lunes, 9 de octubre de 1989

El bus ejecutivo

La puesta en marcha del Bus Ejecutivo se ha constituido en una de las novedades más importantes ocurridas en el transporte urbano en Bogotá. Por primera vez los transportadores particulares han invertido en buses que ofrecen un relativo grado de confort y que presentan algunas características similares a las de los vehículos de servicio público de países avanzados. Es más sorprendente aún que en estos vehículos todos los pasajeros viajen sentados. Esto constituye un gran avance en opinión de los que han venido criticando el sistema de transporte público de Colombia por el alto grado de ocupación de los vehículos y por el reducido tamaño del bus. Para otros bogotanos de viejo cuño, el bus ejecutivo les recuerda aquella época (comienzos de los cincuentas) en que el viaje en bus era agradable, se recogían pasajeros únicamente en los paraderos autorizados y todos viajaban cómodamente sentados.

Dentro de una perspectiva económica, el auge de este tipo de vehículos se explica por características tanto de oferta como de demanda. Por el lado de la oferta, es claro que cuando el transportador privado está dispuesto a invertir libremente en un tipo dado de vehículo, es porque encuentra una buena rentabilidad para su inversión. Puede entonces decirse que el nivel de tarifas fijado para los buses ejecutivo y superejecutivo están dando una señal clara al inversionista de que el transporte público es rentable.

El haber permitido que los particulares entraran en las líneas ejecutivas parece haber sido una buena decisión, pues ha permitido una rápida expansión de este servicio. La empresa oficial, que durante mucho tiempo tuvo la exclusividad del servicio ejecutivo, se mostró incapaz de ampliar el servicio al ritmo que demandaba la ciudad. Los costos operativos de la EDTU y su bajo porcentaje de buses en servicio impidieron una expansión del servicio y contribuyeron a su deterioro. El contraste visual entre los buses de la EDTU y los de las empresas particulares es hoy en día bastante marcado. Adicionalmente, la EDTU no pudo poner a funcionar los vehículos que compró a finales de los setenta y tuvo que entregarlos al Grupo Cafetero para atender las obligaciones adquiridas.

No se debe olvidar, sin embargo, que para mantener un buen servicio de transporte debe ofrecerse una amplia gama de opciones, pues la demanda de transporte es muy variada. El sistema tarifario debe ser lo suficientemente atractivo para que los transportadores realicen inversiones en todos los distintos tipos de vehículo. Con el "boom" del ejecutivo parece estar repitiéndose lo que un  ex-gerente del Incora podría denominar el síndrome del vehículo estrella. En Colombia, con frecuencia, las tarifas han favorecido marcadamente la rentabilidad de un determinado tipo de vehículo y, en consecuencia, éste atrae todas las inversiones.

Otra de las razones del lado de la oferta, que explica en gran parte el auge del ejecutivo, es la existencia de restricciones impuestas a la entrada de vehículos pequeños. Las autoridades, con argumentos de mejor utilización del espacio vial y aumento en la seguridad, han prohibido la entrada de nuevas busetas al parque automotor dando de esta manera una ventaja al vehículo más grande. Si bien estos argumentos en contra de las busetas pueden parecer razonables, debe recordarse que el transporte de Buenos Aires, considerado como uno de los más eficientes del mundo, se presta con vehículos muy similares a nuestros buses y busetas. La organización del transporte, basado en asociaciones de rutas, ha permitido el control de los despachos y ha evitado el guerreo operante en Bogotá.

Por el lado de la demanda, es indudable que el gran éxito del bus ejecutivo se explica por su velocidad de crucero y por su comodidad. Si se toma el tiempo gastado desde el momento de abordar hasta el momento de bajarse del vehículo, se observa que realmente no hay gran diferencia entre un bus ejecutivo en la carrera séptima, y un carro particular, básicamente por el reducido número de paradas. Esta mayor velocidad del bus ejecutivo lo convierte en una buena alternativa para algunos usuarios del carro particular.  Para aquellos afortunados que viven cerca a una terminal y que van a un destino cerca a un paradero del bus, la decisión se inclina hacia el bus ejecutivo pues su tiempo de viaje en carro y en bus ejecutivo es muy similar. En este caso la gran ventaja del carro particular, con su servicio puerta a puerta, sobre el bus ejecutivo, se reduce considerablemente pues el tiempo de acceso y egreso es muy parecido tanto en carro como en bus.

Para los viajeros de larga distancia, el viaje en ejecutivo se vuelve atractivo pues las dificultades generadas por mayores tiempos para tomar el bus y para llegar a su destino se ven compensados con el tiempo que se ahorra dentro del vehículo. Como consecuencia de lo anterior, es posible suponer que los viajeros de larga distancia utilicen el ejecutivo, mientras que los viajeros de corta distancia viajen en otros vehículos públicos o en su carro. Esta selección por distancia tiene como consecuencia una disminución considerable en el tiempo dedicado a subir y bajar del vehículo, lo que contribuye a un aumento importante en la velocidad de crucero.

La otra característica importante del ejecutivo es la comodidad que ofrece el no llevar pasajeros de pie, lujo que usualmente no se pueden dar los pobres. El transporte ejecutivo obviamente va a ser preferido por gente que tenga como pagar por la comodidad que ofrece. Este servicio no solo es utilizado por los ejecutivos sino por estudiantes que valoran la comodidad y la seguridad que ofrece el servicio.

Es evidente que la comodidad y la velocidad están íntimamente relacionadas. En la medida en que el grado de ocupación del vehículo es bajo, el número de paradas disminuye, lo que permite mantener velocidades comparables con los carros particulares.

El análisis anterior mostró que existen fuerzas tanto del lado de la oferta como de la demanda que explican en gran parte el auge del transporte ejecutivo. Evidentemente, la situación mejora cuando las fuerzas del mercado operan y ofrecen un nuevo servicio que es valorado tanto por los consumidores como por los productores. Sin embargo, este avance en la solución del transporte puede estar ocultando algunos problemas. Como ya se mencionó, para que se pueda hablar de una verdadera solución es necesario que se mantenga una gama amplia de opciones. Las tarifas deben incentivar la inversión en todos los vehículos de servicio público y no deben favorecer a uno determinado. Por otro lado, es necesario aumentar la demanda por el transporte público desincentivando el uso del vehículo particular. Hasta ahora, el gobierno se ha preocupado por mantener un alto costo para la posesión del vehículo, pero ha contribuido a un bajo costo de operación. Para que el transporte público tenga un mayor atractivo será necesario cambiar los impuestos a la propiedad por cargos al uso del vehículo.

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