La decisión de pagar
intereses sobre los saldos en cuenta corriente
tendrá que venir acompañada de una racionalización en los cobros por los
servicios prestados por el banco.
En los cursos de
macroeconomía se enseña que uno de las consecuencias de una disminución de la
inflación es hacer más atractivo el dinero. En efecto, la inflación da una
medida del costo de oportunidad de mantener dinero y por lo tanto entre mayor
sea el crecimiento de los precios menor será la demanda de dinero. Teniendo en
cuenta esto, sería muy lógico pensar que una vez el ministro Hommes logre bajar
la inflación la demanda por dinero aumente. En consecuencia, las cuentas
corrientes se tornarán un poco más atractivas una vez se tenga una menor
inflación.
Sorprende entonces que
en estos días aparezca en los periódicos la noticia que hay algunos bancos
interesados en que les permitan pagar a sus cuenta habientes intereses sobre
los saldos en las cuentas corrientes.
Si el pagar intereses
no busca, primordialmente, proteger al
usuario de las cuentas corrientes de la inflación es claro que este cambio se
debe originar en el deseo de algunos bancos de mejorar su posición competitiva.
Es claro que cuando está operando la restricción del encaje marginal del ciento
por ciento y por lo tanto el crédito está congelado el beneficio que obtenía el
titular de una corriente por tener acceso al crédito, ha perdido un poco su
atractivo y por lo tanto el deseo de mantener saldos altos en cuenta corriente
para obtener como contraprestación un crédito habrá disminuido.
La pérdida de la
competitividad no solo se es una consecuencia de la restricción monetaria sino
que también se debe a que las cuentas de ahorro tradicional han mejorado su
rentabilidad. Como consecuencia de la liberación de intereses en las cuentas de
ahorro tradicional, algunos bancos reaccionaron agresivamente brindando
intereses muy atractivos a sus ahorradores. Los altos intereses en cuenta de
ahorros, liquidados sobre saldos diarios, pagados por algunos bancos que además
permiten traslados entre la cuenta corriente y la de ahorros, a través de las
redes de cajeros automáticos han dado una ventaja competitiva a los bancos que
disponen de esta tecnología. Los bancos que no cuentan con esta tecnología,
indudablemente se están quedando atrás en la carrera por los clientes que se ha
desatado como consecuencia de las recientes reformas financieras. Estos bancos
pueden encontrar una ayuda en la competencia en el pago de intereses sobre los
saldos en cuentas corrientes.
La decisión de pagar
intereses sobre los saldos en cuenta corriente
tendrá que venir acompañada de una racionalización en los cobros por los
servicios prestados por el banco. Hoy en día como los bancos no pagan
directamente por los fondos provenientes de las cuentas corrientes deben
hacerlo a través de servicios subsidiados de procesamiento de cheques y
producción de extractos.
Por otra parte si
hacemos que las cuentas corrientes se asemejen a las cuentas de ahorro del
sistema UPAC debemos permitir que las cuentas de ahorros de dicho sistema
también se asemejen a las cuentas corrientes pues de otra manera el sistema de
financiación de la vivienda perdería su competitividad lo que en últimas incidiría
negativamente en la posibilidad de cumplir con el plan de vivienda del actual
gobierno.
No pareciera muy
difícil darle una chequera a los clientes del sistema de ahorro y vivienda y
permitir que estos pudieran girar un número reducido de cheques cada mes. Esto
sería más lógico que la práctica actual
en la que el ahorrador tiene que ir a la Corporación para que allí le
hagan el cheque. Debemos suponer que buena parte de los usuarios del sistema de
ahorro y vivienda saben girar cheques y que por lo tanto no necesitan ir al
banco para que un cajero muy ocupado se los haga.
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