proceso de paz puede tener en cuanto a la composición de la producción, que
en palabras sencillas equivale a una situación de menos cañones y más mantequilla.
Sin embargo, el efecto en el PIB es nulo pues el acuerdo de la Habana
implicaría un reacomodo sobre la Frontera de Posibilidades de Producción FPP en
donde se asume que los recursos se utilizan de una manera eficiente.
La intención de esta nueva entrada acerca de los
beneficios del Acuerdo de la Habana, es extender el análisis económico a una
situación dinámica utilizando para ello algunos trabajos que han tratado de
calcular el efecto de la firma del acuerdo en la tasa de crecimiento de la
economía colombiana.
Un estudio realizado por Edgar Villa, Jorge Restrepo y Manuel Moscoso
titulado “Crecimiento económico, conflicto armado y crimen organizado,
evidencia para Colombia” presenta una visión
muy favorable y unos beneficios muy optimistas de la firma de un acuerdo de paz
con las FARC. La principal conclusión a que llegan los autores es que si se
llega a firmar la Paz en Colombia, el país podrá duplicar su ingreso en solo 8,5
años en contraste a los 18,5 años necesarios en una situación sin proceso de
paz.
Este estudio ha sido citado por personas que no
cuestionan sus resultados, como la decana de Economía de la Universidad de los
Andes, Ana María Ibáñez, quien utilizó estos resultados para apoyar al
presidente Juan Manuel Santos en la segunda vuelta de su campaña que buscaba su
reelección.
En las últimas semanas han surgido críticas
relacionadas con la calidad del estudio los profesores Villa, Restrepo y
Mosocoso. Por ejemplo, Sergio Clavijo, actual
director de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), en una columna
del diario La República refiriéndose
al trabajo de “Crecimiento económico, conflicto armado y crimen organizado,
evidencia para Colombia” afirmó que algunos “estudios universitarios (poco
serios) exageraban la nota al cuantificar dichos beneficios en una “aceleración
sostenida” del crecimiento hasta en un 4%”.
En el mismo artículo de La República el antiguo
codirector de la Juta Directiva del Banco de la República menciona que “el DNP divulgó
(en diciembre del 2015) un estudio más serio donde se concluía que dicha
“aceleración” probablemente estaría en el rango de 1% a 2% por año.”
Al revisar el trabajo del Departamento Nacional de Planeación
(DNP) mencionado por Clavijo, me sorprendió favorablemente que se hubiera utilizado
la experiencia de otros países en sus procesos de paz para realizar la
estimación del dividendo de la Paz en Colombia. En una entrada
anterior de mi Blog utilice una metodología similar para refutar las
estimaciones de Villa, Restrepo y Moscoso. Cuando hice ese ejercicio no parecía
realista que el crecimiento en Colombia se pudiera acelerar en esa magnitud cuando
comparé la trayectoria de las economías de El Salvador y Guatemala en su posconflicto.
Recientemente, Marc Hofstetter, profesor titular de
la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, señaló algunos
problemas con las estimaciones del trabajo de Planeación. Estas razones se
resumen en un artículo
de La República publicado el día 26
de mayo de 2016[1].
En el artículo, Hofstetter menciona tres razones
por las cuales considera que es exagerado sostener que una vez se firmen los
acuerdos de la Habana la economía colombiana crecería entre 1% y 2% adicionales
de manera indefinida.
La primera razón es que los sectores que se van a
beneficiar del posconflicto tienen un peso muy bajo en la actividad productiva
y para lograr un crecimiento de la magnitud esperada por el DNP el sector
agropecuario tendría que crecer mínimo al 15 por ciento anual. ¿Será posible que la
producción agropecuaria milagrosamente se duplique cada cuatro años y ocho
meses?
La segunda razón expuesta por Hofstetter en su
artículo es que “las tasas de crecimiento de los países tienen baja
persistencia en el largo plazo.” En
otras palabras esto significa que cualquier choque positivo en el crecimiento
económico (como podría ser la firma de un acuerdo con las FARC) desaparece en
el tiempo y la economía converge a sus tasas naturales de crecimiento.
Adicionalmente, es importante mencionar que las
economías pueden crecer bien sea por un crecimiento de los factores de
producción o por el crecimiento de la productividad de los factores. En el
largo plazo, por un lado, el crecimiento de la fuerza de trabajo no depende significativamente
de la firma de la paz[2]
y por el otro, aunque si bien la acumulación de capital puede acelerarse los primeros
años del posconflicto, sus efectos serán cada vez menores.[3]
La tercera razón que sostiene Hofstetter para decir
que el efecto del reintegro de las FARC a la sociedad civil sería menor al calculado
por el DNP es que “en ninguno de los países de América Latina que terminó
conflictos armados heredados de la guerra fría sin que mediara la derrota
militar de alguna de las partes (Nicaragua, El Salvador y Guatemala) es posible
discernir un salto en las tasas de crecimiento económico de largo plazo en
relación a las del resto de la región.”
Parece entonces que a falta de sólidos argumentos
económicos para justificar el proceso de paz actual y teniendo como evidencia
que ‘el tal dividendo de la paz´ no es tan grande como lo proclama el gobierno
de Juan Manuel Santos, el país está abocado a considerar los argumentos no
económicos a favor de este proceso de paz que claramente están polarizando a
toda Colombia.
[1] El
trabajo origina de Hofstetter se puede consultar en https://economia.uniandes.edu.co/components/com_booklibrary/ebooks/dcede2016-19.pdf
[2]
Unos cálculos preliminares del efecto demográfico muestra que si se suprimen
las muertes asociadas al conflicto armado la esperanza de vida al nacer aumenta
solo en 0,04 años.
[3]
Según la teoría económica el capital está sujeto al denominado fenómeno de los retornos decrecientes y por esto se
llega a un estado estacionario en el que el capital por trabajador es
constante.
Contundente su apreciacion. Valdria la pena revisar si los costos de reinsercion no van a ser superiores a las tasas de crecimiento postconflicto. En ese escenario los esfuerzos de la habana serian esteriles.
ResponderEliminarUn gusto saber de usted estimado profe