El cambio realizado en
la política comercial colombiana ha sido la noticia económica más comentada de
la última semana. Estos cambios han sido ampliamente debatidos por los
comentaristas y los gremios enfatizando cada uno su tema favorito. Los
partidarios de la alta protección a la industria ven con gran temor los cambios
realizados por el gobierno mientras que los partidarios de la apertura
encuentran reparos al alcance de las medidas.
No es posible todavía
llegar a un veredicto final sobre el efecto de los cambios propuestos. Es
evidente que no ha habido el tiempo suficiente para analizar en detalle los efectos
de las medidas. Mientras los estudiosos ponen a funcionar sus computadores y
determinan por medio de sus modelos el efecto de las medidas nos quedará la
duda si los cambios en las políticas van a causar la ruina de la industria
colombiana o si por el contrario no van a afectar sensiblemente el nivel de
protección de la economía.
Indudablemente el
efecto de los cambios en el Comercio Exterior dependerá del estado de la
economía mundial. Si la economía mundial crece a ritmos normales es posible prever que los esfuerzos de
apertura van a tener un resultado positivo. Por el contrario si la economía
entra en la pronosticada recesión del noventa puede ocurrir que la apertura
económica colombiana no tenga mucho éxito. Como muy bien lo ha apuntado Carlos
Caballero el efecto de las medidas también depende de las condiciones
competitivas de la economía colombiana. Teniendo en cuenta que actualmente la
economía colombiana se encuentra en un punto en que su estructura de costos se
ha acercado considerablemente a niveles internacionales se podría pensar que la
apertura tendrá efectos positivos en la producción. Los antecedentes de la
apertura realizada a comienzos de los ochentas no pueden aplicarse al caso
actual pues en esa época Colombia tenía una posición competitiva muy débil
originada en buena parte por el desfase cambiario.
Los posibles ajustes
que se deben realizar en el campo macroeconómico para complementar los cambios
en el sector real inducidos por la apertura de la economía no han sido objeto
de análisis. La apertura debe venir acompañada por cambios en las políticas de
devaluación. Es muy probable que el gobierno deba aumentar la tasa de
devaluación para compensar la disminución de los aranceles y los subsidios de
exportación. Esto hará que la producción nacional pueda competir más
favorablemente con las importaciones y que los exportadores compensen la
disminución de los subsidios al crédito de PROEXPO. La aceleración de la
devaluación tendrá efectos negativos para los sectores que no están orientados hacia
el comercio exterior. Las empresas de servicio públicos y en especial las de
alto endeudamiento verán incrementado su servicio de la deuda. En la medida en
que no exista una compensación por parte del Gobierno nacional deberán aumentar
sus tarifas.
Otro aspecto importante
que deben tener en cuenta las autoridades económicas tiene que ver con la
política fiscal. Para compensar la disminución de los ingresos fiscales causada
por los cambios será necesario pensar en algunas reformas en los tributos. El
candidato más obvio para lograr un aumento en los recaudos es el impuesto hecho
famoso por el grupo español La Trinca. El aumento en el Impuesto al Valor
Agregado (IVA) permitiría compensar la disminución en los recaudos por concepto
de aranceles. De no hacerse un aumento en los recaudos el déficit fiscal podría
influir negativamente en la estabilidad monetaria.
La política salarial
debería sufrir cambios. Para lograr un ajuste en la economía se requiere un
cambio en la estructura salarial. Los trabajadores de los sectores protegidos
verán disminuidos sus ingresos en términos relativos. Los trabajadores en los
nuevos sectores de punta lograrán mejorar su posición relativa. El gobierno
deberá dar ejemplo en las negociaciones laborales y este ejemplo en gran parte
implicará una disminución del salario real de los trabajadores estatales.
La política de crédito
indudablemente deberá ajustarse a la nueva situación. Las empresas deberán
aumentar su productividad mediante cuantiosas inversiones. Las empresas que han
venido gozando de protección deberán contar con recursos de crédito que les
permita soportar un período de bajas utilidades. El sistema financiero
requerirá de mayores recursos que deben obtenerse tanto internamente como
externamente. Para lograr incrementar el ahorro interno es probable que se
deban aceptar incrementos en las tasas de interés. Es necesario evitar la fuga
de capitales y lograr la repatriación de los que están por fuera de Colombia.
Estos cambios en las
políticas macroeconómicas deben ser motivo de amplio estudio por el equipo
económico de este y el futuro gobierno. De la formulación de un marco coherente
puede depender en gran parte el éxito de la política de apertura de la economía
colombiana. Los asesores de los candidatos y el público interesado pueden
encontrar muy útiles las investigaciones de economistas como Michael Mussa[1] que han
dedicado esfuerzos al estudio de este apasionante tema.
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