El viernes 13 de
Octubre se llevó a cabo el cambio de nombre de la tradicional empresa bogotana.
Muere así el nombre utilizado por una entidad nacida con el siglo veinte. La
eliminación del adjetivo eléctrica obedece al cambio en sus actividades, pues
ahora también se dedicará a distribuir gas a los usuarios bogotanos.
El cambio de nombre
realizado no es ni el primero, ni será el último. Recordemos que está empresa
nace con el nombre de Samper Brush y Compañía y que luego cambia en 1904 a
Compañía de Energía Eléctrica de Bogotá. En 1927, al fusionarse con la Compañía
Nacional, cambia su nombre a Empresas Unidas de Energía Eléctrica S.A. En 1951
la Empresa se nacionaliza y pasa a ser un fideicomiso del Banco de la
República. En 1959 se constituye finalmente con el nombre de Empresa de Energía
Eléctrica de Bogotá, como
establecimiento público descentralizado del Distrito Especial de Bogotá.
Ojalá el nuevo nombre
venga acompañado de progreso y las nuevas actividades de distribución de gas le
permitan aumentar su rentabilidad y mejorar el cubrimiento de las necesidades
energéticas del pueblo bogotano. Esta ocasión debería aprovecharse para un
análisis del papel de la Empresa.
Si uno siguiera las
enseñanzas de Drucker y preguntara ¿Cuál es
realmente el negocio de la Empresa? tendría que contestarse que realmente
existen tres negocios diferentes. El primero se relaciona con la distribución
de la energía, el segundo con la generación de Energía y el tercero con la
construcción de las plantas.
El primero, que ahora
podría llamarse Electrificadora y Distribuidora de Gas de Bogotá, tiene como
objetivo distribuir la energía eléctrica y el gas a los bogotanos. Básicamente,
su negocio consiste en comprar en bloque y vender al detal. Su rentabilidad
está dada por el margen que logra en esta operación. Si logra comprar barato y
vender caro sus ganancias serán elevadas, o si por el contrario opera como una
entidad de beneficencia, comprando caro y vendiendo barato, dará pérdidas
contables, pero obtendrá dividendos sociales.
En la actualidad, la
Electrificadora de Bogotá es muy rentable pues la estructura de tarifas es una
de las más elevadas del país y los costos de la energía en bloque son
relativamente bajos. Adicionalmente, tiene un moderado nivel de endeudamiento
puesto que las deudas incurridas para la infraestructura de distribución son de
dimensiones razonables y pueden ser cubiertas con los ingresos producidos por
las tarifas.
El segundo negocio de
la Empresa de Energía es la generación. Actualmente se cuenta con la cadena del
Río Bogotá y con la Termoeléctrica Martín del Corral, más conocida como
Termozipa, pero que realmente está ubicada en Tocancipá. Se podría afirmar que
el negocio de generación de la Empresa de Energía de Bogotá no es muy
brillante. Las plantas de la cadena vieja no se encuentran en muy buenas
condiciones y la demora en la entrada de las nuevas plantas de Mesitas y los
sobrecostos incurridos en reparaciones de los túneles han influido
negativamente en la rentabilidad de este negocio. Más aún, el hecho de que la
cantidad de energía utilizable sea insuficiente para atender las dos cadenas de
plantas, implicará que para operar eficientemente, deba traerse agua de otras
hoyas cercanas. La financiación de las obras adicionales, dados los bajos
márgenes de rentabilidad del negocio de generación, es uno de los principales
retos que debe afrontar la Hidroeléctrica del Río Bogotá en su futuro.
El tercer negocio de la
Empresa de Energía es la construcción de nuevas plantas. En el momento se
construye la Hidroeléctrica del Guavio. Esta obra, planeada desde 1930 por las
Empresas Unidas de Energía, se inició en 1981 y ha sufrido demoras y sobrecostos
considerables. Su entrada en operación,
prevista originalmente para 1986, está contemplada actualmente para 1992. El
negocio de construcción de la Hidroeléctrica del Guavio no ha sido tan positivo
como originalmente se planeó y ha influido negativamente en los otros dos
negocios de la Empresa de Energía. Los costos de la obra en dólares aumentaron
por encima de lo presupuestado inicialmente y el país realizó un fuerte ajuste
cambiario lo que se tradujo en aumentos, medidos en pesos, de gran magnitud.
Más aún, los beneficios de la hidroeléctrica disminuyeron al disminuir los
precios del petróleo y otros energéticos.
Teniendo en cuenta el
análisis anterior, qué debería hacer la nueva Empresa ?. La recomendación
Druckeriana sería concentrarse en el negocio verdadero, o sea en la
Distribución, y pensar en retirarse de aquellos en los que no tiene ventaja.
Sin negar la importancia que tiene para el país la realización de nuevos
proyectos de generación, es evidente que la experiencia de la construcción de
los últimos proyectos muestra que este tipo de negocios está excediendo la
capacidad financiera y administrativa de la Empresa. El tiempo de ejecución de
los proyectos está muy por encima de la duración de los Gerentes y del
Presidente de la Junta Directiva. Del primero de agosto de 1985 a la fecha ha
habido cinco Gerentes e igual número de Alcaldes. Es posible que con la
elección de Alcaldes se logre que en cuatro años haya dos Gerentes y dos
Alcaldes, pero aún así la ejecución de un proyecto similar al del Guavio, por
ejemplo, de 12 años, le va a corresponder a seis Gerentes y seis Alcaldes. La
inestabilidad en la cúpula de la Empresa de Energía va a hacer muy difícil el
control en la programación y ejecución de este tipo de Proyectos.
El negocio de la
generación, aunque marginalmente rentable, no es fácil de vender. No habría
inversionista que estuviera interesado en comprar una planta cuyo producto
tiene precios fijados por la Junta Nacional de Tarifas. La rentabilidad del
negocio estaría sometido a consideraciones de carácter político y a la
idiosincrasia del funcionario de turno. La solución sería el contratar con el
sector privado la administración y mantenimiento de las plantas existentes. Si
bien en Colombia no hay antecedentes de este tipo de solución, en otros países
existen contratos de administración de las Empresas Públicas.
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