La
Empresa de Energía para concientizar a los ciudadanos debería comenzar a
publicar información periódica sobre el valor de este gigantesco programa de
distribución del ingreso.
En
estos días uno de los temas de discusión ha sido el alza de las tarifas de
energía. Infortunadamente, los comentarios sobre el tema han ignorado
aspectos muy importantes. En primer lugar, los comentaristas han desconocido
aspectos importantes del esquema tarifario de la Empresa de Energía de Bogota.
En segundo lugar, han ignorado los efectos que tendrán las medidas en el
consumo de los bogotanos.
Aunque
la presentación de la noticia sobre las tarifas de energía han resaltado el
impacto en los diferentes estratos, la realidad es que las tarifas de energía
están ligadas al consumo y en mínima parte al estrato. El barrio donde se vive
prácticamente no afecta el cobro de la tarifa de energía eléctrica. La gran
diferencia en las cuentas se debe a variaciones en los consumos. En el caso bogotano, las grandes diferencias
en la facturación se pueden explicar por el hecho de cocinar o calentar el agua
con electricidad y no con gas. Una familia de un estrato alto si utiliza el gas
para calentar agua y para cocinar puede tener una factura notablemente menor
que otra de su mismo nivel de ingresos que utiliza la electricidad para cocinar
y calentar el agua.
Por
otra parte, las noticias tienden a destacar el papel de las Empresas.
Curiosamente, hoy en día cuando se vive un proceso descentralista el gobierno
nacional tiene más influencia en la fijación de tarifas que nunca.
Anteriormente, las Juntas Directivas de las Empresas de Servicios fijaban sus
propias tarifas. Anteriormente, la Junta Nacional de Tarifas tenía un poder de
veto sobre las decisiones de las Empresas de Servicios Públicos y de sus Juntas
Directivas. Desde mediados de los ochentas las políticas de tarifas comenzaron
a ser fijadas por la Junta Nacional de Tarifas dependiente de Planeación
Nacional. Las Empresas lo único que pueden hacer ahora es conseguir
aplazamientos en algunas medidas que no pueden ser puestas en práctica
inmediatamente.
Más
aún, como se ha mencionado en esta columna, el gobierno nacional buscando
proteger a los estratos bajos ha distorsionado la estructura de las tarifas de
la Empresa de Energía de Bogotá. Las tarifas para los sectores productivos
están muy por encima del costo de producción mientras que las tarifas para
bajos consumos son muy inferiores a su costo.
Está gran distorsión de las tarifas ha convertido a las Empresa en un
competidor del Instituto de Bienestar Familiar cobrando impuestos a las
empresas para darle a los pequeños consumidores energía eléctrica muy barata.
La
solución del problema estructural de las tarifas creada por las políticas
distributivas del gobierno nacional requiere un aumento considerable a los
pequeños consumidores y una rebaja sustancial a los sectores productivos. Como
lo muestran las últimas medidas sobre tarifas, donde no se han tocado las
tarifas de los pequeños consumidores, ni se han rebajado las tarifas del sector
productivo este gigantesco programa de impuestos y subsidios no es fácil de
desmontar a pesar de estar causando serias distorsiones.
Como la
ciudadanía no está muy consciente de la existencia de este problema no existe
ninguna presión para llegar a una estructura tarifaria más adecuada. La Empresa
de Energía para concientizar a los ciudadanos debería comenzar a publicar
información periódica sobre el valor de este gigantesco programa de
distribución del ingreso. Como el objeto social de la Empresa no es propiamente
el de quitarle a los ricos para darle a los pobres en sana lógica quien debería
financiar este benemérito programa sería el gobierno nacional.
Los
aumentos de tarifas no son una verdadera solución a los problemas de las
Empresas. Si bien los ingresos pueden responder, en el corto plazo, a un
aumento en las tarifas, en el largo plazo su impacto en las finanzas de la
Empresa no es muy considerable. Como bien se sabe, cuando el precio de un bien
sube el consumidor trata de economizar sus uso. Al subir el precio de la
energía eléctrica el usuario tiende a disminuir su consumo. Apaga las luces,
deja de usar la secadora eléctrica, lava a mano, se levanta temprano a prender
el calentador, deja de ver la televisión.Si esto no es suficiente, cambia a
otros energéticos y compra aparatos que utilicen más eficientemente la energía.
Todo esto tiene como consecuencia que el consumo de energía disminuya y que el
recaudo de la empresa no sea proporcional al aumento de las tarifas.
Estudios
de famosos economistas de los Estados Unidos han encontrado que por cada diez
por ciento de aumento de las tarifas de energía el consumo disminuye en el
mismo diez por ciento. Como consecuencia del comportamiento de los usuarios las
empresas terminan como el famoso comercial de la cruz roja con los mismos
quinientos pesitos.
Esta
respuesta del consumidor al aumento de las tarifas es mucho más fuerte a nivel
de los grandes consumidores que tienen consumos discrecionales. Los pequeños
consumidores tienen menos margen de maniobra pues sus consumos tienden a ser
esenciales. Como nos lo ha enseñado Marshall la demanda de los consumidores es
menos elástica cuando la fracción del ingreso gastado en el bien es menor.
No hay
que olvidar que las pérdidas no son una consecuencia únicamente de una mala
administración sino que también se afectan por las altas tarifas. Los hechos
recientes muestran que el mantener tarifas elevadas incentiva el fraude. Así como
los altos aranceles incentivan el contrabando y la expansión de los San
Andresitos, las altas tarifas incentivan el fraude y la aparición de empresas
paralelas que logran reducir milagrosamente las facturas de la empresas y de
los altos consumidores.
Finalmente,
no debemos olvidar que para las tarifas de los servicios públicos al igual que
para los impuestos también se da la curva de Laffer. Para una tarifa de cero el
recaudo es cero y para una tarifa muy alta el recaudo de la empresa también es
cero. En un rango de la curva puede suceder que el aumento de la tarifa esté
asociado con una disminución del recaudo.
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