lunes, 10 de febrero de 1992

El milagroso 3,5 por ciento

Los agentes económicos están sumidos en la incertidumbre, al no tener muy claro quién es el responsable por la inflación: la Junta Directiva del Banco de la República o el Ministro de Hacienda

La semana anterior los medios de comunicación nos dieron a conocer una noticia en el frente inflacionario. De acuerdo con el Dane la inflación de enero llegó a 3,5 por ciento. Esta cifra no sólo superó los eneros de los últimos años, sino que de continuar durante el resto del año nos pondría en el explosivo nivel del 50 por ciento.

Al mirar con más detenimiento el incremento de los precios, uno se da cuenta que en buena parte está reflejando los aumentos del año pasado. En efecto, para poder pasar al año con menos de 27 por ciento, el gobierno decidió incrementar el precio de la gasolina cuando el Dane ya había cerrado el mes de diciembre. De esta manera se logró una cifra  menor en 1991 a costa de una mayor inflación en 1992.

Si bien la inflación no va a seguir corriendo a ritmos tan altos como el de enero, es posible que no baje tan rápido como se espera. Las cifras disponibles sobre medios de pago muestran que el crecimiento de la demanda agregada sigue siendo muy alto. En crecimiento del dinero cercano al 35 por ciento no puede ser compatible con una inflación del 22 por ciento.

La entrada de divisas sigue influyendo positivamente en el crecimiento de las reservas internacionales, y, por lo tanto, está alimentando el crecimiento de los medios de pago. Las importaciones se mantienen estancadas y las expectativas de revaluación siguen vigentes.

La Junta Directiva del Banco de la República y el Ministro de Hacienda, han venido pasándose la pelota emulando a los dirigidos por el "Bolillo" Gómez. El público no tiene muy claro quién de los dos es el responsable de por la inflación. La Junta le pide al Ministro de Hacienda que aumente el superávit fiscal para poder controlar la inflación, mientras que el Ministro considera que la responsabilidad del control de la inflación ha pasado al parque de Santander.

Esta situación no debería continuar pues, los agentes económicos están sumidos en la incertidumbre. La Junta debería asumir la responsabilidad del control inflacionario, sin esperar a que el ministro logre el milagro de reducir el déficit fiscal. El gobierno debe asumir la responsabilidad de determinar una política en la que se pueda absorber el superávit cambiario mediante una reducción del déficit fiscal.


Bajo un esquema lógico de asignación de responsabilidades, la Junta tendría a su cargo la obligación de mantener una tasa de inflación baja, y que el gobierno debería responder por la coherencia macroeconómica del plan de apertura. 

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